sábado, 7 de marzo de 2020

JOSÉ TOMÁS, UNA LEYENDA QUE YA ESTÁ FUERA DEL TOREO

Sigue toreando, pero lleva ya mucho tiempo fuera del toreo y hasta considerado por muchos aficionados como un torero retirado. En su día protagonizó una época gloriosa, dividida en dos etapas, en la que seguramente consiguió ser el número uno y hasta tener el derecho a que se le considere como uno de los más grandes de todos los tiempos.

Por ello, hablar de José Tomás no es hablar de cualquier torero. Por sus logros, por su forma de torear y por la nueva vuelta de tuerca que consiguió darle al toreo, otra más que sumarle a las que en su día dieron Belmonte, Manolete y Ojeda, pisando unos terrenos que nadie había pisado antes, y poniéndose en un sitio que hasta ese momento nadie había conseguido alcanzar (y quizás muy pocos a día de hoy le han igualado). José Tomás ya hizo presentir desde novillero que en él había un torero completamente diferente a los demás, y tras tomar la alternativa y conforme pasaron las temporadas, ese presentimiento fue una certeza. México, Francia, Sevilla, Barcelona y Madrid, sobre todo Madrid, entre otras muchísimas, se le rindieron a sus pies en múltiples ocasiones a lo largo de los años 90 y principios de los 2000. Cuando se quitó en 2002 dejó un  tremendo vacío, un vacío que entonces se antojó muy difícil, casi imposible, de ocupar. Surgieron por aquel entonces otros toreros que alcanzaron la gloria y protagonizaron también grandes gestas, pero la nostalgia nunca llegó a borrarse en las cuatro temporadas que estuvo fuera de los toros. Y en 2007, cuando menos se lo esperaban los aficionados, saltó la noticia: José Tomas volvía, y lo haría con intención de quedarse. Volvió en Barcelona, justo en un momento muy delicado para la que en otro tiempo fuera la ciudad más taurina de España, llenó una plaza que hacía muchísimo que no se llenaba y dio una gran tarde como solamente él sabía. Siguió la temporada de su regreso y, aunque en plazas de menor relevancia para ir acomodándose, demostró que seguía siendo el mismo José Tomás que anteriormente fue: todo un derroche de toreo puro, arrojo y gran estilo que colocaba sus muslos donde la inmensa mayoría del escalafón solo alcanzaba a colocar la muleta (algunos, el pico). Volvió a Madrid al año siguiente, plaza que le veneró, y se entretuvo en cortar la friolera de siete orejas en un espacio de tiempo de diez días. Siguió triunfando y poniendo todo patas arriba con su grandiosa forma de torear allí donde actuaba; por desavenencias con los empresarios no llegaba a cuajar su presencia en Sevilla, ni tampoco en Madrid un año después de su apoteósico triunfo. Y una tarde en Aguascalientes, en el país donde ya volvió a nacer años atrás, por poco se va definitivamente. Tenía entonces una prometedora temporada de 2010 por delante, con dos tardes firmadas en Madrid y otra más en Bilbao (una de las poquísimas plazas que se le ha resistido), entre otras muchas. Todo se truncó con aquella cornada. Y también todo cambió radicalmente, ya nada volvió a ser como antes.

Tuvo el coraje y la gallardía de conseguir volver a torear un año después. Fue en Valencia, por julio. Y aunque en un primer momento parecía que aquel percance tan solo fue un socavón en el camino y ya había sido superado, la realidad dio en las narices a la ensoñación. Con una cornada como la que sufrió en Aguascalientes, lo milagroso era que hubiera salido con vida del trance, cuanto ya menos volver a torear. Pero ¿pretender que algo así no dejara secuelas a alguien quien, a pesar de todo el misterio y misticismo que siempre le ha rodeado, es en realidad un simple mortal más, de carne y hueso?
"Temporadas", por llamarlo de alguna manera, de dos o tres tardes como mucho vinieron después. Clausuró la Monumental de Barcelona al poco de reaparecer en Valencia, al año siguiente protagonizó una apoteósica mañana en Nimes encerrándose con 6 toros, siguió sumando actuaciones testimoniales en plazas como Jerez, Algeciras, Huelva, León, Granada, San Sebastián, Aguascalientes... Y pare usted de contar. Tardes muy preparadas en cuanto a toros a lidiar y compañeros con los que hacer el paseíllo, todo muy medido y sin apenas competencia, para que el protagonista único fuera él y tan solo él. Algo así como una perfomance tomasista anual para los más nostálgicos, pero que en realidad no le suma ni le resta absolutamente nada a la temporada taurina.
El año pasado, en Granada, fue un estrambótico vis a vis con un rejoneador y en la que se vio a un José Tomás que en absolutamente nada se parecía al grandioso torero de otros tiempos, por mucho que se empeñen algunos de sus más fieles seguidores.

Y este año ¿qué? Por un lado, hay quien asegura su presencia en Granada por su feria del Corpus. Pero lo que sí  están cerradas son, por mayo y septiembre respectivamente, dos tardes en Nimes... ¡¡Nimes!! Plaza de primera categoría en Francia, puede parecer que ha subido un escalón. Y dos tardes nada menos. Pero claro... ¿Toros? No se sabe aún, pero por supuesto que tampoco hay que echarle mucha imaginación para saber de qué va a ir el asunto. ¿Y compañeros? Pues decir que, de nuevo, el esperpento del "mano a pata" con rejoneadores. Y en ambas tardes además. ¿De verdad se puede tomar esto en serio?

Y es que verdaderamente da pena, muchísima pena, ver a toda una leyenda del torero arrastrarse de esa manera, cual alma del purgatorio, por esos montajes de Dios ideados para que sus incondicionales más nostálgicos revivan de alguna manera los años gloriosos del tomasismo. No se puede discutir que, aunque cien años en estas condiciones pasen, a José Tomás nadie le va a quitar ni un ápice de su alargada leyenda, forjada a base de triunfos, sangre y verdad durante muchas temporadas. Solo faltaría. Pero claro, ¿tiene algún sentido estas apariciones tan puntuales en el devenir de la temporada taurina, más allá de matarse el gusanillo él mismo y matárselo a toda esa legión de seguidores que aún todavía le consideran el número uno del toreo? Si es por la cosa de seguir alimentando su espíritu, lícito es. Pero que a día de hoy todavía haya quien considere un líder y un líder a José Tomás, exagera. Y siendo honestos, tampoco se le puede pedir mucho más a quien un cornadón de caballo no solamente casi le quita la vida, sino que le dejó secuelas físicas que le impide desarrollar su profesión con normalidad.

Si José Tomás pretende seguir montándose sus dos o tres revivals anuales para goce y disfrute propio y de sus adeptos, está en su pleno derecho. Lo que no puede dejarse aparte es que su época ya pasó hace tiempo y que su burbuja está totalmente apartada e independiente del grueso de la temporada taurina.

2 comentarios:

  1. Es y a sido uno si no el más grande de la historia, y me parece injusto decir que ya no es el de antes, pues se hacen viejos hasta los muros de hierro y hormigón

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  2. Por mí que se quede en casa.Está obsoleto.

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