miércoles, 14 de octubre de 2015

TRASHUMANCIA DE CABESTROS (ESTREMERA, 13 DE OCTUBRE DE 2015)

Como cada tercera semana de octubre, mi querido pueblo, Estremera, se engalana para celebrar sus fiestas patronales en honor a la Virgen de la Soledad y al Cristo Sepultado. Estremera es un pueblo donde la afición a la Fiesta se lleva por bandera, y durante sus fiestas patronales nunca faltan los festejos taurinos. Es por ello que este año, como novedad, el programa de festejos anunció un evento que hizo volver a sus años mozos a los más viejos del lugar: la trashumancia de las reses. Una docena de cabestros, amparados por otros tantos hombres a caballo, llegaron al pueblo a pie desde la finca El Maquilón (propiedad del ganadero y matador de toros José María López "El Jose"), situada a unos 15 Km. de Estremera. 
Me cuentan mi abuela y otros paisanos, que algo así no sucedía en nuestro pueblo desde principìos de los años 50, cuando las reses, después de dos o tres días de viaje, llegaban a Estremera la noche de antes de ser lidiados, y les tocaba esperar en el paraje conocido como Valverde (muy cerca de donde hoy se ubica el campo de fútbol) a que rayara el alba y ser conducidos hasta la plaza de toros. A modo de anécdota, mi abuela me cuenta, esbozando una sonrisilla nostálgica, que esa madrugada en la que las reses dormían a escasos kilómetros de Estremera, se celebraba el baile en la plaza del pueblo, y que el baile siempre terminaba antes de lo previsto, pues raro era el año que no llegaba el graciosillo de turno con la broma de que uno de los toros se había separado de la manada y andaba a sus anchas por la calle. 

Eran, en fin, otros tiempos y otras costumbres. Por suerte, ayer revivimos tiempos remotos, y la verdad es que la experiencia fue como para repetirla en años venideros. Sería muy bonito.































































































































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