El balance que un servidor saca de este certamen de novilladas es más bien negativo. Porque después de ver a 9 novilleros diferentes y que solo uno haya venido con hambre y ganas de comerse el mundo, no es para menos. Rafael Cerro fue quien finalmente se llevó a casa con la famosa furgoneta, y fue a base de actitud y disposición. Vino en sus dos comparecencias como un novillero de verdad, a sus cuatro novillos se fue a recibirlos de rodillas a la puerta de chiqueros, no perdonó un solo quite, demostró buenas maneras con el capote, en la muleta colocándose en el sitio y mostrando empaque... Lo dicho, en novillero y dispuesto a llegar alto. Bien es verdad que debe mejorar en muchos aspectos, el principal la espada por supuesto. Técnicamente está verde aún, cosa que me parece extraña pues no es de los que toreen poco, la verdad. Y por supuesto también debería aprender a no subestimar a los toros, porque como ya ha visto eso le puede acarrear un disgusto. La cornada que sufrió fue de "patio de colegio", uno no puede perderle de esa manera el respeto a los toros jamás, por muy matado que crea que está. Rafael, desde aquí se te desea una pronta recuperación y fuerzas para poder volver a verte, se te ve mucha torería y empaque, por eso te recomiendo que dejes de lado el encimismo barato, y más cuando torees en Madrid.
Del resto de novilleros, como ya se ha dicho anteriormente, poco que objetar. Gonzalo Caballero, novillero que el año pasado ilusionó, se estrelló con las asquerosas babosas inválidas de El Cotillo; al igual que Roberto Blanco, un chaval al que nunca había visto y que me impresionó su preferencia por cargar la suerte, poner la muleta planchadita y torear en redondo, aunque también le aconsejaría que no se ponga tan cañí con los moribundos porque son ganas de querer que le manden a hacer puñetas. A ambos hay que volver a verlos con animales de casta. Y con las ganas arrolladoras de su compañero Cerro, sea dicho de paso.
Los demás, ratones. Pero que muy ratones. ¿Donde aprenderán a ser tan tramposos? No se me ocurre, la verdad...
Y ahora toca hablar del toro, o del novillo mejor dicho. Los de Javier Molina eran muy esperados y aunque hechó dos buenos novillos, tanto en presentación como en juego no dieron la talla, sobre todo si se compara con la novillada del año pasado. De El Serrano y sobre todo de El Cotillo está todo dicho. Ahora bien, la de Guadaira, mansurrona y flojita, es el claro ejemplo de como ha de ser el trapío de una novillada en Madrid: con cuajo de corrida de toros. ¿De veras es una vergüenza que en la primera plaza del mundo se exija este requisito? Otra cosa es que "los mayores" vayan a cualquier sitio con la décima parte de lo que eran los novillos de ayer. Eso sí es censurable y de noche en el calabozo, pero presentar seis novillos en Madrid con toda la barba y de irreprochable cuajo... Que estamos en la primera plaza del mundo señores, y aquí no vale cualquier cosa. Aquí la norma imperante debería ser Novillo-Toro en novilladas y Toro-Toro en corridas. No valen los novillotes para una y el medio-toro para otra. Eso sí, con objetividad y sin medias tintas, que sea la primera plaza del mundo tanto para los que empiezan como para los que ya han llegado, y esa norma debería cumplirse en pie de igualdad. Lo mismo que con las concesiones de orejas. Porque la oreja que ayer le pidieron a Cerro hubiera sido de verbena, pero la pedía la mayoría, y como en la primera oreja el público es quien manda, pues... Por tanto, el serño presidente bien pero mal. Bien porque hubiera sido una oreja barata, pero mal porque había mayoría de pañuelos. Esos cojones también con las figuras, Don César. Y Don Manuel, y Don Trinidad, y Don Julio.
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