Unas sillas de ruedas que sean bonitas, cómodas y, a ser posible, de esas tan chulas con motor, no sea que se lisien aún más haciendo por moverlas. Que sean un total de cinco, por favor. Sí, ya se que ha habido seis toros, sé contar oiga, pero solamente me harán falta cinco. ¿Que por cinco no me hace precio especial? Será... Bueno, me conformo con que en el pack me venga incluido un pañuelo verde de regalo, que hay alguien a quien le hace falta uno.
¡¡Marchen cinco sillas de ruedas, fabricadas con mucho cariño y afecto, para cinco toros tetrapléjicos de Montalvo!! Los mismos que se han lidiado en la tarde del Santo Patrón de Madrid, sí. Esos mismos. Que estaban los pobrecitos que se los llevaba el aire de blandengues y flojos que andaban. Qué lástima, de verdad, qué lástima... Qué lástima de tardes y de feria que llevamos. Qué lástima que para un toro más que aceptable que nos ha salido en esta tarde de lisiados, el cuarto, un negro salpicado con unas hechuras que recordaban a la mítica y antiquísima línea Martínez que se sigue conservando en Montalvo, llegue su matador y lo desperdicie con tanto descaro y alevosía. Fue este de Montalvo un toro duro de patas al que se le dieron dos puyazos en toda regla y que hasta se tomó la licencia de empujar con presteza en el primer encuentro, aunque se repuchó en el segundo y salió suelto. Llegó a la muleta nobilísimo, galopando con alegría y arrancándose con prontitud. Un toro de ensueño para hartarse a torear y poner a la afición de Madrid a los pies de uno. Y Curro Díaz no pondría Madrid a sus pies, pero sí hizo algo casi tan difícil como ello: poner a toda la afición de Madrid de acuerdo. No hubo un alma en la plaza que no dijera "se le fue sin torear". Faena larga compuesta por miles de latigazos abusando del pico y escupiendo al toro fuera. Ni una vez se puso en el sitio, ni una vez cargó la suerte. Eso sí, muy pinturero él. Dejó irse al toro con las orejas puestas, pero con musho jarte, que conste.
De los cinco restantes, qué puede decirse que no se haya comentado ya. Unos mojones con cuernos que de toro de lidia tenían lo que la Esteban de lista y guapa. Curro, con su primero, en la misma línea de pegapases que se pone muy bonito y pinturero, pero pegapases al fin y al cabo. Y además, matando de un nada despreciable bajonazo.
Paco Ureña terminó su primera comparecencia en San Isidro con un fuerte golpe en la rodilla al ser empotrado contra las tablas por el quinto cuando se disponía a torearlo de capa. Y además, también terminó echando más humo que la locomotora del Expreso de Hogwarts. Según él, "porque a los toros, cuando no ven y cuando se caen, hay que devolverlos, porque son ganas de cabrear a la gente que paga la entrada, y que sin toro nos cargamos esto". Gracias, Sara.
Ciertamente, a las manos de Ureña fue a parar el lote de menos posibilidades y más infumable de la tarde. Poca coba se dio delante del segundo mojón de la tarde, e hizo un esfuerzo de salir dolorido y maltrecho a matar al quinto, con el que se excedió más de lo que el animalito mereció. Lo que no tiene perdón de Dios fueron las dos estocadas haciendo guardia que les pegó a ambos.
No fue Ureña el único que salió de la plaza echando chispas por tal motivo, pero se agradece que un torero se decida a hablar tan claro sobre este problema, el cual se pregona por los aficionados día sí y día también. Pero como esos solo interesan para pasar por taquilla y se les quiere con el pico cerradito, mejor para hablar del tema alguien que se pone delante, para que sean tomadas en cuenta las plegarias del talibanato. A ver si así...
Y el año que viene, en lugar de quejarse, siga apuntándose a la de Victorino, y a otras como Miura, Cuadri, Dolores Aguirre, La Quinta, etc.
Y bueno, luego está lo de López Simón, de quien taaaaaaaaaantas cosas pueden decirse, que no habría hueco suficiente en la Red como para dejarlo plasmado por entero. Pero, en resumidas cuentas, no se sabe cómo es posible que semejante sujeto haya salido a hombros en Madrid la friolera de ¡¡CUATRO OCASIONES!! Pegapases, vulgar, chabacano, burdo, basto, aburrido, manta, petardo, incapaz... Y encima, bocazas. ¿A hombros con cornadas? A hombros TOREANDO es lo que tiene que ser, y no hay más. Esa es la verdadera grandeza de la Fiesta y de triunfar en Madrid, así que a otro chucho con ese hueso, Simón, que lo tuyo dejó de colar hace ya tiempo. Y se creerá que esta tarde estuvo cunvre.
Un día menos, una mojiganga inválida más que añadir a la colección. Y la culpa todavía será de los aficionados que protestan todas estas charlotadas. Pena de bufones con carné de periodista...
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