Sigamos, no pasa nada. Sigamos maltratando a los novilleros, pilar fundamental de la futura Tauromaquia. Los ejemplos de Arnedo, Calasparra, Arganda del Rey, Villaseca de la Sagra, Algemesí o certámenes de novilladas sin picadores como el Camino hacia Las Ventas o la Ribera del Tajuña son honorables excepciones a la norma. Las novilladas están vapuleadas, pisoteadas. Vejadas por un sistema al que solo le importa facturar cuanto más dinero mejor, sin preocuparse de cuidar a las nuevas generaciones de novilleros y becerristas dándoles oportunidades para curtirse y aprender el oficio.
¿Por qué en ferias importantes, como Valladolid, como Guadalajara, como Ciudad Real, Murcia, Badajoz, Vitoria-Gasteiz o San Sebastián, por poner algunos ejemplos, no se da ni una mísera novillada?
¿Por qué en muchas plazas de tercera categoría se dejan las novilladas de lado para que vayan a torear las figuras del toreo? ¿Por qué nadie hace nada por cortar de raíz esa infamia que son los festivales sin novillero? Efectivamente, porque los que en esto mandan se preocupan únicamente de sus intereses individuales, y los intereses de la Fiesta se lo suelen pasar por el arco del triunfo, faltaría más. Luego, cuando hay que rellenar huecos en las numerosas novilladas que, por pliego, se deben celebran en Madrid, con novilleros que torean poquísimo y acusan la falta de rodaje, vienen los lamentos. Los lamentos de que en Madrid "se lidia un novillo descomunal y desproporcionado, y por ello llevamos no sé cuántas cornadas de novilleros este año". Es decir, que el problema, según esta banda de iluminados, no es que no haya novilladas, sino que el novillo que se lidia en Madrid es simplemente acorde a la categoría de esta plaza. La solución, pues, no es darles más oportunidades a los chavales para que aprendan y vengan con oficio al exigente examen que supone Madrid. ¡¡No, por Dios, acabáramos!! Esto se arregla bajando la exigencia que debe tener la que se supone plaza más importante del mundo. ¿Se puede ser más fariseo?
Esto es solo una parte de lo maltratada que está la novillería. Ayer, vía redes sociales, un novillero sin picadores llamado David del Castillo denunciaba que estaba anunciado para torear en Mijas, pero que finalmente no lo hacía porque "la empresa le obligaba a vender 80 entradas". Entradas de 50 euros las más baratas, en tendido alto de sol (95 euros la más cara, barrera de sombra). ¡¡50 euros una novillada sin picadores, en la que se lidian 3 erales 3!! ¿Cómo se puede ser tan sumamente cafre?
La noticia la hizo saber el propio novillero, y rápidamente el portal Cultoro la propagó para que todos nos hiciéramos eco de tal descalabro... Todos, excepto los salvapatrias de Simón Casas y Mundotoro, por supuesto, que seguramente estaban más pendientes de que en la novillada de Madrid no salieran novillos con todo el cuajo que les corresponde. Por suerte, la Unión de Toreros ha anunciado medidas al respecto.
Esto, porque al novillero en cuestión le dio un ataque de valentía y coraje, y no quiso morderse la lengua. Pero ¿qué no pasará por ahí de lo que nadie tengamos idea, porque a los pobrecillos no les queda otro remedio que tragar para poder cumplir su ilusión? La culpa, claro está, es del novillo que se lidia en Madrid, no nos comamos más la cabeza.
Eso sí, en todos los ámbitos de la vida siempre han existido clases y clases, y en esto no iba a ser menos. ¿Verdad señor Adame, de nombre Luis David?
Vaya con el júnior de los Adame, que en poco más de un año de novillero con picadores le ha dado tiempo a ser apoderado por la empresa de Madrid, a torear dos de las tres novilladas de la Feria de San Isidro, debutando en la primera además; a programarse una alternativa de lujo en Nimes, y hasta a decidir cuáles ganaderías quiere torear y cuáles no. Qué bien se lo montan algunos.
Y otros, la inmensa mayoría, penando y recibiendo miles de zancadillas por parte de este putrefacto sistema que solo mira por sí mismo, llevándose por delante de esta forma tan deleznable a la Fiesta. Pero la culpa es de Podemos, Izquierda Unida, PACMA, del Ché Guevara, de la mona Chita y de su puñetero padre. Ah, y de que en Madrid se lidia un novillo acorde a la categoría de la plaza, por supuesto.
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