De lo que ha acontecido esta tarde en la corrida inaugural de la temporada madrileña, se pueden dar dos lecturas. Según la persona con la que se dé y el grado de optimismo y pesimismo que esta tenga.
Al grano: sobre la puerta grande de Curro Díaz, un aficionado que sea optimista dirá que Curro ha estado torerísimo toda la tarde, ha toreado despacio y con mucho gusto, además de los remates y detalles de bisutería fina que ha dejado esparcidos por el ruedo. En cambio, uno más pesimista dirá que en su primer toro lo único que ha tenido ha sido una serie buena con la derecha, la primera, y mucha calidad en los remates, porque lo demás han sido muchos muletazos con la pierna muy escondidita y rematando la mayoría hacia fuera; además, como ha matado de pinchazo y dos descabellos, la oreja se presume baratija de mercadillo.
Sobre su actuación en el cuarto, el pesimista volvería a comentar sobre las feas ventajas del pico, el fuera de cacho y la pierna escondida, a lo que el optimista podría responder que los pases de la firma y del desprecio, los cambiados de mano, algunos kikirikís y sobre todo dos naturales de frente, sumados a la excepcional estocada, valían por sí solos una oreja de quilates. Por supuesto que sí, contestaría el más pesimista, pero no por ello la puerta grande deja de ser barata, porque a la actuación de Curro le ha faltado mucha verdad en el toreo fundamental, y el famoso y a la vez denostado 1+1 no tapa esas carencias, o las tapa a medias.
Sobre David Galván, que solo ha podido matar uno por ser cogido al ejecutar el dichoso cambiado por la espalda tan de moda para comenzar faenas, el pesimista hablaría de nuevo de pocas apreturas, piernas escondidas y cites dando prácticamente el culo en lugar del pecho, faena rematada además con estocada tendida, contraria y algo trasera. Por otro lado, el optimista dirá que ha sido una faena larga y con muchos muletazos, lentos y con gusto, y que la espada ha entrado a la primera y es lo que cuenta. Además, como ha tenido la gallardía de aguantar con una cornada en el gemelo, la oreja es de ley. Y hasta aquí su actuación, pronta recuperación para él.
Sobre Juan Ortega, el toricantano, las opiniones no diferirían mucho la una de la otra. La voluntad que es propia de quien está empezando, muchos pases y ninguno bueno, deficiente uso de la espada, y vulgaridad. Mucha vulgaridad.
La corrida, de Gavira, que ha sido una escalera de presentación, ha sido muy mansa y ha habido muchos apuros para ponerla en el caballo (los toros muy malos, dirán los optimistas; y los lidiadores nefastos, dirán los más pesimistas). Al primero se le ha picado lo justo y necesario, al segundo el picador lo ha destrozado con una puñalada asestada en la paletilla y eso ha hecho debutar a los berrendos de Florito en este 2016. En su lugar ha salido un noble ejemplar de Torrealba, que ha recibido mucho y trasero. Al tercero apenas se le pudo picar por manso, aunque entró hasta en tres ocasiones, caso similar al cuarto. El quinto fue imposible darle un puyazo en toda regla en contraquerencia, por lo que se le llevaron al caballo que guardaba puerta a recibir castigo. Por último, el que cerró tampoco se dejó picar. Todo un derroche de bravura por parte de los chicos de Gavira, como se puede comprobar, y que no sacaron casta ninguna. Algunos bondad, otros ni eso, y el que cerró plaza mucho genio, y al que Curro, después de probarle por ambos pitones sin mucha confianza, pasaportó al desolladero con rapidez.
Esta ha sido la corrida de Gavira explicada desde dos vertientes, cada cual saque sus propias conclusiones.
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