sábado, 16 de agosto de 2014

NO APTO PARA AMANTES DEL GING-TÓNIC

Toros de estampa pavorosa, pánico entre los de luces, el ruedo lleno de banderillas, carreras buscando abrigo de las tablas, masacres en varas, emoción en los tendidos, sartenazos... Sí, hemos vuelto a Cenicientos. De nuevo Juan Luis Fraile, quien tanto nos hizo disfrutar el pasado año en este mismo ruedo, y que este año, sin ser una corrida que ni por asomo llegara a la gran tarde de 2013, ha sido interesante y hemos vuelto a vivir la verdadera Fiesta. Mansos fueron los seis gracilianos, imponentes de estampa los seis, pésimamente picados y, salvo el tercero, las lidias a las que fueron sometidos fueron desastrosas. El primero recibió un solo puyazo que sumaba en sí solo todo lo que se le pica a una corrida de figuritas, y aun así el animal llegó a la muleta con ganas de guerra. Jesuli de Torrecera, que vino a sustituir al convaleciente Salvador Barberán, es un torero que apenas actúa y le vino enorme el compromiso de esta tarde. El segundo de la tarde también recibió una sola vara que le vino corta, y el desconcierto que se formó en banderillas le hicieron quedarse a la defensiva en la muleta. Una prenda, demasiado para José Luis Torres, también con poca experiencia y sin saber muy bien como salir del trance. Ya es un triunfo, tanto para él como para Jesuli de Torrecera, haber salido a pie de la plaza al terminar la corrida. El tercero fue un bravucón que empujó en el caballo dando cabezazos y queriéndose quitar la puya, pero al salir lo hizo embistiendo como un tren y por abajo. Raul Cervantes impartió magisterio bregando y Ángel Luis Carmona puso dos pares soberbios, por lo que la cuadrilla hubo de desmonterarse después de este vibrante tercio de banderillas que a los aficionados nos puso los pelos como escarpias. José Manuel Mas es un torero que tampoco torea mucho, pero ayer demostró estar mucho más puesto que sus compañeros, y dio a entender que se quiere abrir camino en esto, aunque por la senda del toreo retorcido y de dentro a fuera, que es lo que se estila hoy día. Cortó una oreja de este tercero que, después de dos tandas en los medios en las que embistió con casta, acabó rajado y quedándose corto y parado. El cuarto de la tarde empujó con codicia en la primera vara y acabó repuchándose en la segunda, para luego llegar a la muleta muy parado y a la defensiva. Su matador, de nuevo, volvió a dejar en evidencia que se viste de luces muy poco. El quinto dio alardes de poder desde que derribara al jaco en la primera vara. Se vivió un esperpéntico tercio de varas sin ningún orden y en el que el toro entró hasta cuatro veces en la jurisdicción del piquero, el cual formó una escabechina horrible y, por ello, salió de la plaza escuchando el ya famoso "picaooooooor... que malo eres". Llegó el manso toro a la muleta con mucho poder y fiereza, sin que en ningún momento parara de embestir. El pobre José Luis Torres, ahí estuvo, voluntarioso, pero totalmente perdido y sin saber cómo meterle mano al bicho. Cerró la corrida el toro más noble de la tarde, que por cierto se escobilló los pitones al rematar contra un burladero. De él se sirvió José Manuel Mas para llevarse otro apéndice al esportón y así abrir la puerta grande. Su faena volvió a carecer de buen toreo y pureza, aunque dejó constancia de un temple exquisito. Después de un pinchazo, dejó una soberbia estocada y posterior concesión de la segunda oreja de la tarde. Fue, a fin de cuentas, una corrida poco o nada apta para público clavelero o que va a los toros a "divertirse". Corridas así son de esas que provocan pesadillas a los "artistas", como ahora les gusta denominarse a las figuritas, y que pondría en su verdadero sitio a unos cuantos. En definitiva, una corrida de toros, mansa, pero encastada, fiera y no exenta de emoción. Así es la Fiesta.

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