David Garzón, de la Escuela de Madrid, ha estado muy fácil con el capote parando a sus novillos, siempre ganando terreno y templando bien las embestidas. Cortó una oreja al manso encastado que abrió plaza, con el que pasó momentos de apuro por su manía de quedarse siempre en la oreja. Con el cuarto se mostró muy fácil y frío y nunca llegó a apostar por las encastadas embestidas del animal.
Pero quien verdaderamente lo pasó fatal fue Amor Rodríguez, pupilo de la Escuela juliana. Verde como su vestido manzana y oro que lució, sobre todo con el encastado aunque mansito segundo, al cual no fue capaz de someter ni una sola vez y con el que estuvo completamente desbordado. Toda la casta que tuvo este segundo le faltó al quinto, garbanzo negro del encierro, al cual si le hubiera plantado cara en terrenos de toriles, los únicos que quería el animal, quizás hubiera ido mejor. Pero tanto como el chaval y su apoderado se empeñaron en sacar al animal a los medios, donde el novillo estuvo muy paradote y con pocas ganas de embestir. Mucho tendrá que mejorar este chavalín si quiere ser alguien en esta difícil profesión.
Al que seguro veremos alguna vez en compromisos de gran nivel de aquí a no mucho tiempo seguro estoy que será a Ángel Sánchez, vencedor del I Certamen Camino hacia Las Ventas celebrado en 2012, Y no será porque el chico sea todo pureza y clasicismo. Más bien todo lo contrario: contorsiones y gestos de manzana, circulares a la francesa, doblones poncianos, desplantes julianes, Tauromaquia 2.0 del siglo XXI, de esa del muletazo hacia fuera y escondiendo la pierna... Vamos, una maravilla el niño. Llegará porque el chaval hace todo lo que a este público 2.0 le vuelve loc@, pero uno más del montón que si se hace rico lo hará por la senda de la mentira que tantos han seguido hoy en día. Por decir algo bueno de este chico, apuntar que en ciertos momentos se le apreciaron un temple exquisito que muy poquitos tienen. Pero poco más. Tuvo la suerte de toparse de bruces con el tercero, nobilísimo santacoloma al que le faltó el picante que tanto caracteriza a esta maravilla de encaste. Muchos pases pero, sinceramente, ninguno bueno. Cortó una oreja de este toro y otra le cortó al sexto, el cual tuvo también su casta, como toda la novillada a excepción del quinto. Consiguió algún muletazo suelto muy templado y de mano baja que llegaron con fuerza a los tendidos, pero poco más. Ni pudo con el novillo ni toreó con clasicismo.
En definitiva, novillada de mucho interés de Flor de Jara que no aburrió a nadie y que gracias a su casta mantuvieron el interés en el ruedo. Todos, excepto el quinto, murieron con la boca cerrada.
En cuanto a los novilleros, muy ratones sin recursos para lidiar toros encastados y que pongan las cosas difíciles, tal y como debiera ser siempre. Pronto aprenden. O mejor dicho, les enseñan.
Me quedo, para finalizar, con una reflexión del recientemente fallecido maestro Pepe Luis Vázquez:
"Las Escuelas taurinas no sirven para nada"
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