Alguien de ahí abajo debería a empezar a pensarse muchas cosas. Pero que muchísimas. Sobre todo, después de dar cuenta de una corrida de Jandilla que, sin ser excepcional de bravura ni un derroche de casta, sacó ejemplares que se prestaron al toreo. Sí, se dejaron torear los toros de Jandilla. Se dejaron con nobleza, dulzura, cierto tranco de emoción y buenas embestidas. No se empleó la corrida en el caballo, aunque tampoco mansearon bajo el peto; y el sumo cuidado que los picadores emplearon para no meter mucho las cuerdas, echó el resto para que la corrida acabara por venirse arriba en el último tercio. Vamos, que la corrida fue muy discreta en varas, se quedó cruda y se dejó torear. Lo que viene siendo el llamado "medio-toro". Quien viniera a ver toros bravos y poderosos en varas por parte de una corrida de Jandilla que lidiaban las figuras, una de dos: o no sabía muy bien a lo que venía, o se ha equivocado de día. Vimos toros que se prestaron al toreo de muleta, y eso ya es algo. Otros días, ni eso. Es cosa de ver el vaso medio vacío o medio lleno.
Así las cosas, ante una corrida de Jandilla que tuvo que torear, volvió a quedar bien en Madrid (toreando, que no matando) Borja Jiménez; y sucumbieron estrepitosamente Sebastián Castella y, sobre todo, José María Manzanares II El Guapo. La buena faena de Borja Jiménez al 3º y, sobre todo, la buena condición de algunos de los toros que a ambos les cupo en suerte, barrió esta tarde a los dos The Maestros, ya en manifiesta decadencia y con la jubilación llamando a su puerta. ¿Cuándo se levantarán del sofá y abrirán? Mañana es tarde.
Borja Jiménez estuvo bien, efectivamente, ante ese buen 3º de Jandilla. Lo toreó con suavidad y buen estilo a la verónica, y se esmeró en dejarlo en suerte en el caballo con elegancia. No se le picó apenas y se dejó pegar los dos picotazos, por lo que a la muleta llegó alegre y con tela que cortar. Su matador se dobló con mucha torería para sacarlo a la segunda raya, y hubo doblones verdaderamente mandones. A continuación lo torea Borja Jiménez sobre el pitón derecho, dejando dos series de muletazos llevándolo por abajo y llevándose al toro hasta el final, trazando un semicírculo. Muletazos muy mandones, de figura erguida y cargando la suerte, que es como se debe torear. Porque torear sin cargar la suerte, es cualquier cosa menos torear; y este torero lo ha hecho esta tarde, por lo que se puede decir que ha toreado. A esas dos buenas series con la derecha, le sigue una de naturales que rebosa las mismas cualidades de toreo mandón hasta el final y mano baja. Pero a partir de aquí, el toro echó la persiana. Siguió el matador sobre la mano zurda, sacando muletazos muy obligados y de buen corte, pero ya sin la rotundidad de los anteriores. Y, con buen acierto, el matador también echó la persiana. No había nada más que hacer ahí, salvo ponerse a pegar bernardinas, circulares, trapazos encimistas y demás monsergas de esas que tan poco gustan en Madrid. Y como Borja Jiménez es chico listo, lo único que hizo fue cerrarse al toro andándole por la cara con torería, y dejando entre medias otro derechazo extraordinario. Buena faena, una faena que culminada con una gran estocada hubiera sido de oreja irreprochable. Pero hete aquí que pegó un bajonazo infame, con derrame incluido, y aunque hubo petición mayoritaria que fue atendida por la Presidencia, la cosa quedó un tanto deslucida por ese infame bajonazo...
Borja Jiménez toreó bien, realizó una faena en su justa medida con tres series de muletazos rotundas (dos por la derecha y una de naturales), una más de naturales que se quedó en poco por la nula condición del toro en ese momento, algunos detalles más para cuadrar al toro, y ya. El toro no tenía más. ¿De dos orejas? Faltó ahí mucha más carnaza toreando por naturales, para tal cosa... En el toreo, la mano de los billetes es la zurda. De siempre. ¿Y por qué tienen la manía estos toreros de empezar sobando a los toros por el pitón derecho, robando así embestidas que bien podrían ser empleadas en armar un fuerte escándalo toreando al natural? Imaginemos, por un momento, que en lugar de dos series rotundas con la derecha y una con la zurda, hubieran sido tres series del mismo corte por naturales... ¡¡Estaríamos hablando de otra cosa, seguro!! Pero no... El torear al natural, por desgracia, hoy en día tiene nula trascendencia. Este punto y la espada, asignaturas pendientes para Borja Jiménez de cara al futuro.
Luego viene lo de The Maestros, que es para hacérselo mirar pero bien mirado. A Sebastián Castella le cupo en suerte un toro, el 1º, de embestida suavona, justito de fuerzas y con suficiente nobleza como para haber andado de otra manera diferente a como estuvo. Ese toro, con más poder en los pies, hubiera sido extraordinario. Así las cosas, Castella se embarulló en una larga y vulgar faena, rebosante de enganchones y carente de temple. Tuvo también en su mano uno de los toros de la tarde, que fue el 4º. Un toro, mejor dicho otro medio-toro que se quedó sin picar y que se vino arriba en el último tercio para regalar un buen puñado de buenas embestidas. Embestidas que Sebastián Castella desaprovechó, en una faena (su archiconocida monofaena) comenzada por estatuarios, continuada por infinidad de series de medio-muletazos metiendo mucho pico, y el clásico arrimón cuando el toro ya está paradote y con la lengua rozando el albero. Lo mismo de siempre por parte de Sebastián Castella. Y eso, hace veinte años (sus mejores tiempos) cuajaba; ahora, ya es más difícil que cuele... Definitivamente, al escalafón le va haciendo falta una purga de toreros ya muy vistos. Una purga que debería empezarse no con Sebastián Castella, sino con el otro The Maestro.
Porque la tarde que ha ofrecido José María Manzanares II El Guapo, ataviado para más inri con un curioso terno negro bordado en tonos cobrizos, es para llevársele a casa y retenerlo allí ya de por vida. Qué digo la tarde. ¡¡La feria que ha dado!! La feria de este año, sí; y la del año pasado también; y si nos ponemos, la del anterior, y el anterior y... Y que Manzanares está para irse. Daba entre una mezcla de lástima y de hastío verlo ataviado con ese traje de Conde Drácula, paseándose por el ruedo con esa desidia, esa indolencia, esa actitud de como si la cosa no fuera con él... Solo faltaban ahí los músicos del Titanic tocando el Réquiem de Mozart, y ya hubiéramos tenido el cuadro al completo. Horrible todo, desde ese vestido en el que se había metido para venir a pasar el cepillo por Madrid un año más, hasta sus "faenas" a sendos toros de Jandilla. Uno, el 2º, con un buen pitón izquierdo y al que no quiso ni ver. Otro, el sobrero del mismo hierro, que vino a sustituir al 5º (que se descordó tras estamparse de salida contra un burladero); un toro este sobrero de condición reservona y flojo tanto de casta como de fuerzas. Ni con la espada, ese punto fuerte que siempre le ha caracterizado, ha conseguido estar siquiera decoroso este hombre en la tarde de hoy.
La corrida la cerró Borja Jiménez ante un toro que se movió soltando mucho la cara durante casi toda la faena. Y si se dice casi es porque en ese comienzo de rodillas toreando en redondo, el toro metió la cara de maravilla y hasta se tomó la licencia de hacer el avión. Una vez en pie, el matador no acertó en ningún momento a someterlo de la misma manera. ¿Un toro verdaderamente a la defensiva, o es que no hubo acierto ni buena mano por parte de su matador? Sea como fuere, la faena trascurrió sin pena ni gloria, con un Borja Jiménez entregado pero sin sacar muletazos limpios; y culminando, de nuevo, con otro infame bajonazo.
Analizadas todas las vicisitudes, no hay más remedio que redundar en la primera frase: alguien de ahí abajo debería a empezar a pensarse muchas cosas.
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