domingo, 15 de junio de 2025

15 DE JUNIO DE 2025: "IN MEMORIAM ET HONOREM"

 A don Victorino Martín Andrés ha ido dedicado el magno evento que se ha celebrado en la plaza de Madrid. Una corrida de toros que ha lucido el hierro de la A coronada y la divisa azul y encarnada que él mismo regentó desde los años sesenta hasta su fallecimiento en 2017. Una corrida de toros de juego excelente, encastada, con mucho que torear e interés. Una corrida de toros en memoria y honor de quien fue un gran ganadero, y que desde el cielo estará a buen seguro sonriendo, con esa sonrisa tan característica con la que nos mostraba sus muelas de oro, tras ver lidiarse sus toros esta tarde. Corrida In Memoriam et Honorem. ¡¡Viva don Victorino Martín Andrés!!

La corrida de Victorino Martín, en conjunto, fue una corrida que derrochó emoción y recordó a los buenos tiempos de esta ilustre vacada, luego de varios años un tanto oscuros. Una pena que el gran homenaje que los toros han tenido a bien de ofrecer a su criador, haya quedado empañado por un triunfalismo desbocado y el desfase de un público que ha perdido los papeles con muchas cosas. Y es que ha habido toros excepcionales, lo que siempre trae emoción; pero también ha habido muchos excesos en orejas, puertas grandes y hasta la vuelta al ruedo a un toro que, si bien tuvo una muy buena condición en la muleta, su comportamiento en varas fue bastante discretito. Efectivamente, se perdieron los papeles. Mejor dicho, la plaza de Madrid sigue su caída libre hacia un espectáculo triunfalista que no es capaz de diferenciar lo bueno, lo menos bueno, lo mediocre y lo malo. Ni por supuesto, es capaz de calibrar que las puertas grandes, las orejas y las vueltas al ruedo no pueden considerarse premios ni a trayectorias, ni a nada del pasado. 

Una vez hecha esta disertación sobre cómo a muchos se les fue de las manos, toca hablar de los seis toros que el heredero de don Victorino Martín Andrés se trajo a Madrid para rendirle Memoriam et Honorem. Hubo una primera parte de corrida en la que los toros dejaron por los suelos a los toreros. Tres toros esos tres primeros, cada uno a su padre y a su madre, que sacaron casta y buenas embestidas suficientes como para poner aquello bocabajo. Pero todo se consumió en una retahíla de puñaladas asesinas desde lo alto de esos descomunales caballos, malas lidias, capotazos de más y trapazos. El primer toro fue bravo en varas y, a pesar de los fortísimos puyazos que le sometieron, llegó a la muleta propiciando un puñado de buenas embestidas que el señor Paco Ureña tiró a la basura. El segundo manseó en varas, dándosele fuerte y en mal sitio; y su comportamiento en la muleta fue la de un verdadero encastado que cuando se le hacían las cosas bien, respondía con una embestida larga y humillada; y si se le trapaceaba, se defendía, achuchaba y tiraba derrotes. Como el señor Emilio de Justo hizo mayormente lo segundo, la cosa se quedó de aquella forma. El tercero recibió dos puyazos en todo lo alto por parte del gran Tito Sandoval, el único de todos los picadores que sí estuvo a la altura de las circunstancias; y su juego en el tercio de muerte fue el de un toro encastado que anduvo justito de fuerzas, pero propició una cuantas embestidas excelentes. Borja Jiménez, por si hace falta decirlo, anduvo muy por debajo; desconfiado, sin sitio ni recursos para mandar sobre esas embestidas.

    Fue con el quinto en el ruedo cuando la cosa comenzó a despendolarse e irse por los derroteros del triunfalismo, la locura y la sinrazón. Tras lidiarse en cuarto lugar al peor de toda la corrida, el peor entiéndase por simplón, soso y descastado (lo mismo que hizo su matador), sale en 5º lugar un toro que flojeó en varas y se le pegaron dos puñaladas trasera y en el brazuelo, respectivamente. Pero aguantó y se vino arriba cuando Emilio de Justo agarró la muleta para enfrentarse al mismo. Y ¡¡cómo se vino arriba!! Prontitud, casta, humillación y largura fueron los cuatro elementos principales de ese toro. Una muleta templada y unos pies asentados en el albero era todo cuanto necesitaban esas embestidas, pero delante estaba un torero escaso de temple y valor. O lo que es lo mismo, ahí anduvo Emilio de Justo. Y es ante este tipo de toros cuando queda verdaderamente al descubierto todo lo limitado que llega a ser este torero. Limitado en valor, en temple, en técnica... Así no se puede, y ciertamente no pudo. El toro se le fue completamente sin torear a Emilio de Justo, en una faena donde abundaron los enganchones, la falta de firmeza, los medios pases y los tirones. Pero con todo, siendo una de las peores tardes que ha dado Emilio de Justo en esta plaza, se fue a casa con una oreja en su poder. La culpable, además del despendole que hay en el público (que no afición), una estocada extraordinaria con la que remató a ese quinto toro. De las mejores que hayamos visto en las últimas semanas.

    El sexto fue el colofón a una buena tarde de toros. Qué toro ese sexto, qué embestidas, qué manera de humillar, qué casta, qué forma de repetir y de reponer... Pero claro, también hay que hablar del caballo: se le pica muy trasero en la primera vara y, aunque empieza defendiéndose, acaba metiendo la cara abajo; en la segunda vara, también trasera, cumple sin más. Hubiera sido grandioso verlo por tercera vez entrar, pero ni el matador ni la Presidencia tuvieron a bien conceder ese deseo. Quizás, el toro hubiera demostrado que verdaderamente sí fue bravo. O quizás no. Para eso está eso de la tercera vara. Como no lo vimos ni tampoco se palpó gran espectacularidad en los dos encuentros a los que fue, la postrera vuelta al ruedo se considera excesiva. Y ¿qué hubo de Borja Jiménez ante ese toro? Muchas cosas. Lo primero y principal, el corte de dos orejas. Luego, una faena basada mayormente en la mano izquierda, con muletazos de mano baja y corriendo la mano de manera excelente. Muletazos muchos de ellos aliviados, metiendo mucho pico y pasándose al toro por todo el área metropolitana hasta tal punto que el vestido acabó prácticamente impoluto, y sin una mota de sangre. Muletazos perfileros, la mayoría descargando la suerte. También hubo otros muletazo que valieron su peso en oro, pero fueron los menos. La faena la empieza Borja Jiménez con unos pocos pases de tanteo  y, cuando se percata de la buena condición, comienza a torear por naturales en redondo, llevando al toro sometido pero despegado y echándoselo para fuera; el último natural fue el mejor. De esa serie y de toda la faena. Un natural largo, lento y enroscándose al toro. Sigue con dos series más de naturales, muy templados y de mano baja, a la par que despegados y con la pierna siempre retrasada. Se la echa a la diestra, deja unos derechazos muy discretos. Pero como había toro suficiente para reventar el cotarro toreando por naturales, se la vuelve a echar a la zurda para dejar, esta vez, la serie más rotunda y de más verdad de toda la faena. Y no tuvo más. Hizo bien el matador en cortar en ese término la faena, no hacía falta más. Con unos muletazos genuflexos que desprendieron mucha torería, se cerró y cuadró al toro de cara a la estocada. Y esta ¿cómo fue? Tendida y caída. Pero no importó, porque el toro cayó rápido y, como eso de la colocación de la espada ya no se mira, las dos orejas cayeron. 

    Sobró la segunda oreja de Borja Jiménez. Sobró la vuelta al ruedo a ese sexto toro. Sobró la oreja también de Emilio de Justo y hasta llegó a sobrar la salida a hombros del heredero de don Victorino Martín Andrés. Lo que no sobraron fueron las ovaciones y reconocimientos a tan buena corrida de toros que se lidió para rendirle Memoriam et Honorem a tan grandioso ganadero. Como tampoco sobran todos los homenajes que se le puedan hacer. Que desde el cielo haya disfrutado tanto como los demás hemos disfrutado en la tierra. 



domingo, 8 de junio de 2025

8 DE JUNIO DE 2025, CORRIDA DE LA BENEFICENCIA: "POR CAPRICHO DEL ULTRAMORANTISMO"

La noticia es que Morante de la Puebla cruzó a hombros el umbral de la puerta grande de Las Ventas, por primera vez en sus veintiocho años como matador de toros. ¡¡Por fin!! Ya tienen los morantistas esa foto tantas veces soñada, cual Copa de Europa en las vitrinas del Santiago Bernabéu. ¿Se irán los morantistas a bañarse a la Cibeles? Quizás al Guadalquivir, o al Manzanares que pilla más a mano; y a buen seguro que más de uno no le vendría mal el chapuzón de marras. Por eso de que los vapores del whisky y del ginc-tónic se le vayan bajando. 

A Morante de la Puebla se le han sacado en hombros por la Puerta Grande tras cortarle una oreja al 1° y otra al 4°... ¿"Toros"? Bueno, quizás eso de llamar "toros", propiamente dicho, a semejantes semovientes sería desprestigiar la esencia del verdadero toro bravo. Pero así las cosas. Se palpaba en el ambiente las ganas que había de ver a Morante de la Puebla salir en hombros por la puerta grande de Las Ventas. No de hoy solo, también era cosa de hace unos días. Y hoy, por fin, el capricho del ultramorantismo se ha visto cumplido. Aunque se haya tenido que pagar un altísimo precio. ¿Alto precio? Más bien, bajo. Pero que muy muy muy bajo. Veamos... 

Sale el 1° y Morante, tras tantearle con algunos capotazos, deja dos verónicas atropelladas y a la vez muy jaleadas, y a continuación vienen otras dos que, esta vez sí, son extraordinarias. El toro lo pone difícil,  se va de cada capotazo y cuando el matador, por fin, vuelve a fijarle, deja tres chicuelinas muy salerosas y una serpentina. Al toro se le simula el castigo en varas y, tras una gran brega por parte de Curro Javier, llega a la muleta muy suavón y flojito, Morante comienza con unos ayudados por alto preciosistas, algunos remates y un pase de pecho sensacional. Continúan dos series de derechazos derrochando su característica esencia añeja, la primera liga los muletazos limpiamente pero  la siguiente es más atropellada. Con la zurda a continuación, deja naturales lineales metiendo mucho el pico, gastan poco sometimiento. Son rematados estos naturales con otro sensacional pase de pecho. Y la faena tiene poquito más. Con una estocada en buen sitio que provoca derrame, se quita de encima al toro. Una oreja para Morante de la Puebla, tras una faena preciosista y de mucho gusto, pero con muy pocos muletazos verdaderamente mandones.

Al 4° lo recibe Morante de la Puebla con desidia, no lo ve claro con el capote en ningún momento y lo deja en manos del peón rápidamente. Al toro le pegan en el caballo sin opción a alivio, anda muy flojo de fuerzas y de casta. Morante empieza a sacarle muletazos en los que, de nuevo, el toreo no aparece por ningún sitio. Sí su gracia, pero con solamente gracia no se torea. Lo pasa a media altura con la derecha, y muchos resultan atropellados además. Pero va a ser cuando Morante se la eche a la zurda, cuando va a llegar la verdadera hecatombe: tres naturales ESPELUZNANTES, llevando ahora sí al toro muy sometido, y rematando detrás de la cadera, que son rematados con un molinete en el que resurgió Belmonte, y otros dos molinetes invertidos de lo más salerosos. Tres naturales que han sido lo mejor de Morante de la Puebla no solo en toda la feria, sino en sus últimos años en Madrid; y, por descontado, unos naturales que NADIE, absolutamente NADIE en la actualidad, es capaz de dar. Podría haber seguido el matador con la misma mano, pero optó a partir de aquí cambiar a los derechazos, y moverse de nuevo por los fangosos terrenos de los trapazos atropellados, y los detallitos añejos. La faena, más allá de esos naturales, no tuvo nada más. "Nada más", entiéndase, trascendente. Pero había ganas, muchas ganas de ver a Morante de la Puebla en hombros por Madrid. El capricho había que cumplirlo, a costa incluso de mandar al garete el poco prestigio que le queda a esta plaza. Y aquí llega la verdadera chacota: bajonazo infame, de efecto fulminante por cierto. Con una buena estocada, quizás se hubiera aceptado el debate de esa segunda oreja. Pero con semejante bajonazo, no hay discusión posible: sobraba a todas luces. No, no cabe discusión. Pero el ultramorantismo, cual secta satánica y movida por un fanatismo exagerado, se pasó por el arco del triunfo el prestigio de Madrid, el bajonazo, y todo lo demás. Y el Presidente, reglamento en mano, no tuvo más remedio que conceder semejante despojo. El que le abría de par en par la puerta grande a José Antonio Morante Camacho por primera vez en su carrera. Enhorabuena sea, pues, a los ultramorantistas. La foto lucirá en el salón de su casa con más flamancia que su propio retrato de boda.

¿Querían ver torear con el capote, pero bien bien de verdad, en esta tarde? Pues ahí quedaron las verónicas con las que Fernando Adrián recibió al 2°. Verónicas lentas y de manos muy bajas, con enorme estilo y ganando terreno hasta los medios. Si llega a ser Morante, la plaza sale ardiendo. Pero no, tan solo se trataba de Fernando Adrián, y tan solo se le contestó con algunos oles tibios. Hasta ahí puede llegar el fanatismo. Por lo demás, Fernando Adrián hizo poca cosa más durante toda la tarde. Despojos aparte, claro. Su faena al 2°, del que recibió otra oreja verbenera, derrochó vulgaridad a raudales. Muchos medios pases por ambos pitones, descargando siempre la suerte y muy retorcido. Muy por debajo Fernando Adrián del buen toro que tuvo enfrente, lo que no fue óbice para que, después de una estocada tendida y trasera, se le pidiera el despojo. Con el 5°, nada de nada por su parte. 

La tarde de Borja Jiménez, ni fu ni fa. Ante dos toretes que no tuvieron a absolutamente nada, se dedicó a pegar pases con mucha desgana y contagiado de la sosería de sendos animalejos que le cupo en mala suerte. Y es que lacorrida de Juan Pedro Domecq, salvando a ese 2° toro que sacó buenas embestidas, no tuvo absolutamente nada. Ni trapío, ni presencia digna, ni fuerzas, ni casta, ni nada de nada. La suerte de varas, como siempre, fue simulada; y dentro de este apartado, destacar el gran puyazo (mejor dicho, picotazo) que Tito Sandoval propinó al 6°. Y aun así, los animales llegaban a la muleta moribundos y muy venidos a menos. Lo de Juan Pedro, una vez más, dando su nota.

La salida a hombros de Morante de la Puebla fue, además de barata barata, apoteósica. Calle Alcalá arriba se lo llevaban los aficionados, con intención de llevarlo hasta el Wellington en hombros, cosa que no ocurrió finalmente. Se dice, a modo de justificación, que la puerta grande premia más una trayectoria que otra cosa. ¿Una puerta grande para premiar una trayectoria? No, las puertas grandes solamente están para premiar grandes faenas; ya hay otros modos de premiar una trayectoria. Y la de este grandioso torero, uno de los mejores de la historia, no merecía ser premiada con semejante parodia. 


viernes, 6 de junio de 2025

6 DE JUNIO DE 2025, VIGESIMOQUINTA DE FERIA: "NI JUDAS SE ATREVIÓ A TANTO"

   Pongámonos en contexto: corrida del señor Conde de Mayalde. Corrida con mucha carne y pitones, que resultó ser descastada, floja, bobalicona y, por ende, auténticamente infumable. Infumable de principio a fin, sin salvación alguna. Y ante semejante bodrio de toros, El Fandi, ¡¡El Fandi, nada menos!!, un confirmante de alternativa llamado Ismael Martín, y otro matador de reciente alternativa llamado Samuel Navalón; dos toreros estos últimos de sobra conocidos en esta plaza durante sus andanzas como novilleros, y que no daban mucha opción al optimismo. ¿Qué podía salir mal ahí?

   Pero hablando de optimismo, hay que reconocer que la corrida del señor Conde de Mayalde sí traía cierto halo de esperanza. La culpable, una novillada lidiada en esta misma plaza hace escasos días,  novillada aquella que embistió y ofreció una buena tarde de toros. ¡¡Tururú!! El beso de Judas fue aquello, un beso traicionero que nos trajo a padecer, como Jesucristo, una auténtica Pasión. 

   Pero ni siquiera Judas se atrevió a tanto. Juntar esos seis toros con una terna de semejantes trazas, es es la peor traición que se le puede hacer al sufrido aficionado de Madrid. Lo del Conde de Mayalde no sirvió absolutamente para nada. O sea, para nada estrictamente taurómaco; pues otra cosa son ya lo de la carne, los solomillos, los guisos de rabo de toro, y demás. Los seis, del primero al último y pasando por segundo, tercero, cuarto y quinto, no ofreció nada que mereciera la pena. Totalmente inválidos y desprovistos de fuerzas siquiera para mover una pluma, sin la más mínima gota de casta, mansos como bueyes y bobalicones como ovejas. Y haciéndose cargo de su lidia y muerte, para añadirle más gasolina a la lumbre, los tres señores antes comentados. Los cuales, vinieron a hacer lo que buenamente saben y pudieron.

  ¿Y qué es lo que sabe hacer el bueno de David Fandila? Pues, pues... Bueno, siempre se ha dicho que lo suyo era lo de las banderillas y demás. Pero es que, al parecer, ni eso. El Fandi se personó esta tarde en Madrid con toda su farándula y sus maneras, y no siquiera sus acólitos (que los tiene y a buen seguro estaban por ahí, desperdigados por el tendido) le hicieron el menor caso. Nada con el capote, pésimo con las banderillas (como siempre, carreritas para arriba y carreritas para abajo, clavando finalmente a penca pasada); auténtico sopor con la muleta, y una buena estocada al 4°. Lo de siempre: El Fandi no pinta nada en Madrid. 

   Ismael Martín vino a confirmar la alternativa, y el hombre, por poder, ni pudo hacer lo que sabe.  Que a saber qué será, por cierto. Ismael Martín no pudo hacer nada ante un lote que no ofreció ni media arrancada. Anduvo animoso toda la tarde, intentó agradar en quites (y así quedó, solo en el intento), también intentó agradar en banderillas (y de nuevo volvió a quedar solo en el intento); y con la muleta, para variar, volvió a quedar en el intento. No pudo. Ni pudo ante el 1°, ni pudo ante el 5°, sobrero de la misma ganadería; y el cual llegó incluso a echarse antes de la estocada. Tuvo que ser apuntillado, ante la imposibilidad de levantarlo. No fue lo que se dice la tarde soñada para Ismael Martín. 

   Samuel Navalón también anduvo animoso toda la tarde y con ganas de llamar la atención. A base de portagayolas, quites que no llevaron a ninguna parte, toreo de rodillas, pendulazos, arrimones, encimismo, bernardinas... Y todas esas bonanzas le sirven en cualquier lado, pero en Madrid la historia es otra. Y por ello no fue capaz de animar el cotarro. Dejando aparte, naturalmente, al paisanaje que se trajo en autobús. En lo que es el toreo fundamental, muy poco que rascar. O nada. Ni por los toros que le tocó lidiar, ni por maneras. 

  Semejante bodrio, candidata al premio de la peor corrida de toda la Feria, lo mejor que dio de sí es que acabó. ¿Qué sentido tenía anunciar un cartel como tal? Ni Juas se atrevió a tanto. 

jueves, 5 de junio de 2025

5 DE JUNIO DE 2025, VIGESIMOCUARTA DE FERIA: "JANDILLA BARRE A THE MAESTROS"

    Alguien de ahí abajo debería a empezar a pensarse muchas cosas. Pero que muchísimas. Sobre todo, después de dar cuenta de una corrida de Jandilla que, sin ser excepcional de bravura ni un derroche de casta, sacó ejemplares que se prestaron al toreo. Sí, se dejaron torear los toros de Jandilla. Se dejaron con nobleza, dulzura, cierto tranco de emoción y buenas embestidas. No se empleó la corrida en el caballo, aunque tampoco mansearon bajo el peto; y el sumo cuidado que los picadores emplearon para no meter mucho las cuerdas, echó el resto para que la corrida acabara por venirse arriba en el último tercio. Vamos, que la corrida fue muy discreta en varas, se quedó cruda y se dejó torear. Lo que viene siendo el llamado "medio-toro". Quien viniera a ver toros bravos y poderosos en varas por parte de una corrida de Jandilla que lidiaban las figuras, una de dos: o no sabía muy bien a lo que venía, o se ha equivocado de día. Vimos toros que se prestaron al toreo de muleta, y eso ya es algo. Otros días, ni eso. Es cosa de ver el vaso medio vacío o medio lleno.

    Así las cosas, ante una corrida de Jandilla que tuvo que torear, volvió a quedar bien en Madrid (toreando, que no matando) Borja Jiménez; y sucumbieron estrepitosamente Sebastián Castella y, sobre todo, José María Manzanares II El Guapo. La buena faena de Borja Jiménez al 3º y, sobre todo, la buena condición de algunos de los toros que a ambos les cupo en suerte,  barrió esta tarde a los dos The Maestros, ya en manifiesta decadencia y con la jubilación llamando a su puerta. ¿Cuándo se levantarán del sofá y abrirán? Mañana es tarde. 

    Borja Jiménez estuvo bien, efectivamente, ante ese buen 3º de Jandilla. Lo toreó con suavidad y buen estilo a la verónica, y se esmeró en dejarlo en suerte en el caballo con elegancia. No se le picó apenas y se dejó pegar los dos picotazos, por lo que a la muleta llegó alegre y con tela que cortar. Su matador se dobló con mucha torería para sacarlo a la segunda raya, y hubo doblones verdaderamente mandones. A continuación lo torea Borja Jiménez sobre el pitón derecho, dejando dos series de muletazos llevándolo por abajo y llevándose al toro hasta el final, trazando un semicírculo. Muletazos muy mandones, de figura erguida y cargando la suerte, que es como se debe torear. Porque torear sin cargar la suerte, es cualquier cosa menos torear; y este torero lo ha hecho esta tarde, por lo que se puede decir que ha toreado. A esas dos buenas series con la derecha, le sigue una de naturales que rebosa las mismas cualidades de toreo mandón hasta el final y mano baja. Pero a partir de aquí, el toro echó la persiana. Siguió el matador sobre la mano zurda, sacando muletazos muy obligados y de buen corte, pero ya sin la rotundidad de los anteriores. Y, con buen acierto, el matador también echó la persiana. No había nada más que hacer ahí, salvo ponerse a pegar bernardinas, circulares, trapazos encimistas y demás monsergas de esas que tan poco gustan en Madrid. Y como Borja Jiménez es chico listo, lo único que hizo fue cerrarse al toro andándole por la cara con torería, y dejando entre medias otro derechazo extraordinario. Buena faena, una faena que culminada con una gran estocada hubiera sido de oreja irreprochable. Pero hete aquí que pegó un bajonazo infame, con derrame incluido, y aunque hubo petición mayoritaria que fue atendida por la Presidencia, la cosa quedó un tanto deslucida por ese infame bajonazo... 

    Borja Jiménez toreó bien, realizó una faena en su justa medida con tres series de muletazos rotundas (dos por la derecha y una de naturales), una más de naturales que se quedó en poco por la nula condición del toro en ese momento, algunos detalles más para cuadrar al toro, y ya. El toro no tenía más. ¿De dos orejas? Faltó ahí mucha más carnaza toreando por naturales, para tal cosa... En el toreo, la mano de los billetes es la zurda. De siempre. ¿Y por qué tienen la manía estos toreros de empezar sobando a los toros por el pitón derecho, robando así embestidas que bien podrían ser empleadas en armar un fuerte escándalo toreando al natural? Imaginemos, por un momento, que en lugar de dos series rotundas con la derecha y una con la zurda, hubieran sido tres series del mismo corte por naturales... ¡¡Estaríamos hablando de otra cosa, seguro!! Pero no... El torear al natural, por desgracia, hoy en día tiene nula trascendencia. Este punto y la espada, asignaturas pendientes para Borja Jiménez de cara al futuro. 

    Luego viene lo de The Maestros, que es para hacérselo mirar pero bien mirado. A Sebastián Castella le cupo en suerte un toro, el 1º, de embestida suavona, justito de fuerzas y con suficiente nobleza como para haber andado de otra manera diferente a como estuvo. Ese toro, con más poder en los pies, hubiera sido extraordinario. Así las cosas, Castella se embarulló en una larga y vulgar faena, rebosante de enganchones y carente de temple. Tuvo también en su mano uno de los toros de la tarde, que fue el 4º. Un toro, mejor dicho otro medio-toro que se quedó sin picar y que se vino arriba en el último tercio para regalar un buen puñado de buenas embestidas. Embestidas que Sebastián Castella desaprovechó, en una faena (su archiconocida monofaena) comenzada por estatuarios, continuada por infinidad de series de medio-muletazos metiendo mucho pico, y el clásico arrimón cuando el toro ya está paradote y con la lengua rozando el albero. Lo mismo de siempre por parte de Sebastián Castella. Y eso, hace veinte años (sus mejores tiempos) cuajaba; ahora, ya es más difícil que cuele... Definitivamente, al escalafón le va haciendo falta una purga de toreros ya muy vistos. Una purga que debería empezarse no con Sebastián Castella, sino con el otro The Maestro. 

    Porque la tarde que ha ofrecido José María Manzanares II El Guapo, ataviado para más inri con un curioso terno negro bordado en tonos cobrizos, es para llevársele a casa y retenerlo allí ya de por vida. Qué digo la tarde. ¡¡La feria que ha dado!! La feria de este año, sí; y la del año pasado también; y si nos ponemos, la del anterior, y el anterior y... Y que Manzanares está para irse. Daba entre una mezcla de lástima y de hastío verlo ataviado con ese traje de Conde Drácula, paseándose por el ruedo con esa desidia, esa indolencia, esa actitud de como si la cosa no fuera con él... Solo faltaban ahí los músicos del Titanic tocando el Réquiem de Mozart, y ya hubiéramos tenido el cuadro al completo. Horrible todo, desde ese vestido en el que se había metido para venir a pasar el cepillo por Madrid un año más, hasta sus "faenas" a sendos toros de Jandilla. Uno, el 2º, con un buen pitón izquierdo y al que no quiso ni ver. Otro, el sobrero del mismo hierro, que vino a sustituir al 5º (que se descordó tras estamparse de salida contra un burladero); un toro este sobrero de condición reservona y flojo tanto de casta como de fuerzas. Ni con la espada, ese punto fuerte que siempre le ha caracterizado, ha conseguido estar siquiera decoroso este hombre en la tarde de hoy.

    La corrida la cerró Borja Jiménez ante un toro que se movió soltando mucho la cara durante casi toda la faena. Y si se dice casi es porque en ese comienzo de rodillas toreando en redondo, el toro metió la cara de maravilla y hasta se tomó la licencia de hacer el avión. Una vez en pie, el matador no acertó en ningún momento a someterlo de la misma manera. ¿Un toro verdaderamente a la defensiva, o es que no hubo acierto ni buena mano por parte de su matador? Sea como fuere, la faena trascurrió sin pena ni gloria, con un Borja Jiménez entregado pero sin sacar muletazos limpios; y culminando, de nuevo, con otro infame bajonazo.

    Analizadas todas las vicisitudes, no hay más remedio que redundar en la primera frase: alguien de ahí abajo debería a empezar a pensarse muchas cosas. 

miércoles, 4 de junio de 2025

4 DE JUNIO DE 2025, VIGESIMOTERCERA FERIA: "LAS OPORTUNIDADES SON PARA EL VERANO"

    Las oportunidades, así como las bicicletas de las que escribió el genial Fernando Fernán Gómez, son para el verano. O al menos, en lo que estrictamente taurómaco que concierne a la plaza de Madrid. Las oportunidades debieran ser para el verano, nunca en pleno San Isidro. La infumable corrida de los lagunajandas que lidiaron y estoquearon Manuel Escribano, Joselito Adame y Alejandro Peñaranda, lo ha corroborado. 

    Empezó a barruntarse tal cosa desde el día en que fue anunciada semejante terna ante tal ganado, y la desbandada de abonados y público no han hecho si no darle la razón a este argumento. Que no han sido pocos, dicho sea de paso. Y sea dicho de paso también, han salido ganando aquellos que se han quedado en casa echados la siesta, o han preferido irse de paseo por el Retiro, o a tomarse un helado. 

    Las oportunidades, en la plaza de Madrid, son como las bicicletas: para el verano. Un cartel de semejantes trazas en plena feria de San Isidro, con una ganadería que hace años que no asoma por aquí y con algunos matadores sin acreditar mérito suficiente, estaba abocado a protagonizar una tarde infumable. Y, por desgracia, lo ha sido. Infumable, con todas sus letras. 

  Los toros de Lagunajanda sirvieron, sin más. Sirvieron a costa de hacer de la suerte de varas un simulacro. Sirvieron para el toreo de muleta, sin excesiva casta y sí rebosante de nobleza. Sirvieron, con cierta sosería y alarmante falta de fuelle. En definitiva, que la corrida sirvió para haber estado mejor de lo que anduvo la terna que se las vio con ella. Hubo, además, tres ejemplares que se movieron con dulzura y buenas intenciones: 2°, 5° y 6°. 

    La corrida cubrió el expediente con cierta dignidad y cumpliendo parte de su parte, valga la redundancia. Tan solo parte, pues aunque en la muleta sí hubo ejemplares que se prestaron, en varas se quedaron crudos y sin emplearse con la más mínima bravura. Eso a lo que siempre se le ha dicho "el medio-toro". Peor anduvieron los toreros, incapaces de sacarle el más mínimo partido a una corrida bondadosa y que se les prestó al toreo. No anduvo fino Escribano, muy vulgar en sus dos turnos y con dos faenas demasiado atropelladas. Ni necesita este torero oportunidades, ni los carteles de verano son su sino; más bien, sus lides están en otro tipo de corridas, con más fuelle y mucho más que lidiar. Mató, además, muy mal.

    Joselito Adame será figura del toreo en su país y toda esa mandanga que nos quieran vender. Pero venir a la feria de San Isidro requiere mucho más, y ese "mucho más" no está en Joselito Adame. Si se quiere recuperar, o mejor dicho lanzar a este torero al circuito de la temporada española empezando por Madrid, para eso está el verano. Para las oportunidades. Pero nunca en San Isidro. Claro que a estas alturas, ¿qué va a relanzar Joselito Adame a este lado del Atlántico? Un torero ya de sobra conocido, muy visto y que otorga poca confianza... Su tarde ante los dos toros de Lagunajanda que ha sorteado, como las demás: vulgar, pegapasista, infumable y extremadamente aburrida. Al 5°, al menos, lo mató de una buena estocada.

    A Alejandro Peñaranda se le hizo hueco en plena feria para confirmar una alternativa que tomara el verano pasado. Oportunidad benévola o no, su tarde ha sido cuanto menos discreta. Muy pocas cosas ante el toro de la confirmación, que duró muy poco y ante el cual soltó la misma soflama pegapasista que los demás, bernardinas incluidas. Más le duró y más se le movió el 6°, ante el cual compuso una faena de muchos pases. Muy firme y todo eso, pero muleteando sin alma, sin ajuste y no ofreciendo más que vulgaridad. Mucho más ruido hizo el paisanaje que se trajo bajo el brazo, el cual le vitoreó todo cuanto hizo. Incluidos los enganchones y la estocada caída que dejó para la posterioridad. Y hasta se le pidió la oreja; una oreja que, de manera acertada, se denegó desde la Presidencia. Ni faena, ni petición mayoritaria...

   La tarde, de oportunidades pero sobre todo de relleno, fue infumable. Ni se aprovecharon las buenas embestidas de algunos ejemplares, ni hubo brillo con el capote, ni entre las cuadrillas dejaron capotazos ni pares de banderillas que quedaran en la retina. Ni qué decir tiene que entre los del castoreño tampoco hubo lo que se dice brillantez. ¿Quieren dar oportunidades? Muy bien, el verano está para ello. 









martes, 3 de junio de 2025

3 DE JUNIO DE 2025, VIGESIMOSEGUNDA DE FERIA: "LOS ESCOLARES YA SON CATEDRÁTICOS"

    Los escolares fueron, en realidad, catedráticos. Seis señores catedráticos de la Casta, que hicieron que la afición de Madrid recuperase el gusto por el Toro. Un gusto, por cierto, olvidado durante los últimos días por obra y (ninguna) gracia de ganaderías que, de impartir cátedra, solamente lo hacen en moruchez y aburrimiento. 

    Los escolares se presentaron a su cátedra con sus mejores galas y muy bien preparados por su mecenas, don José Escolar Gil. Alguno, en verdad, tenía cierta apariencia de un prescolar; si bien, cuando una vez en el púlpito empezó a impartir cátedra, tal asunto quedó en un segundo plano. Cada cual de los seis dio su propia conferencia, siendo todas ellas radicalmente distintas. No se parecieron ninguna entre sí, pero todas se pronunciaron en el nombre de la Casta. Y el auditorio quedó plenamente convencido, más que satisfecho y emitió el veredicto de un aprobado general, con muy buena nota además. 
    
    Pero para continuar hablando de esos seis escolares que ya son catedráticos, hay que mencionaren en este término a los examinadores. Plantearon exámenes de lo más complicados, con algunas cuestiones de muy difícil solución y, en ocasiones, hasta hechas con excesiva maldad. Como si el único interés fuera que los aspirantes quedaran mal, solamente por  propia comodidad y conservadurismo. Igual es que a los examinadores, con la supuesta etiqueta de maestros, les vino demasiado grande el compromiso. Los escolares, categóricamente, le dieron un señor rapapolvo a sus maestros. Así las cosas, al importante corridón de toros que don José Escolar Gil se trajo a Madrid, le faltó precisamente lidiadores y picadores verdaderamente comprometidos con la causa. La causa de la Casta, entiéndase. No se puede estar peor picando, banderilleando y lidiando una corrida de toros. 

    El primer catedrático se hizo llamar Tostonero. Se pensó mucho eso de ir al caballo; y cuando el picador le plantó la puya, por dos veces, en sitio trasero, respondió defendiéndose. Le fueron suministrados cantidad de capotazos y hubo que entrar hasta cuatro veces para dejarle las banderillas de mala forma. Ya en la muleta demostró estar orientado por el pitón derecho, pero por el izquierdo embistió con mucha más claridad y recorrido. Su maestro, llamado Esaú Fernández, se limitó a trapacearlo de mala manera. Medios muletazos, sin tirar de la embestida hasta el final y haciendo que el toro se le quedara a mitad del muletazo. Así es imposible.

    Castellano II fue el nombre del segundo catedrático. La tesis que este señor planteó fue complicada tal vez. Manso en varas y muy agarrado al piso, de nuevo se le pegaron muchos y muy malos capotazos. Llegó a la muleta reservón y agarrado al piso, pensándose mucho qué decir desde el púlpito. Y cuando por fin se arrancaba, medía mucho y tiraba tornillazos. Gómez del Pilar anduvo por la labor de pegarle pases. Y a un toro así, eso es como quien pretendiera resolver una ecuación de segundo grado hablando de sujeto, predicado, complemento directo y adverbios. 

    Al nombre de Chatarrero respondía el tercer aspirante a impartir cátedra. Acaso en homenaje a otro Chatarrero, aficionado a los toros y gran frecuentador del tendido de esta plaza, que igualmente podría impartir cátedra, pero en su caso sobre "variedad de encastes". En fin, que a ese 3º le organizaron una auténtica carnicería en el segundo puyazo: muy trasero y barrenando con saña. A lo que, por cierto, contestó defendiéndose. ¿Son mansos por naturaleza, o a la fuerza de lo mal que les hacen las cosas? He ahí la cuestión. Tras este infame tercio de varas, el toro llegó a la muleta embistiendo con bondad y sin hacer extraños. Miguel de Pablo lo trató como si de una alimaña se tratara: muy inseguro, tomando excesivas precauciones y sin confiarse ni una sola vez. 

    El cuarto se llamó Sereno, y ¡¡vaya toro!! En varas fue de "muy a menos" a "algo más". Hasta tres veces acudió al caballo: en el primero se rajó tras sentir el hierro, en el segundo se empleó con un pitón y, en el tercero, metió la cara abajo aunque no terminó de emplearse con suficiente presteza. Además, salió suelto. Pero el toro llegó muy noble, franco y con excelente embestida a la muleta. Y al bueno de Esaú Fernández, tal y como estaba cantado, el toro se le fue sin torear. Dos series de derechazos con la figura muy retorcida, sin pisar los terrenos adecuados y rematando los medios muletazos fuera; otras dos de muletazos con la zurda que derrocharon las mismas trazas de pegapasismo y vulgaridad; y un cierre de faena tocando un palo que casi nunca vemos: bernardinas. Muy original Esaú Fernández. Dio además un mitin con el descabello.

    A Calentito, el quinto catedrático, Gómez del Pilar le cortó una oreja tras realizar una lidia bastante más comprometida que lo visto hasta ese momento. Otra cosa es que anduviera a la altura de ese exigente animal, aunque la voluntad que derrochó nadie la discute. El matador pone tres veces al caballo al toro, y este se emplea con poder y echando la cara abajo en las dos primeras varas. Sin embargo, la cosa cambió en la tercera: es aquí cuando el toro empieza a escarbar y a pensarse mucho eso de regresar por tercera vez; y cuando por fin, tras desentenderse varias veces y tener que volverlo a poner otras tantas, el toro decide acudir al caballo, responde defendiéndose bajo el peto. Una pena. Víctor del Pozo le puso dos excelentes pares de banderillas, verdaderamente lo mejor de toda la tarde (y lo único bueno destacable) por parte de los de luces. Ya en la muleta el toro fue encastado y exigente. La madre del cordero en esa embestida era acertar a bajar la mano y llevarlo largo. Someter, que se dice; y Gómez del Pilar no llegó a someterlo. El toro contestaba a esos trapazos con derrotes y parones a mitad del muletazo, pero cuando se le conseguía llevar largo por abajo, embestía como un tren. La propuesta de Gómez del Pilar fue una faena que se basó en la firmeza y en los trapazos, además de una media estocada en el sitio que bastó por sí sola. Y se le cortó una oreja, pedida con amplia mayoría de pañuelos. Valiente y entregado Gómez del Pilar, pero ese toro mereció mucho más que firmeza.

    Y la cátedra se clausuró con el señor Conducido, toda una pintura de toro que hizo aparecer la famosa psicosis entre los de luces. Ya en el recibo capotero, se vio al pobre Miguel de Pablo pasando un mal rato. Por ese recibo y viendo cómo embestía ese toro, se barruntaba que en varas iba a volver a haber carnicería... Y así fue: Antonio Prieto, picador a quien se le debería inhabilitar de la profesión de por vida, plantó un primer puyazo trasero y un segundo, sin exagerar, en las costillas . Y en ambos encuentros, además de no rectificar, se le apretó en exceso. Y claro, el toro acusó semejantes puñaladas durante el resto de la lidia. Pero no menos acusaría la infame brega, rebosante de telonazos y de entradas para ser banderilleado. Y aun así, el animalito llegó a la muleta con ganas de ofrecer pelea. Grande, pero muy grande le vino todo a Miguel de Pablo. Sin ideas y limitado de recursos y oficio, se le vio pasar un mal rato durante toda la faena de muleta. Hasta el punto de serle propinada una fuerte voltereta, por suerte sin consecuencias graves aparentes. 

    La corrida de don José Escolar Gil ha sido, hasta el momento, la de la feria. Una corrida pésimamente lidiada por unas cuadrillas que no han sabido muy bien a qué venían; muy mal picada y sin ser aprovechada. A Miguel de Pablo le vino muy grande todo, y Esaú Fernández se empeñó en darle la razón a quien pensaba que sobraba de esta feria de San Isidro. Gómez del Pilar, más allá del valor y la voluntad por lucir a ese 5°, tampoco anduvo de lo más acertado. 

    Que sea enhorabuena pues a ese ganadero. 
    

domingo, 1 de junio de 2025

1 DE JUNIO DE 2025, VIGESIMOPRIMERA DE FERIA: "EL FUNCIONARIADO DEL PEGAPASISMO"

     La terna llegó, soltó su soflama pegapasista ante una corrida infumable (otra más) de El Parralejo, y ya si eso vuelva usté mañana. Es lo que se puede conocer como el funcionariado del pegapasismo, y en cuyas filas a buen seguro que están alistados Miguel Ángel Perera, Fernando Adrián y Tomás Rufo. O lo que es lo mismo, esa terna que, en la tarde de hoy, soltó la soflama pegapasista ante una corrida infumable (otra más) de El Parralejo. 

     El funcionariado del pegapasismo es ese que festejo tras festejo, tarde tras tarde, feria tras feria, temporada tras temporada..., se planta en la plaza vestido de torero, realiza su faena (una monofaena ya premeditada) consistente en una hermosa retahíla de pases que son un derroche de vulgaridad; y si cuela, bien. Oreja, u orejas (y hasta rabo a veces, por no hablar de los indultos), y todos tan contentos. Y si no cuela, pues berrinche momentáneo y mañana será otro día y otra feria. 

     La soflama no coló en la tarde de hoy para Miguel Ángel Perera ni para Fernando Adrián. Ambos, hicieron lo que buenamente saben: pegar pases. Le pegaron muchos pases a esa corrida infumable (otra más) de El Parralejo. Pases que conformaron cuatro faenas infumables y alargadas sin sentido alguno. Pases. Pases sin orden ni concierto, como quien se va a jugar al golf por primera vez en su vida y, desde cuarenta o cincuenta metros, le da a la bolita apuntando al agujero. ¿Y si cuela, qué? Pues eso, que no les coló ni a Miguel Ángel Perera ni a Fernando Adrián en esta tarde. 

    A punto estuvo de colar para Tomás Rufo, ya en último momento. De hecho coló, si bien un pinchazo antes de una estocada, lo dejó en "lo que podría haber sido". Con el 3° pegó su infumable soflama y nadie le echó cuentas, pero con las mismas trazas ante el 6° sí le hicieron caso. ¿Que cómo lo hizo? Pues muy sencillo: yéndose a comenzar la faena en los terrenos de los tendidos 4 y 5, donde el público no está tan acostumbrado a que las faenas se desarrollen a su vera. Y si a eso se le añade que hubo unos cuantos autobuses venidos desde la provincia de Toledo (casualmente de donde es oriundo el renombrado Rufo), y cuyos pasajeros plantaron sus posaderas en esos tendidos, la guinda está puesta en el pastel. Es de primero de tauromaquia, lo de llenar los tendidos de paisanos y hacer las faenas en los tendidos 4 y 5 de la plaza... ¡¡Pardillo el que no lo haga!! Así las cosas, Tomás Rufo se fue a soltar su soflama pegapasista a esos terrenos de la plaza. La misma soflama que en el 3°. Exactamente calcado a lo que hizo el miércoles pasado (la tarde de Morante, para poner en contexto la situación); igualito que lo que aconteció en su primera tarde (la del famoso toro Frenoso, de Victoriano del Río, también por contextualizar). No se sabe muy bien cómo ni de qué manera, pero a veces cuela y a veces no. Hoy sí coló, pues ni tan mal para él. Bendito público de aluvión, el que se deja caer en esta plaza de cuando en cuando... 

    La faena de Tomás Rufo al 6° no dejó nada relevante. Lo normal, vaya: un conato de toreo hincado de rodillas, para comenzar (por dos veces se tuvo que poner en pie), y series, a continuación, de medios muletazos por ambos pitones. Sin ponerse en el sitio, sin llevarlos hasta el final, sin rematarlos atrás, sin cargar la suerte... Pero se le jaleó, y a buen seguro que una oreja perdió por pegar un pinchazo previo a una buena estocada. Que se le llegó a pedir, pero el señor Presidente mantuvo la compostura y denegó semejante despojo. Algunos, haciendo gala de no tener a nadie al volante, llamarán al Presidente "prevaricador" (cómo están las cabezas, oiga). Pero la realidad es que a eso se le llama "preservar el buen nombre de la plaza de Madrid". 

    Y, efectivamente, la corrida de El Parralejo fue infumable. Otra más de esta misma ganadería, que se empeña en no dejar en mal lugar a quienes la ven venir desde lejos. Si por una parte está el funcionariado del pegapasismo, por el otro estarían aquellas ganaderías que son algo así como "funcionariado de relleno". Véase, esas ganaderías que, a pesar de sus innumerables petardos, siguen viniendo año tras año. A rellenar huecos, claro está. Ganaderías comoditas y a las cuales nadie pone reparos. Nadie vestido de luces, se entiende. Los encargados de pagar su entrada, mucho; si bien, estos son el último mono en esta historia, y su opinión no sirve. El Parralejo envío en esta tarde otra corrida a Madrid muy mal presentada e impropia de esta plaza; completamente descastada, inválida y de carácter bobalicón. Y, naturalmente, a estas horas seguro que ya tendrán reseñada otra corrida para la feria del año que viene. Así las cosas.


 

sábado, 31 de mayo de 2025

30 DE MAYO DE 2025, DECIMONOVENA DE FERIA: "CON P DE PARODIA"

    Este era el día. El día M, se podría decir. Con M de Marco Pérez. Cuánto bombo y platillo desde que se anunció esta encerrona, una encerrona intercalada en plena feria de San Isidro y con un novillero por protagonista. Ahí es nada. Y al final, a eso de las nueve y cuarto de la noche, lo que empezó siendo el día M, acabó por convertirse en el día P. Una P, como una catedral de grande, por la que empieza la palabra "parodia". Porque en eso consistió la tan cacareada encerrona de Marco Pérez: una auténtica parodia, culminada con la guinda de un estrepitoso fracaso. Será curioso, tal vez hasta cómico, el ver cómo van a maquillar los voceros del régimen semejante anti-espectáculo. 

    La parodia de Marco Pérez ya se veía venir desde que fuera anunciado el evento, con esos dos hierros  que auguraban una absoluta comodidad, y disipaba todo atisbo de compromiso por parte de un novillero que, quizás, podría haber apostado por más variedad ganadera. Tan mal bajío que traía desde lejos la novillada se vio agravado esta mañana, cuando se hizo de dominio público la cara y las hechuras (y qué caras, y qué hechuras) de los seis novillos: nada menos que una novillada vergonzosamente presentada, chica, sin remate, muy cómoda y, para colmo, con la sospecha del célebre serruchazo (conocido de forma más decorosa como "bolitas") sobrevolando nuestras cabezas.

    Y con estas trazas aposentamos las posaderas en el duro escaño de piedra, librándose una especie de batalla entre el solemne cabreo que produjo la novillada que esperaba en los chiqueros, con la esperanza de que todo eso tan bueno y tan pregonado (a esta hora es más propio decir "rebuznando") por los disparatados e interesados plumillas al servicio del taurineo, se hiciera realidad; y todo se condensara en una tarde apoteósica. Pero con el primer novillo arrastrado (no hizo falta más), el lobo quedó completamente al descubierto, y sin posibilidad ya de serle disimulada ni media oreja. Ante una novillada que tuvo de todo, bueno y malo, Marco Pérez ha dado una tarde de novillero completamente incapaz, muy por debajo de la situación, de los novillos, del compromiso y de todo aquello que la maquinaria mediática llevan ya bastante tiempo vendiéndonos. 

    Efectivamente, la novillada tuvo muchas cosas (aparte de pitones más que sospechosos, y presencia muy por debajo de lo que es Madrid). Por parte de El Freixo, esa factoría propiedad del llamado don Julián, y dedicada a la crianza de animales con claze y ritmo para que el torero triunfe, no saltó la sorpresa: novillitos muy medidos en varas, pastueños, manejables, ciertamente sosos y muy venidos a menos. Por la parte de Fuente Ymbro, en lo que fue su pleno al 15 particular de esta primera parte de la temporada madrileña (o mejor dicho, pleno al 21), la cosa tuvo más miga: el novillo de la tarde, que salió en 5º lugar, lució su hierro y divisa; y exigentes por complicados fueron los otros dos. Ante todos ellos, Marco Pérez intentó imponer su soflama pegapasista, basada en los cites fuera de cacho, los muletazos hacia fuera, la pierna retrasada y la falta de ajuste. Por momentos parecía que colaba (aunque no para todos), pero en el ambiente se palpó desde el principio que, a pesar de que gran parte del personal lo quería ver salir en hombros a toda costa, el propio interesado no andaba muy por la labor. 

    Ante el 1º, el 2º y el 4º, realizó tres faenas calcadas las unas de las otra: dos series de derechazos, una con la zocata, vuelta a la derecha acortando mucho las distancias, dejarse caer a continuación en los brazos del absurdo encimismo... Y poco más. El tercero fue un novillo complicado: manso y a la defensiva, Marco Pérez intentó imponerle su soflama pegapasista en los mismísimos medios. O lo que es lo mismo, hacerle todo al revés. El animal soltaba la cara en cada muletazo, y aunque el novillero anduvo con cierta firmeza, el planteamiento fue el equivocado: cerrando al manso más a las tablas, hacia su terreno, seguramente hubiera respondido mejor. Y cuando quiso hacerlo, ya era tarde: el novillo había echado el freno. Por cierto, que hubo que esperar a este turno para verle realizar el primer quite de la tarde, que consistió en algo que se pareció vagamente a dos chicuelinas y dos revoleras. 

    El 5º fue el novillo de la tarde, por encastado y exigente. Un novillo ideal para haber refrendado de manera rotunda, ante la exigente afición de Madrid, su condición de nuevo fenómeno del toreo... Pero lejos de ello, ante este buen novillo Marco Pérez quedó en absoluta evidencia. Electrizante fue el comienzo de faena, con los tan poco vistos pendulazos desde los medios, y algunos remates y pases del desdén que sí llevaron enjundia. Cómo embistió ese novillo por el pitón izquierdo durante ese comienzo de faena, si ya veíamos a Marco Pérez cuajarlo por naturales de ese mismo estilo que habían derrochado esos remates anteriores... Pues de nuevo, la vida al revés: muleta a la mano derecha para ser un derroche de vulgaridad, pegando dos series perfileras y sin acople ninguno. Pero cuando por fin decidió echársela a la zurda, la cosa empeoró: una primera serie fue de trallazos hacia fuera, descargando la suerte y sin ponerse ni una sola vez en el sitio. Se le iba el novillo al Fenómeno, se le iba sin torear y con las orejas puestas. La siguiente serie con la zurda, misma retahíla de mantazos hasta que... ¡¡volteretón!! ¿Por arrimarse demasiado? Qué va, qué va; por citar tan fuera que el novillo no perdonó, y le echó mano. Cosas de la casta. Afortunadamente sin consecuencias graves aparentes, se recompuso el novillero y volvió de nuevo a la cara del novillo con la muleta en la zurda, pegando más mantazos sin mando ninguno ni colocación... Y, como era natural ante un novillo encastado, la voltereta sucedió de nuevo. Otra vez sin consecuencias, por suerte, vuelve a la cara del novillo con la muleta en la mano derecha. El personal, como loco con las volteretas. Y es que en Madrid, ya se sabe: "voltereta es oreja segura". Todavía le quedó fuelle al novillo para embestir en otras dos series más por el pitón derecho, que no fue diferente a ninguna de las anteriores pero que se jalearon como si el mismísimo Antonio Bienvenida anduviera ahí abajo dando un recital al natural... De sobra sabido es que si a Marco Pérez le entra a la primera la espada, una oreja seguro hubiera caído, y quién sabe si no le hubieran pedido la segunda. Pero eso no ocurrió, y se tuvo que conformar con una vuelta al ruedo que se le protestó con vehemencia. 

    Y ante el 6º, un novillo de El Freixo que se dejó hacer, nada de nada. Nada que no hubiéramos visto anteriormente, quiere decirse. Más bien, aquello pareció ser un sentido homenaje al señor propietario de ese novillo: trallazos hacia fuera con la figura muy retorcida, casi en forma de alcayata; y estocada pegando un saltito hacia fuera. Qué conmovedor...

    La encerrona de Marco Pérez fue un completo fracaso que deja en evidencias muchas cosas. Primero, la lamentable gestión que se ha hecho y está haciendo de la carrera de este joven: un novillero que apenas ha pisado las importantes ferias de novilladas, sin confrontar con sus iguales ni medirse a novilladas de toda clase de encastes. Muy llevado entre algodones desde siempre, con novilladas muy escogidas y siempre flanqueado al lado de dos figuras o, lo que es peor, un rejoneador y otra figura; sin medirse a sus rivales naturales de ese momento, que son otros novilleros. Con una alternativa de lujo programada desde hace meses, y unas cuantas corridas de toros y en carteles de lujo, ya firmadas. Una presentación en Madrid consistente en medirse a seis novillos muy pero que muy escogidos, para colmo infame de presentación y pitones; sin repertorio, sin espada, sin brillantez capotera ni lidiadora, sin nada de nada. Porque esta fue otra, que solo hubo tres quites en toda la tarde: chicuelinas (3º), el Quite de Oro (4º) y gaoneras (5º); todos ellos con más voluntad que acierto y, por supuesto, lucimiento. Tantos quites hizo como portagayolas (a los tres últimos novillos así les recibió). Apenas se atisbó un rayo de clase con el capote, intentó por momentos torear por verónicas pero todo quedó en agua de borrajas. Y con la espada, muy mal toda la tarde. 

    Esto fue la encerrona de Marco Pérez. Esto es, a fin de cuentas, Marco Pérez. Qué difícil les va a resultar, de aquí en adelante continuar con la misma mandanga.
    
    

viernes, 30 de mayo de 2025

29 DE MAYO DE 2025, DECIMOCTAVA DE FERIA: "ACÓLITOS Y ACOHÓLICOS"

    Ay, el público de los toros. Qué digno especimen  de ser estudiado en profundidad. No existe ente alguno en el mundo, de tanta diversidad como aquella que se junta en los toros. Pero esa heterogeneidad solo se palpa durante los días grandes, que cuando aquí no hay ni feria, ni figuras, ni glamour, el personal parece olvidar por completo lo güen afisionao que es. El público a los toros es, efectivamente, de lo más heterogéneo que hay. 

    Los hay (y estos son mayoría) que solamente aparecen cuando hay figuritas de porcelana. 

    Los hay (que caben en un autobús, como decía aquel) que da igual que sea verano, primavera, otoño, haga frío, calor, llueva o hiele; que ahí estará, plantado en el tendido y dispuesto a paladear una tarde de toros.

    Luego está el gorroncete, que solo va cuando le invitan y, para colmo, se cree amo y señor del lugar. Y en una línea parecida, están aquellos a quienes los toros se la bufan, y va únicamente en favor de la querencia que marca el ginc-tónic, y la foto para presumir en Instagram. 

    Están también los gritones. ¿Y qué gritan? Pues de todo: algunos, se dedican a censurar el mal juego de los toros, su falta de trapío, sus pocas fuerzas o su falta de casta; y también, el mal hacer de los actuantes. Otros, sin embargo, se quedan en el rebuzno del biiiiiieeeeeeeennnnnnnjjjjjjjjjj o el vivaspaña. Gritos de guerra  estos últimos que, por lo general, suele dejar el descubierto al borrachín de turno. 

    Y, por supuesto, están los acólitos. Esos que son acólitos de un torero en concreto, al cual veneran como una especie de dios en la Tierra. Le aplauden todo, hasta lo inaplaudible. Le perdonan, silencio mediante, todo. Le vociferan la mediocridad, le exageran lo simplemente bueno, y lo superior... A lo superior no suelen llegar, para entonces ya tienen la pastilla debajo de la lengua y van camino del hule. Ayer, ración de acólitos morantistas. Hoy, los de Roca Rey... ¡¡La Virgen, qué dos días llevamos!!

    Los morantistas saben de toros y saben paladear lo bueno. Y es que hay que saber de toros para comprender a un torero tan complejo como lo es Morante de la Puebla. Recuerdan a los de Curro Romero hace cuarenta años, que le veneraban hasta la forma de esquivar las almohadillas. Se desgarran la camisa con su torero, en lo bueno y en lo malo. Si Morante está bien, para ellos superior. Si está mal, "las cosas del genio". Y del Toro, ni hablar...

    Los de Roca Rey, por su parte, recuerdan a aquellos que hace sesenta años llenaban las plazas en tromba por ir a ver a El Cordobés: público de aluvión y poco entendido, sin saber estar, sin cultura taurina y llamados de manera exclusiva por el morbo. Y aquellos que con El Cordobés llegaron, con El Cordobés desertaron del tendido y nada más se volvió a saber de ellos. Con los de Roca Rey vamos camino de lo mismo. 

    Los acólitos de Roca Rey, como es habitual allá donde va anunciado, llenaron la plaza y se hicieron con el control de la situación. Madrid no es ajena a esta moda, y ahí queda el ejemplo de esta tarde: Roca Rey en el cartel, con una corridita de El Torero y el acompañamiento de Diego Urdiales y de Rafael Serna, confirmante de alternativa este último. Al llamado Huracán de los Andes le jalearon y aplaudieron todo cuanto hizo ante el 2º mulo de El Torero. Faena esta comenzada con sus clásicos pendulazos de rodillas; y continuada, una vez en pie, con el destoreo más burdo que pueda existir. Faena muy desajustada, rebosante de trapazos, y sin colocarse ni una vez en el sitio; culminada además con una estocada trasera que bastó por sí sola. Nada, absolutamente nada de especial, ni digno de recordarse lo de aquella faena. Pero como de acólitos estaba repleto el tendido, hubo petición. Una petición que, afortunadamente, desatendió un acertado Presidente. Pero he aquí el colmo del analfabetismo taurino: tras pedir la oreja, NADIE saca a saludar una ovación a ese mismo matador a quien, instantes antes, aclamaban. 

    Pero Roca Rey no se fue de este San Isidro sin su preciado despojo. Se lo llevó del 5º toro, un torete este de embestida bobalicona, blanda y sosa, ante el cual Roca Rey compuso una faena larguísima y a la que nadie prestó la más mínimo atención en su primera parte. ¿Acaso el percal cambió en algún momento, artísticamente hablando?  Para nada. La diferencia la marcaron las protestas: ningún acólito le prestó la menor atención al destoreo chabacano de Roca Rey, hasta que cayeron en la cuenta, ya muy entrada la faena, de las protestas que llegaban desde algunos sectores. Protestas hacia ese pegapasismo a un toro muy parado y blandengue, que embestía sin emoción ninguna. Y ahí es cuando los acólitos entraron en l faena y reaccionaron. No hubo ningún atisbo de toreo en la faena de Roca Rey al 5º, como tampoco hubo una estocada correcta. Al contrario, fue una estocada trasera y caída que, sin embargo, hizo su efecto fulminante. Y orejita al canto. Orejita que para nada tapa la pésima feria que ha echado este torero. 

    Roca Rey, así como Diego Urdiales y Rafael Serna, hicieron el paseíllo esta tarde para vérselas ante una malísima corrida de El Torero. Malísima por floja, de poco poder en varas, sosa, descastada y tediosa. Solo uno embistió con alegría, y ese fue el 4º. Un buen toro que se quedó crudo en varas, y que en la muleta sacó embestidas verdaderamente provechosas. Y con ese toro, Diego Urdiales sucumbió estrepitosamente. Ni pudo ni quiso. Y definitivamente, tal y como se sospechaba desde hace algún tiempo, Diego Urdiales está para hacer las maletas e irse a casa. No es cosa de ahora, sino de hace algunas temporadas. Una pena.

    Rafael Serna vino a confirmar la alternativa que tomó en Sevilla hace ocho temporadas. Y lo cierto es que, despojos aparte, el hombre tuvo una actuación de lo más digna y voluntariosa. Entró en quites, estuvo activo con el capote, puso buena voluntad y empeño, dio buenas verónicas en el recibo al 6º tras una portagayola, llevó a ese toro al caballo mediante un bonito galleo por chicuelinas... Y hasta en la faena a ese 6º, aunque no fue una faena limpia ni dejó muchos muletazos para el recuerdo, sí dejó buenas sensaciones. Las buenas sensaciones que da el querer hacer el toreo de frente y queriendo llevarse al toro detrás de la cadera. Ese toro 6º fue complicado: tuvo casta, pero a la vez pocas fuerzas. Y si se le bajaba la muleta, se derrumbaba; y si se le toreaba a media altura, embestía rebrincado. Rafael Serna, dando muestras de su poco oficio y mucha voluntad, estuvo firme y entregado, con intención de hacer el toreo. No lo consiguió, pero la impronta quedó ahí. Mató de una estocada desprendida que, asimismo, fue fulminante; y la orejita cayó. Una orejita cuanto menos benévola. No obstante, se quedan ganas de volver a verlo y de seguir su progresión. 

    Se desconoce cómo fue para los acólitos, pero en lo que respecta a los que acuden todos los días a los toros sin importar el cartel, la tarde fue soporífera. La mala corrida de El Torero y el calor abrasante fue la tónica general que marcó la tarde. Excepto para aquellos que se refrescaran la garganta y la boca cubalibres mediante. Esos sí que saben. 

miércoles, 28 de mayo de 2025

28 DE MAYO DE 2025, CORRIDA DE LA PRENSA: "LOS GARCIMIAUS, EL DERRIBO, MORANTE Y EL ACOMPAÑAMIENTO"

Garcigrande, vieja conocida en estos fueros. Si bien, para los amigos y allegados, siempre serán los garcichicos. O los garcimiaus, garcigatos, o garcipequeños... Con mucho cariño, eso sí; que después de tantas lunas y ferias de San Isidro, ya se les tiene como de la familia. Faltaría más.

Garcigrande desembarcó de nuevo en Madrid. Un año más, una feria más. Y con ellos ya se sabe, que si trajín en los corrales desde muy temprano, que si camiones de toros para arriba, camiones de toros para abajo; los veterinarios y el Presidente, con la presión arterial por nubes. Y las figuras ahí, para variar... Tantos toros reconocidos (se dice que fueron alrededor de la quincena, toro arriba, toro abajo) para acabar lidiando una gatada infame de hechuras y peor de juego. Garcigrande en estado puro, una vez más. 

La tradicional gatada de Garcigrande no valió un pimiento. Una porquería de encierro que, sin embargo y por ironías de la vida, provocó el primer derribo de la acorazada de picar en todo lo que va de feria. ¡¡Milagro!! El honor recayó sobre el toro 1°, que empujó con presteza en el primer encuentro hasta derribar el descomunal arre (del cual, al igual que del resto de componentes de la cuadra, habrá que creerse que da el peso reglamentario). ¡¡Ja!! En la segunda vara, el torito llegó a cumplir sin más, aunque salió suelto de ese puyazo. Fue ese toro el único que se empleó en varas y en las telas con cierta alegría, pero le falló un pequeño detalle: estaba inválido. Y muy posiblemente fuera porque le influyó el trompazo que se dió contra el burladero tras cerrarlo el peón una vez finiquitado el tercio de banderillas. ¡¡Ya es "mala suerte"!!

Y con ese 1° que embistió con nobleza, dulzura, suavidad y escaso poder, ¡¡Morante!! Por fin Morante de la Puebla en Madrid, tras muchos tiras y aflojas consigo mismo y con esta misma plaza, y su toro, y su público... Un público que más, no se le puede entregar. Ni más predispuesto a su causa puede estar. Como el toro que le suelen echar a Morante en Madrid: muy a modo y de sus vacadas predilectas. Tal para cual.

¿Que cómo estuvo Morante de la Puebla ante ese 1°? Extraordinario en el recibo capotero. Sin probaturas, pegó unas verónicas eternas, con un gusto y una torería exquisita. Sin ceder un palmo de terreno en ninguna de ellas ni dar el dichoso paso atrás. Ese toreo por verónicas ha sido el mejor, con diferencia, que hayamos visto en toda la feria, y seguramente que también en otras muchas. Luego estuvo la faena de muleta, también muy inspirada en el toreo barroco de antaño, cargadísimo de detalles pintureros y muletazos arrebatados, hundiendo el mentón en el pecho y acompañando con todo el cuerpo... Pero antes de la faena, otro detalle no solamente de saber estar en la plaza, sino de torería añeja: un quite providencial al subalterno cuando, tras parear, el toro le hizo hilo hasta casi echarle mano. Si no lo hizo fue por la oportuna intervención del matador que, a cuerpo limpio, se llevó al toro de allí templándolo y recortándolo como si el mismísimo Gallito, jugueteando en el tercio de banderillas, se hubiera tratado. Luego llegó, efectivamente, la faena de muleta, derrochando esas trazas antes comentadas, pero con muchos altibajos y, por supuesto, a un toro que perdió las manos varias veces. Un gran comienzo de faena doblándose e hincando la rodilla en tierra, y rematado con un trincherazo superior. A continuación, dos series de derechazos en los que el matador se recrea, muchos de los cuales derrochan la magia del temple. Se la echa a la zurda llegado este término, y los pocos naturales que pega, con la misma pinturería, pecan del toreo lineal hacia las afueras, valiéndose del pico de la muleta. Unos naturales tan preciosistas como aliviados, si bien rematados con un pase de la firma y uno de pecho que vuelve a poner a todo el mundo de acuerdo. Se conoce que Morante, por ese pitón, no se vio a gusto; de manera que cambió de nuevo a la derecha para dejar otros cuantos derechazos verdaderamente bellos, y un cierre de faena doblándose con mucho gusto. La plaza, un manicomio a estas alturas. La estocada, entrando bien y como pocas veces se le ha visto, resultó caer arriba aunque atravesada. Y así fue cómo el toro tardó una barbaridad en caer, hasta el punto de tener que utilizarse tres golpes de descabello para acabar con él. Hubo petición de oreja pero la Presidencia, cuyo honor recayó esta tarde en el riguroso don Ignacio San Juan (Dios le bendiga y nos lo guarde durante muchos años) puso las cosas en su sitio y la denegó. ¿Oreja en Madrid, tras estocada atravesada y tres descabellos? Ni Morante ni el Papa de Roma, vaya...

Y con las cosas de Morante en ese 1°, al igual que empezó, terminó la corrida. El acompañamiento, véase Alejandro Talavante y Tomás Rufo, completamente borrados durante toda la tarde. ¿Por Morante y su faena al 1°? Por Morante y su faena al 1°, por la infamia de toros que decidieron lidiar esta tarde (como si hubieran seleccionado Garcigrande de mala gana), por la extrema vulgaridad que derrocharon durante toda la tarde... Tantas y tantas cosas. Tampoco hubo nada por parte de Morante en el 4° turno, salvo brevedad. Se sabía desde que se inhibió de la lidia y lo dejó todo en manos de Curro Javier (que por cierto, actuó con mucha eficacia toda la tarde) que el Morante que íbamos a contemplar ante ese 4° iba a ser el breve. Y así fue: desde que tomó la muleta hasta que se perfiló para matar, pasaron nada menos que ¡¡35 segundos!! Y es que cuando no hay material para lucirse, ¿para qué excederse en pegar pases, cuando no hay otra?

He aquí, una garcigatada más que desfiló ante los sufridos ojos de las gentes de Madrid. Qué duda cabe que el año que viene volverán. Y con ellos, los camiones de toros, los bailes de corrales, las figuras, el equipo gubernativo al borde del infarto... ¡¡Cuánto disparate, para nada!!


martes, 27 de mayo de 2025

27 DE MAYO DE 2025, DECIMOSEXTA DE FERIA: "DOLORES DE CABEZA"

Los toros, de Dolores Aguirre. La realidad, dolores de cabeza. No hubo más nada en toda la santa tarde. La esperada corrida de la Doña (mejor dicho, de la Heredera), lejos de comportarse con la casta y el temperamento que siempre han tenido a bien de ofrecer, fue una completa moruchada. Un infame desfile de seis toros mansos, descastados, sin poder, muy parada... Y para colmo, muy mal presentada. Dolores, sí. Pero de cabeza. Esos fueron los únicos dolores verdaderos que tuvimos a lo largo de tan tediosa tarde. Porque otros, aunque sí se les esperaban, no asomaron. 

Efectivamente se esperaba esta corrida con cierta ilusión. Su gran historial, en esta y en otras plazas, le ha dado fama de ganadería imprescindible para el aficionado. Aquellas corridas de la Doña en los años 90 y principios de siglo... ¡¡Qué corridones aquellos!! Eso también trae dolores, pero en lo más profundo del alma. Como una puñalada. No hubo toros, no asomaron por ningún lado. 

¿Y toreros? Una terna de "especialistas", que se dice en estos casos. Respetados en Madrid y también con un historial respetable. Fernando Robleño, Damián Castaño y Juan de Castilla fueron esos tres "especialistas". Poco por parte del primero, el cual, no se sabe muy bien por qué, se quiso adjudicar una ovación que sonó tras romperse el paseíllo. La ovación empezó en el tendido alto del 7 a consecuencia de una pancarta que saludaba, con mucho afecto eso sí, a la cuadra de caballos de picar: "GRÚAS EQUIMAPFRE", en alusión al descomunal tamaño que los caballos están luciendo a lo largo de esta feria. El caso es que cuando la ovación cogió vuelo por parte de toda la plaza (algunos, más "despistadillos", no sabían ni qué carajos aplaudían) el bueno de Robleño se dio por aludido a consecuencias de su pronta retirada de la profesión... Y salió a saludarla. Como si esta fuera la tarde de su despedida en Madrid (que no es el caso). Circunscribiéndose exclusivamente a lo taurómaco, la tarde de Robleño fue de muy discreto contenido: porfión y aseado con el 1°, y breve con el marrajo 4°. Y con la espada, sendos bajonazos.

Damián Castaño es un torero también que cuenta con el agrado de Madrid. Pero esta tarde tampoco fue la más afortunada para él. Anduvo, con el 2°, más centrado en eso de "ponerse bonito", que en cualquier otra cosa. Y claro, el tema no cuajó ni por asomo. En Madrid gustan los toreros elegantes, pero cuando hacen el toreo. Ponerse elegante para pegar pases, no cuela. Y eso fue lo que hizo durante toda la faena: pegar pases. También se los pegó al 5°, un toro que llegó a embestir franco y con buen son por el pitón derecho mientras le duraron las intenciones. Castaño lo intentó con más cabeza esta vez, intentando templar la embestida del toro por abajo y llevar el muletazo hasta el final. Lo intentó, otra cosa es que lo consiguiera. Llegaron a haber muchos altibajos en esa faena, con algún que otro muletazo de mejor trazo, pero muchos enganchones y desconfianza por su parte. Dejó una buena estocada tras pinchar una vez; quizás, de las mejores veces que se le haya visto entrar a matar. 

Juan de Castilla es un torero mucho más nuevo que los dos ya referidos. Se ha hecho un hueco matando este tipo de corridas, especialmente en Francia. Y no parece dársele del todo mal. Por la parte de este torero ha llegado lo mejor de la tarde, tanto en lo concerniente a los toros como, por supuesto, a los toreros. Realizó una faena emotiva y de mucho aguante al 3°, un animal incierto que se paraba a mitad de cada muletazo. Al comenzar la faena pierde los pies en la cara del toro y este, al hacer por él, le propina una fuerte voltereta y un puntazo en sálvese la parte, que necesitó de puntos de sutura al terminar la lidia. Repuesto del trance, volvió a la cara del toro para realizarle una faena basada en el aguante, a través de lo cual consiguió arrancar muletazos verdaderamente meritorios. Mató de una estocada entrando derecho y que, además de caer arriba, resultó atravesada. Dio una vuelta al ruedo. Con la herramienta suturada por los hombres del doctor García Padrós salió a hacerse cargo del sexto, al que recibió a portagayola. Pero pocos dotes pudo demostrar ante el mismo: todo un buey de carreta que huía de cada muletazo y que acabo aculado en las tablas. A pesar de intentarlo con sinceridad y voluntad, el trasteo quedó en nada. 

Dolores, pero de cabeza. Con un Gelocatil se quita, y a otra cosa. Ojalá el moruchismo desapareciera con la misma facilidad de la cabaña brava. Y más, en ganaderías que en otro tiempo fueron venerables. 



domingo, 25 de mayo de 2025

25 DE MAYO DE 2025, DECIMOQUINTA DE FERIA:"EMPACHO DE MORTADELA BARATA"

    Cogerse un empacho, sea de lo que sea, nunca es bueno. Pero claro, si uno ha de empacharse por decreto y porque no le queda otra, sería preferible que fuera a base de jamón 5J, y no mortadela. Que el estómago se va a resentir de la misma manera, pero a fin de cuentas, el paladar lo agradece más de una manera que de la otra. Si don Ricardo Gallardo, amo y señor de la ilustrísima vacada Fuente Ymbro, nos hubiera brindado 5J desde que empezó la temporada, igual el empacho tan gallardo que llevamos hubiera dejado buen regusto. De la cama al váter y del váter a la cama, sí; pero que a uno le quiten lo bailao. Por jamón del bueno, "mato". Pero como el renombrado ganadero se ha dedicado a repartir mortadela de la más barata que hay en el mercado, la cosa sabe mucho peor. 

    Doce de quince, que en total son dieciocho de veintiuno. El gallardo empacho suma tachones en sus correspondientes casillas, y ya hace estragos en el cuerpo. Mala novillada el pasado 30 de marzo (en Las Ventas, sí; donde también hay toros cuando no es feria de San Isidro, aunque algunos parezcan ignorarlo). Mala corrida hace exactamente catorce días, con desfile de inválidos y de sobreros incluido. Y en la tarde de hoy, domingo 25 de mayo, mediocre y soporífera corrida de toros. Ni los dos toros lidiados en 5º y 6º lugar, con los aires de la casta en su haber, logran maquillar un nuevo fiasco que lleva por Conste y Certifico la firma del señor Ricardo Gallardo.

    Los toros de Fuente Ymbro vinieron a Madrid con leña y ofensivos por la parte delantera, si bien desigual de hechuras. Desde alguno que otro más correcto, hasta otros que andaban escurridos y mal hechos. Mansos, flojos de remos y de poco poder en varas, la corrida llegó al último tercio muy apagada y a la defensiva. Durante la lidia de los cuatro primeros, lo único trascendental fue que un nuevo matador de toros mexicano había confirmado su alternativa en España. Su nombre, Diego San Román; quien celebró tan magno evento haciéndose cargo de un toro rajado al que no supo plantarle batalla. Muy voluntarioso por agradar el nuevo matador, el toro se le arrancaba a cada cite con nobleza pero al tercer muletazo se le iba hacia las tablas. No consiguió en ningún momento meterse en su terreno y sujetarlo, por lo que el trasteo pasó desapercibido. Lo mejor de su actuación ante ese toro, un quite por gaoneras de lo más ajustadas.

    Curro Díaz dispuso de un lote completamente de matadero, sin opción alguna. Salvo que se excedió más de la cuenta ahí delante pegando pases, y que a ambos se los cepilló de sendos bajonazos, poco más se le puede reprochar. Román también se eternizó más de la cuenta lidiando al 3º, al que se despachó de dos picotacines en el caballo y que embistió con tontuna y una sosería irritante. Lo intentó Román dándole mucho sitio y dejándoselo venir, pero no ocurrió nada relevante ni exento de vulgaridad. Una vulgaridad que llegó, a partes iguales, de toro y torero.

    A punto de llegar a lo más profundo del abismo estaba la tarde cuando Román agarró la muleta para hacerse cargo del 5º. Este toro pasó por el trámite (nunca mejor dicho) del picador para recibir dos caricias de nada. Un beso de amor hace más sangre e imprime más castigo que esos dos picotacitos que se llevó ese 5º en el primer tercio. Pero el toro, en lo más profundo de sus entrañas, llevaba un cierto fondo de casta que acabó por derrochar en el último tercio. La generosidad de Román echó el resto. Fueron seis series de muletazos, por ambos pitones, en las que el matador le dio sitio siempre y se lo dejó venir desde lejos. Esto hizo que el toro galopara con alegría y repitiera en cada muletazo, embistiendo con mucha franqueza. Buen toro en la muleta... ¿Toro? Más bien, medio toro: discreta pelea en varas (manseó y le dejaron crudo), y buen juego en la muleta. Román anduvo generoso, asentado y voluntarioso, sí. Otra cosa es que llegara a torearlo con limpieza y a realizarle una buena faena. No hubo muletazos rotundos, lo pasó siempre a base de trallazos, muy despegado y echándoselo hacia fuera metiendo el pico descaradamente. Ya en la última serie, con la diestra, sufrió una fuerte voltereta cuando se quedó totalmente fuera de cacho en uno de los cites, y el toro hizo por él sin dudarlo. Cerró la faena con un puñado de electrizantes bernardinas, en las que se jugó el tipo con gran sinceridad. Pero el uso de la espada fue deficiente: pinchazo y media estocada baja y atravesada. Se le otorgó una oreja, ciertamente cuestionable teniendo en cuenta varios factores, pero sobre todo el de la espada.

    El 6º toro también fue un ejemplar con mucho que torear. Manseó en el caballo, donde el picador Eduardo Reyna le plantó dos puñaladas traseras y metiendo bien las cuerdas. A pesar de todo, llegó a la muleta embistiendo como un tren. Fue un toro muy complicado y de embestida correosa, que pedía firmeza, mano baja y temple. La faena de Diego San Román acepta dos lecturas: la de la firmeza y el valor que derrochó en todo momento; y, por otro lado, el poco oficio que demostró tener. Dio la cara el matador en todo momento y tuvo la virtud de no venirse abajo ni aun cuando el toro le desbordaba. Poco a poco, esos trallazos que compusieron las primeras series fueron convirtiéndose en muletazos de más mano baja, hasta llegar a conseguir algunos más mandones y de mejor trazo. Ante una embestida que se encuentra en las antípodas de esa embestida mexicana suave y lenta a la que anda más acostumbrado, Diego San Román demostró estar sobrado de valor y muy flojo de oficio. 

    Del gallardo empacho, ya solo nos queda el postre en forma de tres novillos para el viernes. ¿Y si dosificáramos y, de paso, la mortadela la dejamos para otras ocasiones? Al final todos saldríamos ganando. Y nuestros estómagos, los primeros: los empachos son siempre desagradables. 


sábado, 24 de mayo de 2025

24 SE MAYO DE 2025, DÉCIMOCUARTA DE FERIA: "EN EL NOMBRE DEL ARTE, DE LA CLASE, DEL RITMO Y DE LA SANTA TOREABILIDAD. AMÉN"

En el nombre del arte, se han cometido (y cometen) numerosos disparates. En el nombre del arte, un plátano pegado a una pared con cinta de carrocero se exhibe en la feria Arte Basel de Miami. En el nombre del arte, se considera "obra" a una pared pintada de blanco. En el nombre del arte, una estructura metálica forrada con extensiones de pelo rubio, es exhibida en Arco y cuesta la friolera de once billetes de los violetas... Y en el nombre del arte, ahí queda la imposición de la toreabilidad, de la falta de casta, de la borreguez y de la falta de fuerzas como el paradigma de la bravura. Amén. 

La ganadería artista por excelencia, Juan Pedro Domecq, con los dos artistas por excelencia del momento: Juan Ortega y Pablo Aguado, más conocidos en estos lares como Juan Con Miedo Ortega y Pablo Clazeyritmo Aguado I, El Educador de los güenos afisionaos. El paradigma del arte taurino más contemporáneo: una gatada inválida y descastada, para que dos torerines de pitiminí se harten a pegar pases. Pases, eso sí, con mucho gusto y duende. A esto hemos llegado.

Semejante bodrio cuela en cualquier otro sitio, especialmente de Despeñaperros para abajo. Pero Madrid, aunque a veces flojee, siempre es Madrid. En Madrid, semejante parodia de inválidos escuálidos y descastados, no cuela. Como tampoco cuelan las caricias a media altura, la pinturería, el gusto, los desplantes y el aroma a sevillanía, cuando ahí delante falta el actor principal de la corrida. Véase, el Toro. Y como Toro fue precisamente lo que no hubo en esta tarde, el resultado se ha condensado en un infumable (anti) espectáculo que, a Dios gracias, no se extendió mucho más de dos horas. 

No valieron para nada los pocos detalles de pinturería que le jalearon a Juan Ortega durante la lidia de sus tres entes. Alguna cosilla por ahí suelta, pero que muy suelta, con el capote; y algún que otro detallín en forma de remates con la muleta. Tres babosas fue lo que lidió, con las tres babosas hizo intento de recrearse con su esencia, y en los tres turnos apenas llegó a alcanzar el menor caso del personal. Y ya si eso, hasta otro rato. Que ya será en otra feria.

Al Educador de los güenos afisionaos, el mismo que da una pataleta de niño chico porque le devuelven los inválidos, le otorgaron una oreja del 6°. Antes, anduvo con su pinturería y su plasticidad ante otras dos babosas que no hicieron un mal gesto ni le pusieron en apuro alguno. Detallines ante esos dos cuarto y mitad de toros que le correspondió lidiar en  segundo y cuarto lugar. Entre el tedio y el cabreo generalizado del personal, que se sentía cual víctima del tocomocho ante la falta de casta y de bravura que caracterizaba la tarde. La oreja se la cortó, efectivamente, al 6°; remiendo de Torrealta. Porque no, la BECERRADA de Juan Pedro Domecq no pasó  al completo la criba veterinaria (cómo serían los rechazados, Dios santo...). Ese sobrero de Torrealta llegó a cumplir en el caballo, recibiendo más castigo él solito que los otros cinco restantes. Llegó a la muleta noble, suavón y a medio gas. O lo que es lo mismo, con claze y ritmo. Por fin, parecieron alinearse los astros para el Educador de los güenos afisionaos, pues aparte de que pareció encontrar un torete al gusto, también parte del personal ya se vio completamente educado para entender todo lo que le hizo. Y así le cortó la oreja, tras una faena basada principalmente en la mano izquierda y en la que, de manera suelta y aislada, soltó algunas caricias muy estéticas e inspiradas. Granitos entre mucha paja. Torería y sabor a raudales, pero faltaron dos cosas: por un lado, rotundidad; esa rotundidad que solo puede llegar con una serie de esos naturales completa y muy bien pegada. Y por otro lado, el actor principal: el Toro. El de Torrealta se dejó con dulzura, pero le faltó mucha más emoción, una emoción que solo podía llegar con la casta. Y de eso no hubo. Mató Aguado de estocada rinconera que, además de provocar un derrame, surtió efecto fulminante. Y orejita. Un orejita que en absoluto maquilla el fiasco ganadero y jartista con el que se había publicitado la tarde.

Aunque nadie le hizo ni caso, aunque nadie tuvo la decencia de invitarle a hacer un quite... Pero ahí anduvo, una vez más, Álvaro de la Calle como sobresaliente. Siempre atento a todo, bien colocado y perfecto en sus labores. Había que resaltarlo. 

En el nombre del arte, de la clase, del ritmo y de la santa toreabilidad, la Fiesta se va, literalmente, a la mierda. Y tardes así, le hacen más daño a esto que los quince-veinte cazurros que ayer, una vez más y con el beneplácito de esa infamia política que guía los destinos de España, gritaban a las puertas de la plaza de Madrid. Toro, Toro y solamente Toro es lo que hace falta aquí; y lo demás, que venga después. Si quiere venir y medirse al Toro, claro. 

viernes, 23 de mayo de 2025

23 DE MAYO DE 2025, DECIMOTERCERA DE FERIA: "EL MEDIO-TORO EN TODO SU ESPLENDOR"

        A Victoriano del Río no le salió esta vez un Frenoso, uno de esos toros bravos de principio a fin, que cumple en varas y va a más durante toda la lidia. No hubo Frenoso alguno esta vez, como tampoco hubo alcurrucenes, ni lisardianos o aldeanuevas frailunos. Dicho de otro modo, la corrida de Victoriano del Río no fue extraordinaria, pero sí echó toros con posibilidades. Sirvió la corrida, sirvió dentro de los parámetros de la nobleza, la toreabilidad, las pocas fuerzas, la simulación del tercio de varas y la poca casta, enemiga pública esta del torero y del jarte. El medio-toro en toda su extensión. Ni toros, ni moruchos. Simplemente el medio-toro. Es cosa de según se mire el vaso, si medio lleno o medio vacío. Y yo, pobre de mí, lo veo medio vacío. Sugestionado acaso por los Frenoso, Brigadier, los de Palha del mes de abril, o el de Saltillo también de abril (que sí señores, que en Madrid no solo hay toros en mayo, a ver si se enteran). Pero también, sugestionado ya después de las inmundicias que llevan por nombre El Puerto de San Lorenzo, Alcurrucén, El Pilar o Valdefresno...

      Pues fuera las sugestiones. En el día de hoy, Victoriano del Río se echó al morral una corridita bien presentada aunque sin grandes excesos, que no hizo cosas grandiosas en varas (si bien, hubo algunos que cumplieron bajo el peto y no mansearon), baja de casta, y que se dejó hacer. Y con el morral atestado de esas cualidades desembarcó Victoriano del Río en Madrid una vez más, con el personal esperando mucho más, y después de unos días de "mucho menos". Poca cosa ocurrió durante la lidia de los tres primeros toros, cuya pelea en varas fue más o menos igual que la que libraron en el último tercio: se dejaron sin hacer un mal gesto, pero sin grandes alardes de bravura y de casta. Al 1º, Emilio de Justo le realizó una faena muy poco asentada y atropellada, sin terminar de confiarse y pegando sus clásicos medios muletazos. El 2º, al que no se picó apenas, fue un toro reservón y muy agarrado al piso, que cuando decidía arrancarse repetía y otorgaba buenas embestidas. Sobre todo por el pitón izquierdo. Un toro, a fin de cuentas, complicado y con el que había que meterse mucho y saber lidiar. Pero fue a encontrarse con un huracán, el famoso Huracán de los Andes, que en el día de hoy no fue ni brisa. Desentendido e indolente, como si la cosa no fuera con él, se limitó a tirar líneas con una chabacanería absoluta. El 3º, dentro de esa línea pastueña y toreable, tuvo una faena de pocos pero intensos muletazos, de esos que hacen recordar el "pronto y en la mano" del inolvidable maestro del mechón blanco. Pero Tomás Rufo, que no es Antoñete ni mucho menos (poooooor favorrrrrr), realizó una faena larguísima y anodina, con un comienzo espectacular toreando de rodillas, pero venida rápidamente abajo, al asentar las plantas de los pies sobre la arena. Mal, además, con la espada.

    En cierto modo, empezaron a ocurrir cosillas una vez el 4º irrumpió en el ruedo. Dos picotacitos recibió, saliendo suelto del segundo; pero en la muleta derrochó cierta alegría en sus embestidas. Emilio de Justo paseó una oreja de este toro tras su lidia, por una faena en la que hubo mucha paja y algún que otro grano. Faena de altibajos, con pocos altos y sí muchos bajos. Los bajos fueron cuatro series de derechazos muy pero que muy modestas, siempre citando muy fuera de cacho y escondiendo la pierna descaradamente, sin terminar de rematar ningún muletazo. Se la echa a la zurda y no ocurre nada en la primera serie, pero sí llega a lucir algunos naturales aislados al final, a pies juntos, con gusto y despaciosidad, que fueron rematados con un GRANDIOSO pase de pecho. Extasiado, arroja la espada al suelo en un feo gesto que no representa torería alguna, y comienza a pegar naturales con la mano derecha, cuyo calificativo más amable bien podría ser "ni fu, ni fa". Como culminación, algunas florituras de mucha enjundia para cerrarse al toro, y una buena estocada que sirvió por sí sola. Y orejita al canto, a un toro que mereció mucho más. 

    Al 5º toro lo asesinó un picador de cuyo nombre no quiero acordarme, pero que se hace llamar Sergio Molina. Semejante sujeto asestó una puñalada al animal en todo el costillar, y desde entonces el toro no hizo sino blandear y defenderse. Tampoco anduvo muy lucido el señor Presidente, que lo mantuvo en el ruedo. Y ese presunto huracán que hoy se quedó en una pequeña brisa, encantado de la vida. O al menos eso aparentó durante el largo trasteo al inválido, recreándose en sus cucamonas de excelso pepagapases que es, hasta el punto de llegar a escuchar un aviso. Ya hay que ser mal profesional para, en Madrid, llegar a escuchar un aviso por recrearse ante un pobre inválido. Pero claro, estamos hablando de Roca Rey, de quien nada puede ya sorprendernos. Ya sabemos que en cualquier otro lado, por esto le hubieran otorgado dos orejas y rabo, y hasta hubiera habido petición de indulto... Pero Madrid aún no se ha perdido del todo.

    Y llega el momento culmen de la tarde. Es el 6º toro, que ya daba muestras de ser un completo inválido desde que asomó por chiqueros, sin tan siquiera pasar por el trámite (porque, al fin y al cabo eso es lo que es) de los puyazos. ¿Puyazos? Picotacines de nada, más bien. Como hubiera dicho un legendario aficionado de Madrid (a quien Dios tenga en su santo seno), "ni para un análisis". Y con esas, el toro se viene arriba tras ser banderilleado por Sergio Blasco y Fernando Sánchez. El primero dejó dos buenos pares de banderillas, y el que resta... Pues es que como ya se le aplaude todo, qué más da si lo fueron o no. Salió apurado Fernando Sánchez de ese par, el toro le hizo hilo y por poco le echa mano... Pero más apurado aún es salir perseguido y que sea Roca Rey quien deba estar al quite. ¿Apurado? Un deporte de riesgo, más bien. Como tirarse en paracaídas y que este no se abra... ¡¡Mal profesional y mal compañero es ese torero!! Y lo peor, no es la primera vez... En definitiva, que ese inválido se vino arriba y propició un puñado de enclazadas y rítmicas embestidas, que a cualquiera de esos paladines del jarte hubiera extasiado hasta el orgasmo. Pero Tomás Rufo no es un torero excelso, artista ni inspirado. Tomás Rufo es... Tomás Rufo. Un torero que torea retorcido, que se echa a los toros para fuera metiendo mucho el pico, que no carga la suerte, que se alivia... Y eso fue lo que hizo durante toda la faena, una faena por cierto muy jaleada. Varias series de muletazos por ambos pitones, bajando mucho la mano pero tal vez aceleradas, sin mando ni sometimiento. Muletazos despegados y escupiendo al toro fuera. Series ligadas, en algunas haciendo la noria y hasta haciendo ese censurable gesto de agarrarse a los cuartos traseros... ¿Que si entra la espada a la primera, se hubieran pedido las dos orejas? Ni qué decir tiene. Pero la espada no entró, y el bueno de Tomás Rufo se quedó sin cantar bingo.

    La corrida de Victoriano del Río fue un canto al medio toro. Una lírica a la tauromaquia postmoderna. Un poema a la toreabilidad. Una fábula en la que la nobleza es protagonista principal; y la casta y la suerte de varas, antagonistas. El vaso medio vacío. 

22 DE MAYO DE 2025, DUODÉCIMA DE FERIA: "NI PICANDO A VEINTE METROS BAJO TIERRA"

    Regla no escrita en esto de los toros: en toda tarde de toros siempre se rasca algo interesante. Aunque sea cualquier nimio detalle. Cualquier cosa... Un capotazo. Un quite. Una media verónica. Un remate. Un par de banderillas. Un puyazo. Un... Algo. La regla es esa y, como toda regla, siempre hay una excepción. Por lo pronto, esa excepción es una corrida de Alcurrucén que fue lidiada por Sebastián Castella, Miguel Ángel Perera y Daniel Luque un 22 de mayo de 2025. Es decir, la corrida de hoy. A ver quién es el guapo que le saca el más mínimo contenido a semejante bueyada. Una bueyada con la que se vio las caras la vulgaridad en persona y vestida de luces. 

    Como cerdos llevados al matadero, célebre frase "rowlingiana", se dirigió a la plaza el aficionado (a los toros, que no al cubateo, a los vivaspaña y a la jarana); sabedor de las nubes negras que se cernían sobre la tarde. Alcurrucén... Si solo de oírlo da escalofríos: moruchada hace nueve días. Dos moruchadas hace doce meses. Otras dos moruchadas hace veinticuatro. Y hace treinta y seis, lo mismo. ¿Qué podía salir mal? "De una tarde de toros siempre se rasca algo interesante", decía el más optimista, acaso con la noble intención de inventarse cualquier excusa para dejarse caer por la plaza, con semejante panorama oteando en el horizonte. Y hasta de la peor tarde de toros se puede rascar algo, faltaría más. Pero no fue el caso, porque una cosa es una mala tarde de toros, y otra muy distinta fue esto. Y en verdad, no hubo nada de nada. Pero vamos a ver ¿qué demonios se va a rascar de tal infamia? Nada, es imposible. Ni rascando, ni rastreando como sabuesos, ni aun picando a veinte metros bajo tierra. La tarde ha sido infinita y anodina, de más de dos horas y media de duración y completamente vacía. Uno a uno fueron desfilando, ante los ojos de los presentes, una nueva y lozana bueyada que añadir a la colección de lozanos despropósitos. Seis moruchos de carne, mal presentados, mansos, descastados, parados, bobalicones, marmolillos, tontunos y toda esa ristra de calificativos tan impropios de toda una corrida de toros. El 4º, inválido, hizo mover el esqueleto a los chicos de Florito, a buen seguro más bravos que cualquiera de los últimos cien lozanos toros que hemos visto por aquí. Y en su lugar salió un sobrero de Zacarías Moreno: el tuerto en un país de ciegos. Un tuerto miope y astigmático, pero tuerto al fin y al cabo. Y eso, al final, puede llegar hasta a servir. Y sirvió, para que Castella soltara una inaguantable soflama de destoreo. Pero sirvió, que ya es algo.

    Ante semejante panorama bóvido se plantaron los tres vulgares pegapases antes referidos, para echarle aún más leña al fuego de la chabacanería y de la inmundicia. Con el capote, con la muleta y, por descontado, con la espada. Castella anduvo pegapases y anodino con el morucho. Y con el tuerto miope y astigmático, lo mismo. Se dejó ese 4°, que regaló un puñado de embestidas que fueron derroche de bobaliconería. Sacó Castella todo su arsenal: pendulazos desde los medios, series de muletazos sobre ambos pitones; sin mando, sin temple, sin acople, sin colocación, con muchos enganchones y aún más vulgaridad... Anduvo mal Castella con ese potable toro, muy mal. Pero aún más con la espada, y durante toda la tarde además: bajonazo al 1° y bajonazo al 4°. Y aun con esas, le piden la oreja. Debe de ser duro, pero que muy duro, dejarse un buen número de billetes en entradas, cubatas, vestuario y accesorios, para luego salir de la plaza sin haber visto cortar ni una mísera oreja. Qué digo una oreja, sin tan siquiera tener ocasión de dar un mísero aplauso. Solo por este motivo, aderezado correctamente con la ingesta de unos cuantos litros de ginc-tónic, se puede llegar a comprender que parte del personal pierda la razón de esa manera. Muy duro...

    Miguel Ángel Perera, maestro del pegapasismo más vulgar que se pueda encontrar en una plaza de toros, se estampó contra la moruchada. Soltó su soflama, poco caso le hicieron, hizo un deficiente uso del estoque (de nuevo), y hasta otro ratito. O lo que es lo mismo, hasta dentro de diez días. 

    Daniel Luque también es maestro. O al menos, así lo quieren vender los paladines de la (des)información taurina. Maestro, sí. ¿De qué? Eso ya no lo sabemos decir. Es maestro, y punto. Pero fuera de Madrid, claro. Lejos de esta plaza y de esta afición, sus andanzas son solo comparables a las del Cid (ojo, el Campeador; que no nuestro Manuel Jesús, pues no ha nacido aún hombre alguno que se pueda equiparar a ese Cid de sus buenos años). Pero es pisar Madrid, y el señor Luque queda como don Quijote luchando contra los gigantes que en realidad eran molinos. Perfecta metáfora, quijotesca además, de lo que es este torero: donde dicen que hay gigantes, tan solo hay molinos. Una feria de San Isidro más a la buchaca, y Daniel Luque vuelve a pasar de puntillas. Ni con ese capote ese tan magnífico que (dicen) tiene, ni con esa muleta que (dicen) es tan poderosa y tan artística, ni con la espada. Daniel Luque se plantó, de nuevo, ante dos moruchos. También soltó su soflama de pases, muy despegado y a media alturita para no molestar; lo de las luquesinas, lo del (des)toreo en ochos, lo del encimismo... Y hasta otro rato, que ya si eso llegará con una nueva feria. 

    Alcurrucén dio la tarde, y con Alcurrucén la dieron tres matadores que son capaces de aburrir hasta a una oveja. Tampoco dieron motivos de alegría las cuadrillas, tan socorridas en tardes así para recordar algún que otro momento de altura. Hubo algún que otro par de banderillas aseado por parte de Rafael Viotti y de Jesús Arruga, pero no pasó de eso mismo. Aseado, y ya. De todas las tardes de toros siempre se repesca algo, pero en la de hoy es misión imposible. Como soltar la piara de cochinos en mitad del Sáhara y pretender que te encuentren una trufa. Pues igual.