Volvió el Toro. ¡¡Bendito sea!! Volvió el Toro y con el Toro, la casta, la emoción, la incertidumbre, la ausencia de aburrimiento, y todos esos componentes de la Fiesta que tan poco hemos paladeado en las últimas semanas y que ya creíamos perdidas. Volvió el Toro. ¡¡Eso es el Toro!! Y eso es el Toro de Madrid, con trapío, serio desde la punta del pitón hasta la penca del rabo, musculado y sin dejar de ser fiel al fenotipo que su procedencia, Albaserrada, demanda. Y ni eran mastodontes, ni iban con excesiva romana, ni tampoco eran exageradísimos de cara. Para que luego los apesebrados esos de la plumilla oficial y del microfonito digan que en Madrid gusta el toro mastodonte, de no menos de 600 kg y con leña para pasar veinte o treinta inviernos...
Volvió el Toro a Madrid, y si el Toro está presente también lo está la casta y la emoción. No así la bravura, porque a los albaserradas del Tío Pichorronco (que es así como se le conoce a don José Escolar Gil, ganadero por la gracia de Dios) le faltaron de eso: bravura. ¡¡Qué gran corrida hubiera sido si se hubieran empleado en varas!! Es el mayor lunar que tuvieron los 6, que mansearon lo suyo; aparte de que alguno llegó a flojear más de lo deseado. Pero aun con esa mansedumbre, la corrida sacó mucho que torear e hizo posible que lo que ocurriera en el ruedo tuviera importancia. O, al menos, todo aquello hecho con el más mínimo decoro. Porque cuando el Toro aparece, la dureza se masca en el ambiente y las dificultades salen a relucir no tardando mucho. Ello hace que estas corridas solamente sean aptas para lidiadores altamente cualificados, vistan de oro, de plata o de azabache; o anden tocados del castoreño. Y en esto, hubo de todo.
Hubo un TORERO, así en mayúsculas. Y con él, dos más. Y entre medias, nueve banderilleros y seis picadores que hicieron de todo. Hubo un TORERO que se hace llamar Noé Gómez del Pilar y que tuvo las dos caras de la moneda en esta tarde: la cara, al llevarse una oreja del 3º; y la cruz tras ser herido al recibir a portagayola al 6º, lo que le impidió completar su obra esta tarde. Verdaderamente la oreja cortada al 3º fue un trofeo ganado a ley, tras andar con ese encastado y complicado ejemplar con mucha torería, valiente de verdad, inteligente y hasta lidiando con acierto, rara avis en tiempos de coletas a los que solo les caben en la cabeza pegar pases a todo aquello que tenga cuernos y cuatro patas. Gómez del Pilar se fue a recibir a portagayola a ese 3º, toda una declaración de intenciones que le honra pero que quizás está de más en este tipo de corridas. El toro no se empleó en las tres varas que le fueron propinadas y salió suelto, dejando también claro que muy bravo no resultaba ser. La mala lidia que se le hizo tampoco ayudó, no se le fijó en los capotes e iba a donde le daba la gana y cuando le daba la gana. Aun con esas, José Antonio Aponte "Candelas" puso un par de banderillas con mucho mérito. Y cuando Gómez del Pilar agarró la muleta, el animal andaba en los terrenos del 7 esperando, como diciendo "ven para acá y plántame batalla, si te atreves". Y el torero, lejos de amilanarse y de dejar de atreverse, allá que se fue para empezar a lidiar al toro con acierto y metiéndole en la muleta con inteligencia y temple. Lo que vino a continuación fue uno de los momentos más emocionantes de todo lo que llevamos de feria: el toro acudía con prontitud a cada cite y luego embestía con casta, no sin ignorar lo que se dejaba atrás. Eso que se dejaba comenzó dándole muletazos por el lado derecho y dos de ellos resultaron mandones y de mano baja, pero a los muletazos posteriores le faltaron más mando, si bien derrocharon la misma firmeza. Agarra la muleta con la zurda Gómez del Pilar y, de uno en uno y ayudándose con el palo, comienza a pasar al toro, embebiéndole así en la tela roja poco a poco y con mucha inteligencia. ¿Quién había dicho que todo es plantarse a pegar pases? Cuando ya tenía al toro en su poder, comienza a darle muletazos muy mandones por ese lado izquierdo, de uno en uno. Pero ¿quién fue aquel a quien se le ocurrió decir que si no se liga no se torea? Tras dejar esos muletazos por el lado izquierdo vuelve a la diestra, pero aquí y aunque sigue igual de asentado, la faena baja un poco más, no sin dejar un pase del desdén de auténtico cartel de toros. ¡¡El toreo!! Y cuando vuelve a echarse la muleta a la zurda, viene lo mejor: tres naturales inmensos y que demuestran que la casta del toro ha sido dominada, pero se abandona tanto Gómez del Pilar que el toro le achucha y le propina un fuerte porrazo, sin consecuencias por suerte. Ya estaba hecha la faena, y aunque vuelve a intentar una serie más de muletazos, desiste ante la evidencia de que ya estaba todo hecho. Se perfila y, entrando de verdad, mete la mano hasta dentro; pero le queda un palmo caída la estocada. La oreja no dejó de caer y tampoco nadie la protestó, ¿quién iba a negarle un triunfo así a un torero que de verdad estuvo valiente, lidiador y hasta se tomó la licencia de torear ante un toro de esa condición? No todos los días pasan esas cosas. ¡¡Honra a los toreros valientes de verdad!!
Y con Gómez del Pilar, dos más. Se hacen llamar Octavio Chacón y Alberto Lamelas. Mala, muy mala tarde por parte de los dos. A Octavio Chacón, consumado lidiador muy esperado en esta plaza, le cupo en suerte lidiar uno de los lunares de la corrida. Ese 1º, inválido, debió haber terminado sus días de un puntillazo en los corrales, pero hubo que tragar con él. El terror se apoderó de quienes estábamos aposentados en el tendido viendo la lidia de ese toro: sí, el terror que provocan los fantasmas de días pasados, o lo que es lo mismo, lo fantasmas del medio-toro inválido, bobón y descafeinado. ¡¡Cómo era posible que la corrida de don José Escolar Gil fuera una de esas tantas!! Pero una vez se quitó de encima Octavio Chacón a ese inválido, sainete con el descabello mediante, esos fantasmas desaparecieron. Solo quedó un fantasma en la plaza, y andaba comentando la corrida para el Canal Plus (de Triana, para más señas). Los otros fantasmas desaparecieron, se los llevó la casta de un plumazo.
La casta no desapareció en toda la corrida. La tuvo el 4º, otrora del lote de Chacón y con el que anduvo falto de recursos para meterlo en la muleta y llevarlo largo y por abajo. El acierto tampoco le acompañó a Chacón para lidiar la alimaña que mandó a Gómez del Pilar a la enfermería, y es que lo que no se puede pretender es pegar pases, o intentarlo, a semejante ejemplar sin antes intentar siquiera machetearlo. ¿Dónde quedó ese lidiador inteligente y poderoso que ha deslumbrado años atrás? Y ante ese complicadísimo 6º, el grandioso banderillero Ángel Otero le sopló dos pares de banderillas enormes, los mejores de la feria. ¡¡Qué ovación se llevó!!
Alberto Lamelas, el hombre, no dio para más ante semejante corrida. Sin recursos y sin ideas para hacerles frente a esos toros es difícil llegar lejos, pero menos aún si lo que falta es el valor. Y Lamelas careció de todo ello esta tarde. Muy desconfiado toda la tarde con los dos toros que le cupieron en suerte, incapaz para lidiarlos y mucho menos aún para darles muletazos limpios y mandones. Y además, al igual que Octavio Chacón, muy mal con la espada.
Tarde de emociones, de reencuentro con la verdad del Toro, de sensaciones ante un torero que dio la cara y toreó bien de verdad, de un grandioso tercio de banderillas protagonizado por Ángel Otero, y de reconciliaciones con la Fiesta. Ay, si hubiera más tardes de estas...