Tiene cojones, que se dice en mi pueblo (y con la debida disculpa). Pero tiene cojones. Tarde de gran expectación en Las Ventas, con un lleno total y la ilusión desbordada. Vuelve Alejandro Talavante tras su "retiro"; un torero muy del gusto de Madrid y esperado por todos. Está anunciado también Juan Ortega, un torero dotado de arte y un halo especial que muy pocos tienen; uno de esos llamados "toreros artistas", y que se le espera por los aficionados exigentes. Ambos, en un atractivo mano a mano, se medirán a una corrida de Jandilla, hierro por el que los "importantes" del escalafón se zurran por vérselas ante ellos y de la que reniegan tan vehemente esos talibanes que ni idea tienen de nada.
Tiene cojones, que se dice en mi pueblo (y de nuevo otra disculpa). Pero es que los tiene, que en una tarde como esa, con todo desatado y tan a flor de piel, la mayor y más unanime ovación vaya y se la lleve... Exacto, el sobresaliente. ¿Los tiene o no los tiene? Si no, que baje Jesucristo del cielo y lo vea.
Tiene cojones, que se dice en mi pueblo (va la tercera). Pero no deja de tenerlos. Que ese paradigma de la bravura y del jarte que es Jandilla pretenda vivir toda la vida del cuento de aquel buen toro apodado Hebrea y que echó en Madrid en el año 2017, y desde entonces no se le haya vislumbrado el menor atisbo del verdadero Toro, el que de verdad saca casta, bravura y emoción. Petardo tras petardo, uno tras otro. Así un año, y otro y otro y... ¿Y no será que a lo mejor ese hato de talibanes que ni idea tienen de nada, sí que puedan llevar un poquito de razón a veces? No hubo por dónde coger a lo de esta tarde: mal presentados, flojos, descastados, vacíos y sin nada dentro que ofrecer. Y ahí siguen, año tras año anunciados tanto en Madrid como en otras plazas importantes. Pero no importa, a los toreros les gusta y punto. ¿Qué más da el resto?
Tiene cojones, que no para de decirse en mi pueblo (ya no hay más disculpas). Pero sigue teniéndolos, que a Alejandro Talavante se le REGALE (con sus seis letras) un despojito, y la vuelta al ruedo parezca más un velatorio que un triunfo en Madrid. ¿Hasta los propios que pidieron la oreja se quedaron a medias de un cuarto con la faena de Alejandro Talavante? No sería para menos: el único toro de Jandilla que verdaderamente sacó algo, aun teniendo que pisotear y vapulear el primer tercio para ello, le cae en gracia en tercer lugar al mismo que regresaba a Madrid tras su particular parón. La faena la desarrolla toda en los medios: intercala series de muletazos por ambos pitones sin ponerse en el sitio, descargando la suerte y pegando telonazos hacia fuera. Desde el tendido parecía que sí, pero que a la vez no... Pero no importaba, era Alejandro Talavante el que estaba ahí abajo; ¿qué más da lo demás? La faena es larguita y a Talavante parece que se le va a ir un toro al desolladero sin desorejar al completo, un toro ideal para reventar Madrid en su regreso y poner por las nubes el precio de la carne y del pescado. Se le fue, a pesar de que las dos últimas series, que fueron con la derecha, estuvo mucho más asentado y menos acelerado, pero sin dejar de echarse al toro fuera metiendo el pico sin disimulo. En una de esas dos últimas series estuvieron los verdaderos quilates de toda la faena: un cambiado de mano lento y un pase de pecho ligado a ese cambiado de mano que fue eterno. Mató Talavante a la primera de estocada trasera y tendida entrando por derecho, y que sirvió para que el animalito cayera rodado y para que el funcionariado del pañuelo fácil lo hiciera flamear, sin mucho entusiasmo y como si la oreja se tuviera que dar más por el nombre de ese que vestía el chispeante que por su faena. Y la orejita fue concedida, y ese del chispeante la paseó en un ambiente frío. Poco Talavante ante un toro aceptable, pero nulo Talavante ante dos babositas de Jandilla que no hicieron nada bueno por ser recordadas para los restos. La sombra de ese torero apático, ventajista y vulgar que en ocasiones ha asomado, se cernió sobre Las Ventas en esta tarde, la de su regreso. Y verdaderamente ya puede espabilar si no desea que las tres tardes que le quedan desemboquen en un petardo de época al final de la feria.
Tiene cojones, que para variar se dice en mi pueblo. Pero los tiene que se hable de espabilar y el siguiente en discordia para juntar algunas letras sea Juan Ortega. ¿Algo que rescatar de su tarde? Algo positivo, quiere decirse... Porque si el algo viene del polo negativo, se podría acabar trazando las mismas letras que trazó Miguel de Cervantes para describir las andanzas de Alonso Quijano en su lugar de La Mancha. No, nada positivo ni halagüeño, pero ante este tipo de toreros quién lo sabe...
Y, definitivamente, tiene cojones, como hablan en mi pueblo, que con toda esta verbena montada entre figuras del toreo, buenos toreros de arte, ganaderías bravísimas anunciadas, orejas y demás parafernalia triunfalista, la ovación de la tarde haya recaído en el sobresaliente. O séase, Álvaro de la Calle, el mismo que hace justamente un mes, y con un pobrísimo bagaje a sus espaldas de festejos toreados y toros estoqueados, lidió cinco toros con buen oficio pero sin grandes excentricidades. Saludó una cálida ovación tras romperse el paseíllo que Alejandro Talavante y Juan Ortega, con una empanada muy grande encima, le quisieron arrebatar. Luego ambos tuvieron sus tres oportunidades cada uno para convertir aquel hecho en una mera anécdota. Pero muy al contrario, quedó como un hecho resonante y que describe a la perfección el transcurrir de tan infame tarde.
Te sigo amigo Luis porque son pocos los sitios donde encontrar la realidad de lo que pasa.Y te felicito a tí y a los de tu pueblo por los "cohone" de hacer justicia al único héroe que actuó en esa corrida o lo que quiera que fuese.Un abrazo. franmmartin
ResponderEliminarQuerido amigo Fran, qué alegría volver a leerte. Aquí seguimos, dispuestos a seguir con lo que nos echen. Un abrazo
EliminarLos que si tenéis cojones y gordos sois todos los aficionados que estáis aguantando este circo
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