sábado, 31 de mayo de 2025
30 DE MAYO DE 2025, DECIMONOVENA DE FERIA: "CON P DE PARODIA"
viernes, 30 de mayo de 2025
29 DE MAYO DE 2025, DECIMOCTAVA DE FERIA: "ACÓLITOS Y ACOHÓLICOS"
Ay, el público de los toros. Qué digno especimen de ser estudiado en profundidad. No existe ente alguno en el mundo, de tanta diversidad como aquella que se junta en los toros. Pero esa heterogeneidad solo se palpa durante los días grandes, que cuando aquí no hay ni feria, ni figuras, ni glamour, el personal parece olvidar por completo lo güen afisionao que es. El público a los toros es, efectivamente, de lo más heterogéneo que hay.
Los hay (y estos son mayoría) que solamente aparecen cuando hay figuritas de porcelana.
Los hay (que caben en un autobús, como decía aquel) que da igual que sea verano, primavera, otoño, haga frío, calor, llueva o hiele; que ahí estará, plantado en el tendido y dispuesto a paladear una tarde de toros.
Luego está el gorroncete, que solo va cuando le invitan y, para colmo, se cree amo y señor del lugar. Y en una línea parecida, están aquellos a quienes los toros se la bufan, y va únicamente en favor de la querencia que marca el ginc-tónic, y la foto para presumir en Instagram.
Están también los gritones. ¿Y qué gritan? Pues de todo: algunos, se dedican a censurar el mal juego de los toros, su falta de trapío, sus pocas fuerzas o su falta de casta; y también, el mal hacer de los actuantes. Otros, sin embargo, se quedan en el rebuzno del biiiiiieeeeeeeennnnnnnjjjjjjjjjj o el vivaspaña. Gritos de guerra estos últimos que, por lo general, suele dejar el descubierto al borrachín de turno.
Y, por supuesto, están los acólitos. Esos que son acólitos de un torero en concreto, al cual veneran como una especie de dios en la Tierra. Le aplauden todo, hasta lo inaplaudible. Le perdonan, silencio mediante, todo. Le vociferan la mediocridad, le exageran lo simplemente bueno, y lo superior... A lo superior no suelen llegar, para entonces ya tienen la pastilla debajo de la lengua y van camino del hule. Ayer, ración de acólitos morantistas. Hoy, los de Roca Rey... ¡¡La Virgen, qué dos días llevamos!!
Los morantistas saben de toros y saben paladear lo bueno. Y es que hay que saber de toros para comprender a un torero tan complejo como lo es Morante de la Puebla. Recuerdan a los de Curro Romero hace cuarenta años, que le veneraban hasta la forma de esquivar las almohadillas. Se desgarran la camisa con su torero, en lo bueno y en lo malo. Si Morante está bien, para ellos superior. Si está mal, "las cosas del genio". Y del Toro, ni hablar...
Los de Roca Rey, por su parte, recuerdan a aquellos que hace sesenta años llenaban las plazas en tromba por ir a ver a El Cordobés: público de aluvión y poco entendido, sin saber estar, sin cultura taurina y llamados de manera exclusiva por el morbo. Y aquellos que con El Cordobés llegaron, con El Cordobés desertaron del tendido y nada más se volvió a saber de ellos. Con los de Roca Rey vamos camino de lo mismo.
Los acólitos de Roca Rey, como es habitual allá donde va anunciado, llenaron la plaza y se hicieron con el control de la situación. Madrid no es ajena a esta moda, y ahí queda el ejemplo de esta tarde: Roca Rey en el cartel, con una corridita de El Torero y el acompañamiento de Diego Urdiales y de Rafael Serna, confirmante de alternativa este último. Al llamado Huracán de los Andes le jalearon y aplaudieron todo cuanto hizo ante el 2º mulo de El Torero. Faena esta comenzada con sus clásicos pendulazos de rodillas; y continuada, una vez en pie, con el destoreo más burdo que pueda existir. Faena muy desajustada, rebosante de trapazos, y sin colocarse ni una vez en el sitio; culminada además con una estocada trasera que bastó por sí sola. Nada, absolutamente nada de especial, ni digno de recordarse lo de aquella faena. Pero como de acólitos estaba repleto el tendido, hubo petición. Una petición que, afortunadamente, desatendió un acertado Presidente. Pero he aquí el colmo del analfabetismo taurino: tras pedir la oreja, NADIE saca a saludar una ovación a ese mismo matador a quien, instantes antes, aclamaban.
Pero Roca Rey no se fue de este San Isidro sin su preciado despojo. Se lo llevó del 5º toro, un torete este de embestida bobalicona, blanda y sosa, ante el cual Roca Rey compuso una faena larguísima y a la que nadie prestó la más mínimo atención en su primera parte. ¿Acaso el percal cambió en algún momento, artísticamente hablando? Para nada. La diferencia la marcaron las protestas: ningún acólito le prestó la menor atención al destoreo chabacano de Roca Rey, hasta que cayeron en la cuenta, ya muy entrada la faena, de las protestas que llegaban desde algunos sectores. Protestas hacia ese pegapasismo a un toro muy parado y blandengue, que embestía sin emoción ninguna. Y ahí es cuando los acólitos entraron en l faena y reaccionaron. No hubo ningún atisbo de toreo en la faena de Roca Rey al 5º, como tampoco hubo una estocada correcta. Al contrario, fue una estocada trasera y caída que, sin embargo, hizo su efecto fulminante. Y orejita al canto. Orejita que para nada tapa la pésima feria que ha echado este torero.
Roca Rey, así como Diego Urdiales y Rafael Serna, hicieron el paseíllo esta tarde para vérselas ante una malísima corrida de El Torero. Malísima por floja, de poco poder en varas, sosa, descastada y tediosa. Solo uno embistió con alegría, y ese fue el 4º. Un buen toro que se quedó crudo en varas, y que en la muleta sacó embestidas verdaderamente provechosas. Y con ese toro, Diego Urdiales sucumbió estrepitosamente. Ni pudo ni quiso. Y definitivamente, tal y como se sospechaba desde hace algún tiempo, Diego Urdiales está para hacer las maletas e irse a casa. No es cosa de ahora, sino de hace algunas temporadas. Una pena.
Rafael Serna vino a confirmar la alternativa que tomó en Sevilla hace ocho temporadas. Y lo cierto es que, despojos aparte, el hombre tuvo una actuación de lo más digna y voluntariosa. Entró en quites, estuvo activo con el capote, puso buena voluntad y empeño, dio buenas verónicas en el recibo al 6º tras una portagayola, llevó a ese toro al caballo mediante un bonito galleo por chicuelinas... Y hasta en la faena a ese 6º, aunque no fue una faena limpia ni dejó muchos muletazos para el recuerdo, sí dejó buenas sensaciones. Las buenas sensaciones que da el querer hacer el toreo de frente y queriendo llevarse al toro detrás de la cadera. Ese toro 6º fue complicado: tuvo casta, pero a la vez pocas fuerzas. Y si se le bajaba la muleta, se derrumbaba; y si se le toreaba a media altura, embestía rebrincado. Rafael Serna, dando muestras de su poco oficio y mucha voluntad, estuvo firme y entregado, con intención de hacer el toreo. No lo consiguió, pero la impronta quedó ahí. Mató de una estocada desprendida que, asimismo, fue fulminante; y la orejita cayó. Una orejita cuanto menos benévola. No obstante, se quedan ganas de volver a verlo y de seguir su progresión.
Se desconoce cómo fue para los acólitos, pero en lo que respecta a los que acuden todos los días a los toros sin importar el cartel, la tarde fue soporífera. La mala corrida de El Torero y el calor abrasante fue la tónica general que marcó la tarde. Excepto para aquellos que se refrescaran la garganta y la boca cubalibres mediante. Esos sí que saben.
miércoles, 28 de mayo de 2025
28 DE MAYO DE 2025, CORRIDA DE LA PRENSA: "LOS GARCIMIAUS, EL DERRIBO, MORANTE Y EL ACOMPAÑAMIENTO"
martes, 27 de mayo de 2025
27 DE MAYO DE 2025, DECIMOSEXTA DE FERIA: "DOLORES DE CABEZA"
domingo, 25 de mayo de 2025
25 DE MAYO DE 2025, DECIMOQUINTA DE FERIA:"EMPACHO DE MORTADELA BARATA"
Cogerse un empacho, sea de lo que sea, nunca es bueno. Pero claro, si uno ha de empacharse por decreto y porque no le queda otra, sería preferible que fuera a base de jamón 5J, y no mortadela. Que el estómago se va a resentir de la misma manera, pero a fin de cuentas, el paladar lo agradece más de una manera que de la otra. Si don Ricardo Gallardo, amo y señor de la ilustrísima vacada Fuente Ymbro, nos hubiera brindado 5J desde que empezó la temporada, igual el empacho tan gallardo que llevamos hubiera dejado buen regusto. De la cama al váter y del váter a la cama, sí; pero que a uno le quiten lo bailao. Por jamón del bueno, "mato". Pero como el renombrado ganadero se ha dedicado a repartir mortadela de la más barata que hay en el mercado, la cosa sabe mucho peor.
Doce de quince, que en total son dieciocho de veintiuno. El gallardo empacho suma tachones en sus correspondientes casillas, y ya hace estragos en el cuerpo. Mala novillada el pasado 30 de marzo (en Las Ventas, sí; donde también hay toros cuando no es feria de San Isidro, aunque algunos parezcan ignorarlo). Mala corrida hace exactamente catorce días, con desfile de inválidos y de sobreros incluido. Y en la tarde de hoy, domingo 25 de mayo, mediocre y soporífera corrida de toros. Ni los dos toros lidiados en 5º y 6º lugar, con los aires de la casta en su haber, logran maquillar un nuevo fiasco que lleva por Conste y Certifico la firma del señor Ricardo Gallardo.
Los toros de Fuente Ymbro vinieron a Madrid con leña y ofensivos por la parte delantera, si bien desigual de hechuras. Desde alguno que otro más correcto, hasta otros que andaban escurridos y mal hechos. Mansos, flojos de remos y de poco poder en varas, la corrida llegó al último tercio muy apagada y a la defensiva. Durante la lidia de los cuatro primeros, lo único trascendental fue que un nuevo matador de toros mexicano había confirmado su alternativa en España. Su nombre, Diego San Román; quien celebró tan magno evento haciéndose cargo de un toro rajado al que no supo plantarle batalla. Muy voluntarioso por agradar el nuevo matador, el toro se le arrancaba a cada cite con nobleza pero al tercer muletazo se le iba hacia las tablas. No consiguió en ningún momento meterse en su terreno y sujetarlo, por lo que el trasteo pasó desapercibido. Lo mejor de su actuación ante ese toro, un quite por gaoneras de lo más ajustadas.
Curro Díaz dispuso de un lote completamente de matadero, sin opción alguna. Salvo que se excedió más de la cuenta ahí delante pegando pases, y que a ambos se los cepilló de sendos bajonazos, poco más se le puede reprochar. Román también se eternizó más de la cuenta lidiando al 3º, al que se despachó de dos picotacines en el caballo y que embistió con tontuna y una sosería irritante. Lo intentó Román dándole mucho sitio y dejándoselo venir, pero no ocurrió nada relevante ni exento de vulgaridad. Una vulgaridad que llegó, a partes iguales, de toro y torero.
A punto de llegar a lo más profundo del abismo estaba la tarde cuando Román agarró la muleta para hacerse cargo del 5º. Este toro pasó por el trámite (nunca mejor dicho) del picador para recibir dos caricias de nada. Un beso de amor hace más sangre e imprime más castigo que esos dos picotacitos que se llevó ese 5º en el primer tercio. Pero el toro, en lo más profundo de sus entrañas, llevaba un cierto fondo de casta que acabó por derrochar en el último tercio. La generosidad de Román echó el resto. Fueron seis series de muletazos, por ambos pitones, en las que el matador le dio sitio siempre y se lo dejó venir desde lejos. Esto hizo que el toro galopara con alegría y repitiera en cada muletazo, embistiendo con mucha franqueza. Buen toro en la muleta... ¿Toro? Más bien, medio toro: discreta pelea en varas (manseó y le dejaron crudo), y buen juego en la muleta. Román anduvo generoso, asentado y voluntarioso, sí. Otra cosa es que llegara a torearlo con limpieza y a realizarle una buena faena. No hubo muletazos rotundos, lo pasó siempre a base de trallazos, muy despegado y echándoselo hacia fuera metiendo el pico descaradamente. Ya en la última serie, con la diestra, sufrió una fuerte voltereta cuando se quedó totalmente fuera de cacho en uno de los cites, y el toro hizo por él sin dudarlo. Cerró la faena con un puñado de electrizantes bernardinas, en las que se jugó el tipo con gran sinceridad. Pero el uso de la espada fue deficiente: pinchazo y media estocada baja y atravesada. Se le otorgó una oreja, ciertamente cuestionable teniendo en cuenta varios factores, pero sobre todo el de la espada.
El 6º toro también fue un ejemplar con mucho que torear. Manseó en el caballo, donde el picador Eduardo Reyna le plantó dos puñaladas traseras y metiendo bien las cuerdas. A pesar de todo, llegó a la muleta embistiendo como un tren. Fue un toro muy complicado y de embestida correosa, que pedía firmeza, mano baja y temple. La faena de Diego San Román acepta dos lecturas: la de la firmeza y el valor que derrochó en todo momento; y, por otro lado, el poco oficio que demostró tener. Dio la cara el matador en todo momento y tuvo la virtud de no venirse abajo ni aun cuando el toro le desbordaba. Poco a poco, esos trallazos que compusieron las primeras series fueron convirtiéndose en muletazos de más mano baja, hasta llegar a conseguir algunos más mandones y de mejor trazo. Ante una embestida que se encuentra en las antípodas de esa embestida mexicana suave y lenta a la que anda más acostumbrado, Diego San Román demostró estar sobrado de valor y muy flojo de oficio.
Del gallardo empacho, ya solo nos queda el postre en forma de tres novillos para el viernes. ¿Y si dosificáramos y, de paso, la mortadela la dejamos para otras ocasiones? Al final todos saldríamos ganando. Y nuestros estómagos, los primeros: los empachos son siempre desagradables.
sábado, 24 de mayo de 2025
24 SE MAYO DE 2025, DÉCIMOCUARTA DE FERIA: "EN EL NOMBRE DEL ARTE, DE LA CLASE, DEL RITMO Y DE LA SANTA TOREABILIDAD. AMÉN"
En el nombre del arte, se han cometido (y cometen) numerosos disparates. En el nombre del arte, un plátano pegado a una pared con cinta de carrocero se exhibe en la feria Arte Basel de Miami. En el nombre del arte, se considera "obra" a una pared pintada de blanco. En el nombre del arte, una estructura metálica forrada con extensiones de pelo rubio, es exhibida en Arco y cuesta la friolera de once billetes de los violetas... Y en el nombre del arte, ahí queda la imposición de la toreabilidad, de la falta de casta, de la borreguez y de la falta de fuerzas como el paradigma de la bravura. Amén.
La ganadería artista por excelencia, Juan Pedro Domecq, con los dos artistas por excelencia del momento: Juan Ortega y Pablo Aguado, más conocidos en estos lares como Juan Con Miedo Ortega y Pablo Clazeyritmo Aguado I, El Educador de los güenos afisionaos. El paradigma del arte taurino más contemporáneo: una gatada inválida y descastada, para que dos torerines de pitiminí se harten a pegar pases. Pases, eso sí, con mucho gusto y duende. A esto hemos llegado.
Semejante bodrio cuela en cualquier otro sitio, especialmente de Despeñaperros para abajo. Pero Madrid, aunque a veces flojee, siempre es Madrid. En Madrid, semejante parodia de inválidos escuálidos y descastados, no cuela. Como tampoco cuelan las caricias a media altura, la pinturería, el gusto, los desplantes y el aroma a sevillanía, cuando ahí delante falta el actor principal de la corrida. Véase, el Toro. Y como Toro fue precisamente lo que no hubo en esta tarde, el resultado se ha condensado en un infumable (anti) espectáculo que, a Dios gracias, no se extendió mucho más de dos horas.
No valieron para nada los pocos detalles de pinturería que le jalearon a Juan Ortega durante la lidia de sus tres entes. Alguna cosilla por ahí suelta, pero que muy suelta, con el capote; y algún que otro detallín en forma de remates con la muleta. Tres babosas fue lo que lidió, con las tres babosas hizo intento de recrearse con su esencia, y en los tres turnos apenas llegó a alcanzar el menor caso del personal. Y ya si eso, hasta otro rato. Que ya será en otra feria.
Al Educador de los güenos afisionaos, el mismo que da una pataleta de niño chico porque le devuelven los inválidos, le otorgaron una oreja del 6°. Antes, anduvo con su pinturería y su plasticidad ante otras dos babosas que no hicieron un mal gesto ni le pusieron en apuro alguno. Detallines ante esos dos cuarto y mitad de toros que le correspondió lidiar en segundo y cuarto lugar. Entre el tedio y el cabreo generalizado del personal, que se sentía cual víctima del tocomocho ante la falta de casta y de bravura que caracterizaba la tarde. La oreja se la cortó, efectivamente, al 6°; remiendo de Torrealta. Porque no, la BECERRADA de Juan Pedro Domecq no pasó al completo la criba veterinaria (cómo serían los rechazados, Dios santo...). Ese sobrero de Torrealta llegó a cumplir en el caballo, recibiendo más castigo él solito que los otros cinco restantes. Llegó a la muleta noble, suavón y a medio gas. O lo que es lo mismo, con claze y ritmo. Por fin, parecieron alinearse los astros para el Educador de los güenos afisionaos, pues aparte de que pareció encontrar un torete al gusto, también parte del personal ya se vio completamente educado para entender todo lo que le hizo. Y así le cortó la oreja, tras una faena basada principalmente en la mano izquierda y en la que, de manera suelta y aislada, soltó algunas caricias muy estéticas e inspiradas. Granitos entre mucha paja. Torería y sabor a raudales, pero faltaron dos cosas: por un lado, rotundidad; esa rotundidad que solo puede llegar con una serie de esos naturales completa y muy bien pegada. Y por otro lado, el actor principal: el Toro. El de Torrealta se dejó con dulzura, pero le faltó mucha más emoción, una emoción que solo podía llegar con la casta. Y de eso no hubo. Mató Aguado de estocada rinconera que, además de provocar un derrame, surtió efecto fulminante. Y orejita. Un orejita que en absoluto maquilla el fiasco ganadero y jartista con el que se había publicitado la tarde.
Aunque nadie le hizo ni caso, aunque nadie tuvo la decencia de invitarle a hacer un quite... Pero ahí anduvo, una vez más, Álvaro de la Calle como sobresaliente. Siempre atento a todo, bien colocado y perfecto en sus labores. Había que resaltarlo.
En el nombre del arte, de la clase, del ritmo y de la santa toreabilidad, la Fiesta se va, literalmente, a la mierda. Y tardes así, le hacen más daño a esto que los quince-veinte cazurros que ayer, una vez más y con el beneplácito de esa infamia política que guía los destinos de España, gritaban a las puertas de la plaza de Madrid. Toro, Toro y solamente Toro es lo que hace falta aquí; y lo demás, que venga después. Si quiere venir y medirse al Toro, claro.
viernes, 23 de mayo de 2025
23 DE MAYO DE 2025, DECIMOTERCERA DE FERIA: "EL MEDIO-TORO EN TODO SU ESPLENDOR"
A Victoriano del Río no le salió esta vez un Frenoso, uno de esos toros bravos de principio a fin, que cumple en varas y va a más durante toda la lidia. No hubo Frenoso alguno esta vez, como tampoco hubo alcurrucenes, ni lisardianos o aldeanuevas frailunos. Dicho de otro modo, la corrida de Victoriano del Río no fue extraordinaria, pero sí echó toros con posibilidades. Sirvió la corrida, sirvió dentro de los parámetros de la nobleza, la toreabilidad, las pocas fuerzas, la simulación del tercio de varas y la poca casta, enemiga pública esta del torero y del jarte. El medio-toro en toda su extensión. Ni toros, ni moruchos. Simplemente el medio-toro. Es cosa de según se mire el vaso, si medio lleno o medio vacío. Y yo, pobre de mí, lo veo medio vacío. Sugestionado acaso por los Frenoso, Brigadier, los de Palha del mes de abril, o el de Saltillo también de abril (que sí señores, que en Madrid no solo hay toros en mayo, a ver si se enteran). Pero también, sugestionado ya después de las inmundicias que llevan por nombre El Puerto de San Lorenzo, Alcurrucén, El Pilar o Valdefresno...
Pues fuera las sugestiones. En el día de hoy, Victoriano del Río se echó al morral una corridita bien presentada aunque sin grandes excesos, que no hizo cosas grandiosas en varas (si bien, hubo algunos que cumplieron bajo el peto y no mansearon), baja de casta, y que se dejó hacer. Y con el morral atestado de esas cualidades desembarcó Victoriano del Río en Madrid una vez más, con el personal esperando mucho más, y después de unos días de "mucho menos". Poca cosa ocurrió durante la lidia de los tres primeros toros, cuya pelea en varas fue más o menos igual que la que libraron en el último tercio: se dejaron sin hacer un mal gesto, pero sin grandes alardes de bravura y de casta. Al 1º, Emilio de Justo le realizó una faena muy poco asentada y atropellada, sin terminar de confiarse y pegando sus clásicos medios muletazos. El 2º, al que no se picó apenas, fue un toro reservón y muy agarrado al piso, que cuando decidía arrancarse repetía y otorgaba buenas embestidas. Sobre todo por el pitón izquierdo. Un toro, a fin de cuentas, complicado y con el que había que meterse mucho y saber lidiar. Pero fue a encontrarse con un huracán, el famoso Huracán de los Andes, que en el día de hoy no fue ni brisa. Desentendido e indolente, como si la cosa no fuera con él, se limitó a tirar líneas con una chabacanería absoluta. El 3º, dentro de esa línea pastueña y toreable, tuvo una faena de pocos pero intensos muletazos, de esos que hacen recordar el "pronto y en la mano" del inolvidable maestro del mechón blanco. Pero Tomás Rufo, que no es Antoñete ni mucho menos (poooooor favorrrrrr), realizó una faena larguísima y anodina, con un comienzo espectacular toreando de rodillas, pero venida rápidamente abajo, al asentar las plantas de los pies sobre la arena. Mal, además, con la espada.
En cierto modo, empezaron a ocurrir cosillas una vez el 4º irrumpió en el ruedo. Dos picotacitos recibió, saliendo suelto del segundo; pero en la muleta derrochó cierta alegría en sus embestidas. Emilio de Justo paseó una oreja de este toro tras su lidia, por una faena en la que hubo mucha paja y algún que otro grano. Faena de altibajos, con pocos altos y sí muchos bajos. Los bajos fueron cuatro series de derechazos muy pero que muy modestas, siempre citando muy fuera de cacho y escondiendo la pierna descaradamente, sin terminar de rematar ningún muletazo. Se la echa a la zurda y no ocurre nada en la primera serie, pero sí llega a lucir algunos naturales aislados al final, a pies juntos, con gusto y despaciosidad, que fueron rematados con un GRANDIOSO pase de pecho. Extasiado, arroja la espada al suelo en un feo gesto que no representa torería alguna, y comienza a pegar naturales con la mano derecha, cuyo calificativo más amable bien podría ser "ni fu, ni fa". Como culminación, algunas florituras de mucha enjundia para cerrarse al toro, y una buena estocada que sirvió por sí sola. Y orejita al canto, a un toro que mereció mucho más.
Al 5º toro lo asesinó un picador de cuyo nombre no quiero acordarme, pero que se hace llamar Sergio Molina. Semejante sujeto asestó una puñalada al animal en todo el costillar, y desde entonces el toro no hizo sino blandear y defenderse. Tampoco anduvo muy lucido el señor Presidente, que lo mantuvo en el ruedo. Y ese presunto huracán que hoy se quedó en una pequeña brisa, encantado de la vida. O al menos eso aparentó durante el largo trasteo al inválido, recreándose en sus cucamonas de excelso pepagapases que es, hasta el punto de llegar a escuchar un aviso. Ya hay que ser mal profesional para, en Madrid, llegar a escuchar un aviso por recrearse ante un pobre inválido. Pero claro, estamos hablando de Roca Rey, de quien nada puede ya sorprendernos. Ya sabemos que en cualquier otro lado, por esto le hubieran otorgado dos orejas y rabo, y hasta hubiera habido petición de indulto... Pero Madrid aún no se ha perdido del todo.
Y llega el momento culmen de la tarde. Es el 6º toro, que ya daba muestras de ser un completo inválido desde que asomó por chiqueros, sin tan siquiera pasar por el trámite (porque, al fin y al cabo eso es lo que es) de los puyazos. ¿Puyazos? Picotacines de nada, más bien. Como hubiera dicho un legendario aficionado de Madrid (a quien Dios tenga en su santo seno), "ni para un análisis". Y con esas, el toro se viene arriba tras ser banderilleado por Sergio Blasco y Fernando Sánchez. El primero dejó dos buenos pares de banderillas, y el que resta... Pues es que como ya se le aplaude todo, qué más da si lo fueron o no. Salió apurado Fernando Sánchez de ese par, el toro le hizo hilo y por poco le echa mano... Pero más apurado aún es salir perseguido y que sea Roca Rey quien deba estar al quite. ¿Apurado? Un deporte de riesgo, más bien. Como tirarse en paracaídas y que este no se abra... ¡¡Mal profesional y mal compañero es ese torero!! Y lo peor, no es la primera vez... En definitiva, que ese inválido se vino arriba y propició un puñado de enclazadas y rítmicas embestidas, que a cualquiera de esos paladines del jarte hubiera extasiado hasta el orgasmo. Pero Tomás Rufo no es un torero excelso, artista ni inspirado. Tomás Rufo es... Tomás Rufo. Un torero que torea retorcido, que se echa a los toros para fuera metiendo mucho el pico, que no carga la suerte, que se alivia... Y eso fue lo que hizo durante toda la faena, una faena por cierto muy jaleada. Varias series de muletazos por ambos pitones, bajando mucho la mano pero tal vez aceleradas, sin mando ni sometimiento. Muletazos despegados y escupiendo al toro fuera. Series ligadas, en algunas haciendo la noria y hasta haciendo ese censurable gesto de agarrarse a los cuartos traseros... ¿Que si entra la espada a la primera, se hubieran pedido las dos orejas? Ni qué decir tiene. Pero la espada no entró, y el bueno de Tomás Rufo se quedó sin cantar bingo.
La corrida de Victoriano del Río fue un canto al medio toro. Una lírica a la tauromaquia postmoderna. Un poema a la toreabilidad. Una fábula en la que la nobleza es protagonista principal; y la casta y la suerte de varas, antagonistas. El vaso medio vacío.
22 DE MAYO DE 2025, DUODÉCIMA DE FERIA: "NI PICANDO A VEINTE METROS BAJO TIERRA"
Regla no escrita en esto de los toros: en toda tarde de toros siempre se rasca algo interesante. Aunque sea cualquier nimio detalle. Cualquier cosa... Un capotazo. Un quite. Una media verónica. Un remate. Un par de banderillas. Un puyazo. Un... Algo. La regla es esa y, como toda regla, siempre hay una excepción. Por lo pronto, esa excepción es una corrida de Alcurrucén que fue lidiada por Sebastián Castella, Miguel Ángel Perera y Daniel Luque un 22 de mayo de 2025. Es decir, la corrida de hoy. A ver quién es el guapo que le saca el más mínimo contenido a semejante bueyada. Una bueyada con la que se vio las caras la vulgaridad en persona y vestida de luces.
Como cerdos llevados al matadero, célebre frase "rowlingiana", se dirigió a la plaza el aficionado (a los toros, que no al cubateo, a los vivaspaña y a la jarana); sabedor de las nubes negras que se cernían sobre la tarde. Alcurrucén... Si solo de oírlo da escalofríos: moruchada hace nueve días. Dos moruchadas hace doce meses. Otras dos moruchadas hace veinticuatro. Y hace treinta y seis, lo mismo. ¿Qué podía salir mal? "De una tarde de toros siempre se rasca algo interesante", decía el más optimista, acaso con la noble intención de inventarse cualquier excusa para dejarse caer por la plaza, con semejante panorama oteando en el horizonte. Y hasta de la peor tarde de toros se puede rascar algo, faltaría más. Pero no fue el caso, porque una cosa es una mala tarde de toros, y otra muy distinta fue esto. Y en verdad, no hubo nada de nada. Pero vamos a ver ¿qué demonios se va a rascar de tal infamia? Nada, es imposible. Ni rascando, ni rastreando como sabuesos, ni aun picando a veinte metros bajo tierra. La tarde ha sido infinita y anodina, de más de dos horas y media de duración y completamente vacía. Uno a uno fueron desfilando, ante los ojos de los presentes, una nueva y lozana bueyada que añadir a la colección de lozanos despropósitos. Seis moruchos de carne, mal presentados, mansos, descastados, parados, bobalicones, marmolillos, tontunos y toda esa ristra de calificativos tan impropios de toda una corrida de toros. El 4º, inválido, hizo mover el esqueleto a los chicos de Florito, a buen seguro más bravos que cualquiera de los últimos cien lozanos toros que hemos visto por aquí. Y en su lugar salió un sobrero de Zacarías Moreno: el tuerto en un país de ciegos. Un tuerto miope y astigmático, pero tuerto al fin y al cabo. Y eso, al final, puede llegar hasta a servir. Y sirvió, para que Castella soltara una inaguantable soflama de destoreo. Pero sirvió, que ya es algo.
Ante semejante panorama bóvido se plantaron los tres vulgares pegapases antes referidos, para echarle aún más leña al fuego de la chabacanería y de la inmundicia. Con el capote, con la muleta y, por descontado, con la espada. Castella anduvo pegapases y anodino con el morucho. Y con el tuerto miope y astigmático, lo mismo. Se dejó ese 4°, que regaló un puñado de embestidas que fueron derroche de bobaliconería. Sacó Castella todo su arsenal: pendulazos desde los medios, series de muletazos sobre ambos pitones; sin mando, sin temple, sin acople, sin colocación, con muchos enganchones y aún más vulgaridad... Anduvo mal Castella con ese potable toro, muy mal. Pero aún más con la espada, y durante toda la tarde además: bajonazo al 1° y bajonazo al 4°. Y aun con esas, le piden la oreja. Debe de ser duro, pero que muy duro, dejarse un buen número de billetes en entradas, cubatas, vestuario y accesorios, para luego salir de la plaza sin haber visto cortar ni una mísera oreja. Qué digo una oreja, sin tan siquiera tener ocasión de dar un mísero aplauso. Solo por este motivo, aderezado correctamente con la ingesta de unos cuantos litros de ginc-tónic, se puede llegar a comprender que parte del personal pierda la razón de esa manera. Muy duro...
Miguel Ángel Perera, maestro del pegapasismo más vulgar que se pueda encontrar en una plaza de toros, se estampó contra la moruchada. Soltó su soflama, poco caso le hicieron, hizo un deficiente uso del estoque (de nuevo), y hasta otro ratito. O lo que es lo mismo, hasta dentro de diez días.
Daniel Luque también es maestro. O al menos, así lo quieren vender los paladines de la (des)información taurina. Maestro, sí. ¿De qué? Eso ya no lo sabemos decir. Es maestro, y punto. Pero fuera de Madrid, claro. Lejos de esta plaza y de esta afición, sus andanzas son solo comparables a las del Cid (ojo, el Campeador; que no nuestro Manuel Jesús, pues no ha nacido aún hombre alguno que se pueda equiparar a ese Cid de sus buenos años). Pero es pisar Madrid, y el señor Luque queda como don Quijote luchando contra los gigantes que en realidad eran molinos. Perfecta metáfora, quijotesca además, de lo que es este torero: donde dicen que hay gigantes, tan solo hay molinos. Una feria de San Isidro más a la buchaca, y Daniel Luque vuelve a pasar de puntillas. Ni con ese capote ese tan magnífico que (dicen) tiene, ni con esa muleta que (dicen) es tan poderosa y tan artística, ni con la espada. Daniel Luque se plantó, de nuevo, ante dos moruchos. También soltó su soflama de pases, muy despegado y a media alturita para no molestar; lo de las luquesinas, lo del (des)toreo en ochos, lo del encimismo... Y hasta otro rato, que ya si eso llegará con una nueva feria.
Alcurrucén dio la tarde, y con Alcurrucén la dieron tres matadores que son capaces de aburrir hasta a una oveja. Tampoco dieron motivos de alegría las cuadrillas, tan socorridas en tardes así para recordar algún que otro momento de altura. Hubo algún que otro par de banderillas aseado por parte de Rafael Viotti y de Jesús Arruga, pero no pasó de eso mismo. Aseado, y ya. De todas las tardes de toros siempre se repesca algo, pero en la de hoy es misión imposible. Como soltar la piara de cochinos en mitad del Sáhara y pretender que te encuentren una trufa. Pues igual.
jueves, 22 de mayo de 2025
21 DE MAYO DE 2025, UNDÉCIMA DE FERIA: PATANES
De manera concisa. O, como se dice en el balompié, "cortita y al pie": dejar de sacar la entrada de esta tarde, alegando un "cartel flojito", es de ser un verdadero PATÁN. Y hubo unos cuantos, al parecer. Peor para ellos.
Cierto, no era una tarde de postín, ni de glamour. Tampoco había por allí figurillas de porcelana que aseguran aluvión de orejas, ni torerines famosos y con porte de modelo que son habituales en los programas y revistas de marujas. Qué decir tiene sobre la ganadería, si tampoco era de esas que indultan media camada por temporada en esas plazas de Dios. No, hoy no era día para dejarse ver. Pocas fotos en Instagram sujetando el cubalibre, y con el incomparable marco de Las Ventas como fondo; ataviado con el uniforme reglamentario del güen afisionao (a saber, camisa de ya sabemos qué conocida marca, chaleco, pantalones pesqueros de pitillo, calcetines de colores, mocasines y sombrero cordobés al gusto). Poco negocio hoy para los de la ginebra, no digamos ya para la odiosa discoteca. No hubo nada de eso pero, a cambio, sí tuvimos toros y toreros. Con eso igual solo se llena un autobús, mientras que el glamour llena las plazas. Pero, al fin y al cabo, de eso se trata esto de los toros: de disfrutar del Toro y del toreo. ¿No?
La tarde tuvo contenido, y se veía venir desde que se anunció. A pesar de los augurios, pero se veía venir que aquí sí podía saltar la liebre. Enchiquerada, una corrida de Araúz de Robles; vacada cuanto menos peculiar dado que confluyen diversas sangres y procedencias en sus venas; y que durante los últimos años ha lidiado ejemplares muy interesantes. Su hoja de servicios era cuanto menos justificable como para acercarse con ánimo a la plaza. Sin embargo, la corrida de esta tarde ha sido mala. Una mala corrida de toros por mansa, complicada, bronca y muy parada. Mansos de principio a fin, desde que salían y se les veía cómo buscaban la salida, hasta el momento del arrastre; pasando, naturalmente, por el caballo de picar y la faena de muleta. Una corrida de toros muy complicada, y a la que se supo sacar partido. O, al menos, lidiar con suficiencia. Pareciera esto último una perogrullada, pero nada más lejos de la realidad: el escalafón, atestado de matadores y novilleros; y cuando sale una corrida complicada casi nadie sabe meterle mano.
Anunciado estuvo Morenito de Aranda, un matador de muy elegantes maneras, ya veterano (exactamente veinte años de alternativa), y que sabe torear bien de verdad. En esta plaza ha dado muchas tardes de toros excelentes y, aunque parece haber desaparecido en las últimas temporadas, ahí sigue. ¿Un "cartel flojo", aquel que lo abre Morenito de Aranda? Vamos, hombre... Pues anduvo ciertamente bien durante toda la tarde. Lidió a sus dos toros con oficio y eficacia, se preocupó por poner en suerte en el caballo, dio los capotazos y muletazos precisos, y anduvo con torería. Dispuso en primer lugar de un auténtico buey de carrera, con el que poco pudo hacer. Sí tuvo más toro en cuarto lugar, un toro manso, correoso y exigente que llevaba hule en sus pitones. En los medios y sin probaturas (quizás desacertadamente con semejante manso), Morenito realizó una faena con altibajos, costándole mucho trabajo someter la embestida del toro. Algunos muletazos sueltos consiguió sacar y sobre todo firmeza. Se la jugó de verdad el matador antes ese toro y, a pesar de los altibajos de la faena, esta fue muy meritoria por todo lo que tragó. Lo mejor llegó al final: tres naturales excepcionales, y un cierre de faena mediante algunos remates y adornos que bien podrían quedar impregnados en los carteles de toros. Con la espada, mal durante toda la tarde.
La tarde continuó con Saúl Jiménez Fortes, un torero de muy desigual carrera y al que muy poco hemos visto durante las últimas temporadas. Tras lo de esta tarde, a buen seguro le veremos más a menudo de aquí en adelante. Como para no... Fortes echó en Madrid una tarde sensacional, de puerta grande de verdad si no se hubiera dedicado a pinchar en hueso. Una oreja pudo haberle cortado al 2°, un toro reservón, muy agarrado al piso y al que sacó muletazos de veras muy meritorios. Fue una faena corta y muy medida: una primera serie con la mano derecha y gustándose, a la que siguió otra serie de naturales muy mandones y sometidos, de gran belleza y pureza. Siempre muy bien colocado Fortes y enfajado con el toro, vuelve a la derecha para dejar otros cuantos muletazos enormes; y un cierre de faena mediante ayudados por alto de sabor añejo. No hizo falta más, el toro tampoco tenía dentro gran cosa y, aun así, su matador logró hacerle faena. Solo faltó una buena estocada, pero esta no llegó y el asunto quedó en una ovación. Mucha más movilidad tuvo el 5°, con el que Fortes anduvo toreando con la misma pureza, aunque algo desigual. Si la primera serie, con la derecha, fue discreta, la segunda fue perfecta; volviéndose a pasar cerca al toro y rematando cada muletazos atrás y por abajo, mandando e imponiéndose a cada embestida. En la tercera serie el toro se le para y le prueba, no es una serie limpia pero sí estoica y de aguante, que derrocha mérito. Tras ello se la echa a la zurda y, de uno en uno, sacó aquellos naturales de fragancia eterna. El TOREO en mayúsculas. ¡¡Así se torea!! En este punto el toro está ya muy parado y se le solicita al matador que culmine, cosa que no hace. Gran desacierto por su parte, la siguiente serie, de derechazos, fue muy deslucida y enfrió al público en cierta medida. Quizás sobrara esa serie, aunque la oreja la tenía ya ganada de haber rematado con una buena estocada... La cual no llegó. La vuelta al ruedo fue apoteósica, Fortes se ha revelado en Madrid y ha dejado claro el porqué en las ferias debería estar anunciado su nombre. Definitivamente, mi más sentido pésame y un fuerte abrazo a los del "cartel flojito".
La terna la completó Adrián de Torres, que pasó de puntillas. Le correspondió el peor de la tarde, un pregonao que huía de todo lo que se le ponía por delante y, aunque anduvo el matador porfión y entregado, no llegó a sacar nada. Peor fue lo del 6°, sobrero de Castillejo de Huebra que acusó cojera de la mano derecha durante toda la lidia. A pesar de los esfuerzos del bueno de Adrián de Torres (demasiados, y hasta prescindibles en cierto punto) no ocurrió absolutamente nada de interés.
La tarde tuvo contenido, vaya si lo tuvo. La madurez de Morenito de Aranda y el buen toreo de un resucitado Fortes, ante una corrida con muchas complicaciones de Araúz de Robles. Y el grandioso tercio de banderillas que Iván García protagonizó ante el 4°. ¿"Cartel flojo" el de esta tarde? A mí tardes flojas como estás, y que Dios me libre de tardes de "glamour". Empezando, sin ir más lejos, por las tres que vienen...
miércoles, 21 de mayo de 2025
20 DE MAYO DE 2025, DÉCIMA DE FERIA: SOBRE ESTRELLAS, ESTRELLADOS Y ESTRELLITAS ESTRELLADAS
lunes, 19 de mayo de 2025
18 DE MAYO DE 2025, OCTAVA DE FERIA: LA QUINTA-ESENCIA... DE LA VULGARIDAD
viernes, 16 de mayo de 2025
16 DE MAYO DE 2025, SÉPTIMA DE FERIA: "EL MUERTO DE SAN LORENZO Y LA VENTANA DEL MUERMO"
El Puerto de San Lorenzo y la Ventana del Puerto. La Ventana del Puerto y el Puerto de San Lorenzo. Dos hierros y divisas. Dos procedencias, Atanasio-Lisardo y Aldeanueva. Un mismo ganadero. Y una misma filosofía: la crianza del morucho de carne, que no del toro de lidia. El Puerto de San Lorenzo y la Ventana del Puerto, tanto monta, monta tanto. Viejos conocidos de los aficionados, pues no faltan ni un solo año a su cita con la plaza de Madrid. Y que no falten estos toros nunca, que no falten... Porque al fin y al cabo, ¿qué sería de una feria de San Isidro, o de una feria de Otoño, sin el clásico petardazo del Puerto de San Lorenzo y sus primos de la Ventana? Se quedaría coja la feria, sentiríamos que nos falta algo y hasta acabaríamos padeciendo síndrome de Estocolmo. Una feria de San Isidro sin esa divisa encarnada y amarilla, esas hechuras bastas, esos muermos mansos y amoruchados. Sin ese grito de "Bummmmmm, petardo", mientras atardece en Madrid. Sin esos Yegüeseros, Cubas, Cartucheros o Langostas. Los Cigarrones, Cigarreros, Pitillitos. Los Carasucia, Carafea, Caraseria. Los Billeteros y Billetitos...Si hasta las reatas clásicas de la casa nos sabemos al dedillo, y es que son como de la familia. Se les ha cogido cariño, a pesar de todo. Y gritaremos desde el tendido eso de "Bummmmmm, petardo", pero con cariño, eso sí. Si es que es imaginarse por un momento un San Isidro sin estos del Puerto de San Lorenzo y de La Ventana del Puerto, y uno ya empieza a padecer ese síndrome de Estocolmo antes referido. ¡¡Por muchos años más, estos dos hierros por aquí!!
Un año más, tarde infumable de estas dos vacadas fusionadas en un mismo ente, y de la mano del mismo ganadero. Y mal empezó la cosa desde que por la mañana le echamos el ojo a la hoja del sorteo y vimos que no se iba a lidiar entera, que había dos remiendos de Victoriano del Río y que... ¿He dicho "mal empezó la cosa"? Al contrario, al contrario. Frenoso, n° 95, fue uno de los remiendos de Victoriano del Río y en qué buena hora. Salío en 5° lugar, y tras una hora y media de mansedumbre, moruchos y tedio, nos hizo revivir el encanto de la bravura. ¡¡En qué buena hora se echaron para atrás algunos de los toros titulares!!
Frenoso fue un toro extraordinario y bravo. Discreto en varas: se arrancó con alegría en los dos encuentros y no manseó, pero en la primera vara se dejó pegar sin más, y en la segunda solo empujó con un pitón. ¿Por qué no se le dio la oportunidad de ir al caballo por tercera vez? El toro de Pedraza de Yeltes, que sí fue tres veces al caballo, fue de menos a más y su mejor pelea la realizó en la tercera vara. ¿Y si este toro hubiera sido de las mismas trazas? Nunca lo sabremos, por desgracia. De esa guisa fue Frenoso en varas, y en la muleta se vino totalmente arriba. Qué forma de embestir la de ese toro de Victoriano del Río, alegre, humillado y con su casta. Un señor toro con el que Fernando Adrián estuvo... ¿Cómo estuvo Fernando Adrián? He ahí una ecuación de difícil planteamiento y peor solución. Pues Fernando Adrián, efectivamente, estuvo. Estuvo asentado en el suelo. Estuvo que le dio sitio y le acertó a bajar la mano, cosa que hizo ver bien de verdad al toro. Estuvo templado por momentos y hasta llegó a sacar muletazos mandones. Pero... ¿Pero? Sí, rotundamente sí. Muchos "peros". Pero realizó una faena con altibajos. Realizó una faena que comenzó de manera electrizante con el dichoso pendulazos de rodillas desde los medios, un pendulazo que fue ajustadísimo. Lo siguiente fueron tres series de muletazos muy asentados y de mano baja. Algunos fueron largos y mandones, pero otros (muchos, a decir verdad) no fueron rematados y quedaron en el "medio muletazo". Muletazos todos ellos citando perfilero, con el pico, descargando la suerte y llevando al toro hacia fuera, prácticamente sin mandar y solamente limitándose a acompañar la embestida del toro. Esos fueron los derechazos, pero toreando al natural la cosa empeoró: dos series que ni fu ni fa, sin más. Y vuelta a la derecha para dejar otra serie ligada y que derrochó las mismas cosas que las anteriores. Las bernardinas como colofón, y varios pinchazos con los que perdió, a buen seguro, un triunfo gordo. En estos tiempos que corren, le hubieran pedido las dos orejas sin duda alguna. ¿Merecidas? Pues es que en Madrid una faena con vaivenes y sin terminar de cuajar con la mano izquierda... Pues como que no. Por eso se ha dicho "en estos tiempos que corren", tiempos estos de triunfalismo, rebajas, baratijas, regalos y despojos.
Con Frenoso y esa faena de Fernando Adrián empezó y acabó una corrida infumable de toretes mansos, descastados, bobalicones, inválidos y demás retahíla de lindezas que caracterizan al infumable torito postmoderno. Y ante ellos, además de Fernando Adrián, también estuvieron José María Manzanares II El Bello y Pablo Clazeyritmo Aguado I, El Educador de los güenos afisionaos. El Bello, a lo suyo con dos babosas que fueron carne de matadero: telonazos a media altura y pasándose al toro por todo el área metropolitana. Y todo hay que decirlo: mató bien a sus dos toros.
Con Pablo Clazeyritmo Aguado I, El Educador de los güenos afisionaos, la cosa habría que empezar a delimitarla. ¿Qué es lo que este buen hombre entiende por eso se que un toro debe tener "clase y ritmo"? Y a partir de ahí, ya hablaríamos. Por lo pronto, la respuesta no es halagüeña, viendo cómo se recreó esta tarde con esa babosa floja, descastada y simplona (de Victoriano del Río, por cierto) que salió en tercer lugar. Sus muletacitos a media altura, con altos vuelos de plasticidad y gracia en la figura, gustándose bien, recreándose en cada muletazo, en los remates y adornos... ¡¡Cómo disfrutó ese torero ahí delante con el torete!! Si por un momento hasta pareció que se lo iba a llevar a casa para continuar con la mandanga preciosista. Pues seguramente que se había encontrado con su ideal de "clase y ritmo" Pablo Aguado esta tarde. Pero claro, en Madrid no todos estamos lo suficientemente educados como para paladear ese preciosismo tan infumable. Ese pegar pases a un pobre animalito que no puede ni con su alma... Ese... Esa farsa. Y es que sin toro, nada tiene importancia. Y da la siniestra sensación de que lo que se entiende por Toro, y lo que Pablo Clazeyritmo Aguado I, El Educador de los güenos afisionaos, entiende por "clase y ritmo", están en las antípodas la una de la otra. Pues nada, que eso es Pablo Aguado. Ni mas ni menos.
El Muerto de San Lorenzo y La Ventana del Muermo, un año más en la feria de San Isidro. Y un gran toro de Victoriano del Río, haciéndonos emocionar por unos instantes. En Otoño, de seguro, los tenemos aquí otra vez. Y que no falten.
jueves, 15 de mayo de 2025
15 DE MAYO DE 2025, SEXTA DE FERIA: "LOS BUEYES DE SAN ISIDRO LABRADOR"
Hay muchas maneras de rendirle tributo a San Isidro Labrador, el patrón de Madrid. Los hay quienes sacan en procesión su efigie, acuden a misas en su honor y le rezan y suplican. También está eso de echar el día en la famosa pradera de San Isidro, comerse un bocadillo de gallinejas, beber agua de la fuente del santo y comprar las típicas rosquillas. Y por la tarde, a los toros. A Las Ventas, donde parece haberse instaurado en los últimos tiempos una peculiar manera de honrar la memoria del Santo. O mejor dicho, a sus bueyes. Esos bueyes que tiraban del arado del santo labrador.
En Las Ventas, cada 15 de mayo y a las 7 de la tarde, la afición tiene a bien honrar la memoria de San Isidro y de sus bueyes, con un hermoso desfile de eso mismo: de bueyes. A lo largo de los últimos lustros, los hemos visto de toda clase y procedencia; pero en el día de la fecha, la marca a fuego que llevaban en el anca era la propia de don José Enrique Fraile de Valdefresno.
Valdefresno, una vieja conocida... ¿Qué más da si bajo ese pseudónimo de toda la vida, o el de Fraile Mazas, o el más actual, que es José Enrique Fraile de Valdefresno? Monta tanto, tanto monta. El resultado no se ha visto alterado ni lo más mínimo respecto años anteriores, independientemente del nombre que figurara en el cartel. Valdefresno y quince de mayo, mala combinación. Desfile de moruchos por el ruedo de Las Ventas, o si resulta más apropiado, de bueyes. Por eso del tributo al santo labrador, y tal.
Seis bueyes de don José Enrique Fraile de Valdefresno, cuyo comportamiento queda más que de sobra definido. Sobra decir todo lo demás. Sobra redundar en la mansedumbre en varas, en la falta de casta y de fijeza, en el comportamiento moruchero que sacaron durante toda la lidia, en su tendencia a huir de todo lo que se les ponía por delante, en la IMPOSIBILIDAD de alcanzar media gota de emoción con semejante encierro. Fueron bueyes los toros de Valdefresno (perdón, de don José Enrique Fraile de Valdefresno). Auténticos bueyes, aptos para tirar del arado, o de las carretas que desfilan en la romería hacia El Rocío. Bueyes como aquellos que salen representados en los cuadros dedicados a San Isidro Labrador, patrón de Madrid. Bueyes, pero no TOROS DE LIDIA.
Y ante semejante percal, una terna compuesta por Paco Ureña, David Galván y Alejandro Chicharro, que eligió para confirmar la alternativa el mejor día de todos. O peor aún (y seguramente sea lo más acertado), "le dieron". Ninguno de los tres tampoco llego a ser la alegría de la "huerta", haciendo de nuevo honor, en términos metafóricos esta vez, a San Isidro y a sus labores. A Paco Ureña le cupo en suerte el único toro, el 2°, que tuvo un comportamiento más acorde a lo que puede esperarse de una corrida de toros. No fue el paradigma de la bravura ni de la casta ese animal, pero sacó un puñado de embestidas como para haber reventado la tarde toreando a placer. Pero a Paco Ureña se le fue ese toro con las orejas puestas y sin torear, tras una faena de destoreo hacia las afueras, muy despegado y dejando a su vez una bonita retahíla de contorsiones, retorcimientos y feos gestos que le restaron aún más credibilidad al asunto. De aquella manera finiquitó Ureña una feria que ha sido de lo más discreta para él .
David Galván también finiquitó esta tarde y ante semejante bueyada una feria en la que no ha dejado de pasar de puntillas. Con el lote de hoy, imposible hacerlo de otro modo.
El bueno de Alejandro Chicharro, no sé si decir que se metió o le metieron en semejante jardín de mansos. Pero ahí anduvo, el hombre. Confirmó la alternativa con un ente que fue lo más parecido al Buey Apis. Huyó como loco de los caballos, puso en aprietos a los banderilleros a la hora de cubrir el segundo tercio y llegó a la muleta buscando solamente los adentros. Pero hete aquí que su matador se lo sacó a los medios y, milagrosamente (¿otro milagro atribuido al patrón de Madrid?), empujó con temperamento cada vez que se le ponía delante la muleta. Manso, sí; pero con temperamento. Aquí sí que cabe lidiar y torear. Una lidia por abajo y sobre los pies, por eso del someter, y luego ya se vería... No una faena de esas largas y vulgares que sí admiten las bobaliconas reses con las que las figuras se divierten y disfrutan una barbaridad. Pero Chicharro se limitó únicamente a pegar pases. Solo pases. Por arriba o a media altura, pero nunca bajando la mano ni mandando. La lidia a los toros mansos, como ese 1°, también existen y en nada se parecen al pegapasismo imperante. Otro día será para el joven Alejandro Chicharro.
El tedioso tributo que se le rindió a San Isidro labrador y a sus bueyes, fue alegrado por momentos gracias a los pares de banderillas de Iván García y Fernando Sánchez al 6°. Y es que en todas las tardes de toros siempre cabe rescatar algún momento.
14 DE MAYO DE 2025, QUINTA DE FERIA: "¿QUÉ FRÍO, NI QUÉ FRÍO? ¡¡TOROS!!"
Llovió. Y también refrescó. Los paraguas abiertos se amontonaban por los tendidos, y los osados que se acercaron a la plaza en manga corta acabaron con el jersey puesto. El personal parecía haberse quedado pajarito, tras más de dos horas y media apoltronado en el escaño y soportando el frío, la lluvia y la chabacanería que airearon los tres señores con el vestido bordado en oro. Pero en el ruedo, a pesar de todo, la cosa echaba humo. ¡¡Vaya si lo echaba!! Mucho tuvo que ver en ello una señora corrida de TOROS herrada a fuego con la marca de Pedraza de Yeltes, variada de comportamiento y con la guinda de un bravo 6° al que se le concedió la vuelta al ruedo. ¿Qué frío, ni qué frío? Que le den morcillas al frío y a la lluvia.
Con frío o sin él. Lloviendo o no. Pedraza de Yeltes echó un corridón de toros, que, a pesar de tal ambiente, no ha dejado indiferente. Hubo casta. Hubo bravura. Hubo mansedumbre, por supuesto. Hubo un buen tercio de varas y hasta picadores que señalaron en el sitio. Hubo un gran tercio de banderillas... ¿Que si faltó algo? Faltó, faltó. Digamos que la terna no anduvo a la altura que se considera deseable. Matizo: no anduvieron a la altura aquellos dos que mejores toros sortearon. Román anduvo bien e inteligente con el manso primero, al que llegó a someter y ligarle algunos muletazos mandones; y poco pudo hacer ante el cuarto, el único de toda la corrida que no ofreció nada. Salvo ser decoroso y efectivo a la hora de entrar a matar, lo que precisamente no fue Román.
El 1º cantó su mansedumbre desde el momento en que Francisco de Borja le señaló dos buenos puyazos en todo lo alto. Apretaba hacia los adentros en banderillas y por poco no le da un disgusto a uno de los banderilleros. Román, tras un inicio de faena doblándose, probó a sacárselo a los medios; pero pronto tuvo que desistir dada la mansedumbre del animal. Sobre las rayas de picar llegaron los mejores momentos: el toro se arrancaba con alegría a cada cite y, aunque tenía esa tendencia a irse, Román logró sujetarlo en algunos muletazos por el lado derecho y de mano muy baja, con gran mérito. Anduvo bien el matador, y de haber dejado una buena estocada se hubiera llevado una oreja, a muy buen seguro. Pero lo único que dejó fue un pinchazo, una estocada trasera y dos golpes de descabello; quedando la cosa en una vuelta al ruedo que se antoja excesiva. Por mucho que hubiera quien la pidió.
El 2º cumplió en varas, arrancándose desde lejos con cierta alegría y metiendo bien la cara abajo. En los quites de Colombo y de Fonseca se empezó a intuir que iba a durar poco en la muleta, pero finalmente el toro obsequió con algunas arrancadas portentosas, aunque se les echara en falta algo más de carbón. Seguramente le vino muy bien al animal el aire que le dio Jesús Enrique Colombo tras el tercio de banderillas.
El 3º tomó tres puyazos, dos en la contraquerencia y uno en el caballo que guardaba la puerta. Se defendió y huyó de los tres, demostrando así que la bravura no era lo suyo. Manso, pero encastado en la muleta. Isaac Fonseca no se hizo con el toro en ningún momento, en una faena vulgar y muy acelerada.
El 4º fue carne de matadero. Un toro pastueño y soso que salió de cada muletazo mirando las musarañas, con una tontuna irritante. Román se embarulló en una faena más larga de lo necesario, pero lo peor llegó con la espada: cuatro pinchazos saliéndose de la suerte con descaro, y estocada corta en los bajos que precedió a un hermoso mitin con el descabello. El toro no valió ni media perra gorda, pero qué menos que matarlo bien. ¿No, matador?
El 5º recibió un fortísimo castigo en varas por parte de un carnicero tocado con castoreño, llamado Gustavo Martos. Se le barrenó de manera infame y en muy mal sitio, para colmo no se rectificaron los puyazos. Actuación merecedora de una multa y noche en chirona, por parte de ese picador. Pero el toro, lejos de derrumbarse tras ese vil tercio de varas, se vino arriba. Y vaya si se vino. El toro, dentro de su mansedumbre, fue encastado. Se arrancaba con prontitud a cada cite, embistió con temperamento y ofreció un buen número de embestidas de lo más provechosas. Fue una pena que delante no hubiera un buen matador que lo supiera entender.
A pesar de la más que óptima corrida de toros que se estaba presenciando, el ambiente estaba muy frío. Y no solo por el tiempo. Pareció que el personal no había terminado de entrar en el festejo. Se palpaba que la gente, aun siendo consciente de la importancia de lo que se estaba lidiando, no lo estaba terminando de digerir. Tampoco ayudaron los vulgarísimos quehaceres por parte de los matadores. Muchos, incluso, optaron por desertar el escaño a la muerte de ese 5º y ya mañana sería otro día. De lo que no eran tan conscientes era de que lo mejor estaba por llegar, cuando el cartel anunciaba la salida al ruedo de Brigadier, nº 2, colorado de capa y 667 kilos de peso. Sexto toro de la corrida, la guinda perfecta a una buena corrida de toros. Brigadier tomó tres varas, yendo de menos a más en cada una de ellas. En el primer encuentro se limita a empujar con un solo pitón, pero ya en la segunda vara, que se le pone desde lejos, se arranca con alegría y mete la cara abajo; y en la tercera vara, casi desde la boca de riego, se volvió a arrancar con gran alegría y volvió a empujar con la cara abajo. Buenos puyazos del picador, Borja Lorente. La emoción de ver a un toro verdaderamente bravo en el primer tercio arrancó las mayores ovaciones de la tarde, y que se prolongaron durante el segundo tercio. ¡¡Cómo parearon Juan Carlos Rey y Jesús Robledo Tito!! Y qué gran brega la de Raúl Ruiz Bonilla. Qué tercio de varas, qué pares de banderillas, qué capotazos... ¡¡Qué toro más bravo estábamos disfrutando!! ¿Aguantaría en la muleta? La respuesta es afirmativa, rotundamente. Isaac Fonseca, consciente de lo que tenía delante, lo sacó a los medios, le dio sitio siempre, le intentó llevar siempre por bajo... Y el toro respondió como lo que era: bravo. Pero el toro, ya con la faena entrando en su epílogo, dio síntomas de rajarse. Acabó recibiendo la estocada definitiva al refugio de las tablas. No importó. Fue un grandioso toro, y qué poquitos más vamos a ver como este no ya solo en lo que queda de feria, sino en toda la temporada. Sobre si Isaac Fonseca supo poder con el toro, más allá de lo bien que le hizo las cosas, es ya otro cantar...
Esta fue la buena corrida de toros de Pedraza de Yeltes. ¿Cómo estuvieron los toreros? Pues Román anduvo inteligente y poderoso en el primero, ni fu ni fa con el soso cuarto y muy mal con la espada. Jesús Enrique Colombo, con un gran lote, se fue dando la razón a quienes consideran que no es torero para la feria de San Isidro. Basto con el capote toda la tarde, ofreció sendos numeritos en el segundo tercio a base de pares a cabeza pasada, y realizó dos faenas vulgares y sin rayar a la altura de los dos toros que tuvo. Isaac Fonseca anduvo francamente mal con el tercero, y con ese bravo sexto anduvo a ratos nada más. Y andar solamente a ratos con semejante ejemplar, queda muy lejano de estar bien Sin miramientos. Enseñó al toro, le dio todas las ventajas y lo lució de maravilla. Pero no supo sacarle partido. El comienzo de faena fue vibrante, toreando en redondo de rodillas por el lado derecho; y a continuación hiló dos series de derechazos bajando mucho la mano y haciendo la alcayata, pero algunos de los muletazos (y solo algunos) rezumaron cierto poderío. Cuando se echa la muleta a la mano izquierda, la mano del dinero y de los triunfos grandes, la faena termina de irse al garete. El toro siguió embistiendo como un tren por ese lado, pero aquí Fonseca no anduvo nada acertado. Sin mucho más que sobar por ese pitón, vuelve a la mano derecha para dejar otra serie que ni fu ni fa. Lo mejor llegó a continuación, con el cierre: algunos doblones y ciertas filigranas de lo más pintureros. Tras un pinchazo y una estocada caída, le otorgaron una oreja cuanto menos benévola. Pero ¿la gente sacó los pañuelos para pedir el despojo, o la vuelta al ruedo para el toro? Quizás fue precipitado pensar lo primero.
Tarde fría, lluviosa, desapacible... Y de TOROS (que no de toreros). Y es que habiendo toros, ¿quién dijo frío? Sea enhorabuena pues al ganadero.