domingo, 25 de agosto de 2019

OTOÑO 2019: ¡¡QUÉ PEREZA!!

Qué pereza dan los carteles de la feria de Otoño 2019. Solo con leerlos, la cabeza comienza a soltar humo, los ojos pesan, y el cuerpo entero nota una sensación de amodorramiento que bendita cama o bendito sofá más cercanos. Qué pereza, sí. Qué pereza más grande pasar por taquilla y aflojar la caponata por tan triste y repetitiva cartelería. Qué pereza leer y releer, de nuevo, prácticamente los mismos nombres (en cuanto a plantel ganadero se refiere) de tooooooodos los santos otoños venteños. Qué pereza lo de algunos nombres anunciados. Qué pereza un mano a mano de triunfadores isidriles sin TORO. Qué pereza de todo. ¡¡Qué pereza!! Pero hay que pasar por taquilla y acudir, principalmente por la cosa de no perder el abono, pero también porque al final el veneno de esta bendita afición siempre aparece y tira de lo lindo... ¡¡Vaya que si tira!! ¿Me lo dices o me lo cuentas?

Todos los años la misma frasecita que comenzó hace ya mucho tiempo como chanza, pero que al final ha acabado convirtiéndose en una triste realidad, y que dice algo así como "El Puerto de San Lorenzo, Fuente Ymbro y Adolfo Martín lidiarán en la feria de Otoño, da igual cuando usted lea esto". Que igual Fuente Ymbro siempre da pie a esperar cosas buenas sobre ella (o casi siempre, teniendo en cuenta su discretísimo paso por San Isidro). Que igual sobre Adolfo Martín, uno que gastase cierto optimismo en su manera de ser, puede esperar algo grande pensando también en lo que este hierro dio de sí el pasado mes de mayo; si bien es verdad que aquel situado en el polo opuesto al optimista (los realistas bien informados, que se suele decir), tomaría más en cuenta su historial de hace unos cuantos años atrás a esta parte. Y sobre el Puerto de San Lorenzo (o la irregularidad hecha ganadería de lidia), solo queda encomendarse a toda la corte celestial para que la de esta vez sea la encastada.
También está el tema de que si "falta este torero o el otro", y que "este no pinta nada ahí, ya podían haber puesto a fulano en su lugar", etc., etc., etc. Si ya de por sí la feria de Otoño es un serial corto y en el que hay pocos puestos, al incluirse una encerrona y un mano a mano en ella los puestos vacantes se reducen aún más y, por consiguiente, es más complicado que llueva a gusto de todos. Las figuras, salvo Perera, ni están ni se les espera en fechas que no sean mayo/junio. Como si desaparecen también por esos meses, qué gaitas.
Por otra parte, seguro que muy pocos aficiondos habrán dejado de preguntarse por qué falta en los carteles la gran sensación de esta temporada, que no es otro que Pablo Aguado. Ya se sabe que se habló hace algunas semanas de un posible mano a mano entre este torero y uno de la Puebla, pero no tardó el proyecto en irse al garete. Buen intento de Simón, pero el de la Puebla no está tan chalado como para dejarse caer por Madrid a estas alturas, y menos en Otoño. Es de cajón pensar que se habrá contado con Pablo Aguado desde un primer momento para tenerlo en esta feria, dado el año que ha echado y la expectación que ha generado por todas las plazas donde ha toreado, pero por lo que quiera que haya sido no le ha debido de cuadrar el asunto a las partes.
¿Y Diego Urdiales, matador de toros siempre muy esperado en Madrid? Tampoco habrá debido de cuadrar ni de cuadrarle a él mismo.
¿Y qué pasó con David de Miranda, gran revelación de San Isidro?
¿Y Gonzalo Caballero, que dejó buenos detalles de toreo en mayo antes de ser corneado de forma aparatosa? Sí, le tendremos el día 12 de octubre, y además al lado de Eugenio de Mora, que le cortó otra oreja en aquellas fechas a un toro de El Ventorrillo.
Y por supuesto, también se echa mucho en falta a Román, y no solo porque haya ganas de verlo reaparecer en la plaza donde un toro de Baltasar Ibán por poco se lo lleva para siempre, sino porque a lo largo de este año, tanto antes como después de aquel día, se le ha contemplado como un torero mucho más depurado y de técnica mejorada. Ojalá ese día nos llegue pronto.

Fuente Ymbro tiene para novillada y corrida, y de esta forma será como completará su sextete (como don Paco Gento en Europa) este año en Madrid. Para la novillada de Otoño, tradicionalmente se han anunciado a los tres novilleros más destacados del año en Madrid. Pues bien, ahí está Tomás Rufo, flamante ganador del Certamen de Novilladas Nocturnas que se celebró en el mes de julio. Flanqueado en el paseíllo por El Rafi y Fernando Plaza, los cuales también quedarían en su momento como los más destacados del año. Se supone, vaya.

Para la corrida de Fuente Ymbro hay un cartel de los llamados "fuertes", con El Cid, Emilio de Justo y Ginés Marín. Que sí, que todos pensamos en primavera que aquella sería la última vez que veríamos a El Cid en Madrid, pero al parecer no se le quedaría en aquel entonces buen sabor de boca para despedirse de la afición que tanto le quiso, quiere y querrá por los restos. Y la verdad es que a este torero, si algún día le entrara la ventolera y le diera por pedir la Luna, habría que ir y dársela aunque costara la vida en ello, pero quizás a muchos aficionados lo que menos les apetecía en este instante es verlo de nuevo por Madrid, tal y como está su estado artístico y teniendo en cuenta además que hay otros nombres en el escalafón que generen más apetencia de ver...
Estará acompañado en la que será su última tarde en Madrid (supuestamente, porque visto lo visto uno ya no sabe qué puede pasar) por Emilio de Justo, uno de esos que precisamente sí genera apetencia de ver; y Ginés Marín, que aun llevándose algunos despojos en el esportón durante San Isidro, no terminó de convencer de manera unánime. A ver si esta vez sí, porque de él todavía se esperan cosas grandes.

La corrida del Puerto de San Lorenzo tiene como su gran aliciente al fino Juan Ortega, con ese corte artístico que tanto gusta en Madrid. También vendrá a torear ese día el francés Juan Leal, quien no es lo más ortodoxo ni puro que hayamos visto nunca, pero quizás también mereciera estar este Otoño tras jugársela en San Isidro y acabar tan aparatosamente corneado. Lo que no se termina de comprender, por muchos esfuerzos que intentemos hacer, es la inclusión en el abono de ¡¡Daniel Luque!! ¿Cuáles son sus méritos para figurar, además de asegurar que le quedan "dos toros para ser figura"? No habría más toreros en el escalafón, no.

Adolfo Martín cerrará, como es habitual, el abono. Y lo hará con una terna que conocen bien esta sangre: López Chaves ha completado un año muy provechoso para él en ese circuito de las llamadas "duras", y además entusiasmó a parte del personal ante los de Celestino Cuadri el pasado San Isidro, por lo cual y consiguiente presencia justificada. Curro Díaz y su plasticidad tienen algunos adeptos en Las Ventas, y Manuel Escribano volverá a Madrid tras otro espeluznante tabacazo en San Isidro, de parte precisamente de un adolfo.

Pero la madre del cordero de esta feria, la crême de la crême de toda la cartelería programada para esos dos fines de semana en Madrid, se concentra en dos tardes: una, el primer fin de semana con un vis a vis; y la otra, el segundo fin de semana de la mano de una encerrona. Y en ambas, ganaderías diferentes. Victoriano del Río, Núñez del Cuvillo y Juan Pedro Domecq/Parladé son las
elegidas para el careo en el que se medirán Miguel Ángel Perera y Paco Ureña.
Para algunos, un mano a mano entre dos grandes triunfadores de San Isidro. Para otros, la mentira y el destoreo chabacano frente a la pureza y la verdad del toreo eterno. Para los de más allá, un vis a vis de dos grandes toreros ante ganderías de garantías, que se suele decir; y para los de la otra punta, un acontecimiento donde faltará el actor principal de esto: el Toro (salvo accidente genético indeseado, que también suelen ocurrir en ocasiones, y al que los ganaderos ponen como remedio inmediato una barbacoa con la vaca y el semental que engendraron al accidente). Sí, será este enfrentamiento entre estos dos toreros un acontecimiento programado con sentido y que tendrá interés para el aficionado, pero la elección del ganado deja mucho, muchísimo que desear. ¿De verdad no había otra cosa, sobre todo más allá de la bazofia juampedrera/parladeña que tantos dolores de cabeza provocan a la afición de Madrid año sí y año también? Lo dicho: esperando milagro genético.
Y por otro lado, la encerrona de otro triunfador de San Isidro: Antonio Ferrera. Siempre se agradecen este tipo de gestos por parte de cualquier matador, encerrarse con seis toros y nada menos que en Madrid, pero... ¿De verdad Antonio Ferrera está para seis toros en Madrid? Por interés que pueda generar en la afición (eso se verá ese mismo día en taquilla, con el aliciente además de que la corrida es fuera de abono), por estado anímico y psicológico, por repertorio, por interpretación del toreo... Y también, faltaría más, por el ganado elegido: las antes mencionadas Núñez del Cuvillo, Juan Pedro Domecq/Parladé, Victoriano del Río y Adolfo Martín, a las cuales se les agrega Alcurrucén y Garcigrande/Domingo Hernández.

Esto es lo que hay, y se parecen a las lentejas: o las comes o la dejas. Pues habrá que comérselas, aunque sea por gula. Pero al guiso le falta contundencia, imaginación y mucho más sabor. 

sábado, 3 de agosto de 2019

DE LAS PALABRAS DE UNO DE LA PUEBLA Y LA DESVERGÜENZA QUE ESTAS ENCIERRAN TRAS DE SÍ

El colmo de la caradura y la sinvergonzonería, resumido en dos simples frases: "la gran noticia es que Málaga ha cambiado de presidentes" y "quiero agradecer a la Junta su sensibilidad por escuchar a los profesionales".

Palabras del mismo de siempre, el señor de la Puebla. El de la pendiente, el de los toros cuanto más chicos mejor, el de regar el albero, el de... ¡¡El de tantas cosas!! Pongámonos en antecedentes: resulta que hace cosa de un año, antes de que diera comienzo la feria de Málaga correspondiente al ejercicio pasado, cuatro asociaciones de "profesionales" (ANOET, Unión de Toreros, UNPBE y Asociación Nacional de Mozos de Espadas) remitieron un escrito al Ministerio del Interior pidiendo la cabeza de doña Ana María Romero, entonces presidenta de La Malagueta, alegando supuesta arbitrariedad en los reconocimientos veterinarios y supuesta animadversión hacia las figuras y ciertos ganaderos. Llegó 2019 y, con él, dos presidentes nuevos a La Malagueta en detrimento de la citada doña Ana María Romero y su compañero, don Ildelfonso Dell´Olmo. "Málaga es plaza de primera desde 2006 y, quizás, algunos taurinos se resisten a aceptar que han aumentado las exigencias”, comentó la señora Romero en su momento, cuando la jauría se le echó encima. Y no hay más preguntas señoría, no hacen falta.

Los taurinejos con un gran cáncer, una especie de metástasis que crece, se expande y se come todo lo que se le pone por delante sin importar lo que sea, ni siquiera la integridad y la concepción de la corrida de toros como un espectáculo serio. Y ahí es donde reside el gran mal de la Fiesta, en la pérdida de su identidad, de la integridad del Toro y de la seriedad que su lidia desarrolla. La Fiesta no está muriendo, no; a la Fiesta en realidad la están matando y apenas queda esperanza de una posible reanimación. Y ¿quién la está matando? ¿Los animalistas desde fuera? ¿Los aficionados que demandan la recuperación de esa identidad que ha perdido la Fiesta? ¿Los ganaderos que seleccionan casta y bravura en detrimento de la toreabilidad y el jarte? Según la jauría de taurinejos, esos efectivamente son los verdaderos males de la Fiesta, pero se olvidan de que el verdadero mal lo generan ellos. Mejor dicho, el verdadero mal son ellos. El caso de la Malagueta es uno de ellos: un presidente (presidenta en este caso) vela por que su plaza cumpla con su categoría (primera, nada menos), que los toros a lidiarse tengan la presencia adecuada a esa categoría de primera, que no se cuelen animales cuya aparición en el ruedo sea cuanto menos vergonzosa, que el espectáculo se desarrolle con la seriedad oportuna y todo el rigor posible... Y ¿qué resultado se obtiene? Pues que le pintan bastos. Y es que eso del rigor, la seriedad y la integridad, con los taurinejos estos, como que no casa. Los taurinejos son más de ese chascarrillo que siempre ha proliferado de "billete grande, toro chico". Ellos buscan el acomodo y el mejor desarrollo posible de sus caprichines, sin importarles ni tan siquiera que con ello hagan daño a la Fiesta (que lo hacen, y mucho). Corriditas chicas y carentes de trapío, que provengan de sus cinco o seis ganaderías de cámara que les crían el torito a modo para eso de estar a gusto, o como quiera que se diga; sin casta, sin poder, que vaya y venga sin un mal gesto y tontorrón perdido (para colmo de males a eso lo llaman ¡¡bravura!! Toma ya). Público verbenero y amable, que se dice; que no exija y que solamente aplaudan y jaleen como posesos todo lo que en el ruedo ocurra, sin calibrar si aquello está bien hecho o no. Y por supuesto, presidentes que complazcan todos sus deseos sin una sola mirada de reproche ni amago de llevar la contraria, que si llevan bajo el brazo una gatada afeitada e impresentable para que sea lidiada, que diga que vale; que si hay la más mínima (que no mayoritaria) petición de trofeos, accedan sin miramientos aunque no haya motivos para concederlos; y que sobre todo digan a todo que sí. ¿Que por una de esas cosas de la vida sale un ganadero que selecciona en base a la casta y se desmarca de la bobaliconería de lidia? Ese ganadero acaba o bien lidiando en dos o tres plazas de España donde su afición demanda Toro sí o sí, o bien en Francia, o bien acaba mandando la ganadería al matadero, cansado de luchar contra el infame sistema. ¿Que llega un aficionado o algún sector de aficionados clamando al cielo contra tantos abusos, golferías, ratonerías y malos "profesionales"? En menos que se persigna un cura loco se le echa toda la jauría encima llamándole de todo. ¿Que llega un presidente que quiere hacer las cosas bien e imponer el rigor necesario para que el espectáculo no sea una charlotada? Lo de Málaga. Y así con todo.

El caso de La Malagueta es un claro ejemplo de todo lo anteriormente expuesto, y las palabras del señor de La Puebla así lo certifican. La gran noticia para este señor, y también para todo el séquito de taurinejos y estómagos agradecidos que le rodean, es que en Málaga ya no hay presidentes con ganas de velar por la seriedad propia de una plaza de primera categoría. Es una buena noticia que el día en que él y el resto de figurines de todo y a la vez de nada se presenten con sus gatos bajo el brazo (o los toros apropiados para que la gente disfrute, como el señor de La Puebla dice), haya un presidente que lleve puestas unas gafas de madera y trague con todo sin decir ni mú. Porque esa es otra, la de "que se lidie los toros adecuados para que la gente pueda disfrutar"... Pero ¿qué entiende este señor y todos los que le bailan el agua por "toro apropiado"? Supongo que donde se quiere ir a parar es a la mamadurria de siempre que mezcla los kilos con el trapío. Los toros grandotes y destartalados, propiamente dicho, no le gustarán al señor de La Puebla, pero tampoco a cualquier buen aficionado que se preste, eso segurísimo. Otra cosa es el trapío, entendiéndose como tal la buena planta que gastan los toros y correspondiéndose esta con su encaste y con la categoría de la plaza donde vayan a lidiarse. Trapío, sí; lo relativo al desarrollo de sus defensas, de sus cuartos traseros y, en definitiva, de todo su esqueleto. O como dicen los aficionados más viejos, que "parezcan hombres". Y esto último tampoco le gustan al señor de La Puebla y cía, no nos engañemos, aunque lo intenten al querer confundirnos con la cosa del volumen y el peso. Es aquí donde está el pecado de toda esta gente, en que no quieren trapío ni en pintura, mucho menos ya casta y dificultades. Toro chico, sin desarrollo de su cornamenta ni de sus cuartos traseros, y cuya selección se basa en la ausencia total de la casta, la fuerza, la bravura, y en el exceso de nobleza. ¿Pero qué clase de toro es ese, vamos a ver? ¿Que el toreo se fundamenta en ese tipo de toro? Hombre, si lo de pegar cuantos más pases mejor y poniéndose bonito, que es lo que se hace hoy en día mayormente, se le puede llamar "torear", pues digamos que sí, que ese toro es imprescindible y no vale nada más. Pero como en este caso no se admite pulpo como animal de compañía, o que no todo vale para ser más explícito, pues ese toro como que ni es toro ni es ná. Y ese es el toro que para esa tropa es el adecuado, y todo lo que se salga de esos moldes tan definidos no sirve para absolutamente nada. ¡¡Y un jamón para ellos!!
¿Y eso de "para que el público disfrute"? Hombre, cierto es que la parroquia se vuelve loca con tres o cuatro naturales bien pegados de verdad, más aún cuando con esos naturales se domina la casta de todo un señor toro. Pero el personal suele disfrutar también, y además sobremanera, cuando de la oscuridad de toriles sale un señor toro con buen trapío y recorre el ruedo haciendo gala con gran gallardía de su impresionante estampa. O cuando el mismo toro empuja con bravura en el caballo de picar mientras se le pega un buen puyazo. O cuando dibuja surcos con el morro en el albero, mientras trata de comerse la muleta porque su casta le empuja a ello. Y, casualmente, esos toros no son los que suelen salir en las corridas de matan ni el señor de la Puebla ni sus compadres los figurones de todo y a la vez de nada.

De manera señor de La Puebla, que no venga ahora a contarnos milongas que ni usted mismo se traga, háganos el favor. Ni que tampoco vengan los profesionales ni los taurinejos de poca monta a quejarse de supuesta "animadversión", ni de "arbitrariedad", ni gaitas contra unas corridas u otras.