viernes, 10 de octubre de 2025

10 DE OCTUBRE DE 2025, 6ª DE OTOÑO: "EN PÉSIMA SUERTE LES CAYÓ UNA TERNA"

 Se dice de las corridas y novilladas que no embisten, que la terna "no tuvo suerte". Y es que precisamente es "suerte", buena suerte se entiende, lo que se desean entre sí los toreros. Y también, lo que los aficionados les desea. Siempre se desea suerte a los toreros, pero... ¿Y los toros, qué? ¿Acaso los toros, o novillos, no tienen derecho a tener buena suerte? Hay días que son los toreros los que tienen mala suerte, pero otros días son los propios toros los que salen mal parados con la terna que fue contratada para lidiarlos. Y en la tarde de hoy, sexto festejos de la Feria de Otoño, fue este el caso. Para mala suerte, la de los seis novillos de Fuente Ymbro con la terna que les cupo en suerte. Una terna que fue completamente incapaz de entenderla. 

Porque la novillada de Fuente Ymbro, excepto bravura, tuvo de todo. Incluso casta en ocasiones. Una casta que, unida a la mansedumbre, complicó aún más las cosas. Mansos todos ellos en el caballo, del primero al último; pero con mucho que lidiar y torear. Y la terna, véase los señores Bruno Aloi, El Mene y Pedro Luis, dedicados a pegar pases. Que es lo único que tienen metido en la cabeza y que saben hacer: pegar pases. Muchos pero que muchísimos pases.  Y entre todos esos pases, no consiguieron hilar ni una sola serie aceptable. Una ruina. 

El 1° salió con muchos pies y el picador, que de seguro no seguía instrucciones del lidiador para quien prestaba sus servicios, lo mermó completamente de una puñalada asesina en mitad del espinazo. Resultado: ni tenerse en pie podía el animalito, nada más cambiarse el tercio. Imposible cualquier cosa ante él, salvo matarlo bien. Bruno Aloi, tras un breve intento y visiblemente enfadado -como si el novillo hubiera salido así de chiqueros-, lo mató bien. 

El resto de la novillada transcurrió entre una extraña mezcla del interés que despertaba el juego de los novillos, y un horroroso tedio con el que vulgar pegapasismo de los aspirantes -aspirantes ¿a qué?- hastiaron al personal. El Mene, por momentos ante el 5°, mandó a hacer gárgaras esa vulgaridad con un puñado de detallines. Un par de trincherillas extraordinarias en el comienzo de faena, y algún que otro pase de pecho, fueron esos detallines. Unos detallines que se esfumaron a la hora de pegar derechazos y naturales. Eso a lo que se llama el toreo fundamental. Y en el toreo fundamental, El Mene no brilló. Pases, medios pases, telonazos y trallazos, todos los del mundo. Derechazos y naturales de verdad, de esos de trazo largo y mandones, ni uno. No se entendió El Mene con ese exigente 5°, como tampoco logró sobreponerse a la mansedumbre del 2°. Un novillo, por cierto, al que mató extraordinariamente bien. Esa estocada y los cuatro detallines antes relatados son lo mejor de la tarde no solamente por parte de El Mene, sino de toda la terna. 

Bruno Aloi lleva ya una buena retahíla de novilladas toreadas, de las cuales en Madrid han tenido lugar un buen número. Y el hombre sigue diciendo lo que decía al principio: nada. Inédito quedó con ese al que su picador asesinó -sin tener nada que ver el propio novillero, claro-; pero ahí tuvo al novillo 4° para realizar mucho más de lo que acabó haciendo. La faena fue tan larga como aburrida, totalmente vacía de contenido y sí muy vulgar. El novillo tuvo la dificultad de que su tendencia era huir, pero cuando se acertaba dejarle la muleta puesta y tirar de él, el animalito repetía con buen son. Pues nada de nada... ¿Otra vez será? Ya van varias por parte de este novillero, y qué poquito...

Pedro Luis vino con más ganas de hacer las cosas bien, y con cabeza despejada. Al encastado 3° se le vio galopar y embestir porque el propio novillero le dio sitio siempre. Otro hubiera acortado distancias y se hubiera visto otra cosa. Pero ante ese novillo encastado y exigente, Pedro Luis naufragó en un mar de trallazos acelerados y falta de acople. Se excedió sobremanera en la faena, llegando a escuchar un aviso mientras continuaba soltando su soflama. Finalmente, se llevó dos. Mismas trazas ante el 6°, al que de nuevo dio sitio y permitió que el animal embistiera con largura. Pero fue incapaz de entenderse con el novillo, y torearlo limpiamente. Hay que decir que de entre toda la mala suerte que tuvo la novillada, 3º y 6º fueron los que menos mal salieron parados. Otra vez será para Pedro Luis también. 

La novillada tuvo mala suerte. Pésima suerte, más bien. No fue buena ni brava, pero sí tuvo mucho dentro. ¿Por qué no desearle también suerte a los toros, según les es abierta la puerta de chiqueros? Como si no lo merecieran. 

jueves, 9 de octubre de 2025

9 DE OCTUBRE DE 2025, FINAL DEL CERTAMEN "CAMINO HACIA LAS VENTAS": "UN DIAMANTE A PULIR"

   Con las carencias propias de un novillero sin picadores que lleva a sus espaldas tan solo dos telediarios y medio vestido de luces. Pero la mano zurda de Samuel Castrejón es para no perderla de vista en tiempos venideros. En eso ha consistido la final del "Camino hacia Las Ventas": en las extraordinarias maneras que hay en Samuel Castrejón a la hora de interpretar el pase natural. Y también, en una óptima novillada de Ángel Luis Peña, quien ha presentado en Las Ventas un encierro que en pocos días podría haberse lidiado en una novillada con picadores, y cuyo juego se ha basado en la exigencia de sus embestidas. 

    Una novillada sin picadores le exige al aficionado de Madrid una mentalidad distinta a la que está acostumbrado. En realidad a cualquier aficionado, sea cual sea la latitud en que ejerce su pasión por los toros. No es el momento ideal este para asistir a la plaza con intención de emocionarse viendo torear bien de verdad, o de disfrutar de una faena poderosa a un novillo de lo más complicado. No. Una novillada sin picadores es la mejor excusa para paladear el estado en que se encuentra una parte del futuro de la Fiesta. La otra, claro está, radica en la cabaña brava. Una novillada sin picadores sirve para tomarle la matrícula a una promesa del toreo cuyas maneras ilusionan. O, por el contrario, para exclamar eso de "el siguiente, por favor", en alusión al poco recorrido en esto que se le vislumbra a la presunta promesa. Que también puede pasar, aunque pueda escanzalizarse con ello cierta parte del personal -muy especialmente, aquel que pulula de gañote por el callejón y no para de berrear el dichoso biiiiennnnnnjjjjjjjj-.

    Dicho esto, la actuación de Samuel Castrejón ha sido de esas que ilusionan. Personalidad, elegancia y, sobre todo, un concepto del toreo basado en los cites de frente, el trazo hacia dentro del muletazo y la mano baja. En una palabra: VERDAD. Y es que hubo verdad por la parte de este aspirante. No se descompuso ante el complicado 2º, que embistió en todo momento soltando la cara; y anduvo muy torero y dando la cara ante el buen 5º, aunque le faltó ajuste en algunos momentos. Y esto sí es más exigible. Dejó ante ambos dos faenas intermitentes, basadas sobre todo en algunos naturales y pases de pecho que derrocharon esa verdad y ese gusto que atesora. Y como además mató bien al 5º, se llevó una oreja. También dejó un primoroso toreo por chicuelinas ante el 4º. Hay aquí un posible diamante a pulir. 

    Pedro Gómez tuvo dos versiones. Una fue la seria, demostrada ante el 1º toreando muy bien a la verónica, y dejando a sus banderilleros cubrir el tercio de banderillas. Salió ante el 4º la versión del torero que quiere arrollar y comerse el mundo: se fue a portagayola, banderilleó -algo para lo que no ha nacido, visto lo visto-, pegó pendulazos y cerró por manoletinas. Más allá de todo eso, así como de la falta de ajuste, su actuación no dio para más.  

    Ignacio Garibay, mexicano y de dinastía, es un novillero alto y espigado cuyos argumentos principales han sido el valor, los aires místicos en sus gestos -hizo el paseíllo tan a cámara lenta que se quedó muy por detrás de sus dos compañeros- y unas maneras que vaticinan algo así como que no será un torero de arte. Tuvo la mala suerte de que a sus manos llegó el peor novillo de todos, el inválido 6º, con el que se embarulló innecesariamente en una faena muy larga. Ni con este, ni tampoco con el 3º. Tampoco se fajó con sus novillos. 

  Así pues, fue Samuel Castrejón el justo vencedor de "Camino hacia Las Ventas". Pocos méritos hicieron sus dos compañeros de terna, Pedro Gómez e Ignacio Garibay, para rebatirle el premio. A uno, más no se le puede pedir de momento. Sí algo más a los dos que restan. 

    Dejaron buenos pares de banderillas Jorge Pardo y Raúl Cebadera; y al finalizar el festejo, todos fuimos partícipes de la ovación que se llevó el veterano Agustín Serrano al cortarse la coleta. 

domingo, 5 de octubre de 2025

5 DE OCTUBRE DE 2025, 4ª DE OTOÑO: "LOS SEIS Y UNO"

    La corrida a tres y tres, tres del Puerto de San Lorenzo y tres de Fuente Ymbro, embistió. De principio a fin. No fue un corridón de toros que derrochara bravura ni se empleara bajo la grúa, perdón, el caballo; pero sacó casta. Hubo ahí mucho que lidiar, primero; y luego que torear. Complicada y muy exigente, pero no imposible para realizar el toreo. Y el interés, qué duda cabe, estuvo garantizado en todo momento.

    Tres toros del Puerto de San Lorenzo -1º, 2º y 6º- y otros tantos de Fuente Ymbro -los que restaron- que salieron cada uno a su padre y a su madre. No fueron bravos en varas, como tampoco durante el resto de la lidia. Sacaron complicaciones a base de casta y mansedumbre, y en conjunto hicieron una corrida de toros que espantó el aburrimiento y el hastío que se apoderó del personal a lo largo de las tardes anteriores. Y ante esta vaina sucumbieron Uceda Leal y Fortes, en paralelo a un nuevo "sí" rotundo que Víctor Hernández se llevó de la afición de Madrid. 

    Embistieron los seis y embistió Víctor Hernández, que le cortó una oreja al 3º y fue herido por el 5º al realizar un quite por tafalleras, llevándose así una cornada en el gemelo que le impidió salir a lidiar el 6º. La tarde de este torero en Madrid le ratifica como uno de los grandes valores a tener en cuenta de cara al año que viene, pues anduvo muy centrado, valiente, sincero y con ánimo de salir a torear bien de verdad. Y de hecho toreó, pues trazó un buen puñado de naturales ante el complicado 3º -quizás, el que más de toda la corrida- que llevaron el sello de la pureza y de la verdad. Se quedó crudo en varas ese toro y llegó a la muleta reservón y complicado. El torero comienza con unos estatuarios y algunos remates que tuvieron cierto calado, para continuar situado en la segunda raya del tercio con dos series por la derecha que ni fu ni fa. Muy poco centrado y sin colocarse Víctor Hernández en esos derechazos, pero el asunto cambió radicalmente al echarse la franela roja a la zurda. Con el toro ya muy venido a menos, el matador va dibujando una serie de naturales pegados de uno en uno, muy ceñido con el toro, colocado en el sitio de la verdad y bajando mucho la mano. La tecla idónea del toro fue precisamente esa: la de pegarle los muletazos de uno en uno. Y es por ello por lo que cogió vuelo la faena en este momento y siguió a continuación subiendo hacia arriba: tres naturales más, rematados con un gran pase de pecho, que rezumaron torería, sinceridad y mucho poder. Otra serie a continuación de mayor irregularidad, pues el toro ya anda pidiendo la muerte, pero hay un par de muletazos que destacan por encima del resto. Y a matar, no sin antes cuadrar al toro con naturales de frente con el mismo trazo y buen estilo. Exprimió de esta forma Víctor Hernández al toro y, de paso, aumentó su magro crédito que ya de por sí tenía desde el mes de mayo. Una estocada medio palmo desprendida pero entrando bien, le hicieron pasear una de las orejas más de verdad que se han cortado durante toda la temporada en esta plaza. Para la temporada que viene es uno de los mejores colocados.

    Víctor Hernández triunfó ante esta corrida, mientras que Uceda Leal y Fortes tuvieron una tarde de lo más discreta. Hasta desafortunada por momentos, aunque ambos dejaron sendas estocadas al 4º y 5º, respectivamente, por las que se ganaron grandes ovaciones. Uceda Leal se vio, de buenas a primeras, lidiando tres toros. Ante el 1º consiguió esparcir algún que otro pétalo de esa flor que lleva por bandera, y que es el toreo añejo. Dos verónicas por el pitón derecho y una media verónica con los que recibió a ese toro, además de un trinchezaro y algún que otro pase con la derecha, fue todo cuanto le realizó a ese toro del Puerto de San Lorenzo, que mereció menos dudas y mayor rotundidad. Buen pitón derecho el de ese toro, y que José Ignacio no terminó de aprovechar. También merecieron mucho más los toros 4º y 6º, de Fuente Ymbro y Puerto, respectivamente. Dos toros exigentes y nada fáciles, con los que Uceda Leal no anduvo a gusto ni dispuesto en ningún momento. O, como se suele decir en terminología más torera, "no los quiso ni ver". Al menos dejó una de sus estocadas ante ese 4º.

    También de Fortes se esperaba mucho más en esta tarde, pero la sensación fue de desilusión. Dejó tres magníficas verónicas por el pitón derecho en un quite al 1º y una estocada al 5º por la que algunos le solicitaron dar la vuelta al ruedo. La cual, por cierto, acabó por darse. Lo demás por su parte dejó mucho que desear, pues no estuvo a la altura de sus dos toros en ningún momento. No quiso nada con el manejable y manso 2º, pues anduvo siempre muy fuera de sitio, sin acople y sin mandar sobre esa óptima embestida. Al 5º le tragó Fortes algunas coladas, quedando así una faena más valiente y esmerada; pero pocos fueron los muletazos limpios y poderosos que ahí dejó. Ni con uno, ni con otro. Otro día será para él.

    Esa corrida de tres más tres -seis- y uno de luces que se llamó Víctor Hernández, mantuvo el interés e hizo que la afición recobrara el gusto por esto de los toros, después de unos primeros días de ferias que fueron, digamos, complicaditos. Y entre medias, muy meritorios los pares de banderillas que dejaron Raul Ruiz y Yelco Álvarez. Y es que cuando lo que se lidia es una corrida de toros, aunque mala, el aburrimiento y el hastío son lo único que falta. Afortunadamente para todos. 

sábado, 4 de octubre de 2025

4 DE OCTUBRE DE 2025, 3ª DE OTOÑO: "CATEDRÁTICOS EN DERECHO PENAL"

    Semejante tarde de ¿toros? le convalida a uno la asignatura de Penal para todo el grado de Derecho. No se habrá visto torear en toda la tarde, como tampoco se ha palpado el menor atisbo de casta ni de bravura. Ni mucho menos ha quedado para la posterioridad un mísero atisbo de torería en forma de par de banderillas, puyazo, estocada, remate, detallito, ni nada... Pues es precisamente eso en lo que se resume tan calamitosa tarde: la nada. Nada en cuanto a Tauromaquia se refiere, claro. Porque por otro lado, la sufrida afición de Madrid sí se ha llevado para el cuerpo una extraordinaria ponencia sobre Derecho Penal.

    Y es que, al final, el debate en que se inmergieron los asistentes consistió en cómo tipificarse la infame corrida de Domingo Hernández. Algunos decían que fue una auténtica "estafa". Otros, quizás los menos doctos en materia, que se trató de un "robo a mano armada", eso que en el Código Penal se llama de toda la vida "robo con violencia". Los más puestos en el tema lo tacharon de "hurto". Algunos hasta llegaron a ver ahí "coacciones", por eso de que durante la lidia de cada toro ningún espectador puede abandonar su localidad, teniendo así que tragarse semejante porquería por la fuerza. Pero esto último quedaría en poca cosa ya que, al finalizarse la lidia de cada toro, cualquier hijo de vecino es libre de huir como marrajo que huye de la grúa, perdón, del caballo cuando la puya le roza el morrillo. ¿Y coacciones cometidas contra uno mismo, al obligarse a permanecer ahí sentado hasta que las mulillas arrastran al 6º? Esto daría para otra interesante ponencia. Queda pendiente para otro día.

    El caso fue que los responsables del hierro y divisa anunciados a nombre de Domingo Hernández, colaron una auténtica novillada en lo que estaba anunciado como una corrida de toros. Seis novillejos que se comportaron como seis babosas, dada su falta de fuerzas, de casta y de bravura. Si se anuncia una corrida de toros, es para traer una corrida de toros de verdad: con sus hechuras y sus caras de hombres, con la casta y el poder por bandera, y con todo lo propio que trae el toro de lidia. Los seis de Domingo Hernández serían muchas cosas, pero una cosa sí que no fueron: TOROS. Y en el cartel de la tarde rezaba "corrida de toros". Indujeron a engaño, tanto los responsables de anunciar el espectáculo como los que debían traer el ganado. La estafa es clara. Una estafa en toda regla.

    Otros, sin embargo, vieron que les fue hurtado fue su derecho a presenciar una tarde de toros con TOROS. Un derecho que les costó un dinero: desde 7 a 230 euros, nada menos. Más que ese derecho, lo que les fue sustraído fueron directamente los cuartos. "¡¡Ladrones!!", gritaban algunos a voz en grito a la par que aireaban su entrada. Robaron el dinero y, de paso, la bravura y la casta de los toros, la suerte de varas, el toreo y, por supuesto, la emoción de una tarde de toros. "Las doce y Cagancho sin venir", decían las ratas de cualquier benemérito cuartel durante los años treinta, en alusión a las espantás y noches de calabozos que el genial artista de Triana se ingirió durante su carrera... Pues tras lo de hoy, algo parecido deben estar cuchicheando entre sí las ratas de algún calabozos: "Las doce, y los nautalios y compañía sin venir".

    Estafa, hurto... Sea lo que fuera, la tarde de toros sin toros fue una estupenda excusa para ponerse al día en cuanto a Derecho Penal. Y para nada más. La corrida con el hierro y divisa de Domingo Hernández vino, efectivamente, muy mal presentada, totalmente inválida, descastada y sin opción a cualquier conato de lucimiento por parte de los espadas. ¿Que quienes eran estos? Por orden de antigüedad: Alejandro Talavante, Pablo clazeyritmo Aguado (más conocido en algunos ambientes por el sobrenombre de El Educador de los güenos afisionaos) y Jarocho, que vino a confirmar su alternativa. Ante semejante percal que se les echó encima -mejor dicho, que ellos solitos se encargaron de echarse encima-, solamente cupo el estoquear la corrida con decoro y poco más. Y eso, por desgracia, no ocurrió en ninguno de los seis actos. Pinchazos, estocadas en mal sitio, algún toro que se llegó a echar antes de llevar la espada dentro... Pero una estocada en condiciones, nunca. Jamás.

    Alejandro Talavante ya está de vuelta y media en esto y anda por encima del bien y del mal. Salió, hizo sus cosillas -unas cosillas que no colaron esta vez-, mató como buenamente sabe y puede, y ya si eso vuelva usted mañana. O más bien la temporada que viene. 

    Algo bastante similar a lo de Pablo clazeyritmo Aguado I, El Educador de los güenos afisionaos; y a quien tanta claze y ritmo pareció atragantársele esta tarde. Y si esto tampoco le sirve, ¿cómo pretende este buen hombre convencer a la afición de Madrid? 

    El caso de Jarocho da lugar al optimismo. Todavía anda fresco el recuerdo de aquella faena realizada como novillero en esta misma plaza, hace algo más de un año. Se le espera, y de hecho a lo largo de la tarde dio muestras de un concepto primoroso del toreo: cites completamente de frente, trazo hacia dentro del muletazo, gusto, personalidad, aires de toreo eterno y hasta el añejo detalle de lidiar al sexto con la montera calada. Hay torero en Jarocho, pero hace falta Toro. Siempre hace falta Toro, porque sin Toro nada tiene importancia. Y también, mejorar con la espada. 

    Para el año que viene esto de Domingo Hernández, si no fuera mucho pedir, mejor que se anuncie en otras plazas y ferias. O mejor, que se quede en la finca. No se puede estafar de esa manera al aficionado, ni tampoco robarle con tanto descaro. 

3 DE OCTUBRE DE 2025, 2ª DE OTOÑO: "HASTA EL PALCO SE VA DE BOTELLÓN"

    Emilio de Justo se fue en volandas de la plaza, luego de ser agasajado con las dos orejas del 6° toro. Los ingredientes de semejante chanza eran ideales para que ocurriera algo así. Una cogida en el 1° que le impide continuar la lidia. Una tarde cuesta abajo y sin frenos, en la que nada bueno ocurrió. La milagrosa recuperación del herido y el posterior anuncio de que saldría a lidiar su segundo toro en último lugar.  El gesto rebosante de coraje por parte de un hombre que, tras ser herido, se pone el mundo por montera -valga la redundancia- y desea salir de la enfermería para finiquitar lo que empezó. Y como guinda a tan formidable pastel, la jarana, la verbena, la sinrazón y el whisky a mares, instalados todos ellos en los tendidos. Y parece ser que hasta en el palco presidencial, qué diantres.

    Toda esa ristra de ingredientes llegó a desequilibrar una balanza en cuyo plato opuesto se encontró una faenita en la que el toreo brilló por su ausencia en todo momento. Una faenita, para colmo, rematada con una estocada no ya defectuosa, sino calificada de auténtico SARTENAZO. Ni de una oreja era, ¿cómo se puede premiar semejante esperpento con una puerta grande en Madrid? De sobra es conocido el matarratas que venden a precio de whisky y de ginebra por los tendidos pero... ¿Al palco presidencial también llegan esas cosas? La Presidencia y su séquito de asesores tan solo debieran beber agua, pues esta aclara la vista, es buena para el hígado y riñones, y además hace ver las cosas con mayor rigor. Eso es precisamente lo que ha perdido la plaza de Madrid, rigor... ¡¡Acabáramos!!

    Emilio de Justo fue aparatosamente cogido en los prolegómenos de su faena de muleta al 1°, por lo que fue inmediatamente evacuado a la enfermería, visiblemente conmocionado y pálido. Borja Jiménez declina el realizar cualquier intento de lucimiento, y se quitó al toro de en medio con media estocada efectiva. Durante la lidia de los toros 2º, 3º, 4º y 5º no ocurrió nada sobre la arena. La corrida de Victoriano del Río tuvo como denominador común la justeza de fuerzas, y aunque a los toros se les vislumbraba buena condición y afán de embestir bien de verdad, todo quedaba muy deslucido por esa flojera de remos y falta de poder. Ante ese percal, tanto Borja Jiménez como Tomás Rufo anduvieron cada uno a lo suyo. 

    Por parte de Borja Jiménez, definitivamente decir que ha caído de pie en Madrid. Y cuando en Madrid un torero cae de pie, se le disculpa absolutamente todo. Los cites fuera de cacho, los medios muletazos, el no cargar la suerte con indisimulado descaro, el meter el pico... A eso se dedicó Borja Jiménez en su faena al 3º, con el que comenzó de manera vibrante desde los medios con varios pendulazos sin ceder ni un milímetro de terreno, y algunos remates en forma de pase de la firma. Continuó una serie con la derecha en la que se limitó a acompañar, y otra más en la que ya hubo algún muletazo de trazo más largo y mandón, pero siempre citando perfilero y descargando la suerte. El toro, muy flojito, embistió con bondad y metiendo bien la cara; pero cuando Borja se echó la muleta a la zurda acortó mucho las distancias y hasta aquí. Siguieron ya los muletazos ejecutados de uno en uno, citando muy encima y con el toro ya parado. Tras un pinchazo y una estocada caída, se le aplaudió y la sensación fue de que hasta perdió una oreja. Visto lo visto, no iba muy desencaminado tal pensamiento... Ante el 5º se vio a un Borja Jiménez mucho más indolente, poco esmerado y desganado. Como si la cosa no fuera con él. Muy manso y flojo el toro de la ganadería de Cortés, con el que su matador realizó una faena larga y vacía del más remoto contenido.

    Lo de Tomás Rufo se resuelve en una palabra: vulgaridad. Extremada vulgaridad ante el 2º, y extremadísima vulgaridad ante el 4º. No hubo acople ni deseo de hacer el toreo por parte de Tomás Rufo en toda la tarde, ante dos toros flojitos que se dejaron y propiciaron algunas embestidas que bien podrían haber sido aprovechadas para decir algo más. A Tomás Rufo se le empieza a agotar el crédito.

    Arrastrado el 5º sale Emilio de Justo de la enfermería. La ovación es grande, y no es para menos. Salir a torear tras sufrir una contusión en la zona costal, es muy de agradecer y ciertamente respetable. Pero una cosa es eso, y otra muy distinta es la chacota que vino a continuación. Veamos: sale el 6º y Emilio de Justo lo saluda con un ramillete de verónicas cadenciosas, arrebatadas y de muy buen estilo. Pasa el torito por el trámite de la grúa, perdón, del caballo, y recibe dos refilonazos de nada. Pero durante el tercio de banderillas el toro muestra algo que no se había visto en los cinco anteriores: alegría y trasmisión en sus embestidas. Morenito de Arles lo lidia muy bien y aunque el animal tiene tendencia a irse suelto, el peón consigue sujetarlo. Se presiente que hay toro y su matador se va a los medios sin dilación, tira el estoque al suelo y, con la derecha, lo cita para comenzar por naturales con esa mano. Se limita a acompañar y no someter al toro en la primera serie; y cuando se dispone a querer templar las embestidas en las que siguen, el toro le engancha la muleta continuamente. No hay limpieza, ni ajuste, ni mando, ni nada que a torear se le parezca. Hay plasticidad, mucha plasticidad y elegancia por parte de Emilio de Justo; así como épica al andar ahí, después del percance sufrido una hora y media antes. Eso merece el mayor de los respetos, pero de ahí a jalearle absolutamente todo como si de Pepín Martín Vázquez resucitado se tratare, hay un abismo. Continúa la faena intercalando algunas series más por ambos pitones, y en las que el asunto no remonta. Los medios muletazo y los enganchones se suceden, pero no importa: Emilio de Justo está calando hondo en parte de los tendidos. Finaliza la faena con unos naturales de frente muy acelerados y pegando un feo latigazo con el que quitar la muleta a mitad de viaje, pero lo más brutal de todo viene al dejar la estocada. Esta resulta ser un bajonazo prácticamente en el número 6 con el que el toro -el cual, efectivamente, fue el único de los seis que embistió con emoción- fue herrado en el campo. No importó nada: dos orejas de auténtica vergüenza -quizás, las más bochornosas que se hayan visto en los últimos años- fueron cortadas. La épica de salir a torear tras el percance, el desarrollo aburrido de la tarde y, por supuesto, los ginc-tónic y los ballantines con limón, hicieron milagros. En el palco presidencial también, sí. ¿Hasta allí llega el nefando botellón? 

    Entre gritos de "fuera del palco", "vergüenza", y gestos de negación con las manos se llevaron en volandas a Emilio de Justo tras serle otorgadas dos orejas que fueron el perfecto antónimo de su apellido. La plaza de Madrid sigue rebajando su exigencia, rigor, nivel, credibilidad y hasta la etiqueta de Capital Universal del Toreo. Una plaza de talanqueras es lo que parece. 

jueves, 2 de octubre de 2025

2 DE OCTUBRE DE 2025, 1ª DE OTOÑO: "NI CASTA NI MANERAS"

No hubo casta, como tampoco hubo buenas maneras entre quienes se enfundaron el vestido de luces. Ni novillos ni novilleros, a fin de cuentas. La novillada de López Gibaja se dejó, pero embistió sin entrega. Fue poco el castigo que recibió en varas y menos aún su afán por empujar debajo de la grúa, perdón, del caballo de picar. Llegaron a la muleta con cierta movilidad, pero derrochando sosería y acabándose muy pronto. Si es que acaso tenían algo dentro, claro. Fue una novillada descastada y pastueña con la que los "aspirantes a" (a qué, visto lo visto) dijeron poco o nada bueno. Según los casos. 

"Nada" fue el caso de Sergio Sánchez. Ni bueno ni malo ante el novillo que abrió plaza, con el que recetó una faena con muletazos de acompañamiento y aliviados, muchos de ellos atropellados; así como contagiados de la sosería con la que embistió ese novillo. Aunque la verdad sea dicha, lo mató de una buena estocada. Y unas pocas cosas malas, o muy poco optimistas siendo amables, fueron las que dijo Sergio Sánchez ante el cuarto. Desentendido de la lidia, incapaz de poner al novillo en suerte a la grúa, perdón, al caballo; indolente durante la faena de muleta, y pésimo esta vez su uso de la espada. 

Emiliano Osornio, mexicano que vino esta tarde a Madrid acompañado de cierto ambiente tras una -dicen- colosal faena en la tarde anterior en Arnedo, fue el único de los tres que sí dijo cosas buenas. Muy pocas pero, a fin de cuentas, menos da una piedra. Personalidad y elegancia es mayormente lo que resume esas cosas buenas que dijo Emiliano Osornio durante esta tarde. Se le vio durante el segundo novillo que tiene tendencia a rematar los muletazos detrás de la cadera. O sea, que quiere torear. Y así fue cómo dejó una buena serie de muletazos sobre la mano derecha, y algún que otro muletazo más de forma aislada. Eso sí, en el conjunto de una faena larga y de mucho sobeteo. Ante el quinto novillo volvió a dejar, a ratos, la impronta de esa personalidad. Muy pinturerito y demostrando una vez más que, más allá de todo eso, quiere torear de verdad. Pero el problema de Emiliano Osornio es que anda muy verde aún y con muy poco oficio. No hay más vuelta de hoja: habrá que seguir el progreso de este novillero.

Ignacio Candelas no dijo nada bueno en toda la tarde, y sí varias cosas "nada optimistas". A Ignacio Candelas, digamos, le falta un larguísimo camino por recorrer si de veras su sueño es llegar a algo en esta, su actual profesión. La tarde de este novillero, con muy poco bagaje a sus espaldas, se resume en un mar de dudas, descomposición, falta de recursos y, sobre todo, de oficio. Mal ante el tercero, con el que anduvo muy encimista y atropellado en los muletazos. Y lo del sexto novillo podía haber tenido cierto perdón dada la infame condición del novillo, pues este llegó al tercio de muerte muy agarrado al piso y sin posibilidad alguna. A buen seguro, la primera vara que el picador le plantó en mitad del espinazo desde su grúa, perdón, caballo, tuviera algo que ver en ello. No se excedió ahí delante Ignacio Candelas, y bien que hizo. Pero todo ello podría tener una disculpa si, tras dejar unos cuantos pinchazos y ninguna estocada, no hubiera agarrado el descabello. ¡¡Hay que estoquear a los toros!! ¿Nadie por el callejón que se lo haga saber? ¿O solo están para bramar bieeeeeeeeeeennnnnnnjjjjjjjjjjj cuando la ocasión se tercia?

No fue una novillada de triunfo la de López Gibaja. Pero una cosa es eso, y otra muy distinta el quedar tan por debajo de tal situación. Y eso es lo que precisamente les ocurrió, sobre todo, a Sergio Sánchez y a Ignacio Candelas. El rincón de pensar es su lugar para los próximos días. 

¿Hubo algo que rescatar en una tarde como tal? Aparte de la personalidad de Emiliano Osornio, un par de banderillas que Víctor del Pozo dejó plantado en el morrillo del tercero. Y no hay más.