De escándalos estuvo colmada no ya toda la tarde, sino el día entero. La cosa empezó mal en el apartado, viendo la fachada que lucían algunos toros; por no hablar de algunos pitones. Y una cosa llevó a la otra: un paseíllo, otro más, caldeado y en el que se exhibió una pancarta en el tendido alto del 7 por la que algunos aficionados mostraban su repulsa a eso del afeitado; y también algunos aficionados exhibieron serruchos. Y es que, por mucho que digan los taurinillos de pacotilla, el afeitado está muy presente en esto y es un problema contra el que se debe luchar sin miramientos.
Así pues, la que a todas luces pasará a la historia como "Corrida de los Escándalos" se inició con la lidia de un primer toro de Victoriano del Río de interesante juego y mucho que torear. Emilio de Justo bien podría haber armado el primer escándalo de la tarde, pero no tuvo el honor ni la suficiente buena mano para ello. El toro cumple en varas y, aunque tiene tendencia a irse a las tablas durante el segundo tercio, embiste en los capotes con buen son y metiendo la cara. Emilio de Justo empieza la faena como correspondía, es decir, mandando por abajo y con tres doblones en redondo por el pitón derecho con mucho gusto y poderío. Pero ese buen comienzo fue solamente un espejismo, y a continuación le viene todo muy grande a un dubitativo y desbordado Emilio de Justo, quien no fue capaz en ningún momento de someter al animal dejándole la muleta puesta, bajarle la mano y llevarle largo.
Pero el escándalo verdadero de la tarde llega de la mano de Borja Jiménez y su lidia al 2°, un toro que mansea en el caballo y al que se le castiga poco. A portagayola se fue a recibirlo, como fuerte declaración de intenciones tras las dos tardes tan poco afortunadas que ha tenido en la última semana. Pero lo grande llega en el tercio de muleta: el toro, tras un castigo aliviado en vara, se ha venido arriba en el tercio de muleta, comenzando Borja Jiménez la faena doblándose, y le siguen tres series de derechazos de menos a más. Los primeros muletazos acompañan sin más, y poco a poco va acoplándose el matador hasta dejar algunos derechazos de mano baja y toreando hacia adentro, pero cometiendo el imperdonable pecado de citar escondiendo la pierna; esa última serie la remata con un SOBRENATURAL. Con la zurda le cuesta acoplarse al principio, pero al final deja tres naturales ligados extraordinarios y otro trincherazo de remate que para los relojes. El toreo eterno de verdad, el que conquista todos los corazones. Le sigue otra serie de naturales muy mandones y obligando mucho al toro, que ya anda venido a menos. Y como no había por qué alargarse más, se cierra Borja Jiménez al toro con unos doblones extraordinarios, de esos que inspiran a los mejores pintores, y a matar. La estocada es extraordinariamente ejecutada y cae arriba, y aunque el toro se resiste con casta a doblar, acaba cayendo sin puntilla y llega el delirio. La plaza se llena de pañuelos solicitando las dos orejas, la faena fue de menos a más pero aquellos naturales y esa estocada de remate, bien valían su peso en oro. O dos orejas. Borja Jiménez había escandalizado Las Ventas toreando al natural como de verdad se venía esperando en él, y no sucedió ni ante la corrida de Santiago Domecq, ni mucho menos ante la de Victorino Martín. La plaza, blanca entera solicitando las dos orejas... Y se acabó concediéndose solamente una. Muchos nos preguntamos a estas horas qué se le pasaría por la cabeza al bueno del señor Presidente para no sacar el mosquero blanco por segunda vez, pero así las cosas. El escándalo fue mayúsculo y la bronca, histórica.
El escándalo de Boja Jiménez, sus naturales y estocada, la no concesión de las dos orejas, la bronca al señor Presidente y la madre que parió a Panete se entremezcló con es escándalo que produjeron los pitones del 3°. "Esas bolitas", decían por ahí. ¿Bolitas? Aquello eran dos pelotas de baloncesto. ¡¡Qué vergüenza!! Se le pega poco en varas al torete, que cumple sin más, y aparece en escena la reencarnación del mítico Platanito. Con la salvedad de que el Platanito era serio, en comparación de su homólogo del siglo XXI. A Roca Rey ya no parecen servirle sus, llamémoslo "recursos", ni frente a su público de aluvión y cubalibre en mano. Su comienzo de faena, de rodillas y pegando pendulazos, no desató la pasión de antaño, ni tampoco su retahíla de trapazos y destoreo burdo. Cómo además mató de estocada trasera y que provocó derrame, la bronca también fue importante.
El escándalo siguió con la salida del 4°, que por hechuras pareció llevar en huelga de hambre por lo menos un año. Las fuerzas que mostró, confirmaba la sospecha: el toro llevaba en huelga de hambre bastante tiempo, y el castigo en varas fue mínimo. No asomó pañuelo verde, y hubo que tragarlo. Emilio de Justo lo pasó por ambos pitones con la elegancia que él acostumbra, a media alturita y haciendo de enfermero. Aquello no llegó a nada, y todo se remató con otro bajonazo.
Un Borja Jiménez enrabietado salió a recibir a portagayola, otra más, al 5°. Buenos lances a la verónica una vez superado el trago, y un galleo por chicuelinas para llevarlo al caballo. Pero este sí tuvo el honor de hacer trabajar esta tarde a Florito y sus berrendos, saliendo un sobrero de Torrealta al que, de nuevo, Borja Jiménez recibió de hinojos en chiqueros. El de Torrealta, ni fu ni fa. Ni en varas, ni en la muleta. Y la faena de Borja Jiménez, en situación normal, pues también ni fu ni na. Buen comienzo, con otros dos trincherazos enormes, al que sucedieron muletazos por el lado derecho corriendo bien la mano pero descargando la suerte. Con la zurda, no coge vuelo el asunto. Arrebatado (y enrabietado) el matador, apenas deja nada para el recuerdo en esta faena. Ni siquiera en la suerte suprema: pinchazo y estocada caída. Pero estaba cantado que, pasase lo que pasase en este toro, la oreja iba a caer. Y cayó, a pesar de una faena que ni fu ni fa, muy mal rematada con la espada. En desagravio por parte del señor Presidente.
La tarde estaba sobradamente echada cuando Borja Jiménez paseó su segunda oreja, pero aún faltaba el postre: Roca Rey dando muestras de no saber ni qué es lidiar, ante un marrajo. El toro, otro espantajo de Victoriano del Río muy escurrido, salió frenándose y regateando cuando su matador le presentaba el capote. Ni siquiera llegaba a meter la cara en los vuelos, desentendiéndose de todo Roca Rey y dejándolo en manos de sus peones. Fue Antonio Manuel Punta quien fijó al toro con muy buen hacer. Pero de nuevo la inhibición del matador: el toro se fue al caballo que guarda la puerta para recibir un refilonazo. Por fin consigue meterlo el propio matador en el caballo de contraquerencia, y al toro le da por emplearse como anteriormente no lo había hecho ninguno. Enorme la pelea de este toro en esta entrada, si bien salió suelto. Tras el puyazo y la lidia de Antonio Manuel Punta, el manso se ha venido arriba. Otorga un puñado de arrancadas, no muchas, que bien podrían haber sido aprovechadas si enfrente hubiera habido un torero. No lo hubo. Nunca lo ha habido en realidad, y cuando el caballero que tenía delante intentó el pegapasismo con la zurda, el animal cantó la gallina y acabó todo. Lo mejor de Roca Rey en esta tarde es que nos despedimos de él hasta el año que viene.
La "Corrida de los Escándalos" pasará a la historia. Por sus cosas buenas, y otras no tan buenas. Siempre nos quedarán de aquella tarde los buenos naturales de Borja Jiménez y la estocada con la que culminó. La mediocre corrida de Victoriano del Río, los pitones de algunos toros, el nuevo numerito de Andrés Roca Rey y hasta el "descuido" presidencial, ya si eso le dejamos caer un tupido velo. ¿O no?
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