sábado, 1 de junio de 2024

31 DE MAYO DE 2024, DECIMONOVENA DE FERIA: "LÍRICA AL MEDIO-TORO MODERNO"

    Hubo tres toros importantes de Santiago Domecq. Tres toros encastados y que fueron a más durante la lidia, con muchísimo que torear los tres. Tres toros importantes de Santiago Domecq (no podía fallar), que fueron los lidiados en tercer, quinto y sexto lugar. Tres toros muy importantes, sin duda. ¿En todos los tercios de la lidia? 

    Había que preguntarlo, claro. Esos tres toros de Santiago Domecq fueron lo que fueron: tres grandes toros en el tercio de muleta. Pero solamente eso, en el tercio de muleta. En varas, recibieron dos picotacitos de nada cada uno, y ya si eso vuelva usted mañana. No rehuyeron a la pelea en varas, pero no se emplearon tampoco con espectacularidad, ni tan siquiera metieron riñones. Se dejaron pegar, sin más, dos picotacitos que no les hicieron sangre "ni para un análisis", que decía un mítico aficionado ya fallecido. Toros de excelente juego en la muleta a los que no se les castigó. Como los del mismo ganadero hace pocas semanas en Sevilla, o como la corrida que lidió hace exactamente 366 días en esta misma plaza, o como aquella lidiada en 2019: toros de exquisito juego en la muleta, pero exonerados de todo castigo en varas. ¿Qué clase de toro es ese? Ni más ni menos que el medio-toro moderno, en su máxima expresión. Pues no nos vale el medio-toro, queremos TOROS. Toros que se empleen en los tres tercios de la lidia, bravos en varas y en la muleta. Imposible ser más claros.

    Esos tres toros de Santiago Domecq fueron el mejor ejemplo del medio-toro estilizado en la tauromaquia postmoderna. Y, de paso, decir que esos tres toros dejaron en paños menores a sus respectivos. Aplausos, graznidos de biiiiiiiennnnnnnjjjjjjjjjj y hasta orejitas aparte, los agraciados en vérselas y deseárselas con los toros tercero, quinto y sexto de Santiago Domecq, no rayaron a la altura. Los agraciados tienen cara de llamarse Alejandro Talavante y Borja Jiménez. Uno, figura ya consagrada. El otro, de los llamados "toreros emergentes". Pues ni el uno, ni el otro. Por estricto orden de antigüedad está Alejandro Talavante, que sucumbió ante la extraordinaria condición del 5º. Pero antes, pongámonos en antecedentes con este torero: una gran figura del toreo en horas bajas últimamente, que cuando anunció que torearía hasta ¡¡cuatro tardes!! esta feria, a muchos se nos hacía excesivo. Primera tarde, con la corrida del Puerto de San Lorenzo, primer aldabonazo: oreja tras una faenita de gusto, pero nada más, ante un bomboncito que va y viene sin molestar. Parecía que sí, pero al mismo tiempo... Pues que igual habría que verle con un toro más exigente. Pues llega la segunda tarde, y tiene la suerte de que le sale otro caramelito, esta vez herrado con el antiguo hierro ducal que pertenece a don Juan Pedro Domecq Morenés; y deja otra faena de destellos y buen gusto con la que corta otra oreja. Una oreja, nada menos que a un toro de dos y que no termina de aprovechar. ¿Qué es eso de que Talavante no le corte las dos orejas a un toro que merece tal ocasión? Parece que no ha terminado de convencer Talavante en su segunda tarde, vamos a ver la tercera... Y esa tercera es la que hoy nos ocupa: corrida de Santiago Domecq, y va y no le sale un toro, el 5º antes mencionado, de condición exigente y encastada. Y ¿qué hace Talavante frente a este toro? Sucumbir. Ni más ni menos. Sucumbir como sucumbió el Titanic en mitad del Atlántico, derribado por una gigantesca masa de hielo. Peor, imposible. A Alejandro Talavante se lo comió, enterito y sin masticar, ese fabuloso toro de Santiago Domecq. Y este hecho, sumado a lo visto en las dos tardes anteriores, confirma lo que se venía temiendo: Alejandro Talavante no está para trotes. Qué lástima, en un torero de esta categoría. 

    Luego viene Borja Jiménez, a quien se recibió con una ovación tras romperse el paseíllo. Seguramente, en recuerdo a su gran actuación del pasado mes de octubre frente a la corrida de Victorino Marín. Las expectativas generadas en esa corrida dieron lugar a ríos de tinta y de comentarios que elevaban al mismísimo Olimpo del toreo a Borja Jiménez, y sus primeras actuaciones esta temporada hacían presagiar sucesos extraordinarios por parte este torero. Pero esos sucesos, si tienen que llegar, no lo harán tras lo acontecido esta tarde. La decepción fue mayúscula. Con un lote ideal para consagrarse de verdad y reafirmar todo lo bueno realizado, le pintaron bastos. Oreja aparte, claro. La que le cortó a ese toro 3º, ejemplar de una condición extraordinaria. El animalito, que en los primeros compases de la lidia flojeaba de remos, se dejó pegar dos picotazos de nada. Pero una vez superado el tercio de banderillas, se vino arriba. Y vaya de qué manera. Borja Jiménez comenzó la faena con unos pocos doblones para mostrar su poderío, y acabar toreando de rodillas y en redondo por el lado derecho. Un comienzo ideal para meterse a parte del kiosko en el bolsillo; comienzo al que siguieron dos series por el pitón derecho de mano muy baja y hondura, si bien pecando de andar demasiado retorcido. Hasta este punto, la faena pintaba bien, pero fue echarse la muleta a la zurda y comenzar el festival de la chabacanería: muletazos muy fuera de cacho y aún más retorcido. Sigue porfiando con la zocata y no consigue dar muletazos asentados ni mandones; todo son telonazos muy despegado y demasiado acelerado. Desbordado el matador, hasta el punto de perder la muleta. Una vez cambia de nuevo al pitón derecho, la faena ya no remonta. El toro ha sido de categoría, y se ha comido a su matador con patatas. Tras un pinchazo y una estocada que resulta trasera y ladeada, pasea una oreja. Una oreja que no impide darle lugar a las dudas. Pero sale el 6º, que no es como el 3º. Ni como el 5º. Es este 6º un toro al que Alberto Sandoval propina dos picotazos en todo lo alto, probablemente los mejores de toda la feria, pero picotazos al fin y al cabo que dejan crudo al toro. Demasiado, quizás. No hace una pelea extraordinaria el toro debajo del peto, pero tampoco mansea ni rehúye de la pelea. En el tercio de banderillas galopa y embiste con temperamento: de nuevo parece haber toro. ¿La redención de Borja Jiménez tras no convencer ante el buen 3º? Sale muy acelerado en el comienzo de faena, demasiado quizás. Las series de muletazos se van sucediendo y, según transcurre la faena, y así hasta la estocada, las sensaciones no cambian: Borja Jiménez, de nuevo,  decepciona. No tiene esta vez un toro que mete la cara con eso que llaman claze, ni embiste con la misma nobleza que embistieron los otros. A este toro, primero, le faltó que le pegaran un puyazo de verdad, y no los dos picotacitos de pitiminí que recibió. Necesitaba también distancia, cosa que su matador no le dio en ningún momento. Y el culmen: un toro de medios, con el que no se rebasó la segunda raya. Resultado: un animal que embistió con excesiva brusquedad y defendiéndose de lo mal que su matador le administró los muletazos. "No lo ha entendido", decían algunos. No, negativo. En total desacuerdo. Entendió perfectamente Borja Jiménez a ese toro, y es que si se lo saca a los medios y le da sitio, el toro le destapa por completo. He ahí la cuestión. El caso es que ante otro toro con mucho que torear y teclas que tocar, la cosa no le pintó nada bien a este torero tan esperado. 

    El cartel lo completó, con el peor lote, Uceda Leal. Ese "peor lote" consistió en un primer toro inválido que fue masacrado en varas; y un cuarto de Luis Algarra, remiendo de la corrida de Domecq, de embestida simplona. Ante el 1º, Uceda Lean anduvo haciendo de enfermero sin llegar a interesar nada de lo que hizo. Ante el 4º, un torerísimo e inspirado inicio de faena, para dar paso a una faena donde Uceda Leal volvió a esparcir pequeños retazos de esa tauromaquia eterna que apenas se ve, pero sin terminar de redondear. La verdad es que el toro no era para mayores florituras, y Uceda Leal estuvo todo lo correcto y torero que cabía estar.

    Tercero, quinto y sexto. Tres grandes toros (muleteros) de Santiago Domecq, muy flojitos en el caballo pero venidos arriba en la muleta. Todo un homenaje al medio-toro moderno, ese que se anhela por los ganaderos y toreros de hoy en día para disfrutar una barbaridad en el último tercio. Pero ¿y el caballo? Que la lidia son tres tercios, señores. Y que la suerte de varas forma parte fundamental de la misma. El día que a esta gente del toro se le meta en la cabeza semejante premisa, no habrá mamarracho alguno disfrazado de ministro que pueda con nosotros.

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