-ES LO QUE HAY-
Ganadería
6 novillos de Antonio Palla. Encaste Juan Pedro Domecq Díez, línea
Jandilla. En general bien presentados, pobres de cara y el sexto presuntamente
tocado de pitones. De juego variado, 2º, 3º, 5º y 6º, escasos de fuerzas, unido
a que los picadores en el 2ª, 3ª y 6ª no se anduvieron con templanzas y los
castigaron donde más daño hacían, en el brazuelo y traseros El tercero se echó
en la arena durante la faena de muleta para no levantarse más. Si el toro se
cae o lo tiran, la fiesta se derrumba, pero eso da la impresión que solo
importa a los aficionados
Terna:
Miguel
Giménez: De fucsia y oro.
Estocada trasera, atravesada y tendida. Silencio En su segundo, estocada trasera y tendida.
Aviso. El respetable silencio su labor.
Curro de la
Casa: De marino y
oro. Media estocada baja saliéndose de la suerte. Los aplausos de sus
incondicionales le hicieron saludar desde el tercio. Bajonazo infame que el
público ignorante jaleó con la petición de un trofeo. Vuelta al ruedo por su
cuenta.
Alejandro
Fermín:
De caña y oro. El novillo se echó
durante la faena de muleta y no tuvo necesidad de entrar a matar. Bronca. Cinco
pinchazos, aviso. El novillo se echó aburrido del pinchaúvas que le tocó en suerte. Silencio
generoso.
Presidente: D.
Javier Cano Seijo.
El único detalle que estuvo a la
altura de lo que se espera de un presidente que aplique el reglamento, es que
no concedió el trofeo en el quinto ante la petición minoritaria y después de un
bajonazo infame del torero. Tuvo detalles que puso en entredicho su afición, ya
que se tragó varios novillos inválidos y los mantuvo en el ruedo con la afición
en contra. Como siempre los presidentes jugando a empresarios y mirando por el bien
de la fiesta……
Suerte de
varas:
1º Pulgarcito.
464 Kg. Al no pararlo el torero, acudió al picador cuando
hizo su aparición en el ruedo. En la
segunda vara no se empleó. No se le vio en toda su dimensión en el caballo.
Manso encastado. Cumplió en la muleta.
2º Tomillero. 460 Kg: En la primera vara el novillo empujó ante el castigo
trasero que le aplicó el picador, pero al salir de la segunda vara, y después
de que el picador marcase trasero, el novillo era un cadáver. No se le vio ni en el caballo ni en la muleta.
3º Insulso. 457
Kg: Entró suelto
al caballo salió al sentir el hierro y volvió
entrar al relance. El picador lo castigó trasero y en la paletilla. En
la segunda vara el piquero se limitó a marcar el castigo, pero una vez más,
trasero. De pena. Dejó al novillo para el arrastre, y no rodó por la arena
porque no se empleó en la muleta.
4º Melindroso.
461 Kg: Otro novillo
que no fue parado de salida y se marchó al picador de reserva, que le arreó de
lo lindo. En la segunda vara el picador se limitó a marcar el castigo pero trasera. Novillo con casta que se marchó
sin torear.
5º Horquillero.
506 Kg: En la
primera entrada se dolió del castigo y
perdió las manos. En la segunda acudió suelto y salió suelto sin castigar. No
lo necesitaba. Manso e inválido que mostró bondad en la muleta.
6º Huertero.
505 Kg: No se pudo
pedir más incompetencia. Fue picado trasero, en el brazuelo y cuando volvió a
entrar de nuevo al caballo a pesar de que no lo castigó marcó trasero. El
novillo un invalido. Las protestas no sirvieron para nada.
Cuadrillas y
otros:
Los picadores hicieron de todo menos
lucirse y cuidar la fiesta. Después de la actuación de algunos ejemplares que
se permitieron el lujo de salir al ruedo tocados con el castoreño, al
aficionado no le quedó la mínima duda que estos señores ni son profesionales,
ni tienen afición. Si no toman medidas
estos individuos se cargan la fiesta, pero sin bajarse del caballo. Después de
sus actuaciones, salían al callejón y se
ponían a dialogar con sus compañeros,
posiblemente comentando los pormenores de su labor, pero sin el menor recato,
mientras que su matador se las deseaba para sacarle faena a la piltrafa de
animal que su picador le había dejado. ¡Vergonzoso! Los aficionados pensarían
que no hay forma más ruin de denostar a la fiesta y eso que viven de ella. Se puede criticar la labor de los picadores,
pero los banderilleros tampoco les fueron a la zaga. Habría que destacar de la
vulgaridad el par que puso Jesús Carreño en el quinto de la tarde, casi salió
andando del embroque después de ganarle la cara a su enemigo.
Comentarios:
No hay más. Los
matadores buscaron su triunfo de la manera más vulgar. Ninguno de los tres
mostró maneras que destacaran sobre sus compañeros, mostrando unos
desconocimientos de la lidia que hacían dudar al aficionado sobre el recorrido de
su carrera. Si no vinieran de las escuelas taurinas, podría pensarse que
desconocen el oficio, pero al no ser así, ponen en entredicho la efectividad de
éstas. Desconocen elementos fundamentales como es parar al toro de salida,
pero nadie debe extrañarle este hecho,
ya que las figuras tampoco lo necesitan, los animales que lidian son de plena
garantía en su comportamiento, pero cuando aparece la casta, es un detalle importantísimo
que los toreros no deben obviar.
Como decía, en la
escuelas no deben enseñarles de la necesidad de parar a un toro de salida, pero
si deben enseñarles las trampas y los trucos que hacen del toreo la vulgaridad
personificada, y eso es lo que mostraron ayer los tres coletas. Ninguno se
libró de ella y que atesora con sus garras los distintos escalafones, mantazos por un
lado, trapazos por otro, toreo fuera de cacho, con la suerte descargada,
metiendo el pico de la muleta, estocadas que da vergüenza a quien la tiene, y
cuando ejecutan un bajonazo, que harían reflexionar sobre su futuro a muchos
toreros, estos chavales saltan de alegría
en la cara del toro como si la hubieran ejecutado un estoconazo
tirándose por derecho y metiendo el
estoque en los rublos hasta la cruz.
Antes una buena estocada podía hacer triunfar a un torero después de una
mala faena, pero hoy las malas estocadas ponen en marcha el mecanismo de los
espectadores y son capaces de regalar hasta la hacienda por el trofeo de su
torero. Eso ocurrió en el quinto que después de una faena inexistente y una
estocada infame en los bajos, el público solicitó con denuedo la oreja para su
torero, y al no conceder el presidente el trofeo, le hizo dar la vuelta al
ruedo. Que poca vergüenza torera mostró el coleta y sus mentores, que son los que le indican a los chavales
el guión que tiene que seguir en el ruedo. El único bagaje del torero en ese novillo
fue un pase de pecho de pitón a rabo. No
vendría mal que estos espectadores explicasen a los aficionados que aplaudían
cuando comprobaron la manera de matar de
su torero. Es el triunfo de la vulgaridad, y como dice el dicho: engordar para
morir, aunque con ello a la fiesta le
chirríen las estructuras de su pureza. La tarde no dio para más.
©Pepeíllo.
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