martes, 22 de julio de 2014

ES LO QUE HAY, por Pepeillo. Crónica de la novillada del 20 de julio del 2014 en Las Ventas


-ES LO QUE HAY-
Ganadería
6 novillos de Antonio Palla.  Encaste Juan Pedro Domecq Díez, línea Jandilla. En general bien presentados, pobres de cara y el sexto presuntamente tocado de pitones. De juego variado, 2º, 3º, 5º y 6º, escasos de fuerzas, unido a que los picadores en el 2ª, 3ª y 6ª no se anduvieron con templanzas y los castigaron donde más daño hacían, en el brazuelo y traseros El tercero se echó en la arena durante la faena de muleta para no levantarse más. Si el toro se cae o lo tiran, la fiesta se derrumba, pero eso da la impresión que solo importa a los aficionados
Terna:
Miguel Giménez: De fucsia y oro. Estocada trasera, atravesada y tendida. Silencio  En su segundo, estocada trasera y tendida. Aviso. El respetable silencio su labor.
Curro de la Casa: De marino y oro. Media estocada baja saliéndose de la suerte. Los aplausos de sus incondicionales le hicieron saludar desde el tercio. Bajonazo infame que el público ignorante jaleó con la petición de un trofeo. Vuelta al ruedo por su cuenta.
Alejandro Fermín: De  caña y oro. El novillo se echó durante la faena de muleta y no tuvo necesidad de entrar a matar. Bronca. Cinco pinchazos, aviso. El novillo se echó aburrido del   pinchaúvas que le tocó en suerte. Silencio generoso.  
Presidente: D. Javier Cano Seijo.
El único detalle que estuvo a la altura de lo que se espera de un presidente que aplique el reglamento, es que no concedió el trofeo en el quinto ante la petición minoritaria y después de un bajonazo infame del torero. Tuvo detalles que puso en entredicho su afición, ya que se tragó varios novillos inválidos y los mantuvo en el ruedo con la afición en contra. Como siempre los presidentes jugando a empresarios y mirando por el bien de la fiesta……      
Suerte de varas:
1º Pulgarcito. 464 Kg.  Al no pararlo el torero, acudió al picador cuando hizo su aparición  en el ruedo. En la segunda vara no se empleó. No se le vio en toda su dimensión en el caballo. Manso encastado. Cumplió en la muleta.   
2º  Tomillero.  460 Kg: En la primera vara el novillo empujó ante el castigo trasero que le aplicó el picador, pero al salir de la segunda vara, y después de que el picador marcase trasero, el novillo era un  cadáver. No se le vio  ni en el caballo ni en la muleta.
3º Insulso. 457 Kg: Entró suelto al caballo salió al sentir el hierro y volvió  entrar al relance. El picador lo castigó trasero y en la paletilla. En la segunda vara el piquero se limitó a marcar el castigo, pero una vez más, trasero. De pena. Dejó al novillo para el arrastre, y no rodó por la arena porque no se empleó en la muleta.
4º Melindroso. 461 Kg: Otro novillo que no fue parado de salida y se marchó al picador de reserva, que le arreó de lo lindo. En la segunda vara el picador se limitó a marcar el castigo  pero trasera. Novillo con casta que se marchó sin torear.
5º Horquillero. 506 Kg: En la primera entrada se dolió del castigo  y perdió las manos. En la segunda acudió suelto y salió suelto sin castigar. No lo necesitaba. Manso e inválido que mostró bondad en la muleta.
6º Huertero. 505 Kg: No se pudo pedir más incompetencia. Fue picado trasero, en el brazuelo y cuando volvió a entrar de nuevo al caballo a pesar de que no lo castigó marcó trasero. El novillo un invalido. Las protestas no sirvieron para nada.
Cuadrillas y otros:
Los picadores hicieron de todo menos lucirse y cuidar la fiesta. Después de la actuación de algunos ejemplares que se permitieron el lujo de salir al ruedo tocados con el castoreño, al aficionado no le quedó la mínima duda que estos señores ni son profesionales, ni tienen afición. Si  no toman medidas estos individuos se cargan la fiesta, pero sin bajarse del caballo. Después de sus actuaciones,  salían al callejón y se ponían a dialogar  con sus compañeros, posiblemente comentando los pormenores de su labor, pero sin el menor recato, mientras que su matador se las deseaba para sacarle faena a la piltrafa de animal que su picador le había dejado. ¡Vergonzoso! Los aficionados pensarían que no hay forma más ruin de denostar a la fiesta y eso que viven de ella.  Se puede criticar la labor de los picadores, pero los banderilleros tampoco les fueron a la zaga. Habría que destacar de la vulgaridad el par que puso Jesús Carreño en el quinto de la tarde, casi salió andando del embroque después de ganarle la cara a su enemigo.
Comentarios:
No hay más. Los matadores buscaron su triunfo de la manera más vulgar. Ninguno de los tres mostró maneras que destacaran sobre sus compañeros, mostrando unos desconocimientos de la lidia que hacían dudar al aficionado sobre el recorrido de su carrera. Si no vinieran de las escuelas taurinas, podría pensarse que desconocen el oficio, pero al no ser así, ponen en entredicho la efectividad de éstas. Desconocen elementos fundamentales como es parar al toro de salida, pero  nadie debe extrañarle este hecho, ya que las figuras tampoco lo necesitan, los animales que lidian son de plena garantía en su comportamiento, pero cuando aparece la casta, es un detalle importantísimo que los toreros no deben obviar.
Como decía, en la escuelas no deben enseñarles de la necesidad de parar a un toro de salida, pero si deben enseñarles las trampas y los trucos que hacen del toreo la vulgaridad personificada, y eso es lo que mostraron ayer los tres coletas. Ninguno se libró de ella y que atesora con sus garras  los distintos escalafones, mantazos por un lado, trapazos por otro, toreo fuera de cacho, con la suerte descargada, metiendo el pico de la muleta, estocadas que da vergüenza a quien la tiene, y cuando ejecutan un bajonazo, que harían reflexionar sobre su futuro a muchos toreros, estos chavales saltan de alegría  en la cara del toro como si la hubieran ejecutado un estoconazo tirándose  por derecho y metiendo el estoque en los rublos hasta la cruz.  Antes una buena estocada podía hacer triunfar a un torero después de una mala faena, pero hoy las malas estocadas ponen en marcha el mecanismo de los espectadores y son capaces de regalar hasta la hacienda por el trofeo de su torero. Eso ocurrió en el quinto que después de una faena inexistente y una estocada infame en los bajos, el público solicitó con denuedo la oreja para su torero, y al no conceder el presidente el trofeo, le hizo dar la vuelta al ruedo. Que poca vergüenza torera mostró el coleta y sus  mentores, que son los que le indican a los chavales el guión que tiene que seguir en el ruedo. El único bagaje del torero en ese novillo  fue un pase de pecho de pitón a rabo. No vendría mal que estos espectadores explicasen a los aficionados que aplaudían cuando comprobaron  la manera de matar de su torero. Es el triunfo de la vulgaridad, y como dice el dicho: engordar para morir, aunque con  ello a la fiesta le chirríen las estructuras de su pureza. La tarde no dio para más.

©Pepeíllo.

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