domingo, 9 de junio de 2024

8 DE JUNIO DE 2024, VIGESIMOSEXTA DE FERIA: "¿QUÉ HOMENAJE ES ESTE?"

    El cartel de la tarde anunciaba un homenaje a la Policía Nacional en el bicentenario de su fundación. Un homenaje que consistió en un bonito photocall en el patio de cuadrillas, un minuto de silencio en memoria de los caídos (reventado por el malnacido de turno con un comentario que no viene al caso), la interpretación del Himno Nacional por parte de la banda de música, y una recepción tras la corrida. El hombre lo compuso, Dios lo dispuso y el Toro, lo descompuso. Bueno, el "Toro", si a esos ocho animalejos que desfilaron por el ruedo se le pueden llamar tal cosa... 

    El homenaje estaba dispuesto a la Policía Nacional, tan presente en el mundo del Toro de la mano de los delegados gubernativos y de los presidentes. ¡¡Gracias a Dios que es así!! Felices doscientos años, y que sean muchos más. Y si los siguen cumpliendo ejerciendo esas funciones en las plazas de toros, mucho mejor. Hace falta quien ate en corto las fechorías y malas artes de los taurinetes, rabiosos en las últimas horas por un fallo presidencial. Cuando el fallo viene por otro lado, no ladran tanto.

    Un homenaje dispuesto a la Policía Nacional, y que terminó siendo un reflejo primoroso de esta calamitosa feria de San Isidro. Un grandioso petardo ganadero, acompañado de otro grandioso petardo por parte de una terna totalmente incapaz de lidiar y estoquear semejante bazofia ganadera con un mínimo de decoro. La corrida de Román Sorando fue malísima en todo, y para lo único que sirvió fue para tocarle más la moral a la sufrida afición de Madrid. Malísima de presencia, malísima de casta, malísima de bravura, malísima en el caballo, malísima de fuerzas y malísima de raza. Y a lo mejor, hasta malísima en el plato. Esto ha sido la tarde de hoy, y la inmensa mayoría de tardes que llevamos acumuladas desde el 10 de mayo. Una ruina. Un desastre. Una hermosa retahíla de mojones, cantados de antemano muchos de ellos. ¿Por qué Román Sorando para lidiar en San Isidro? ¿Porqué estos toros? Ya vimos una corrida de esta vacada el pasado verano, de la cual hubo algunos ejemplares que sirvieron. Y como esa corrida sirvió, ¿qué mejor que echársela a una terna de toreros artistas para la feria de San Isidro? La jugada era maestra, hasta que comenzaron a salir uno a uno de toriles esas seis birrias con cuernos, y esos tres artistas. Resultado: una traca más, de la que fueron partícipes hasta los dos sobreros que fueron lidiados.

    Diego Urdiales y Juan Ortega, dos de los artistas, estoquearon los cuatro toros de Román Sorando lidiados. Diego Urdiales anduvo de enfermero ante el primero, inválido hasta decir basta. Y como lo de pegar pases a una babosa no se toma mucho en cuenta en Madrid, pues nadie le hizo gran caso. Ni tan siquiera cuando acompañó con gusto y temple algunas embestidas por el lado izquierdo. El 4º fue el único toro de toda la corrida que, sin ser un dechado de emoción, embistió con otro aire y más poder. Se le pegaron dos fuertes puyazos, con el agravante de hacerlo en muy mal sitio, pero llegó a la muleta con el fuelle suficiente para ofrecer pelea. Urdiales, con la cara desencajada y sin ganas de fajarse con ese toro, se limitó a espantarle las moscas a base de telonazos. Quién le ha visto y quién le ve a Diego Urdiales. Luego está lo del novio del año, sin toros una vez más y dando un paupérrimo espectáculo con la espada en sus dos toros. Especialmente con el 5º, al que pinchó hasta en 5 ocasiones y, sin más, se lía a descabellar. Una cosa es no tener toros, y otra no andar ni con un mínimo decoro. 

    Merece mención aparte Pablo Aguado, lo suyo ante los dos sobreros y, lo peor, los dos berrinches de criatura que se pilló. Dos berrinches que se cogió cuando le devolvieron al corral los dos inválidos que le correspondieron en suerte a las 12 del mediodía. Sí, sí, tal cual: al señor Pablo Aguado le sentó como un tiro que a dos toros que no se tenían en pie, los cambiaran por dos sobreros. Los gestos de rabia dedicados a la Presidencia cuando esta asomaba el pañuelo verde, no dan a entender otra cosa. ¿No será que Pablo Aguado solo sabe torear primorosamente a las babosas inválidas? Luego viene lo suyo ante los dos sobreros: lo suyo ante el sobrero que sustituyó al 3º, un mulo de José Vázquez, tiene rápida explicación: la nada. Mucho más meollo tiene lo suyo ante el sobrero de Montalvo que sustituyó al 6º: salió con muchos pies este toro y puso en muchos apuros a su matador durante el recibo capotero, siéndole incluso arrebatado el capote de un gañafón. Lo que vino a continuación se barruntaba: masacre en varas. Pero el toro llegó a la muleta con ganas de pelea, y Pablo Aguado no estaba por la labor. Trapazos para espantar las moscas, impotencia, mitin con la espada, y la gran bronca. Lo dicho, a lo mejor es que a Pablo Aguado solamente le da para torear con ese gusto y esa despaciosidad cuando tiene toro para ello. Dicho de otra manera, cuando NO tiene Toro. 

    Más de dos horas y media duró esta tarde de toros sin toros ni toreros. Ni un detalle. Ni un par de banderillas. Ni un quite. Ni un lance. Ni una lidia... Nada. Solamente tedio, hastío y cabreo. Un homenaje a la Policía Nacional en su bicentenario, consistente en una corrida de toros sin toros ni toreros. ¿Qué homenaje es este?

1 comentario:

  1. Luis,enhorabuena por superar esta feria en la mejor plaza del mundo ,todavía, con ánimo para seguir escribiendo y sin ningún sídrome preocupante, lo que te asegura una salud de hierro. De "lo otro",mejor es pasar rápido la página y despreciar ,al ganao que maneja este tiglado,e ignorarlos.No necesitamos Ministros de Cultura para que todo este repugnante robabobos se acabe de ir a hacer puñetas más pronto que tarde y que todos estos maestros y ¿toreros? de alhelí se tengan que dedicar por las noches a torear a la luna que también tiene cuernos. A recuperarse amigo.

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