Llamo por teléfono para interesarme por la tarde de hoy, y me hablan de tedio, de hastío, de saldo ganadero, de descaste, de borreguez y de todas esas cosillas, a decir verdad, tan poco habituales en los toros. Así ha sido la segunda novillada de San Isidro, a su vez vigésimo festejo de abono: un petardo con calibre de guerra.
Seis novillejos de Montealto tuvieron la culpa. Por estar rematadamente mal presentados, por chicos, por caras poco ofensivas y hasta algún que otro pitón que ha puesto a calibrar a los mal pensados (piensa mal y acertarás); por malos, por sosos, por borregos, por bobos, por descastados y, a fin de cuentas, por ser el antitoro de lidia. Quizás, válidos para la cosa esa que hacen llamar mejor toreo de la historia, pero no para otra cosa.
Preguntando por la terna de novilleros, alguien me cuenta que seguramente ninguno se va a ganar los cuartos en esto. Otro buen amigo me habla de que pueden estar tranquilos Julián y compañía, que por aquí no hay nadie les vaya a dar la pertinente patada en el trasero para quitarles de ahí. Y hay hasta quien me hace llegar que tuvieron una disposición los tres de como si ya fueran unos figurones y tuvieran todo hecho en esta profesión. Sobre Leo Valadez, que es un chaval que no se pone en el sitio, que destaca por su ventajismo y que carece del más mínimo temple y la más mínima torería. De Diego Carretero, que le cayó en suerte el melocotón en almíbar que hizo de quinto (melocotón por la capa, almíbar por su edulcorada comportamiento), resultando su quehacer acelerado, destemplado, pegapasista y aburrido.
Y Andy Younnes, francés que ha hecho el paseíllo esta tarde con la montera en la mano, además de pesado como cenar un cocido maragato, no deja de ser uno más en eso del toreo 2.0.
Sálvese quien pueda...
martes, 30 de mayo de 2017
lunes, 29 de mayo de 2017
DECIMONOVENA DE FERIA: ME CUENTAN QUE....
Y aunque el cartel de toreros no pintaba mal, la sola idea de que hoy en Madrid se lidiaba una corrida de José Luis Pereda - La Dehesilla, me ha despertado tantísima pereda, que casi que mejor me he quedado entre libros y folios garabateados sacando la provecho al tiempo.
Y, por lo que me cuenta la buena gente de siempre que ha ido hoy a la plaza, hasta he acertado y todo de gastar mi tiempo en otra cosa. Porque lo de Pereda, que ya llevaba algún tiempo sin aparecer por este foro, no ha desentonado para nada de lo que nos lleva acostumbrando desde hace la mar de años: toritos flojos, bobalicones, descastados, sin picar, y haciendo que la emoción brillara por su ausencia. Lo de siempre cuando lidia Pereda. Lo de siempre en esta feria, salvando alguna que otra honrosa excepción.
El cartel de toreros, pues sí, con alicientes: Morenito de Aranda sabe torear, Fandiño... Fandiño, y el joven Gonzalo Caballero, en quien hay muchas ilusiones puestas dado el buen concepto que dejó como novillero.
Morenito, que se ha dado de bruces contra un lote lisiado, y ante el cual ha estado aliviado, dejando algún detalle de su sello propio.
Que Iván Fandiño, a lo suyo. Apático, sin convicción, fuera de sitio, pegapases y aburrido. El segundo iba y venía, pero al bajarle la mano al único sitio donde iba era al suelo. El quinto tuvo tranco y más pies, pero su matador no le cogió el pulso.
Y Gonzalo Caballero, que ha dejado dos estocadas formidables a sus toros. Por lo demás, poco más que reseñar. De puntillas ante el descastado y rajado tercero, y mostrando una falta de oficio propia de quien torea poco ante el sexto, a quien le atribuyen ser el menos malo del festejo. Tuvo qué torear este ejemplar también, y además recibió castigo en varas por sus restantes hermanos, pero Caballero, firme y decidido aunque con maneras más propias del toreo 2.0 que de las que recordaban a sus tiempos de novillero, no logró acoplarse. Dio una vuelta al ruedo al ser arrastrado el sexto.
Como apunte final, un buen aficionado y amigo me comenta que, después de lo visto esta tarde, está lo de Pereda para una barbacoa. Tampoco es algo que nos pille de imprevisto, la verdad.
Como apunte final, un buen aficionado y amigo me comenta que, después de lo visto esta tarde, está lo de Pereda para una barbacoa. Tampoco es algo que nos pille de imprevisto, la verdad.
domingo, 28 de mayo de 2017
DECIMOSÉPTIMA DE FERIA: ESPERPENTO MONUMENTAL
Esperpento por todos los sitios por los que se mire. Esperpento de corrida la de El Torero, de quien francamente se esperaba más, pero que ha mandado a Madrid una corrida de pésima presentación por fea, destartalada, grandota y, además, inválida perdida. Y, como para colmo de males, el señor presidente se debió de olvidar el moquero verde en casa, pues a tragarse saldos tetrapléjicos de veinte en veinte. Qué desastre.
A la corrida le faltó todas esas ricas cualidades que se le presumen al Toro, como lo son fuerzas, poder, pies, casta y fiereza, además de vista óptima al quinto toro; y les sobró borreguez, nobleza y tontuna, tanta como para llegar a creerse que Emilio Muñoz es torero de Madrid.
Mala suerte para quien confirmaba alternativa, el joven Francisco José Espada, que se llevó un tremendo golpe matando al toro de su confirmación de alternativa y fue evacuado a la enfermería, de donde no salió, con una fuerte conmoción. Antes de ello no pasó de discreto ante un animalito que iba y venía sin gracia ni maldad. Se le desea mucha fuerza y pronta recuperación.
Actuó como maestro de ceremonias Joselito Adame, mexicano que colecciona, según la prensa especialista y los voceros a sueldo, grandes hazañas en esta plaza. Esta tarde no fue menos, claro, pues se llevó una despojo tras una actuación de esas calificadas como cunvre. ¿Su mérito? Tirarse a matar sin muleta al sexto. Así, tal como suena. Y sin vaselina. Faena de trallazos hacia fuera, con la patita escondidita y citando desde el Pirulí. Y, salvo los pertinentes gritos de biiiiiiieeeeeeennnnjjjjjjjjjj
y jaaaaandaaaaaaaaa que le tributaban sus allegados desde el callejón, y los cuatro vítores que le dedicaban sus más acérrimos partidarios desde el tendido, poca gente más le hizo el mínimo caso. Hasta que, una vez cuadrado el toro para ser estoqueado, soltó el trapito rojo y sin él que se tiró a matar en un gesto circense que poco, o mejor dicho NADA, tiene que ver con el toreo. Por mucho que no sea el primero en hacerlo.
Ante sus otros dos oponentes, faenas calcadas y de similar corte. Solo que el tremendismo que tanto gusta a los públicos no afloró, y nadie le tomó en cuenta a la hora de agasajarle. Lo dicho: esperpéntico.
Volvía Ginés Marín dos días después de su apoteosis en esta plaza, y como tal, se le esperaba con expectación. Pero la expectación se tornó en desilusión y frustración una vez dio cuenta de su lote. Su primero apenas podía sostenerse en pie, y la cara del chaval después de mandarlo al desolladero dejaba la impronta de un fuerte mosqueo. El señor presidente no anduvo fino, pero el chaval no quiso dejar de cuidarlo en el caballo y tanto él como sus banderilleros lo llevaron muy aliviado durante la lidia para evitar las caídas y, por consecuencia, la devolución. Igual es que algunos pecamos de mal pensados, pero no cuela, no. Ante este inválido, por lo poco que dejó entrever, dejó retazos de su personalidad y un toreo que quiere ir hacia adentro.
El quinto pareció tener problemas en la vista, y eso hizo imposible cualquier manera de lucimiento ante tal animal. Inédito Ginés de nuevo, dando así por concluida su exitosa feria. Es uno de los candidatos para ocupar la vacante del día 17 de junio en la Corrida de la Cultura. Suerte.
Una tarde que podía haber tenido interés, por toros y por alguno de los coletas, acabó siendo un aunténtico esperpento. Por toros, por despojos, por espectáculos circenses, y porque en definitiva aquí ya todo vale. Pero oiga, que si alguien se queja, ese osado va a los leones por reventador y por mar afisionao.
A la corrida le faltó todas esas ricas cualidades que se le presumen al Toro, como lo son fuerzas, poder, pies, casta y fiereza, además de vista óptima al quinto toro; y les sobró borreguez, nobleza y tontuna, tanta como para llegar a creerse que Emilio Muñoz es torero de Madrid.
Mala suerte para quien confirmaba alternativa, el joven Francisco José Espada, que se llevó un tremendo golpe matando al toro de su confirmación de alternativa y fue evacuado a la enfermería, de donde no salió, con una fuerte conmoción. Antes de ello no pasó de discreto ante un animalito que iba y venía sin gracia ni maldad. Se le desea mucha fuerza y pronta recuperación.
Actuó como maestro de ceremonias Joselito Adame, mexicano que colecciona, según la prensa especialista y los voceros a sueldo, grandes hazañas en esta plaza. Esta tarde no fue menos, claro, pues se llevó una despojo tras una actuación de esas calificadas como cunvre. ¿Su mérito? Tirarse a matar sin muleta al sexto. Así, tal como suena. Y sin vaselina. Faena de trallazos hacia fuera, con la patita escondidita y citando desde el Pirulí. Y, salvo los pertinentes gritos de biiiiiiieeeeeeennnnjjjjjjjjjj
y jaaaaandaaaaaaaaa que le tributaban sus allegados desde el callejón, y los cuatro vítores que le dedicaban sus más acérrimos partidarios desde el tendido, poca gente más le hizo el mínimo caso. Hasta que, una vez cuadrado el toro para ser estoqueado, soltó el trapito rojo y sin él que se tiró a matar en un gesto circense que poco, o mejor dicho NADA, tiene que ver con el toreo. Por mucho que no sea el primero en hacerlo.
Ante sus otros dos oponentes, faenas calcadas y de similar corte. Solo que el tremendismo que tanto gusta a los públicos no afloró, y nadie le tomó en cuenta a la hora de agasajarle. Lo dicho: esperpéntico.
Volvía Ginés Marín dos días después de su apoteosis en esta plaza, y como tal, se le esperaba con expectación. Pero la expectación se tornó en desilusión y frustración una vez dio cuenta de su lote. Su primero apenas podía sostenerse en pie, y la cara del chaval después de mandarlo al desolladero dejaba la impronta de un fuerte mosqueo. El señor presidente no anduvo fino, pero el chaval no quiso dejar de cuidarlo en el caballo y tanto él como sus banderilleros lo llevaron muy aliviado durante la lidia para evitar las caídas y, por consecuencia, la devolución. Igual es que algunos pecamos de mal pensados, pero no cuela, no. Ante este inválido, por lo poco que dejó entrever, dejó retazos de su personalidad y un toreo que quiere ir hacia adentro.
El quinto pareció tener problemas en la vista, y eso hizo imposible cualquier manera de lucimiento ante tal animal. Inédito Ginés de nuevo, dando así por concluida su exitosa feria. Es uno de los candidatos para ocupar la vacante del día 17 de junio en la Corrida de la Cultura. Suerte.
Una tarde que podía haber tenido interés, por toros y por alguno de los coletas, acabó siendo un aunténtico esperpento. Por toros, por despojos, por espectáculos circenses, y porque en definitiva aquí ya todo vale. Pero oiga, que si alguien se queja, ese osado va a los leones por reventador y por mar afisionao.
sábado, 27 de mayo de 2017
DECIMOSEXTA DE FERIA: CUANDO APARECE EL TORO...
El Toro, que no el medio borreguito que da más lástima que miedo. El Toro que, con su gallarda presencia en el ruedo, despierta la admiración de los aficionados con tan solo contemplar su pavorosa belleza. El Toro noble, faltaría más, pero noble y con casta que saca lo mejor de sí cuando se le hacen las cosas bien, y se aburre y protesta cuando el que tiene delante es un pegapases; no el noble bobo y pastueño que se lo traga todo, hasta si le dicen que un buen día llegó Emilio Muñoz y cortó una oreja en Madrid.
Cuando aparece el Toro, ese Toro, se rompen todos los esquemas. El interés acapara el ruedo, el aburrimiento se esfuma, los vendedores de pipas se maldicen, y los aficionados hastiados de tanto engaño y fraude se guardan las protestas y claman "Aleluya, hay toro". Y en consecuencia, los pagafantas de la caja tonta/portales/papeles/ondas se desconciertan porque los reventadores aplauden. ¡¡Qué cosas!! Es lo que tiene que el Toro aparezca, porque es lo que el aficionado, al fin y al cabo, busca. Y apareció el Toro en la decimosexta de San Isidro, herrado con la estrella de seis puntas y la divisa azul que le es propia a Jandilla.
Corrida la de Jandilla que vino a Madrid magníficamente presentada, con ejemplares que cumplieron en el caballo, aunque midiéndose mucho el castigo a más de uno; y que por si fuera poco, tuvo muchísimo que torear. El garbanzo negro fue el inválido quinto, el cual bajó la presentación, y que volvió por donde salió casi a última hora. Lo sustituyó un sobrero de Salvador Domecq que, desde luego, no fue menos que los de Jandilla. Para dar cuenta de su lidia y muerte, Francisco Rivera Ordónez, Sebastián Castella y López Simón, en el marco de una tarde de gente guapa, famosos, ginebra y cubalibres a cientos corriendo por los tendidos, aroma a Chanel y, en definitiva, tarde de mucho glamour. Y es que hoy no era una tarde cualquiera en la Historia de España, la España del Sálvame, los hombres, las mujeres y viceversa; el Tomate, la Luisma femenina hecha princesa del pueblo, y toda esa farándula propia de Telecirco. Y es que, hoy se despedía de la Plaza de Madrid el señor Francisco Rivera Ordóñez, icono de esa España negra que tanta vergüenza ajena da. Abrió plaza un animalito que cumplió en varas y se llevó un primer puyazo en toda regla, quedando suavón y noble para torearlo a placer. Torear, eso que el que se despedía hoy de Madrid lleva siglos sin hacer, y eso si alguna vez lo hizo. Símil en el cuarto, un toro que también recibió cera en el caballo, repuchándose, y que regaló sus veinte arrancadas metiendo la cara de lujo, hasta que se aburrió del pegapases que tenía enfrente y dijo "hala por ahí".
Aur revoir Francisco, tu mejor faena ha sido esta: irte. Gracias.
Otro protagonista de la tarde fue el segundo, llamado Hebrea y herrado con el número 94 en el costillar. Un toro para soñar el toreo, nobilísimo y dulce como la miel, que cumplió en varas, sí, pero yéndose de los dos encuentros con dos hilillos que dejaban en evidencia lo poquísimo que se empleó el picador metiendo el palo. Vamos, que sin picar. Castella tuvo el buen gusto de citarlo dándole distancia y luciendo la buena galopada del toro, que repetía como un tren y sin hacer gestos feos ni tirar un derrote. Apto para paladares enamorados de lo dulce, e incompleto para aquellos que gustan más del picante. Por ello, porque no fue picado, y porque muchos todavía siguen, seguimos, creyendo en la tercera vara como algo que sí importa para medir el verdadero potencial de un animal bravo, se hace excesiva la vuelta al ruedo. Castella, simplemente, fue Castella, y sólo una media estocada trasera le privó de dos orejas. A buen entendedor...
Pero, hablando de picante, a los que gustan de tal condición en un toro de lidia les aguardaba en los chiqueros el primer sobrero, de Salvador Domecq. Se lidió en quinto lugar, y derrochó las dificultades propias de la casta. Toros así también emocionan, y mucho. Un animal para poder, para ahormarlo de forma vistosa y luego romperlo por bajo en una faena corta. Pero Castella volvió a ser Castella, así como es él, trapacero por arriba, a veces por abajo, hacia fuera siempre, acortando mucho las distancias... Haciendo en definitiva al toro peor de lo que fue, y haciendo como que él quedó por encima por una faena de bragueta. Castella....
Y cerrando cartel, Alberto López Simón. Sí, el de las cuatro puertas grandes sin pegar un mísero muletazo, ese mismo. Un tercero que también derrochó nobleza y un punto de casta, y con las orejas hablando al matador incitándole a cortarlas. Simón hizo lo que buenamente sabe, ni más ni menos: pegar trallazos de forma vulgar. Nada diferente en el sexto, otro toro también que regaló algunas embestidas con emoción que, cómo no, fueron tiradas al WC por un torero perdido, vulgar, apático y sin saber ni por dónde meterle mano a los toros. Y suena duro decirlo, pero le tienen que enganchar los toros para que le echen cuentas y le jaleen. Porque si es por torear, este torero tiene los días contados en las ferias.
La de Jandilla tuvo emoción y mucho que torear. Buena corrida, preciosa e imponente, que tuvo algunos ejemplares encastados. Lo de alguien que les saquen partido, ya si eso para otro día.
Cuando aparece el Toro, ese Toro, se rompen todos los esquemas. El interés acapara el ruedo, el aburrimiento se esfuma, los vendedores de pipas se maldicen, y los aficionados hastiados de tanto engaño y fraude se guardan las protestas y claman "Aleluya, hay toro". Y en consecuencia, los pagafantas de la caja tonta/portales/papeles/ondas se desconciertan porque los reventadores aplauden. ¡¡Qué cosas!! Es lo que tiene que el Toro aparezca, porque es lo que el aficionado, al fin y al cabo, busca. Y apareció el Toro en la decimosexta de San Isidro, herrado con la estrella de seis puntas y la divisa azul que le es propia a Jandilla.
Corrida la de Jandilla que vino a Madrid magníficamente presentada, con ejemplares que cumplieron en el caballo, aunque midiéndose mucho el castigo a más de uno; y que por si fuera poco, tuvo muchísimo que torear. El garbanzo negro fue el inválido quinto, el cual bajó la presentación, y que volvió por donde salió casi a última hora. Lo sustituyó un sobrero de Salvador Domecq que, desde luego, no fue menos que los de Jandilla. Para dar cuenta de su lidia y muerte, Francisco Rivera Ordónez, Sebastián Castella y López Simón, en el marco de una tarde de gente guapa, famosos, ginebra y cubalibres a cientos corriendo por los tendidos, aroma a Chanel y, en definitiva, tarde de mucho glamour. Y es que hoy no era una tarde cualquiera en la Historia de España, la España del Sálvame, los hombres, las mujeres y viceversa; el Tomate, la Luisma femenina hecha princesa del pueblo, y toda esa farándula propia de Telecirco. Y es que, hoy se despedía de la Plaza de Madrid el señor Francisco Rivera Ordóñez, icono de esa España negra que tanta vergüenza ajena da. Abrió plaza un animalito que cumplió en varas y se llevó un primer puyazo en toda regla, quedando suavón y noble para torearlo a placer. Torear, eso que el que se despedía hoy de Madrid lleva siglos sin hacer, y eso si alguna vez lo hizo. Símil en el cuarto, un toro que también recibió cera en el caballo, repuchándose, y que regaló sus veinte arrancadas metiendo la cara de lujo, hasta que se aburrió del pegapases que tenía enfrente y dijo "hala por ahí".
Aur revoir Francisco, tu mejor faena ha sido esta: irte. Gracias.
Otro protagonista de la tarde fue el segundo, llamado Hebrea y herrado con el número 94 en el costillar. Un toro para soñar el toreo, nobilísimo y dulce como la miel, que cumplió en varas, sí, pero yéndose de los dos encuentros con dos hilillos que dejaban en evidencia lo poquísimo que se empleó el picador metiendo el palo. Vamos, que sin picar. Castella tuvo el buen gusto de citarlo dándole distancia y luciendo la buena galopada del toro, que repetía como un tren y sin hacer gestos feos ni tirar un derrote. Apto para paladares enamorados de lo dulce, e incompleto para aquellos que gustan más del picante. Por ello, porque no fue picado, y porque muchos todavía siguen, seguimos, creyendo en la tercera vara como algo que sí importa para medir el verdadero potencial de un animal bravo, se hace excesiva la vuelta al ruedo. Castella, simplemente, fue Castella, y sólo una media estocada trasera le privó de dos orejas. A buen entendedor...
Pero, hablando de picante, a los que gustan de tal condición en un toro de lidia les aguardaba en los chiqueros el primer sobrero, de Salvador Domecq. Se lidió en quinto lugar, y derrochó las dificultades propias de la casta. Toros así también emocionan, y mucho. Un animal para poder, para ahormarlo de forma vistosa y luego romperlo por bajo en una faena corta. Pero Castella volvió a ser Castella, así como es él, trapacero por arriba, a veces por abajo, hacia fuera siempre, acortando mucho las distancias... Haciendo en definitiva al toro peor de lo que fue, y haciendo como que él quedó por encima por una faena de bragueta. Castella....
Y cerrando cartel, Alberto López Simón. Sí, el de las cuatro puertas grandes sin pegar un mísero muletazo, ese mismo. Un tercero que también derrochó nobleza y un punto de casta, y con las orejas hablando al matador incitándole a cortarlas. Simón hizo lo que buenamente sabe, ni más ni menos: pegar trallazos de forma vulgar. Nada diferente en el sexto, otro toro también que regaló algunas embestidas con emoción que, cómo no, fueron tiradas al WC por un torero perdido, vulgar, apático y sin saber ni por dónde meterle mano a los toros. Y suena duro decirlo, pero le tienen que enganchar los toros para que le echen cuentas y le jaleen. Porque si es por torear, este torero tiene los días contados en las ferias.
La de Jandilla tuvo emoción y mucho que torear. Buena corrida, preciosa e imponente, que tuvo algunos ejemplares encastados. Lo de alguien que les saquen partido, ya si eso para otro día.
jueves, 25 de mayo de 2017
DECIMOQUINTA DE FERIA: ME CUENTAN QUE...
Saturado de tanto libro, me tomo la licencia de darme un respiro, a eso de las nueve y veinte de la noche, y aprovechar para conocer el percal de esta tarde en Las Ventas. Y me encuentro de sopetón con la primera Puerta Grande de la Feria. La del confirmante de alternativa Ginés Marín, quien ha cortado las dos orejas al sexto de Alcurrucén.
Ante tan halagüeños comentarios que me hacen llegar los buenos aficionados con los que tengo la gran suerte de codearme, me falta tiempo para lanzarme a la caza y captura del vídeo en las Redes. Y, aunque casi muero en el intento, por fin lo consigo y puedo ver la faena de Ginés. La verdad es que se ha podido apreciar que el chaval ha mostrado en la tarde de su confirmación en Madrid un concepto del toreo muy a tener en cuenta, dando unos naturales extraordinarios y dejando en el ruedo un aroma de torería y verdad con esa mano izquierda como la que apenas se tiene hoy en día. Enhorabuena, y a seguir progresando.
También se hablaba que esta tarde el Juli ha estado en Madrid mejor que nunca. A lo que un gran aficionado de Madrid, con unos cuantos años ya a sus espaldas y muchas andanzas y vivencias en la plaza de Madrid, me contesta: "Si yo llego hoy y te chapurreo como buenamente puedo cuatro palabrejas sueltas en japonés, quizás alucines en colores y me des una palmadita en la espalda diciéndome qué bien, lo que no significa que hable japonés a las mil maravillas". No hay más preguntas señoría.
En esta tarde de doble confirmación de alternativa también hizo lo propio otro jovenzuelo del que también se cantan grandes virtudes, Álvaro Lorenzo. Buenas maneras serán, nadie dice lo contrario, pero entendiéndose que lo de "buenas maneras", en el argot dospuntocero, se corresponden a los cites perfileros, al pico, al toreo lineal, y a las faenas excesivamente laaaaaaargas.
Los toros, de Alcurrucén, justitos justitos pero que muy justitos de presentación y muy poco castigados en el caballo, se han prestado al toreo y han tenido sus cosas más que de sobra para torear. Algo es algo.
miércoles, 24 de mayo de 2017
DECIMOCUARTA DE FERIA: SIN NOTICIAS DEL PRIMER TERCIO, PERO CON MUCHO QUE TOREAR
Para hablar de la corrida de Núñez del Cuvillo lidiada en la decimocuarta de abono, cabrían dos lecturas. La primera, según los cánones de la Tauromaquia 2.0 y del torito moderno, es que hoy se han lidiado algunos ejemplares muy aptos para torear bien y triunfar rotundamente. Concretamente el segundo, el tercero y el quinto. Que el cuarto y el sexto tuvieron muzha claze, pero poco fondo (o como quiera que lo llame a la falta de fuerzas el lametraseros vendido ese de Triana, a quien el dicho ese de "Se torea como se es" no parece hacerle ninguna justicia); y que el primero iba y venía con nobleza y bondad, pero le faltó más chizpita (parafraseando de nuevo a ese pagafantas al que tan mal le sienta que los aficionados se cabreen ante tanto despropósito).
Ahora bien, si tenemos en cuenta que la Lidia se distribuye en tres tercios y la suerte de varas SÍ IMPORTA, habría que decir que en la tarde de hoy hubo toros que, efectivamente, sacaron sus cosas y tuvieron qué torear, pero a costa de tratar a la suerte de varas como si fuera, con perdón, la última mierda del mundo. O sea, que la corrida ha salido prácticamente ilesa de los jacos, y eso ha sido clave para que los toros se vinieran arriba. Que oiga, la mayoría de los mojones que llevamos en esta porquería de feria, ni eso. Pero eso no quita para que se denuncie la inexistencia de algo tan importante como la suerte de varas, aunque tal afirmación le moleste a tal ganadero, a quien eso del primer tercio le importa un bledo.
Ante tal encierro de Cuvillo se las vieron Juan Bautista, Alejandro Talavante y Roca Rey.
El gabacho, ante el peor lote, no pasó de aseadito y sin demasiadas apreturas, más peocupado por lo estético que por el toreo de verdad. Muy frío y pasando de muleta con aburrida facilidad al pastueño primero, y haciendo de enfermero ante el inválido cuarto. Lo dicho: aburrido.
A Talavante, después de lo acontecido hace algunos días, se le esperaba como agua de mayo esta tarde. Pero, francamente, no logró ni muchísimo menos estar a la altura de un lote de puerta grande. El segundo de la tarde se comía la muleta y quería todo por abajo, pero no era tampoco esa típica tonta del bote que, por tragarse, se podría tragar hasta que Emilio Muñoz, el tal Maxipedia y Manolito Caballero son la objetividad personificada. Nada de eso, pues ese segundo era un toro para, primero, poder; y después, enmendarse con él en una faena de veinte muletazos como mucho, matarlo bien y a por las dos orejas. Pero Talavante, centrado desde el primer momento en ponerse a pegar pases en lugar de hacerse con el toro más poco a poco, naufragó estrepitosamente. Apuntó algunas cosas por el lado derecho, hubo algunos remates y pases de pecho de categoría; pero a la faena le faltó ajuste, acople y temple. Y, en definitiva, rayar a la altura de las buenas embestidas del toro de Cuvillo.
El quinto tampoco fue moco de pavo, no. Pero a Talavante volvió a costarle mucho acoplarse al buen tranco que derrochó el animal. Trallazos fuera de sitio, enganchones, y hasta que en una de esas, por estar fuera de cacho y dejarse la ventana abierta, el toro le echó mano y le pegó la cornada. Después de esto, se levantó el hombre y, en caliente, dejó dos series de naturales que entonces sí recordaron mucho más al Talavante que todos esperamos. Buenos esos naturales, además de algunos remates de quilates, para acabar con el toro acto seguido de una estocada recibiendo que cayó, y nunca mejor dicho, en mal sitio. Oreja, protestada en gran parte por la mala colocación de la espada. Más Talavante el próximo 6 de junio ante la de Victorino Martín.
Al joven Andrés Roca Rey también le cayó en suerte otro toro de Cuvillo, el tercero, para un triunfo de los gordos. Pero se embarulló en una de sus típicas faenas de toreo lineal, trallazos, pico, pierna retrasada, más trallazos, más pico, más pierna retrasada, banderazos por arriba, por abajo, por delante, por detrás... Y las bernardinas como colofón, para no desentonar. Ay el chavalín del Perú, que está empezando ya a estar muy visto.
Al pobre lisiado que hizo de sexto se lo quitó de enmedio en menos que se presina un cura loco, como no podía ser menos.
Que en esta tarde hubo más contenido que en otras, no hay duda, fruto del interés creado por algunos ejemplares que, si no llega a ser por el simulacro que se hizo en el primer tercio, quizás otro gallo hubiera cantado. ¿Y los picadores, sobre todo esto, qué pensarán? A juzgar por su obstinado silencio, no parece que les importe mucho eso de tener que irse en breve a recoger aceituna para ganarse el pan.
Ahora bien, si tenemos en cuenta que la Lidia se distribuye en tres tercios y la suerte de varas SÍ IMPORTA, habría que decir que en la tarde de hoy hubo toros que, efectivamente, sacaron sus cosas y tuvieron qué torear, pero a costa de tratar a la suerte de varas como si fuera, con perdón, la última mierda del mundo. O sea, que la corrida ha salido prácticamente ilesa de los jacos, y eso ha sido clave para que los toros se vinieran arriba. Que oiga, la mayoría de los mojones que llevamos en esta porquería de feria, ni eso. Pero eso no quita para que se denuncie la inexistencia de algo tan importante como la suerte de varas, aunque tal afirmación le moleste a tal ganadero, a quien eso del primer tercio le importa un bledo.
Ante tal encierro de Cuvillo se las vieron Juan Bautista, Alejandro Talavante y Roca Rey.
El gabacho, ante el peor lote, no pasó de aseadito y sin demasiadas apreturas, más peocupado por lo estético que por el toreo de verdad. Muy frío y pasando de muleta con aburrida facilidad al pastueño primero, y haciendo de enfermero ante el inválido cuarto. Lo dicho: aburrido.
A Talavante, después de lo acontecido hace algunos días, se le esperaba como agua de mayo esta tarde. Pero, francamente, no logró ni muchísimo menos estar a la altura de un lote de puerta grande. El segundo de la tarde se comía la muleta y quería todo por abajo, pero no era tampoco esa típica tonta del bote que, por tragarse, se podría tragar hasta que Emilio Muñoz, el tal Maxipedia y Manolito Caballero son la objetividad personificada. Nada de eso, pues ese segundo era un toro para, primero, poder; y después, enmendarse con él en una faena de veinte muletazos como mucho, matarlo bien y a por las dos orejas. Pero Talavante, centrado desde el primer momento en ponerse a pegar pases en lugar de hacerse con el toro más poco a poco, naufragó estrepitosamente. Apuntó algunas cosas por el lado derecho, hubo algunos remates y pases de pecho de categoría; pero a la faena le faltó ajuste, acople y temple. Y, en definitiva, rayar a la altura de las buenas embestidas del toro de Cuvillo.
El quinto tampoco fue moco de pavo, no. Pero a Talavante volvió a costarle mucho acoplarse al buen tranco que derrochó el animal. Trallazos fuera de sitio, enganchones, y hasta que en una de esas, por estar fuera de cacho y dejarse la ventana abierta, el toro le echó mano y le pegó la cornada. Después de esto, se levantó el hombre y, en caliente, dejó dos series de naturales que entonces sí recordaron mucho más al Talavante que todos esperamos. Buenos esos naturales, además de algunos remates de quilates, para acabar con el toro acto seguido de una estocada recibiendo que cayó, y nunca mejor dicho, en mal sitio. Oreja, protestada en gran parte por la mala colocación de la espada. Más Talavante el próximo 6 de junio ante la de Victorino Martín.
Al joven Andrés Roca Rey también le cayó en suerte otro toro de Cuvillo, el tercero, para un triunfo de los gordos. Pero se embarulló en una de sus típicas faenas de toreo lineal, trallazos, pico, pierna retrasada, más trallazos, más pico, más pierna retrasada, banderazos por arriba, por abajo, por delante, por detrás... Y las bernardinas como colofón, para no desentonar. Ay el chavalín del Perú, que está empezando ya a estar muy visto.
Al pobre lisiado que hizo de sexto se lo quitó de enmedio en menos que se presina un cura loco, como no podía ser menos.
Que en esta tarde hubo más contenido que en otras, no hay duda, fruto del interés creado por algunos ejemplares que, si no llega a ser por el simulacro que se hizo en el primer tercio, quizás otro gallo hubiera cantado. ¿Y los picadores, sobre todo esto, qué pensarán? A juzgar por su obstinado silencio, no parece que les importe mucho eso de tener que irse en breve a recoger aceituna para ganarse el pan.
martes, 23 de mayo de 2017
DECIMOTERCERA DE FERIA: ME CUENTAN QUE...
"Antitaurino todo", ha sido la respuesta con la que me he encontrado al interesarme por la tarde de hoy en la Plaza de Madrid. Insisto un poco más y me hablan de una moruchada de campeonato, perdidamente inválida, que llevaba marcado a fuego el hierro de Valdefresno. Me quedo a cuadros ante tal contestación, ¿la de Valdefresno mala? ¿En serio? No puede ser, tiene que haber un error...
Solamente uno fue devuelto, pero pudieron ser unos cuantos más. Salió un sobrero de Adelaida Rodríguez, que igualmente volvió por donde había salido por tetrapléjico, para dar paso a un sobrero de Carriquiri "de banderillas negras". Ea, no hace falta que me digan más.
Para Daniel Luque, este de Carriquiri y el titular de Valdefresno fueron dos toros más que añadir a su registro personal de los toros que le quedan para ser figura. No hay más vuelta de hoja.
Fortes, el hombre, cuentan que ha cumplido como ha podido ante semejantes cachos de carne con ojos y cuernos. Y también, que hay ganas de que tenga suerte y le embista un toro. Esperaremos pues.
Y sobre Juan Leal, se dice y se comenta que gasta unas formas un tanto pueblerinas e inaguantables, esto último más aún cuando lo que se tiene delante no vale un pimiento y se está ahí una eternidad con arrimones, circulares, trapazos por arriba, trapazos por abajo, trapazos por delante, trapazos por detrás... Que nada de nada, a fin de cuentas.
Nada de nada, no. Nada de nada esta tarde, otra más. Y ya se ha perdido la cuenta de las que llevamos así. Ni un puyazo en su sitio, ni un par de banderillas, ni un quite, ni una estocada, ni un mísero detalle que llevarse a la boca. Y eso, por no hablar de animales que se asemejan un poquito, sólo un poquito, a un toro de lidia, y no a una vulgar ternera concebida para acabar en pan de hamburguesa.
Que no, que nada. Nada de nada de nada de nada de NADA. Al igual que en la inmensa mayoría de tardes que llevamos desde que empezó este mojón de feria. Pero cabreo, tedio, hastío, gente que abandona su localidad antes de tiempo, protestas, bostezos, pitos, etc., para tomar y regalar. Qué ruina de feria la suya, señor Casas, QUÉ RUINA.
Solamente uno fue devuelto, pero pudieron ser unos cuantos más. Salió un sobrero de Adelaida Rodríguez, que igualmente volvió por donde había salido por tetrapléjico, para dar paso a un sobrero de Carriquiri "de banderillas negras". Ea, no hace falta que me digan más.
Para Daniel Luque, este de Carriquiri y el titular de Valdefresno fueron dos toros más que añadir a su registro personal de los toros que le quedan para ser figura. No hay más vuelta de hoja.
Fortes, el hombre, cuentan que ha cumplido como ha podido ante semejantes cachos de carne con ojos y cuernos. Y también, que hay ganas de que tenga suerte y le embista un toro. Esperaremos pues.
Y sobre Juan Leal, se dice y se comenta que gasta unas formas un tanto pueblerinas e inaguantables, esto último más aún cuando lo que se tiene delante no vale un pimiento y se está ahí una eternidad con arrimones, circulares, trapazos por arriba, trapazos por abajo, trapazos por delante, trapazos por detrás... Que nada de nada, a fin de cuentas.
Nada de nada, no. Nada de nada esta tarde, otra más. Y ya se ha perdido la cuenta de las que llevamos así. Ni un puyazo en su sitio, ni un par de banderillas, ni un quite, ni una estocada, ni un mísero detalle que llevarse a la boca. Y eso, por no hablar de animales que se asemejan un poquito, sólo un poquito, a un toro de lidia, y no a una vulgar ternera concebida para acabar en pan de hamburguesa.
Que no, que nada. Nada de nada de nada de nada de NADA. Al igual que en la inmensa mayoría de tardes que llevamos desde que empezó este mojón de feria. Pero cabreo, tedio, hastío, gente que abandona su localidad antes de tiempo, protestas, bostezos, pitos, etc., para tomar y regalar. Qué ruina de feria la suya, señor Casas, QUÉ RUINA.
DUODÉCIMA DE FERIA: MANSADA DEL MONTECILLO QUE REGALA OPCIONES DE TRIUNFO
Llegó El Montecillo a Madrid, ganadería esperada que ha demostrado con creces en varias ocasiones que apuesta por la casta. Y lo hizo con una novillada tan bonita de hechuras como vergonzosa de pitones, de los cuales solo cabe esperar el pertinente análisis por los especialistas. Y sí, también con casta, ese aliciente tan importante del Toro y que, en su ausencia, nada tiene sentido. Muy mansa y rajada la novillada, a la cual se le pegó muchísimo y fatal en el primer tercio (lamentable actuación de los seis picadores de esta tarde); pero con posibilidades de triunfo los seis novillos y, por si fuera poco, algunos ejemplares encastados. ¡¡Por fin algo de casta!!
Ante los novillos de Paco Medina se les vieron y desearon, con mejor o peor resultado, quien hoy hacía presentación en Las Ventas, Jesús Enrique Colombo; Pablo Aguado y Rafael Serna.
Empezando por el final, Rafael Serna naufragó ante dos novillos tan distintos entre sí en la misma cantidad que las opciones que dieron. El tercero fue un animalito que no hizo ningún feo, dulce como la miel y con las orejitas diciendo córtame. La faena del chaval fue larga y vulgar, llena de trapazos y falta de colocación. Así las cosas, el sexto fue la antítesis a ese tercero: un animal con muchos pies y genuino, impensable para ponerse bonito y aburrirse a pegar trapazos, pero sí para poderlo con una lidia solvente y de poderío. Serna, al igual que todos los chavales de estas generaciones de novilleros que salen ahora de las escuelas, no conoce qué es eso de lidiar y poder, y como solo tiene en la cabeza, él y los demás, lo del mejor toreo de la historia, no quiso ni ver a la prenda.
Algo parecido le pasa a Pablo Aguado, quien aburrió al personal delante del segundo de la tarde, también un noble ejemplar que se dejó hacer, y sudó sangre con el quinto toro, a su vez el mejor novillo del festejo por noble, encastado y de embestidas temperamentales, ante las cuales Aguado se vio completamente desbordado y con grandes carencias para pegarle unos pocos muletazos templados y mandones que fueran suficientes para reventar Madrid. Trapazos por aquí, trallazos por allá; cites en la oreja, pues toma colada que te crió por dejar la ventana abierta. Ni más, ni menos. Una pena.
La actuación del venezolano que esta tarde hizo el paseíllo desmonterado fue todo garra, corazón, deseos impetuosos de agradar a la parroquia y hambre de triunfo. Entró en quites, toreó templado a la verónica, banderilleó más con espectacularidad que con pureza... Vamos, lo que llega siendo estar en novillero. Pero a la hora de torear, entendiéndose por tal cosa eso de enganchar al toro delante y llevarlo detrás de la cadera trazando un medio círculo, a la par que se carga la suerte... Pues hombre, ahí el chaval patina bastante, pues se le vio a leguas que en su cabeza sólo cabe la Tauromaquia 2.0. Faena excesivamente larga al primero, que no tuvo más de doce arrancadas, a la par suficientes para poner Madrid boca abajo, como decía nuestro recordado Antoñete, pronto y en la mano. Muchísimo más tuvo el encastado cuarto, ante el cual volvió a dejar impronta su hambre voraz de querer ser alguien en esto y llamar la atención. Pero siendo justos, el novillo se le fue sin torear, en una faena de muchos altibajos, en la que tuvo algunos muletazos templados aunque haciendo gala de las maneras 2.0, más momentos de trallazos enganchados y sin terminar de romper la faena. Lo que no tiene ni un reproche fue su estocada a este cuarto, tirándose con todo y cobrándola en todo lo alto. Cuántos de los mayores no deberían aprender de esa forma de entrar a matar...
Y se le pidió la oreja, pero el señor Cano Seijo se mantuvo en su sitio y no hizo asomar el moquero. Y es que la mayoría de pañuelos en los tendidos no estaba para nada clara. Si las orejas se concedieron en valor a los berridos que pegan los de la tele, por las insistencias de los subalternos y por las ratonerías de los mulilleros, pues quizás hoy hasta habría que haber concedido una pata, pero no siendo así, hay que apechugar y seguir mejorando para conseguir la unanimidad de Madrid. Es lo que hay.
No fue ni mucho menos una gran novillada, pero sí volvió a florecer la casta gracias a algunos ejemplares de El Montecillo, y eso reconforta. Sobre todo, después de días y días y más días de vulgaridad, descaste, invalidez, borreguez y mojigangas. La casta, es la casta.
lunes, 22 de mayo de 2017
UNDÉCIMA DE FERIA: ME CUENTAN QUE...
Mal día para ir hoy a los toros en Madrid: el Madrid jugándose la Liga, el Atlético disputando su último partido en el Calderón... Y, por supuesto, que el cartelito que nos ha preparado para este domingo nuestro querido Simón Casas era poco menos que para echar el manto, irse a misa y mandarle a hacer puñetas. Y eso es lo que hemos hecho unos cuantos en esta tarde, porque bien es verdad que Antonio Ferrera es un aliciente, sobre todo teniendo en cuenta el buen momento en el que está; y Manuel Escribano es un torero al que dan ganas de ver cuando tiene toro. Pero es que precisamente el problema de esta tarde era ese: el toro. O mejor dicho, la ganadería. Lo de Las Ramblas espanta sólo con oírlo, y no porque sean más feos que pegar a un padre, que también (y con ganas además). Una de Victorino, de Escolar, de Cuadri o de Miura para ser estoqueada por Padilla, Ferrera y Escribano, sonaría de lujo; pero es que estos tres, que lo suyo es el Toro-Toro, con una de Las Ramblas, es para salir corriendo.
Y el resultado, me cuentan mis queridos allegados que han estado hoy en la plaza, ha sido más o menos el esperado: bichos inválidos, nulos, descastados y muy mal presentados que, tal y como cabía imaginar, han consumado un nuevo petardo ganadero en esta calamitosa feria de San Isidro del 2017. De matadero la corrida, vaya. Pero no importa, el año que viene Las Ramblas volverá a lidiar sus ñús en nuestra plaza.
Sobre Antonio Ferrera me han hablado de una faena muy pinturera y de fino estilo, llegando a intercalar momentos en los que florecieron aunténticos claveles de buen toreo, con otros momentos de toreo más despegado ventajista. Oreja con fuerza para Ferrera, cortada también a placer a un borrego que iba y venía como un perrito. Se le espera en la misma dimensión en los días en que aparezca la casta, ingrediente primario para triunfar con entera rotundidad en una plaza como Las Ventas.
En cuanto a Juan José Padilla y Manuel Escribano, decir que pasaron de puntillas ante la infumable corrida de Las Ramblas, ganadería la cual, esperamos, se tome un larguísimo tiempo sin aparecer por esta plaza. ¿Será posible?
Y el resultado, me cuentan mis queridos allegados que han estado hoy en la plaza, ha sido más o menos el esperado: bichos inválidos, nulos, descastados y muy mal presentados que, tal y como cabía imaginar, han consumado un nuevo petardo ganadero en esta calamitosa feria de San Isidro del 2017. De matadero la corrida, vaya. Pero no importa, el año que viene Las Ramblas volverá a lidiar sus ñús en nuestra plaza.
Sobre Antonio Ferrera me han hablado de una faena muy pinturera y de fino estilo, llegando a intercalar momentos en los que florecieron aunténticos claveles de buen toreo, con otros momentos de toreo más despegado ventajista. Oreja con fuerza para Ferrera, cortada también a placer a un borrego que iba y venía como un perrito. Se le espera en la misma dimensión en los días en que aparezca la casta, ingrediente primario para triunfar con entera rotundidad en una plaza como Las Ventas.
En cuanto a Juan José Padilla y Manuel Escribano, decir que pasaron de puntillas ante la infumable corrida de Las Ramblas, ganadería la cual, esperamos, se tome un larguísimo tiempo sin aparecer por esta plaza. ¿Será posible?
sábado, 20 de mayo de 2017
NOVENA DE FERIA: PARA LA "PRENSA"
Corrida extraordinaria de la Asociación de la Prensa, la misma Prensa que insulta y vapulea a los aficionados, solo porque a estos no les da la gana tragar tanta bazofia.
La Prensa que tapa los innumerables esperpentos que se suceden en los toros día sí y día también.
La Prensa que se vende a las figuras y a los ganaduros de turno, y les cantan cosas bonitas hasta cuando están de pena.
La Prensa que no solamente calla, sino que además también, justifica el fraude.
Sí, esa "Prensa", a la cual en la tarde de hoy había que rendirle los honores que le son propios, con una moruchada del Puerto de San Lorenzo que, además, hizo que los berrendos en colorado de Florencio Fernández Castillo se emplearan a fondo. Seis ratillas de laboratorio los del Puerto, indignos de cualquier plaza de primera, de los cuales primero y quinto volvieron por donde salieron para ser apuntillados en la oscuridad del mueco, cuan vulgar ternera de carne, como castigo a su tetraplejía. Queda lejana y como un mero espejismo aquella tarde de primeros de octubre de 2016, cuando el Puerto de San Lorenzo lidió una aunténtica corrida de toros, de magnífica presentación y que tuvo casta y emoción por los cuatro costados. En tardes así es donde la afición crece y se reproduce, pero no en tardes como las de hoy, donde los animalejos lisiados dieron mucha más lástima que admiración, pavor y emoción.
Para la "Prensa", tan enemiga de la casta por obra y mandato de sus amos de la cúspide de la Tauromaquia, una corridita de bueyes, que aquello de la casta es del siglo pasado y al torero no le permite expresarse.
Para la "Prensa", tan enemiga del trapío y la seriedad del toro de Lidia, esas seis ratillas de laboratorio, para que quepan en la muleta, para que se muevan y aguanten más los kilos, y así el maestro esté a gusto.
Y si la gente se enfada, pues cosa buena para la "Prensa", así ya tienen a quien echarles la culpa si las cosas no salen bien.
Qué "Prensa" esta...
Sólo el último de la corrida dio complicaciones, pues se trataba de un animal que requería poder, dominio e inteligencia, cosa que Javier Jiménez, que estaba dispuesto a otra cosa que ya tenía pensada de mucho antes de vestirse de torero, no logró. Y por ello llegó el tremendo tabacazo que el pobre chaval se ha llevado en esta tarde, acabando Castella por mandar el toro a las manos de los matarifes. Ante la tercera ratilla de laboratorio, poco pudo brillar a causa del nulo juego que ofreció. A este le mató de una muy buena estocada.
La tarde languidecía entre el cabreo y sopor de la gente, hasta que en el quinto, que para ser lidiado tuvieron que salir al ruedo hasta tres animales, llegó Alejandro Talavante a cortar una oreja que no premió nada. Solamente torería, saber estar, compostura ante el toro, elegancia, retazos de verdad, inspiración, muletazos cargando la suerte... Es decir, nada de nada para los tiempos en los que corren. Porque hoy en día, no se premia nada que no sea el pegapasismo vulgar y chabacano, cosa que Talavante no hizo en ningún momento. No, Talavante toreó de verdad por momentos ante este quinto, sobrero tris del Conde de Mayalde, de embestida tontuna y escasa fuerza, pero que le sirvió a Talavante para demostrar que el toreo podría ser otra cosa distinta a lo que nos vende esa "Prensa" a través del guión preestablecido que les tiene impuesto los mandamases del toreo. Algunas fases de la faena toreó al hilo y remataba a los toros afuera, pero fueron momentos intercalados con muletazos con la mano derecha en los que tiró de la babosa del Conde de Mayalde y lo llevaba atrás, otros tantos con la zocata a pies juntos y dando el frente; remataba las series con cambios de mano o kikirikís que daban un aire de improvisación y personalidad como poca se ve a día de hoy, salía de la cara del toro con mucha torería, le andaba al toro que daba gusto verlo... ¿Que qué le faltó a la faena para ser de dos orejas? Más rotundidad quizás, pero ante una babosa que apenas transmitía lo más mínimo, imposible era estar más rotundo. Necesita toro Talavante, y con Talavante, necesita toro el toreo que, de esta forma, quiere realizar. Con una faena de estas a un toro de casta, manda Talavante a recoger cebollas a las tres cuartas partes del escalafón actual, incluídos por supuesto sus colegas, los figurines de porcelana. Y en realidad, con la faena de hoy, destapa Talavante las vergüenzas de muchísimos toreros, en especial de todos aquellos que han pasado por San Isidro en este año y no han logrado entusiasmar una pizca, aun llevándose despojos.
En el primero de su lote, sin noticias de Talavante ante la nula condición del torito del Puerto.
La figurita de porcelana Sebastián Castella abrió plaza con un sobrero de Buenavista nobilísimo y con más bondad que el Convento entero de las Carbonerass de Madrid. Muchísimos pases, como siempre, para acabar con los banderazos por arriba, por abjo, por delante, por detrás, hacia fuera, hacia fuera de nuevo, el pertinente arrimón, los circulares, el aviso sin haber entrado a matar, el personal haciendo un esfuerzo para no quedarse roque... Y con el cuarto, más de lo mismo. Qué visto estás, Sebastián.
En fin, que otra tarde más en esta feria de saldo ganadero, vergüenza, protestas y bueyes inválidos que ni la bonita actuación de Talavante ante el quinto logró tapar. Bochornosa tarde que rindió honores a la Prensa, esa Prensa mercenaria que tanta culpa tiene de los males de la Fiesta tapando y, además, justificando todo lo malo que vive el mundo del toro. Y por si fuera poco, aprovecha la más mínima ocasión para cargar contra el que paga.
La Prensa que tapa los innumerables esperpentos que se suceden en los toros día sí y día también.
La Prensa que se vende a las figuras y a los ganaduros de turno, y les cantan cosas bonitas hasta cuando están de pena.
La Prensa que no solamente calla, sino que además también, justifica el fraude.
Sí, esa "Prensa", a la cual en la tarde de hoy había que rendirle los honores que le son propios, con una moruchada del Puerto de San Lorenzo que, además, hizo que los berrendos en colorado de Florencio Fernández Castillo se emplearan a fondo. Seis ratillas de laboratorio los del Puerto, indignos de cualquier plaza de primera, de los cuales primero y quinto volvieron por donde salieron para ser apuntillados en la oscuridad del mueco, cuan vulgar ternera de carne, como castigo a su tetraplejía. Queda lejana y como un mero espejismo aquella tarde de primeros de octubre de 2016, cuando el Puerto de San Lorenzo lidió una aunténtica corrida de toros, de magnífica presentación y que tuvo casta y emoción por los cuatro costados. En tardes así es donde la afición crece y se reproduce, pero no en tardes como las de hoy, donde los animalejos lisiados dieron mucha más lástima que admiración, pavor y emoción.
Para la "Prensa", tan enemiga de la casta por obra y mandato de sus amos de la cúspide de la Tauromaquia, una corridita de bueyes, que aquello de la casta es del siglo pasado y al torero no le permite expresarse.
Para la "Prensa", tan enemiga del trapío y la seriedad del toro de Lidia, esas seis ratillas de laboratorio, para que quepan en la muleta, para que se muevan y aguanten más los kilos, y así el maestro esté a gusto.
Y si la gente se enfada, pues cosa buena para la "Prensa", así ya tienen a quien echarles la culpa si las cosas no salen bien.
Qué "Prensa" esta...
Sólo el último de la corrida dio complicaciones, pues se trataba de un animal que requería poder, dominio e inteligencia, cosa que Javier Jiménez, que estaba dispuesto a otra cosa que ya tenía pensada de mucho antes de vestirse de torero, no logró. Y por ello llegó el tremendo tabacazo que el pobre chaval se ha llevado en esta tarde, acabando Castella por mandar el toro a las manos de los matarifes. Ante la tercera ratilla de laboratorio, poco pudo brillar a causa del nulo juego que ofreció. A este le mató de una muy buena estocada.
La tarde languidecía entre el cabreo y sopor de la gente, hasta que en el quinto, que para ser lidiado tuvieron que salir al ruedo hasta tres animales, llegó Alejandro Talavante a cortar una oreja que no premió nada. Solamente torería, saber estar, compostura ante el toro, elegancia, retazos de verdad, inspiración, muletazos cargando la suerte... Es decir, nada de nada para los tiempos en los que corren. Porque hoy en día, no se premia nada que no sea el pegapasismo vulgar y chabacano, cosa que Talavante no hizo en ningún momento. No, Talavante toreó de verdad por momentos ante este quinto, sobrero tris del Conde de Mayalde, de embestida tontuna y escasa fuerza, pero que le sirvió a Talavante para demostrar que el toreo podría ser otra cosa distinta a lo que nos vende esa "Prensa" a través del guión preestablecido que les tiene impuesto los mandamases del toreo. Algunas fases de la faena toreó al hilo y remataba a los toros afuera, pero fueron momentos intercalados con muletazos con la mano derecha en los que tiró de la babosa del Conde de Mayalde y lo llevaba atrás, otros tantos con la zocata a pies juntos y dando el frente; remataba las series con cambios de mano o kikirikís que daban un aire de improvisación y personalidad como poca se ve a día de hoy, salía de la cara del toro con mucha torería, le andaba al toro que daba gusto verlo... ¿Que qué le faltó a la faena para ser de dos orejas? Más rotundidad quizás, pero ante una babosa que apenas transmitía lo más mínimo, imposible era estar más rotundo. Necesita toro Talavante, y con Talavante, necesita toro el toreo que, de esta forma, quiere realizar. Con una faena de estas a un toro de casta, manda Talavante a recoger cebollas a las tres cuartas partes del escalafón actual, incluídos por supuesto sus colegas, los figurines de porcelana. Y en realidad, con la faena de hoy, destapa Talavante las vergüenzas de muchísimos toreros, en especial de todos aquellos que han pasado por San Isidro en este año y no han logrado entusiasmar una pizca, aun llevándose despojos.
En el primero de su lote, sin noticias de Talavante ante la nula condición del torito del Puerto.
La figurita de porcelana Sebastián Castella abrió plaza con un sobrero de Buenavista nobilísimo y con más bondad que el Convento entero de las Carbonerass de Madrid. Muchísimos pases, como siempre, para acabar con los banderazos por arriba, por abjo, por delante, por detrás, hacia fuera, hacia fuera de nuevo, el pertinente arrimón, los circulares, el aviso sin haber entrado a matar, el personal haciendo un esfuerzo para no quedarse roque... Y con el cuarto, más de lo mismo. Qué visto estás, Sebastián.
En fin, que otra tarde más en esta feria de saldo ganadero, vergüenza, protestas y bueyes inválidos que ni la bonita actuación de Talavante ante el quinto logró tapar. Bochornosa tarde que rindió honores a la Prensa, esa Prensa mercenaria que tanta culpa tiene de los males de la Fiesta tapando y, además, justificando todo lo malo que vive el mundo del toro. Y por si fuera poco, aprovecha la más mínima ocasión para cargar contra el que paga.
viernes, 19 de mayo de 2017
OCTAVA DE FERIA: ME CUENTAN QUE...
Pasan los días y la feria no remonta. Peor aún, va en caída libre. Me cuentan los amigos que han ido hoy a la plaza que, si ya estaban de malas pulgas antes de comenzar el festejo por culpa de la birria de corrida que coló Juan Pedro con el beneplácito de la Autoridad y los veterinarios, a la salida estaban que se comían a los leones vivos. Por todo: presentación de la corrida, juego ofrecido, nula casta, mansedumbre, ninguna faena, ningún torero que haya destacado de verdad, la suerte de varas como mero trámite... Y, mayormente, que ya llevamos con la misma canción una semana, y esta situación hastía, abochorna, cabrea y saca de sus casillas al más pintado. Pero oiga, que la culpa de todo es de quien protesta todo este desaguisado. Vamos, que el que paga solo tiene derecho a estar calladito y tragar con todo, sea lo que sea; pero el estómago agradecido que habla para la tele/portales/periódicos/sup***madre, y además vive de ello la mar de bien, tiene la razón en todo y lo que él dice va a misa. Anda que vaya banda...
Cinco mojones aprobados de Parladé (alguien me dice que cómo serían los rechazados), el segundo hizo trabajar por primera vez en esta feria a los berrendos de Florito. Dos de Paco Medina, herrados con el hierro de El Montecillo, que parecían los padres de los anteriores, pero cuyo juego no mejoró el panorama. El sobrero, estoqueado en quinto lugar por Fandiño, tuvo un peligro sordo, parece ser, porque no veía bien.
Curro Díaz, en su línea de elegantísimo y fino pegapases. Aburre, y mucho.
Fandiño sigue sin remontar. Cada día que pasa, se le ve más apático y desganado, como si la cosa no fuese con él. Una pena de alguien que tanto nos ilusionó en su día. La bronca que recibió en el quinto toro, el mismo del peligro sordo por no ver un mojón, quizás se presuma desproporcionada.
A David Mora le dieron un despojo del sexto, pero paradójicamente nadie comenta nada mínimamente destacable, para bien, de su actuación. Faena de medios pases citando al hilo del pitón, sin ninguna emoción y, ni mucho menos, toreo de verdad. Ay madre, Madrid...
De nuevo destacó Ángel Otero, quien por unos instantes calmó los ánimos en banderillas y puso a toda la plaza de acuerdo para bien. Por algo es uno de los mejores. Buena actuacion tambien con los palos de Víctor Manuel Martínez, quien derrochó vergüenza torera ante el peligro sordo del quinto.
Cinco mojones aprobados de Parladé (alguien me dice que cómo serían los rechazados), el segundo hizo trabajar por primera vez en esta feria a los berrendos de Florito. Dos de Paco Medina, herrados con el hierro de El Montecillo, que parecían los padres de los anteriores, pero cuyo juego no mejoró el panorama. El sobrero, estoqueado en quinto lugar por Fandiño, tuvo un peligro sordo, parece ser, porque no veía bien.
Curro Díaz, en su línea de elegantísimo y fino pegapases. Aburre, y mucho.
Fandiño sigue sin remontar. Cada día que pasa, se le ve más apático y desganado, como si la cosa no fuese con él. Una pena de alguien que tanto nos ilusionó en su día. La bronca que recibió en el quinto toro, el mismo del peligro sordo por no ver un mojón, quizás se presuma desproporcionada.
A David Mora le dieron un despojo del sexto, pero paradójicamente nadie comenta nada mínimamente destacable, para bien, de su actuación. Faena de medios pases citando al hilo del pitón, sin ninguna emoción y, ni mucho menos, toreo de verdad. Ay madre, Madrid...
De nuevo destacó Ángel Otero, quien por unos instantes calmó los ánimos en banderillas y puso a toda la plaza de acuerdo para bien. Por algo es uno de los mejores. Buena actuacion tambien con los palos de Víctor Manuel Martínez, quien derrochó vergüenza torera ante el peligro sordo del quinto.
jueves, 18 de mayo de 2017
SÉPTIMA DE FERIA: ME CUENTAN QUE...
Me cuentan desde Madrid cositas sobre la corrida que hizo las veces de séptima de abono. Me comentan que los de Fuente Ymbro no vinieron lo que se dice sobrados de fuerzas, y que en la tarde de hoy los picadores, literalmente, no hicieron falta para nada más que salir a lucir el paseíllo. Me hablan también de que esta corrida de Fuente Ymbro tampoco derrocó ni mucho menos hasta, pero sí cierta nobleza y disposición a prestarse al toreo, para andar delante de ellos y sacarles partido, y sobresaliendo por encima de todos el cuarto. Los toreros, ante tales ejemplares, me dicen que no estuvieron lo que viene siendo a la altura del las circunstancias.
Que El Fandi es El Fandi, y como tal, en esta tarde ha estado como lo que es: El Fandi, torero bullidor que lo intenta todo con el capote, que arma el alboroto en el segundo tercio con sus carreritas por el redondel cual MacLaren antes de clavar a rabo pasado, que le encantan los desplantes pueblerinos, ponerse de rodillas, pegar pases así como quien dice... Vamos, El Fandi en esencia pura. Y hoy hasta le pidieron una oreja, aun habiendo matado de estocada baja. Una petición la cual el Presidente, el señor Cano, tuvo el acierto de hacer caso omiso.
Perera también es Perera, el torero pegapases que si hace una faena con menos de ochenta y cinco muletazos, circulares, péndulos y arrimones aparte, al día siguiente se levanta con una depresión del carajo. Para depresión, también, la que cogen algunos viéndolo "torear", según me cuentan. Mala, muy mala la tarde que ha echado este señor, perdido, desnortado y tan vulgar como siempre. El personal ha acabado hasta los mismísimos de su pegapasismo.
José Garrido cerró su feria ante un tercero manejable con el que, si no llega a ser por el pésimo uso de la espada que hizo lo largo de la tarde, le hubieran pedido un despojo; todo por una faena fiel a la Tauromaquia 2.0 del cite al hilo, la pierna atrás, el toreo hacia fuera y las bernardinas de colofón. Con el sexto, más de lo mismo. Se acabó San Isidro para él, una feria en la que ha pasado de puntillas.
En resumidas cuentas, hubo ejemplares de Fuente Ymbro que se fueron al desolladero con las orejas puestas después de habérseles visto con una terna de pegapases incapaz para sacarles el mínimo partido.
Que El Fandi es El Fandi, y como tal, en esta tarde ha estado como lo que es: El Fandi, torero bullidor que lo intenta todo con el capote, que arma el alboroto en el segundo tercio con sus carreritas por el redondel cual MacLaren antes de clavar a rabo pasado, que le encantan los desplantes pueblerinos, ponerse de rodillas, pegar pases así como quien dice... Vamos, El Fandi en esencia pura. Y hoy hasta le pidieron una oreja, aun habiendo matado de estocada baja. Una petición la cual el Presidente, el señor Cano, tuvo el acierto de hacer caso omiso.
Perera también es Perera, el torero pegapases que si hace una faena con menos de ochenta y cinco muletazos, circulares, péndulos y arrimones aparte, al día siguiente se levanta con una depresión del carajo. Para depresión, también, la que cogen algunos viéndolo "torear", según me cuentan. Mala, muy mala la tarde que ha echado este señor, perdido, desnortado y tan vulgar como siempre. El personal ha acabado hasta los mismísimos de su pegapasismo.
José Garrido cerró su feria ante un tercero manejable con el que, si no llega a ser por el pésimo uso de la espada que hizo lo largo de la tarde, le hubieran pedido un despojo; todo por una faena fiel a la Tauromaquia 2.0 del cite al hilo, la pierna atrás, el toreo hacia fuera y las bernardinas de colofón. Con el sexto, más de lo mismo. Se acabó San Isidro para él, una feria en la que ha pasado de puntillas.
En resumidas cuentas, hubo ejemplares de Fuente Ymbro que se fueron al desolladero con las orejas puestas después de habérseles visto con una terna de pegapases incapaz para sacarles el mínimo partido.
martes, 16 de mayo de 2017
SEXTA DE FERIA: ME CUENTAN QUE...
Me cuentan los amigos que están por Madrid varias cosas sobre la sexta de San Isidro. Me cuentan, sobre la corrida de Lagunajanda, que ha roto todas las quinielas: quien más o quien menos, conociendo los antecedentes de este hierro y sus últimas comparecencias en Madrid, esperaban un desfile de animalitos blandengues y lisiados que apenas pudieran con su alma. Equivocados de remate todos.
La corrida de Lagunajanda no fue, según cuentan los buenos aficionados a los que me he remitido para interesarme por ella, una corrida con casta, ni con poder en varas ni con picante, pero tampoco llegaron al desastre que se esperaban de ellos. Y es que hubo toros para torear y para estar bien en doce o quince muletazos, suficientes para encandilar a la afición de Madrid. A algunos, hubo que levantarles el palo en el primer tercio, y a otros sí se les apretó, pero en general, salvo el primero, ninguno fue merecedor de ser arrastrado por los berrendos de la campanilla.
Me hablan también sobre los toreros, y no con lo que se suele decir muy buenas palabras. De Juan del Álamo me cuentan que es el mismo trapacero de siempre, pero que lo único que le ha cambiado es que esta vez no se ha llevado el típico despojo suyo de todos los años.
De Jiménez Fortes me cuentan que muy valiente él, como siempre, pero que solamente con valor no es suficiente para entusiasmar, menos aún en Madrid.
Y de Román, me dicen que estuvo bien, pero bien de verdad, dejando a sus toros en suerte en el tercio de varas. Y también, que estuvo valiente y porfiando con tesón, pero otra cosa es que tuviera intención de torear, en el sentido estricto de la palabra.
No dejan tampoco de hablarme del solemne cabreo que tienen pillado con la gente de la tele/portales/periódicos/panfletos/sup***madre. Por la cosa de que la gente "va amargada a los toros", y va "predispuesta a protestar" y a "meterse con los toreros" y toda esa parafernalia. Me pregunto si acaso no querrán que les tiremos flores y besos a los toreros cuando no anden finos. Me pregunto también si lo que buscan es que aplaudamos a los inválidos y los tomemos por aptos para la lidia, como si aquí todo sirviera. Me pregunto día tras día si acaso no será que la diferencia está en que no es lo mismo ver los toros pasando por taquilla, que verlos siendo un pagafantas pesebrero que tiene que quedar bien con todo el mundo para que el tinglado no se le vaya al cuerno. ¿Que nos quieren callados? Pues me temo que se quedarán con las ganas, al menos mientras en el ruedo haya toretes indignos de ser calificados como tal, y toreros mediocres ahí delante que se las dan de figuras.
Un festejo más, un día menos. Y yo, agradecido y entusiasmado de estar rodeado de tan buena gente y tan buenos aficionados que me cuentan de maravilla cómo fue todo.
QUINTA DE FERIA: MARCHANDO UNA DE SILLAS DE RUEDAS
Unas sillas de ruedas que sean bonitas, cómodas y, a ser posible, de esas tan chulas con motor, no sea que se lisien aún más haciendo por moverlas. Que sean un total de cinco, por favor. Sí, ya se que ha habido seis toros, sé contar oiga, pero solamente me harán falta cinco. ¿Que por cinco no me hace precio especial? Será... Bueno, me conformo con que en el pack me venga incluido un pañuelo verde de regalo, que hay alguien a quien le hace falta uno.
¡¡Marchen cinco sillas de ruedas, fabricadas con mucho cariño y afecto, para cinco toros tetrapléjicos de Montalvo!! Los mismos que se han lidiado en la tarde del Santo Patrón de Madrid, sí. Esos mismos. Que estaban los pobrecitos que se los llevaba el aire de blandengues y flojos que andaban. Qué lástima, de verdad, qué lástima... Qué lástima de tardes y de feria que llevamos. Qué lástima que para un toro más que aceptable que nos ha salido en esta tarde de lisiados, el cuarto, un negro salpicado con unas hechuras que recordaban a la mítica y antiquísima línea Martínez que se sigue conservando en Montalvo, llegue su matador y lo desperdicie con tanto descaro y alevosía. Fue este de Montalvo un toro duro de patas al que se le dieron dos puyazos en toda regla y que hasta se tomó la licencia de empujar con presteza en el primer encuentro, aunque se repuchó en el segundo y salió suelto. Llegó a la muleta nobilísimo, galopando con alegría y arrancándose con prontitud. Un toro de ensueño para hartarse a torear y poner a la afición de Madrid a los pies de uno. Y Curro Díaz no pondría Madrid a sus pies, pero sí hizo algo casi tan difícil como ello: poner a toda la afición de Madrid de acuerdo. No hubo un alma en la plaza que no dijera "se le fue sin torear". Faena larga compuesta por miles de latigazos abusando del pico y escupiendo al toro fuera. Ni una vez se puso en el sitio, ni una vez cargó la suerte. Eso sí, muy pinturero él. Dejó irse al toro con las orejas puestas, pero con musho jarte, que conste.
De los cinco restantes, qué puede decirse que no se haya comentado ya. Unos mojones con cuernos que de toro de lidia tenían lo que la Esteban de lista y guapa. Curro, con su primero, en la misma línea de pegapases que se pone muy bonito y pinturero, pero pegapases al fin y al cabo. Y además, matando de un nada despreciable bajonazo.
Paco Ureña terminó su primera comparecencia en San Isidro con un fuerte golpe en la rodilla al ser empotrado contra las tablas por el quinto cuando se disponía a torearlo de capa. Y además, también terminó echando más humo que la locomotora del Expreso de Hogwarts. Según él, "porque a los toros, cuando no ven y cuando se caen, hay que devolverlos, porque son ganas de cabrear a la gente que paga la entrada, y que sin toro nos cargamos esto". Gracias, Sara.
Ciertamente, a las manos de Ureña fue a parar el lote de menos posibilidades y más infumable de la tarde. Poca coba se dio delante del segundo mojón de la tarde, e hizo un esfuerzo de salir dolorido y maltrecho a matar al quinto, con el que se excedió más de lo que el animalito mereció. Lo que no tiene perdón de Dios fueron las dos estocadas haciendo guardia que les pegó a ambos.
No fue Ureña el único que salió de la plaza echando chispas por tal motivo, pero se agradece que un torero se decida a hablar tan claro sobre este problema, el cual se pregona por los aficionados día sí y día también. Pero como esos solo interesan para pasar por taquilla y se les quiere con el pico cerradito, mejor para hablar del tema alguien que se pone delante, para que sean tomadas en cuenta las plegarias del talibanato. A ver si así...
Y el año que viene, en lugar de quejarse, siga apuntándose a la de Victorino, y a otras como Miura, Cuadri, Dolores Aguirre, La Quinta, etc.
Y bueno, luego está lo de López Simón, de quien taaaaaaaaaantas cosas pueden decirse, que no habría hueco suficiente en la Red como para dejarlo plasmado por entero. Pero, en resumidas cuentas, no se sabe cómo es posible que semejante sujeto haya salido a hombros en Madrid la friolera de ¡¡CUATRO OCASIONES!! Pegapases, vulgar, chabacano, burdo, basto, aburrido, manta, petardo, incapaz... Y encima, bocazas. ¿A hombros con cornadas? A hombros TOREANDO es lo que tiene que ser, y no hay más. Esa es la verdadera grandeza de la Fiesta y de triunfar en Madrid, así que a otro chucho con ese hueso, Simón, que lo tuyo dejó de colar hace ya tiempo. Y se creerá que esta tarde estuvo cunvre.
Un día menos, una mojiganga inválida más que añadir a la colección. Y la culpa todavía será de los aficionados que protestan todas estas charlotadas. Pena de bufones con carné de periodista...
¡¡Marchen cinco sillas de ruedas, fabricadas con mucho cariño y afecto, para cinco toros tetrapléjicos de Montalvo!! Los mismos que se han lidiado en la tarde del Santo Patrón de Madrid, sí. Esos mismos. Que estaban los pobrecitos que se los llevaba el aire de blandengues y flojos que andaban. Qué lástima, de verdad, qué lástima... Qué lástima de tardes y de feria que llevamos. Qué lástima que para un toro más que aceptable que nos ha salido en esta tarde de lisiados, el cuarto, un negro salpicado con unas hechuras que recordaban a la mítica y antiquísima línea Martínez que se sigue conservando en Montalvo, llegue su matador y lo desperdicie con tanto descaro y alevosía. Fue este de Montalvo un toro duro de patas al que se le dieron dos puyazos en toda regla y que hasta se tomó la licencia de empujar con presteza en el primer encuentro, aunque se repuchó en el segundo y salió suelto. Llegó a la muleta nobilísimo, galopando con alegría y arrancándose con prontitud. Un toro de ensueño para hartarse a torear y poner a la afición de Madrid a los pies de uno. Y Curro Díaz no pondría Madrid a sus pies, pero sí hizo algo casi tan difícil como ello: poner a toda la afición de Madrid de acuerdo. No hubo un alma en la plaza que no dijera "se le fue sin torear". Faena larga compuesta por miles de latigazos abusando del pico y escupiendo al toro fuera. Ni una vez se puso en el sitio, ni una vez cargó la suerte. Eso sí, muy pinturero él. Dejó irse al toro con las orejas puestas, pero con musho jarte, que conste.
De los cinco restantes, qué puede decirse que no se haya comentado ya. Unos mojones con cuernos que de toro de lidia tenían lo que la Esteban de lista y guapa. Curro, con su primero, en la misma línea de pegapases que se pone muy bonito y pinturero, pero pegapases al fin y al cabo. Y además, matando de un nada despreciable bajonazo.
Paco Ureña terminó su primera comparecencia en San Isidro con un fuerte golpe en la rodilla al ser empotrado contra las tablas por el quinto cuando se disponía a torearlo de capa. Y además, también terminó echando más humo que la locomotora del Expreso de Hogwarts. Según él, "porque a los toros, cuando no ven y cuando se caen, hay que devolverlos, porque son ganas de cabrear a la gente que paga la entrada, y que sin toro nos cargamos esto". Gracias, Sara.
Ciertamente, a las manos de Ureña fue a parar el lote de menos posibilidades y más infumable de la tarde. Poca coba se dio delante del segundo mojón de la tarde, e hizo un esfuerzo de salir dolorido y maltrecho a matar al quinto, con el que se excedió más de lo que el animalito mereció. Lo que no tiene perdón de Dios fueron las dos estocadas haciendo guardia que les pegó a ambos.
No fue Ureña el único que salió de la plaza echando chispas por tal motivo, pero se agradece que un torero se decida a hablar tan claro sobre este problema, el cual se pregona por los aficionados día sí y día también. Pero como esos solo interesan para pasar por taquilla y se les quiere con el pico cerradito, mejor para hablar del tema alguien que se pone delante, para que sean tomadas en cuenta las plegarias del talibanato. A ver si así...
Y el año que viene, en lugar de quejarse, siga apuntándose a la de Victorino, y a otras como Miura, Cuadri, Dolores Aguirre, La Quinta, etc.
Y bueno, luego está lo de López Simón, de quien taaaaaaaaaantas cosas pueden decirse, que no habría hueco suficiente en la Red como para dejarlo plasmado por entero. Pero, en resumidas cuentas, no se sabe cómo es posible que semejante sujeto haya salido a hombros en Madrid la friolera de ¡¡CUATRO OCASIONES!! Pegapases, vulgar, chabacano, burdo, basto, aburrido, manta, petardo, incapaz... Y encima, bocazas. ¿A hombros con cornadas? A hombros TOREANDO es lo que tiene que ser, y no hay más. Esa es la verdadera grandeza de la Fiesta y de triunfar en Madrid, así que a otro chucho con ese hueso, Simón, que lo tuyo dejó de colar hace ya tiempo. Y se creerá que esta tarde estuvo cunvre.
Un día menos, una mojiganga inválida más que añadir a la colección. Y la culpa todavía será de los aficionados que protestan todas estas charlotadas. Pena de bufones con carné de periodista...
domingo, 14 de mayo de 2017
TERCERA DE FERIA: BORREGOS Y POLÉMICAS, PERO SIN RASTRO DE CASTA NI TORERÍA
Pasan los días, pasan los festejos, se van lidiando las corridas... Y a uno, que a cabezón no le gana nadie, no se le quita del melón la infeliz idea que le lleva persiguiendo desde que las mulillas arrastraron al último toro de La Quinta que se lidió el primer día de feria: cuántos días no nos íbamos a terminar acordando del encierro enviado a Madrid por don Álvaro Martínez Conradi. Porque aquellos toros mansos, al menos, tuvieron su castita. Pero es que los mansos que les han sucedido en días siguientes, ni eso. En la tercera de feria, nuevo capítulo de borregos mansurrones, descastados, flojos y exasperadamente malos. Así fueron los seis mojones con cuernos que don Moisés Fraile, ganadero de El Pilar, presentó en Madrid en la tarde de hoy.
¡¡Qué despropósito de tarde!! ¡¡Qué despropósito de toros!! ¡¡Qué despropósito de toreros!! Sí, también los toreros fallaron esta tarde, porque aun siendo la corrida del Pilar una aunténtica mojiganga, algún ejemplar ha salido que ha ofrecido posibilidades para estar con otro aire y poder dejar cosas buenas en el ruedo. Por ejemplo, el toro que abrió plaza, que regaló un puñado de embestidas que Urdiales, inseguro, desdibujado y fuera de sitio durante toda la faena, tiró por el sumidero. También el quinto, el toro más claro y boyante del encierro, caído en manos de David Mora, que no está lo que se dice para trotes, precisamente. El animal no se comía a nadie, ni tampoco hizo un feo en toda la lidia, pero Mora tomó unas precauciones exageradas. Se alargó mucho la faena, y Mora dejó media estocada antes de coger el descabello y comenzar con el festival de golpes de verduguillo hasta que se le agotó el tiempo y el Señor Presidente hizo asomar por tercera vez el pañuelo blanco para comunicar al matador que se retirara al callejón.
Del resto de la corrida, poco más que comentar. Urdiales quedó inédito ante el tetrapléjico cuarto, al que se quitó de enmedio sin mucho tardar; y Mora tuvo en segundo lugar a un marrajo más para lidiar y poder que para ponerse bonito pegando pases, la cual era su intención. Pero allí, ni una cosa, ni por supuesto la otra. A este toro Ángel Otero le plantó un par de banderillas que difícilmente se verá superado a lo largo de la feria. Y José Garrido, otrora componente del cartel, pasó de puntillas ante el peor lote de la tarde. Sobre esto último, quizás, tendría que estarle muy agradecido a su picador Curro Sanlúcar, quien se cargó al tercer toro de dos marronazos en las paletillas, quedando el pobre animal lisiado y sin apenas poder tenerse en pie. A estas horas, la propuesta para sanción hacia este sujeto ya estará siendo tramitada. Y no será la única propuesta para sanción que se ha remitido a la Autoridad Gubernativa en la tarde de hoy, pues por lo que ha comentado en su perfil de Twitter el Señor Presidente de la corrida, don Jesús María Gómez, también hay premio gordo para el puntillero de la plaza. ¿Motivo? Salir a apuntillar al toro de los tres avisos. La bronca que se montó en la plaza por ello fue de órdago, pero... ¿Qué dice el Reglamento sobre esto? Según el artículo 81, "transcurridos diez minutos desde que se hubiera ordenado en inicio del último tercio, si la res no ha muerto, se dará por toque de clarín, de orden del Presidente, el primer aviso; tres minutos despues, el segundo aviso; y dos minutos más tarde, el tercero y último, en cuyo momento el espada y demás lidiadores se retirarán a la barrera para que la res sea devuelta a los corrales o apuntillada. Si no fuese posible lograr la devolución de la res a los corrales, o el que sea apuntillada, el Presidente podrá ordenar al matador que siga en turno al que hubiera actuado, que mate la res, bien con el estoque o directamente mediante el descabello, según las condiciones en que se encuentre aquella". Lo que se interpreta como que antes de ser apuntillado, se ha de intentar devolver al toro al corral. Y la verdad es que los cabestros saltaron al ruedo con el toro ya apuntillado, por lo que se puede decir que la irregularidad ha existido y la actuación del Presidente a la hora de proponer para sanción es correcta; pero no es menos cierto también, siendo un poquito justos, que el toro estaba ya amorcillado en el burladero del 8 y de ahí hubiera sido muy difícil moverlo, mucho menos de punta a punta de la plaza. En cualquier caso, la Autoridad Gubernativa decidirá lo que crea conveniente, y el puntillero tendrá su derecho a recurrir la sanción.
¡¡Qué despropósito de tarde!! ¡¡Qué despropósito de toros!! ¡¡Qué despropósito de toreros!! Sí, también los toreros fallaron esta tarde, porque aun siendo la corrida del Pilar una aunténtica mojiganga, algún ejemplar ha salido que ha ofrecido posibilidades para estar con otro aire y poder dejar cosas buenas en el ruedo. Por ejemplo, el toro que abrió plaza, que regaló un puñado de embestidas que Urdiales, inseguro, desdibujado y fuera de sitio durante toda la faena, tiró por el sumidero. También el quinto, el toro más claro y boyante del encierro, caído en manos de David Mora, que no está lo que se dice para trotes, precisamente. El animal no se comía a nadie, ni tampoco hizo un feo en toda la lidia, pero Mora tomó unas precauciones exageradas. Se alargó mucho la faena, y Mora dejó media estocada antes de coger el descabello y comenzar con el festival de golpes de verduguillo hasta que se le agotó el tiempo y el Señor Presidente hizo asomar por tercera vez el pañuelo blanco para comunicar al matador que se retirara al callejón.
Del resto de la corrida, poco más que comentar. Urdiales quedó inédito ante el tetrapléjico cuarto, al que se quitó de enmedio sin mucho tardar; y Mora tuvo en segundo lugar a un marrajo más para lidiar y poder que para ponerse bonito pegando pases, la cual era su intención. Pero allí, ni una cosa, ni por supuesto la otra. A este toro Ángel Otero le plantó un par de banderillas que difícilmente se verá superado a lo largo de la feria. Y José Garrido, otrora componente del cartel, pasó de puntillas ante el peor lote de la tarde. Sobre esto último, quizás, tendría que estarle muy agradecido a su picador Curro Sanlúcar, quien se cargó al tercer toro de dos marronazos en las paletillas, quedando el pobre animal lisiado y sin apenas poder tenerse en pie. A estas horas, la propuesta para sanción hacia este sujeto ya estará siendo tramitada. Y no será la única propuesta para sanción que se ha remitido a la Autoridad Gubernativa en la tarde de hoy, pues por lo que ha comentado en su perfil de Twitter el Señor Presidente de la corrida, don Jesús María Gómez, también hay premio gordo para el puntillero de la plaza. ¿Motivo? Salir a apuntillar al toro de los tres avisos. La bronca que se montó en la plaza por ello fue de órdago, pero... ¿Qué dice el Reglamento sobre esto? Según el artículo 81, "transcurridos diez minutos desde que se hubiera ordenado en inicio del último tercio, si la res no ha muerto, se dará por toque de clarín, de orden del Presidente, el primer aviso; tres minutos despues, el segundo aviso; y dos minutos más tarde, el tercero y último, en cuyo momento el espada y demás lidiadores se retirarán a la barrera para que la res sea devuelta a los corrales o apuntillada. Si no fuese posible lograr la devolución de la res a los corrales, o el que sea apuntillada, el Presidente podrá ordenar al matador que siga en turno al que hubiera actuado, que mate la res, bien con el estoque o directamente mediante el descabello, según las condiciones en que se encuentre aquella". Lo que se interpreta como que antes de ser apuntillado, se ha de intentar devolver al toro al corral. Y la verdad es que los cabestros saltaron al ruedo con el toro ya apuntillado, por lo que se puede decir que la irregularidad ha existido y la actuación del Presidente a la hora de proponer para sanción es correcta; pero no es menos cierto también, siendo un poquito justos, que el toro estaba ya amorcillado en el burladero del 8 y de ahí hubiera sido muy difícil moverlo, mucho menos de punta a punta de la plaza. En cualquier caso, la Autoridad Gubernativa decidirá lo que crea conveniente, y el puntillero tendrá su derecho a recurrir la sanción.
sábado, 13 de mayo de 2017
SEGUNDA DE FERIA: CINCO MORUCHOS, UNA PERITA EN DULCE Y CASQUERÍA DE REGALO
Cinco moruchos, del Ventorrillo. Una perita en dulce, también del Ventorrillo, que lució una preciosa estampa por cierto, lidiado en quinto lugar, y al que se le cortó una oreja verbenera, la primera de esta feria, sin tan siquiera haber mayoría de pañuelos (qué patinazo el suyo, señor Presidente). En estas pocas líneas puede resumirse el despropósito de tarde que nos brindó la segunda de Feria, una tarde en la que los productos pseudobóvidos del señor Fidel San Román volvieron a las andadas después de que el año pasado nos dieran razones para confiar un poquito en ellos, con una corrida más que aceptable en agosto.
Corrida del Ventorrillo de desigual presencia: tres toritos de muy justita presentación (primero, segundo y cuarto) y tres galanes que se parecían más a lo que es un toro de lidia, destacando como se ha dicho antes a la preciosidad lidiada en quinto lugar, un negro salpicado que, a la postre, fue el único del encierro que se dejó torear. Suerte de varas simulada y de puro trámite, para variar, obviando al primero de la tarde, que recibió él solito más que el repóker restante. Y, en definitiva, corrida falta de la más importante materia prima de la Tauromaquia: la casta. Mansa, desesperadamente mansa, y descastada como si fueran moruchos de carne.
Con este material, obviamente, no se les puede pedir a los coletas que se rompan a torear. Pero lo que sí se les podía pedir, qué menos, lidiar y cumplir dignamente. Ni eso. La corrida del Ventorrillo echó mala tarde, pero los espadas no le andaron a la zaga. Eugenio de Mora estuvo toda la tarde inhibido de sus tareas lidiadoras, no fue capaz de poner a sus toros en suerte, ni tan siquiera de fijarlos en los capotes. Lo suyo fue un "no me apetece y además no puedo", pues aunque el lote que le correspondió no ayudó, él tampoco puso de su parte por cumplir sin más y con un mínimo de dignidad. Y además, el sainete que pegó con la espada al primero, fue de noche en la antigua Dirección General de Seguridad: en este orden, dos pinchazos, dos medias estocadas, cuatro descabellos y dos bajonazos más. Y el toro, más duro que una piedra, aguantando con con el hocico cerrado. Vaya con el buey.
Morenito de Aranda fue agasajado con el primer regalito de la Feria. Reconocerle al torero su afán de lucir al toro y citarlo dándole larga distancia, pero anduvo muy por debajo de la nobilísima embestida del animal. Trallazos a la par que echaba la pata atrás, y falta de mando y de sometimiento fueron las notas predominantes en una faena basada sobre todo en la mano diestra, ya que solo se echó la muleta a la zocata en una ocasión, muy avanzada la faena ya, y sin darle la distancia que le dio en anteriores series con la derecha, mostrándose el toro de esta manera más parado y con menos recorrido. Además, culminó de un pinchazo y una estocada atravesada, y aunque tampoco hubo ni mucho menos mayoría de pañuelos, el despojo cayó, para sonrojo de muchos.
Ante el segundo mojón de la tarde, Morenito tuvo detalles de toreo fino, como por ejemplo esas formas tan toreras de andarle al toro, o algunos remates de fina bisutería. Aromas de torero diferente, a fin de cuentas, pero sin nada destacable que resaltar en el toreo fundamental, pues su actuación se movió también por los derroteros de citar al hilo, quedarse en la oreja y dejar la pierna arrasada.
Cerró el cartel Román, y lo hizo para dar una nueva lección de chabacanería hecha toreo, con esas carencias lidiadoras tan cantosas, esas formas tan toscas y retorcidas, y tan... Tan... ¿Tan 2.0? Pases y pases y pases y pases y más pases al tercero; pases y carreritas detrás de la mula, pases y carreritas detrás de la mula, pases y voltereta, y de nuevo pases y carreritas detrás de la mula, y más pases todavía, y arrimón como culminación ante el sexto. Ni más ni menos que eso, en los dos actos protagonizados por Román.
Entre las cuadrillas, destacar dos soberbios pares de banderillas al quinto de José Manuel Zamorano, el único de los hombres de luces que puso a todo el personal de acuerdo en esta tarde en la que se lidió una nueva mojiganga de El Ventorrillo, y que fue nefastamente despachada por sus matadores. Y es que ante una moruchada de este calado no se puede pedir estar cunvre, pero sí al menos lidiarla con solvencia y dignidad. Pero claro, eso de lidiar, a día de hoy, es un término que suena a chino mandarino.
Corrida del Ventorrillo de desigual presencia: tres toritos de muy justita presentación (primero, segundo y cuarto) y tres galanes que se parecían más a lo que es un toro de lidia, destacando como se ha dicho antes a la preciosidad lidiada en quinto lugar, un negro salpicado que, a la postre, fue el único del encierro que se dejó torear. Suerte de varas simulada y de puro trámite, para variar, obviando al primero de la tarde, que recibió él solito más que el repóker restante. Y, en definitiva, corrida falta de la más importante materia prima de la Tauromaquia: la casta. Mansa, desesperadamente mansa, y descastada como si fueran moruchos de carne.
Con este material, obviamente, no se les puede pedir a los coletas que se rompan a torear. Pero lo que sí se les podía pedir, qué menos, lidiar y cumplir dignamente. Ni eso. La corrida del Ventorrillo echó mala tarde, pero los espadas no le andaron a la zaga. Eugenio de Mora estuvo toda la tarde inhibido de sus tareas lidiadoras, no fue capaz de poner a sus toros en suerte, ni tan siquiera de fijarlos en los capotes. Lo suyo fue un "no me apetece y además no puedo", pues aunque el lote que le correspondió no ayudó, él tampoco puso de su parte por cumplir sin más y con un mínimo de dignidad. Y además, el sainete que pegó con la espada al primero, fue de noche en la antigua Dirección General de Seguridad: en este orden, dos pinchazos, dos medias estocadas, cuatro descabellos y dos bajonazos más. Y el toro, más duro que una piedra, aguantando con con el hocico cerrado. Vaya con el buey.
Morenito de Aranda fue agasajado con el primer regalito de la Feria. Reconocerle al torero su afán de lucir al toro y citarlo dándole larga distancia, pero anduvo muy por debajo de la nobilísima embestida del animal. Trallazos a la par que echaba la pata atrás, y falta de mando y de sometimiento fueron las notas predominantes en una faena basada sobre todo en la mano diestra, ya que solo se echó la muleta a la zocata en una ocasión, muy avanzada la faena ya, y sin darle la distancia que le dio en anteriores series con la derecha, mostrándose el toro de esta manera más parado y con menos recorrido. Además, culminó de un pinchazo y una estocada atravesada, y aunque tampoco hubo ni mucho menos mayoría de pañuelos, el despojo cayó, para sonrojo de muchos.
Ante el segundo mojón de la tarde, Morenito tuvo detalles de toreo fino, como por ejemplo esas formas tan toreras de andarle al toro, o algunos remates de fina bisutería. Aromas de torero diferente, a fin de cuentas, pero sin nada destacable que resaltar en el toreo fundamental, pues su actuación se movió también por los derroteros de citar al hilo, quedarse en la oreja y dejar la pierna arrasada.
Cerró el cartel Román, y lo hizo para dar una nueva lección de chabacanería hecha toreo, con esas carencias lidiadoras tan cantosas, esas formas tan toscas y retorcidas, y tan... Tan... ¿Tan 2.0? Pases y pases y pases y pases y más pases al tercero; pases y carreritas detrás de la mula, pases y carreritas detrás de la mula, pases y voltereta, y de nuevo pases y carreritas detrás de la mula, y más pases todavía, y arrimón como culminación ante el sexto. Ni más ni menos que eso, en los dos actos protagonizados por Román.
Entre las cuadrillas, destacar dos soberbios pares de banderillas al quinto de José Manuel Zamorano, el único de los hombres de luces que puso a todo el personal de acuerdo en esta tarde en la que se lidió una nueva mojiganga de El Ventorrillo, y que fue nefastamente despachada por sus matadores. Y es que ante una moruchada de este calado no se puede pedir estar cunvre, pero sí al menos lidiarla con solvencia y dignidad. Pero claro, eso de lidiar, a día de hoy, es un término que suena a chino mandarino.
viernes, 12 de mayo de 2017
PRIMERA DE FERIA: CON LA TELE HEMOS TOPADO
Empezó San Isidro. Frío y lluvia para los que andan sentados en el granito del tendido. Frío para los que están al amparo de la teja de las andanadas y las gradas. Y comodidad y calor para los que tenemos que tragar con las imágenes (que no sonidos y voces angelicales, que tampoco nos hemos caído de un guindo) que la caja tonta ofrece.
Qué gran invento la televisión para salir del apuro, aunque sea rodeado de libros y apuntes. Pero como lo que es ver los toros in situ, no hay nada en el mundo que lo supere. Qué le vamos a hacer, esto es lo que hay. Así, resumiendo el cotarro de la primera de feria, se puede decir que si la peor corrida de todas las que se lidiarán a lo largo de este mes fuera como esta de La Quinta, la cosa no pintaría del todo mal. No pintaría nada mal, qué puñetas. Una mansada en toda regla, pero oiga, que a los seis se les ha dado cera en el tercio de picas y ninguno ha doblado una pezuña, ni han dado síntomas de invalidez; han tenido, unos más y otros menos, qué torear; y además, respondían cuando se les hacían las cosas bien, y también cuando se les hacían mal. Lo que viene siendo una corrida de toros, vaya.
Se echarán de menos toros así cuando aparezcan por aquí ya sabemos quién, y empiecen las caídas, los paseos de Florito y sus berrendos (para ocio y disfrute de los afisionaos del clavel y el ginc-tónic), la borreguez, la tontuna hecha bóvida, y todos esos largos etcéteras.
Alberto Aguilar, despegado y muleteando sin alma al noble primero, y desbordado y sin llegar a poder con el encastado cuarto. Fatal con la espada.
David Galván sorteó un marrajo, el segundo, al que se le afiazaron aún más las malas ideas con la caótica lidia que recibió, y el hombre, con idea de ponerse bonito ante tal ejemplar, acabó herido y maltrecho en las manos de García Padrós. Muchos ánimos los que se le desean. Mató semejante prenda, como buenamente pudo, Aguilar.
Javier Jiménez, disipó pronto las dudas entre los que no le vimos triunfar el pasado agosto: trallazos en línea recta, pierna escondida, y siempre retorcido. Algunos naturales de buen corte ante el tercero, pero ahogados posteriormente en un mar de vulgaridad y maneras propias del toreo 2.0. Nada nuevo sobre el papel. Además, tampoco anduvo nada fino matando.
Que la peor sea esta pero, a ser posible, ante mejores lidiadores.
Que la peor sea esta pero, a ser posible, ante mejores lidiadores.
miércoles, 3 de mayo de 2017
EN LA GOYESCA HUBO TOREO
Diego Urdiales y Paco Ureña. Paco Ureña y Diego Urdiales. Los dos, mano a mano. En el día 2 de mayo, día grande en Madrid, dos toreros de Madrid, de la afición de Madrid, queridos y respetados en la Plaza de Madrid, se midieron en un mano a mano ante la afición que tanto les espera. Y no triunfaron a lo grande, ni fue una de esas apoteósicas tardes de toros en las que se cortan orejas, rabos, patas, gallinejas, entresijos, zarajos, mollejas y hasta se incluye en el pack algún que otro indulto. Pero que hubo toreo caro y emoción por momentos es tan realidad como que en el día de la Comunidad al Rey de Europa le dio por al vecino humillar, con cariño eso sí.
Del batiburrillo de ganaderías elegidas para la ocasión se puede decir que, sin ser maravillosos ni una cosa del otro mundo, sí ofrecieron más o menos opciones: el primero, de Salvador Domecq, tuvo nobleza pero se acabó pronto; el segundo, también de Domecq, era un tetrapléjico que además se lastimó, por lo que apenas se tenían en pie; tercero y cuarto, herrados con el mítico 9 de Aleas (qué lástima, si levantara la cabeza) fueron dos marrajos que, no obstante, se movieron y llegaron a ofrecer opciones. Igual que los dos de Victoriano del Río que cerraron plaza, tan mal presentados como el resto de la corrida.
Toreó Urdiales por momentos al primero, que fue maravillosamente picado por Manuel José Bernal (el único que fue capaz de plantar dos puyazos en toda la yema). Ya con el capote ambos toreros mostraron sus intenciones durante sus correspondientes turnos de quites, Ureña por gaoneras en las que movió el capote con suavidad y fue capaz de enganchar al toro y llevarlo sometido; y Urdiales por chicuelinas dotadas de una gracia y torería como poco se ve hoy en día para torear por este palo. Los mejores momentos de la faena a este toro llegaron con la mano zocata, pues fue capaz Diego de pegar algunos naturales cargados de torería y gusto. Se tiró a matar además de verdad y, aunque la cobró un poco atravesada, en todo lo alto quedó la estocada.
Ante el tercero tardó Urdiales mucho rato en acoplarse a las correosas embestidas del de José Vázquez. Muchos detalles con sabor añejo y otros tantos muletazos muy toreros, aunque no obstante le faltó mayor rotundidad a la faena para ser de triunfo grande. Aun así, por el ruedo quedaron esparcidos algunos diamantes de toreo verdadero que hoy en día poco se ve.
Ante el quinto Urdiales no pasó de discreto, y se le vio muy por debajo del de Victoriano del Río, que tuvo dentro más de lo que su matador aprovechó.
Toreó también Paco Ureña, y muy bien además. Ante el cuarto, de José Vázquez, al cual sometió con la mano izquierda con esa personalidad de la que el buen torero de Lorca hace gala cuando cita de frente, dando pecho y con la muleta adelantada, y lleva al toro con suavidad y sin pegar arreones hasta rematarlo en redondo. El toreo, ni más ni menos. ¿Por qué los chavales que quieren ser toreros no maman estas cosas? Así se torea, señores. Solo su pinchauvas uso de la espada le hizo perder una oreja de ley. Oreja que sí cortó al sexto ante la poca concurrencia que quedaba para entonces, ya que gran parte del personal optó por largarse a la muerte del quinto a ver al Rey de Europa poner pie y medio en la finalísima de Cardiff. Excesiva la oreja tal vez, después de una faena en la que volvió ponerse muy de verdad cuando agarró la muleta con la mano izquierda, pero resultando ser los muletazos atropellados y sin mando alguno, y muy a merced todo el rato del animal, que le perdonó en varias ocasiones. Como además mató mal, puede ratificarse definitivamente como un premio excesivo la oreja.
Ante el pobre bicho que hizo las veces de segundo de la tarde, abrevió Ureña sin darse mucha coba, pues no cabía otra cosa ahí delante.
En San Isidro, y ante otros toros, volveremos a encontrarnos con estos dos toreros que, por cosas como estas, son tan respetados por la dura y poco afable afición de Madrid. Tan fácil como TOREAR, aunque no se corten orejas, ni se esté cunvre, ni se indulten mojones. Que aprendan otros, que buena falta les hace.
Del batiburrillo de ganaderías elegidas para la ocasión se puede decir que, sin ser maravillosos ni una cosa del otro mundo, sí ofrecieron más o menos opciones: el primero, de Salvador Domecq, tuvo nobleza pero se acabó pronto; el segundo, también de Domecq, era un tetrapléjico que además se lastimó, por lo que apenas se tenían en pie; tercero y cuarto, herrados con el mítico 9 de Aleas (qué lástima, si levantara la cabeza) fueron dos marrajos que, no obstante, se movieron y llegaron a ofrecer opciones. Igual que los dos de Victoriano del Río que cerraron plaza, tan mal presentados como el resto de la corrida.
Toreó Urdiales por momentos al primero, que fue maravillosamente picado por Manuel José Bernal (el único que fue capaz de plantar dos puyazos en toda la yema). Ya con el capote ambos toreros mostraron sus intenciones durante sus correspondientes turnos de quites, Ureña por gaoneras en las que movió el capote con suavidad y fue capaz de enganchar al toro y llevarlo sometido; y Urdiales por chicuelinas dotadas de una gracia y torería como poco se ve hoy en día para torear por este palo. Los mejores momentos de la faena a este toro llegaron con la mano zocata, pues fue capaz Diego de pegar algunos naturales cargados de torería y gusto. Se tiró a matar además de verdad y, aunque la cobró un poco atravesada, en todo lo alto quedó la estocada.
Ante el tercero tardó Urdiales mucho rato en acoplarse a las correosas embestidas del de José Vázquez. Muchos detalles con sabor añejo y otros tantos muletazos muy toreros, aunque no obstante le faltó mayor rotundidad a la faena para ser de triunfo grande. Aun así, por el ruedo quedaron esparcidos algunos diamantes de toreo verdadero que hoy en día poco se ve.
Ante el quinto Urdiales no pasó de discreto, y se le vio muy por debajo del de Victoriano del Río, que tuvo dentro más de lo que su matador aprovechó.
Toreó también Paco Ureña, y muy bien además. Ante el cuarto, de José Vázquez, al cual sometió con la mano izquierda con esa personalidad de la que el buen torero de Lorca hace gala cuando cita de frente, dando pecho y con la muleta adelantada, y lleva al toro con suavidad y sin pegar arreones hasta rematarlo en redondo. El toreo, ni más ni menos. ¿Por qué los chavales que quieren ser toreros no maman estas cosas? Así se torea, señores. Solo su pinchauvas uso de la espada le hizo perder una oreja de ley. Oreja que sí cortó al sexto ante la poca concurrencia que quedaba para entonces, ya que gran parte del personal optó por largarse a la muerte del quinto a ver al Rey de Europa poner pie y medio en la finalísima de Cardiff. Excesiva la oreja tal vez, después de una faena en la que volvió ponerse muy de verdad cuando agarró la muleta con la mano izquierda, pero resultando ser los muletazos atropellados y sin mando alguno, y muy a merced todo el rato del animal, que le perdonó en varias ocasiones. Como además mató mal, puede ratificarse definitivamente como un premio excesivo la oreja.
Ante el pobre bicho que hizo las veces de segundo de la tarde, abrevió Ureña sin darse mucha coba, pues no cabía otra cosa ahí delante.
En San Isidro, y ante otros toros, volveremos a encontrarnos con estos dos toreros que, por cosas como estas, son tan respetados por la dura y poco afable afición de Madrid. Tan fácil como TOREAR, aunque no se corten orejas, ni se esté cunvre, ni se indulten mojones. Que aprendan otros, que buena falta les hace.
martes, 2 de mayo de 2017
MINIFERIA DE LA COMUNIDAD DE MADRID: POCOS DOLORES
El regreso a Madrid de los toros de Doña Dolores Aguirre Ybarra fue una de las mejores noticias que los aficionados nos llevamos cuando Simón Casas pregonó a los cuatro vientos sus planes hace algunos meses. Cuántas tardes de gloria no nos habrá regalado la Doña antaño, con aquellos toros de pavorosa estampa y encastadas embestidas.
Esta mañana, emocionado ante el regreso de esta vacada a la Plaza de Madrid, no podía parar de pensar, sin ir más lejos, en su última comparecencia por aquí, un 9 de mayo de 2010, en pleno San Isidro. De aquellas tardes que uno recuerda con gran cariño, de las tardes que hacen creer aún más enfervorizadamente que la Fiesta de los toros es otra cosa muy distinta a la gran pantomima que hoy en día se vende como Tauromaquia. Claro, qué menos que pensar en que aquellas emociones iban a resurgir en la tarde de hoy, durante el segundo festejo de la Miniferia de la Comunidad de Madrid, qué menos que pensar en aquellos toros duros de patas, encastados como si se les fuera la vida en ellos, peleones hasta el último momento, los cuales hasta sacaban su nobleza cuando el de luces le hacía las cosas bien (que también los había quienes toreaban como los propios ángeles a estos toros, aunque algunos iluminados digan por ahí que es sería imposible torear bien ante esta bravura del Neolítico).
¿Que cómo resultó ser finalmente este esperado regreso? Pues un fiasco de enormes magnitudes, la verdad. Por lo menos, a ojos de este humilde servidor. Novillada de presencia desigual, destacando dos novillos, tercero y cuarto, que nunca, nunca nunca nunca jamás de los jamases debieron pisar el ruedo de Las Ventas. Bueno sí, como mucho en eso del Camino hacia Las Ventas que se celebra en la feria de Otoño. El resto, sin grandes alardes, no pasaron de presentación correcta. En líneas generales, la novillada salió, aparte de mansurrona, noble y sin comerse a nadie ni poner en grandes aprietos a los hombres de luces. Alguno, como el primero, sacó su casta; otro, el tecero, fue una perita en dulce que embestía sin hacer un mal gesto, un novillito de escándalo; así como segundo y cuarto, que también se movieron y dieron sus opciones. Pero, a fin de cuentas, de un hierro como este del que siempre se esperan grandes cosas, una tarde como la de hoy es inevitable que decepcione.
Mediocre la novillada, pero peor aún, para variar un poquito, los tres novilleros. Miguel Maestro, Javier Marín y Fernando Flores; un señor de 33 añetes y más de quince como novillero con picas, y dos chavales que están, como quien dice, empezando en esto. Ausencia de todo intento de lucirse con el capote, inhibidos durante la lidia, vulgares, pegapasistas y muy previsibles en todos sus quehaceres con la muleta; y espantoso el uso que le dieron a la tizona los tres. Nada nuevo sobre la mesa, novilleros con todo preparado y sin nada que dejar a la improvisación. Ningún resquicio de toreo de verdad en ninguno de ellos, solamente el pico, la pierna atrás, los cites al hilo, echarse a los toros afuera... Fotocopias los unos de los otros: los de hoy, con los de la semana pasada, y estos a su vez con los de la anterior, y así sucesivamente hasta aburrirse de tanto contar. No merece la pena extenderse una coma más.
Que la del 5 de junio salga con más casta.
Esta mañana, emocionado ante el regreso de esta vacada a la Plaza de Madrid, no podía parar de pensar, sin ir más lejos, en su última comparecencia por aquí, un 9 de mayo de 2010, en pleno San Isidro. De aquellas tardes que uno recuerda con gran cariño, de las tardes que hacen creer aún más enfervorizadamente que la Fiesta de los toros es otra cosa muy distinta a la gran pantomima que hoy en día se vende como Tauromaquia. Claro, qué menos que pensar en que aquellas emociones iban a resurgir en la tarde de hoy, durante el segundo festejo de la Miniferia de la Comunidad de Madrid, qué menos que pensar en aquellos toros duros de patas, encastados como si se les fuera la vida en ellos, peleones hasta el último momento, los cuales hasta sacaban su nobleza cuando el de luces le hacía las cosas bien (que también los había quienes toreaban como los propios ángeles a estos toros, aunque algunos iluminados digan por ahí que es sería imposible torear bien ante esta bravura del Neolítico).
¿Que cómo resultó ser finalmente este esperado regreso? Pues un fiasco de enormes magnitudes, la verdad. Por lo menos, a ojos de este humilde servidor. Novillada de presencia desigual, destacando dos novillos, tercero y cuarto, que nunca, nunca nunca nunca jamás de los jamases debieron pisar el ruedo de Las Ventas. Bueno sí, como mucho en eso del Camino hacia Las Ventas que se celebra en la feria de Otoño. El resto, sin grandes alardes, no pasaron de presentación correcta. En líneas generales, la novillada salió, aparte de mansurrona, noble y sin comerse a nadie ni poner en grandes aprietos a los hombres de luces. Alguno, como el primero, sacó su casta; otro, el tecero, fue una perita en dulce que embestía sin hacer un mal gesto, un novillito de escándalo; así como segundo y cuarto, que también se movieron y dieron sus opciones. Pero, a fin de cuentas, de un hierro como este del que siempre se esperan grandes cosas, una tarde como la de hoy es inevitable que decepcione.
Mediocre la novillada, pero peor aún, para variar un poquito, los tres novilleros. Miguel Maestro, Javier Marín y Fernando Flores; un señor de 33 añetes y más de quince como novillero con picas, y dos chavales que están, como quien dice, empezando en esto. Ausencia de todo intento de lucirse con el capote, inhibidos durante la lidia, vulgares, pegapasistas y muy previsibles en todos sus quehaceres con la muleta; y espantoso el uso que le dieron a la tizona los tres. Nada nuevo sobre la mesa, novilleros con todo preparado y sin nada que dejar a la improvisación. Ningún resquicio de toreo de verdad en ninguno de ellos, solamente el pico, la pierna atrás, los cites al hilo, echarse a los toros afuera... Fotocopias los unos de los otros: los de hoy, con los de la semana pasada, y estos a su vez con los de la anterior, y así sucesivamente hasta aburrirse de tanto contar. No merece la pena extenderse una coma más.
Que la del 5 de junio salga con más casta.