La feria de Otoño de 2018 ya ha dado, y seguirá dando en tiempos venideros, mucho de que hablar, más allá de cómo estén los toreros, cuántas orejas se corten y los toros buenos y malos que se lidien. Y es que la feria ya era histórica desde antes incluso de conocerse los carteles que la compondrían. El famoso bombo tiene la culpa. De la misma manera que hace algo más de un siglo se interpuso el sorteo de los toros a lidiar para acabar con los abusos de las figuras y las preferencias de los ganaderos de la época, en este 2018 aparece el bombo para determinar, suerte mediante (ya habrá tiempo más adelante para dar cabida a las teorías de los conspiracionistas con las bolas calientes) a qué ganaderías se medirán los toreros contratados para hacer el paseíllo y con qué compañeros se verán las caras. Tal medida lleva ya tiempo reclamándose con ahínco por los aficionados, cada vez más hastiados de las mismas combinaciones de siempre en las que los importantes apenas dejaban hueco en sus carteles a los toreros que venían pidiendo paso, por no hablar de las preferencias de aquellos por las tres o cuatro factorías de borregos que les permiten sentirse y, hablando en cristiano, complicarse la vida lo menos posible.
Aparece pues en este Otoño 2018 el bombo como la novedad, y como era de prever, las grandiosas figuras del toreo contemporáneo no han hecho ni amago de asomar por estos lares. Si ya de por sí llevan años sin querer saber nada de Las Ventas fuera de San Isidro, como para pedirles que aparezcan cuando ni las ganaderías ni los compañeros pueden elegir. Mejor así, porque la feria que ha quedado, aun con alguna ausencia reseñable y también alguna que otra presencia injustificada, es bastante atractiva. Y ahora, después de que esta innovación haya tenido tan buena acogida entre los aficionados, lo que hace falta realmente es que Monsieur Gafapasta le eche las agayas necesarias en la próxima feria de San Isidro para dejar que el bombo sea quien decida los carteles, y que esto no se quede en un hecho aislado. Obviamente, pensar que tal cosa tiene la más mínima probabilidad de llevarse a cabo es utópico, cualquiera le dice al Todopoderoso de Velilla o al fino y guapo Manzanares, entre otros muchos, que igual la
suerte puede depararles la de Partido de Resina, Saltillo, Miura o Baltasar Ibán, en lugar de las birrias que ellos acostumbran y con las que tan a gusto se muestran. "Metes a tu padre en el bombo, Simón", serían capaces de espetar, con la cara blanca como la cal y la barriga a punto de descomponerse, atemorizados con tan solo contemplar esa posibilidad. Y Simón, con las orejas agachadas y cabizbajo, pidiendo perdón.
Sobre las ganaderías sometidas a sorteo muy poco o nada que comentar respecto a otros años. Casi parece un copia y pega sacado de los carteles que ya por entonces confeccionaban los señores Martínez Uranga e hijo en sus tiempos. Tanto el Puerto de San Lorenzo como Adolfo Martín llevan siendo fijas en este serial unas cuantas temporadas, y prácticamente pasa lo mismo con Fuente Ymbro. No es tal el caso de la cuarta en discordia, Victoriano del Río, la cual lleva cinco años sin aparecer por Madrid en Otoño. Y la verdad es que si este año tampoco hubiera aparecido, nadie hubiera reclamado por ello lo más absoluto, dadas las dos pésimas corridas que este señor lidió en el mes de mayo. Fuente Ymbro está ahí y el caso es que es habitual en este hierro lidiarse ejemplares de interesante comportamiento, no es pues un pesar tenerla anunciada. Sobre el Puerto de San Lorenzo decir que no suele tener tanta regularidad para echar toros importantes, pero es justo reconocer que cuando los echa, son importantes de verdad. Lo malo es que para ello hay que verse antes unos cincuenta o sesenta, tranquilamente. Y de la de Adolfo Martín solo esperar que siga la senda que tomó en San Isidro, corrida en la que lidió al célebre Chaparrito, así como algún que otro ejemplar más que interesante. Esto es el Toro de Otoño.
En cuanto a los toreros, la verdad es que el plantel es atractivo y hay nombres que apetecen mucho ver, así como otros que tienen que estar sí o sí gustos aparte, alguno que otro que pinta más bien poco, y ausencias que hubieran quedado muy bien anunciar. El gordo del bombo se llama Alejandro Talavante, triunfador del pasado San Isidro y única figura del toreo que ha admitido someterse al azar del bombo, aunque algunos no podemos dejar de admitir alguna reserva hacia tal actitud de este torero. Y es que, tras una temporada en la que el mafioso y corrompido sistema taurómaco, el mismo bajo cuyo paraguas ha estado amparado Talavante prácticamente toda su carrera, ahora le da la espalda alevosamente y le margina por el simple hecho de llevarle la contraria a uno de los mayores capos que ha dado el mundo del Toro a lo largo de toda su historia: Toño Matilla. Aun siendo triunfador de San Isidro, pero esta es la triste realidad. Y ahora, después de todo, Talavante necesitaba de algo gordo de verdad para rebelarse contra su situación y buscarle las vueltas a los antitaurinos taurinejos que tantísimo daño hacen. Y al parecer, el bombo le ha supuesto una ocasión de oro para tal propósito. Con estas, se convierte Alejandro Talavante en la única figura del toreo que ha tenido un mínimo de vergüenza torera en entrar, por partida doble además, en un bombo que ninguna de las otras figurillas de mantequilla han querido ni ver. Aunque sea más por necesidad que por ganas reales de querer tener un gesto. Y también seguramente, y mediosalvando Adolfo Martín (solo mediosalvando, ya que en las últimas dos o tres temporadas algunas figuras se han apuntado a ella) porque en el bombo tampoco han entrado hierros de los cuales las figuras rehúyan especialmente. ¿Y si en vez de Victoriano del Río y Fuente Ymbro hubieran estado, sin ir más lejos, Palha, Baltasar Ibán, Saltillo, Escolar o Cuadri, sólo por citar algunos ejemplos? Siempre quedará esa duda. En cualquier caso, se espera y desea que Talavante pegue un fuerte golpe sobre la mesa y este sea el primer paso para desarticular de una vez por todas el cártel taurómaco que se está cargando la Fiesta a pasos cada vez más agigantados. Actitud para ello tiene, parece ser. Y maneras en el ruedo, pues también.
Hablando de marginados por el cártel, también ha entrado en el bombo, para celebración de muchos aficionados, el señor Diego Urdiales. En su tercera corrida de la temporada, no se le ocurre otra cosa mejor que armar el taco y cortar tres en Bilbao, toreando además como tan pocos torean hoy en día. Y lo dicho, era su tercera corrida esta temporada, lo que demuestra, una vez más, que esto está montado por una organización de sucios entramados. Si la evidente irregularidad que arrastra este torerazo se lo permite y arma otro taco en Madrid para Otoño, el puñetazo que le iba a pegar en toda la cara a unos pocos sería de órdago.
Interesante es también la comparecencia de Saúl Jiménez Fortes, un torero que está demostrando paulatinamente ir a más en su concepto al apostar por la línea pura. No menos lo será ver a Octavio Chacón después de su revelación en San Isidro, y por supuesto a Paco Ureña también se le espera con gran expectación.
Entra en el bombo también un torero del que se esperan grandes cosas como lo es Ginés Marín, y que necesita de que pase algo grande en un lugar de la importancia de Madrid después de su poco afortunado paso por esta plaza en San Isidro. Caso parecido es el de Román, torero que gana adeptos más por la garra que derrocha en el ruedo que por un estilo ortodoxo y puro, y que tras alzarse triunfador de la temporada pasada en Madrid dentro de ese estilo, pasó de puntillas en San Isidro. También necesita justificarse en la que catalogan como primera plaza del mundo Emilio de Justo, de quien siempre llegan noticias alentadoras desde el país vecino, pero poco o nada de eso puso en práctica con el único toro de Victorino Martín con posibilidades que se corrió en la última de la feria madrileña. Se le espera.
Álvaro Lorenzo está anunciado y, además, con derecho propio a estarlo, guste más o menos. Y por su parte, a Luis David Adame le sirvió aquella baratija que le fue regalada en San Isidro para estar igualmente sometido a la suerte del bombo.
Lo que no tiene explicación, por mucho que uno quiera encontrársela o se empeñe en convencerse, es la comparecencia de un torero que hace ya tiempo que no hace otra cosa que dejarse ir sin torear ejemplares más que potables en las muchas tardes que actúa año tras año. Me refiero, claro está, a David Mora, y quien más le valdría tener presente que el crédito ganado en aquella tarde ante el toro Malagueño, de Alcurrucén, no es eterno. Quizás, en su lugar, se le podría haber dado cabida a un torero modesto que dio un toque de atención en forma de oreja el pasado 15 de agosto: Juan Ortega. Quizás...
Sea como fuere, el plantel de matadores es notable, y las combinaciones que el bombo ha determinado no lo son menos. Así las cosas, la feria de Otoño de este 2018 se dividirá a partes iguales en el último fin de semana de septiembre y el primero de octubre, y de la siguiente manera:
Viernes 28 de septiembre: Toros de Victoriano del Río, los cuales serán lidiados por Alejandro Talavante, Paco Ureña y Jiménez Fortes. Cartel atractivo cuanto menos, y con mucha competencia
Sábado 29 de septiembre: Novillada con picadores, la cual llevará el hierro de Fuente Ymbro y ante la cual se verán las caras Francisco de Manuel, Pablo Mora y Juanito. Apetece ver la progresión de Francisco de Manuel a lo largo de la temporada, pues en una de las novilladas abrileñas apuntó un buen concepto del toreo pero se le vio aún con falta de rodaje. Pablo Mora se ganó el puesto al resultar triunfador del certamen de novilladas nocturnas, y sobre el portugués Juanito... Dicen por ahí que ha destacado en la temporada venteña, pues habrá que creérselo.
Domingo 30 de septiembre: Toros del Puerto de San Lorenzo para Emilio de Justo, Román y Ginés Marín. Cartel también interesante.
Viernes 5 de octubre: La de Adolfo Martín, la cual ha caído en suerte (o mala suerte, según quién lo mire) de Alejandro Talavante, Álvaro Lorenzo y Luis David Adame. Si la de Adolfo respondiera como en San Isidro y Talavante hiciera lo propio, la tarde puede ser histórica.
Sábado 6 de octubre: Rejones, encerrona de Diego Ventura con seis toros de diferentes ganaderías, a saber Miura, María Guiomar Cortés Moura, y Ángel Sánchez y Sánchez.
Domingo 7 de octubre: Toros de Fuente Ymbro para Diego Urdiales, Octavio Chacón y David Mora. No con menos alicientes este cartel que los anteriores, con el plato fuerte de tener a Urdiales y Chacón demostrando todo lo bueno que llevan dentro.
La suerte está echada y la ha determinado el bombo. Suerte a todos y, por supuesto, que siga habiendo bombo en temporadas venideras, caiga quien caiga y se enfade quien se enfade.
lunes, 27 de agosto de 2018
domingo, 19 de agosto de 2018
JULIANADAS Y DEMÁS MALES DE LA FIESTA
Algunos ven el problema, más que en este hecho en sí, en que muchos lo denunciamos.
El Juli, un asesino y maltratador de animales para cierto colectivo que, solo escuchándoles hablar, uno llega a la conclusión de que saben leer y escribir de puro milagro. Eso, en el hipotético caso de que sepan, claro.
El Juli, un grandioso torero, paladín de eso que el taurinejo de turno califica como se torea mejor que nunca. Figurón cunvre de la Tauromaquia del siglo XXI. Referente de la inmensa mayoría de los que aspiran a ser torero. Lo mejor que ha parido la madre naturaleza en los últimos 25 años, a fin de cuentas.
Y luego está lo de otro sector de aficionados, poco minoritario a decir verdad, por mucho que les pese a los juligans del clavel, el ginc-tónic, del biiiiiiiiiieeeeeeeeeeeennnnnnnnnjjjjjjjjj que destila aroma a alcohol lo suficientemente fuerte como para que a uno le pegue un coma etílico con solo aspirar un par de veces de esa bocanada; y también por mucho que les duela a los subvencionados de la alcachofa con el logo C+ y demás cadenas de televisión, a los subvencionados de los portales, las revistas y todo aquel que, sin papeles morados mediante, no suelta ni los buenos días en su portal/revista/lo que quiera que sea.
Pues bien, para ese sector del que todos los anteriormente descritos vociferan desde su poltrona como sector minoritario (eso quisieran ellos), el señor Julián López Escobar, áleas El Juli, no es otra cosa distinta a una célula cancerígena, otra más, que componen esa gran enfermedad terminal que está matando a la Tauromaquia lenta y dolorosamente. El Juli representa a las mil maravillas todos y cada uno de los males que se han convertido en rutina en el toreo. Lo de hace escasas horas en la salmantina localidad de Guijuelo no es sino un ejemplo más de que allá por donde pasa no sólo el Juli, sino toda y cada una de las también cancerígenas figuras de la Tauromaquia del siglo XXI, arrasa con todo lo que se interpone en su camino. Para empezar, ¿qué pintan dos figuras como lo son Diego Ventura y El Juli, cada uno en lo suyo, midiéndose en un mano a mano sin fundamento en una plaza de tercera categoría ubicada en una localidad que no pasa de los diez mil habitantes? ¿No sería más justo, y también más beneficioso para el futuro de la fiesta, que en estas plazas se dieran novilladas o corridas de toros con matadores menos rodados, y se dejaran un poco más de lado los carteles de lujo? Para el futuro de la Fiesta, quizás sí. Pero para el bolsillo de los taurinejos, desde luego que no. Y eso es lo que importa aquí, arramplar con todo y al resto que le zurzan. ¡¡Qué lástima!! Y ya no hablemos de aquellas ferias de provincias en las cuales no se anuncia ni una triste novillada. Evidentemente hacer chivo expiatorio única y exclusivamente al tal don Julián con todo esto sería de lo más injusto. Pero no es menos cierto que todo ello lo consiente un sistema putrefacto que está montado para beneficio y disfrute de unos pocos taurinejos, entre los cuales por supuesto se encuentra nuestro Julián.
Luego está el tema del toro que se lidia. No podemos pretender que en una plaza de tercera categoría (salvando quizás algunas plazas de la denominada zona del Valle del Terror) se lidia el toro de Madrid o de Pamplona. Pero lo que no es ni de recibo es que aparezcan con los pitones hechos una piltrafa a causa del serruchazo que se les ha pegado. Ni es de recibo, ni es algo que se deba consentir, ni mucho menos callar, lo cual hacen precisamente todos los palmeros y aduladores de estos personajillos vestidos de luces: callar, callar y callar. Salvo cuando el ejemplar es de Miura claro, ahí barra libre.
Pero por desgracia la práctica del afeitado es muy habitual. En realidad, siempre lo ha sido. Pero en los últimos tiempos se están alcanzando unos niveles de desvergüenza impresionantes. Hasta los chavalines que empiezan a querer ser toreros se toman la licencia, muchos de ellos, de mandar pasarle el serrucho a los ejemplares que han de lidiar. Y si no, amenazan con no torear. Y para colmo, los taurinejos les ríen la gracia. Ya hay que ser canalla.
De canallas está lleno el mundo del toro, como puede verse. Tantos son, que si algún día les diera por volar, el cielo se cubriría por completo y no pasaría entre ellos el menor atisbo de luz solar. Y así está la Tauromaquia: aficionados que desertan, plazas semivacías y ferias en un estado lamentable, algunas plazas cerradas a cal y canto a causa de la dejadez de los taurinejos ante algunos ataques político-animalistas, ganaderías y encastes legendarios abocados a la desaparición o ya desaparecidos, cada vez menos festejos (sobre todo novilladas que son el pilar fundamental de la tauromaquia), por consiguiente novilleros poco o nada rodados que sucumben cuando la casta se hace presente, matadores y novilleros por otro lado que basan sus méritos en los despachos y en las influencias más que en lo que se hace en el ruedo, una monotonía aplastante impuesta por un estilo de toreo que se basa en un vulgar y mentiroso pegapasismo y una gran dejadez en el resto de las suertes, así como un largo etcétera de males. Y los taurinejos, lejos de querer ponerle coto e intentar enderezar está situación, más preocupados en denunciar a aquellos aficionados cansados y hastiados que denuncian tanta patraña, y poniéndole la zancadilla a aquellos presidentes que intentan interponer la seriedad como recurso para evitar que esto se siga yendo al garete.
Cuando esto desaparezca, por desgracia, ya habrán aprovisionado lo suficiente para tener la vida resuelta, pero no merecen algo diferente a un pico y una pala para jubilarse cavando zanjas.