viernes, 20 de abril de 2018

JUAN BELMONTE, ESTÓMAGO AGRADECIDO DE LOS TOROS

En el mundo del Toro el nombre de Juan Belmonte evoca infinidad de hitos del toreo: revolución, Edad de Oro del toreo, genialidad, rivalidad con Gallito... También puede evocar uno de los mejores libros de toros que se ha escrito nunca, ese con el que Chaves Nogales dejó plasmada, en 1935, la biografía del Pasmo de Triana hasta ese momento. Juan Belmonte, Matador de toros. Su vida y sus hazañas es el título de semejante joya.

A muchos nos dan ganas de emular a don Manuel Chaves Nogales casi un siglo después, y escribir otro libro acerca de un personaje del momento. Un título perfecto para tal libro podría ser Juan Belmonte, estómago agradecido de los toros. ¿Que quién es ese tal Juan Belmonte? No, no se trata del Pasmo de Triana, aunque pudiera parecerlo. Se trata precisamente de eso, de un estómago agradecido que se mueve y vive la mar de bien de esto de los toros. Un pseudoinformador, con título de periodista seguramente (no sabemos si expedido en el mismo sitio donde la señora Cifuentes cursó su famoso Máster, o en un lugar más serio). Un pagafantas de los taurinejos, algunos toreros y ciertos ganaderos. Un fulano que se arrastra igual que un gusano ante los mandamases de la Fiesta. Un lameingles de quien, dicen, torean mejor que nunca y crían el toro más bravo de la Historia. Un cualquiera que ni él mismo se cree lo que escribe, aunque ello le permita tener contento al amo o amos. Un buen elemento a fin de cuentas.

Su última tesis en cierto panfletucho de desinformación antitaurina así lo certifica. Y como en ella ha sido tan directo y ha dedicado esta nueva hazaña suya a esos "pseudoaficionados que creen que los toros lidiados por las figuras son poco menos que burras con cuernos", no va a ser menos un servidor, quien precisamente reconozco pensar eso mismo, que las figuras vienen a matar algo así como burras con cuernos. Bueno, tanto así tampoco hombre... Jamás se me hubiera ocurrido tan perfecta metáfora. Soy más de "toros descastados, nobilísimos, bobalicones y flojos", "ganaderías que crían el toro ideal para pegar mil pases pero no aguantan medio puyazo y no se emplean en el caballo", o directamente "bichejos semovivientes y no aptos para la lidia en los tres tercios". Pasa que somos muchos los aficionados que defendemos a capa y espada a los del "Tío Picardías", como aquí el juntaletras se refiere al toro encastado, fiero, bravo en los tres tercios y que aguantan dos y hasta tres puyazos, cuatro incluso alguno aunque lo son menos; que evidentemente no le pone las cosas fáciles al que tiene delante vestido de luces (¡¡que estamos hablando de un toro oiga, no de una oveja!!), que vende cara su vida, que no es apto para esa neotauromaquia de los mil mantazos pegados de cualquier forma... Vamos, el Toro. Sin importar su encaste. Cosa que al abrazafarolas de desinformador ese sí parece importarle para saber si embisten o no, a juzgar por lo leído. "Las figuras solo matan lo de Domecq porque embiste y deja expresarse, lo demás no", parece que viene a querer decir el paisano. Es decir, que lo de Domecq no sale con las dificultades propias de la casta, es nobilísimo y dulzón, los toreros lo codician porque van a poder pegarles pases a gusto... Y a mí que me da que este no ha debido de ver una corrida de Pedraza de Yeltes en su puñetera vida. O igual sí, quién sabe, pero en ese día tan marcado se conoce que una rubia con generoso escote pululaba a su alrededor y ello le hizo despreocuparse del ruedo. Tampoco debe de haberse percatado de que al otro lado del charco sus queridísimas figuras del destoreo se hinchan a matar toros de encaste Saltillo, al tiempo que Barralva es repudiada, siendo de la misma vía que ganaderías españolas tipo Puerto de San Lorenzo, codiciada por aquí por figurines. Un día se enterará de que la palabra selección existe y es algo utilizado por los ganaderos bien para formar, independientemente del encaste, una ganadería de toros que sean bravos y encastados, o bien para criar el mojón artista ese que hace las veces de comparsa para que el maestro esté a gusto; y ese día se le quedará la misma cara que se le quedó cuando de pequeño le dijeron que los Reyes Magos no existen. O igual aún cree que sí existen, cualquiera sabe. O a lo mejor escucha hablar de selección y se le vienen a la cabeza Julen Lopetegui, dos Eurocopas y un Mundial. ¿Qué se puede esperar de una persona que, ante tal escenario de tardes historicas con Domecq y tal, "seguirá aceptando que las figuras lleven sus toros debajo del brazo"? Sí, así tal cual. Puede aceptarlo él, que vive y se lucra de esto. El que viva y trabaje para esto, o sea, para dejarse anualmente en torno a cien mil de las antiguas por ir a los toros, puede que no le haga tanta gracia. Ese, que le cuelen a la fuerza lo que viene siendo un animalico terciadito, escaso de cuernos (para colmo retocados por la mano del hombre en muchos casos), y de comportamiento noble y dulce solo para expresarse, arma la Revolución Francesa, y con razón. Porque a fin de cuentas el toro no es un material utilizado para crear arte o para expresarse, como si fuera un bote de acuarelas o un instrumento de música. El toro es eso, el toro. El que sale al ruedo mostrar su condición durante una lidia dividida en tres tercios. Y para ello tendrá delante uno que sepa imponerse a tal condición y sacarle partido. Y, llegado el momento, darle muerte. Que también está ahí, como "momento supremo". Aunque parezca molestarle a unos pocos, que no son del PACMA precisamente (¿o sí?).
También  se atreve el juntaletras con nombre de viejo coloso del toreo a sacar a relucir eso de que
"de toda la vida las figuras han matado lo que han querido". Naturalmente, todos han tenido sus predilecciones: Antonio Ordóñez, Núñez y Pablo Romero; Paco Camino, la procedencia de Buendía; Manolete sentía gran debilidad por Villamarta... Y así todos, sin excepción. Eso es tan verdad como que ninguno obviaba matar corridas de Miura de vez en cuando, o del tronco graciliano o murubeño. O cobaledas. Eso, al señor este con tan bonito nombre, se le olvida mentarlo, que mataban lo que querían, pero al mismo tiempo mataban de todo. Y lo mejor de todo, estaban capacitados para ello y sabían dar una gran dimensión.
Que hoy en día matan lo que embiste... Qué leches, ¿acaso no embiste hoy en día Miura, con sus altibajos propios de toda ganadería? ¿Juan Luis Fraile, Palha o José Escolar, por poner ejemplos, no han echado recientemente grandes toros? O ¿qué me dicen de Baltasar Ibán, considerada por muchos una de las más bravas del momento? ¡¡Claro que embisten!! Pero ojo, ocurre que no embisten como a los importantes del escalafón y a su prole de palmeros les interesa para su Tauromaquia 2.0. Esos toros embisten con exigencia y no perdonan una, no se tragan los miles de muletazos que componen las interminlables faenas de ahora, hacen sudar y hasta miran, porque no son bobalicones. Para unos, corridas del Tío Picardías. Para otros, los "pseudoaficiondos", el Toro, sin más.

Este es Juan Belmonte. El de la actualidad, claro. El que trabaja en los medios de comunicación (anti)taurinos y cuya tarea es justificar y ensalzar cualquier cosa, por indefendible que sea, de los taurinejos más antitaurinos que manejan este cotarro. Este es quien se atreve a poner en duda la afición de aquellos que van los toros día tras día, domingo tras domingo, temporada tras temporada y feria tras feria, por supuesto pagando, sentándose en la dura piedra y teniendo que tragar con toros flojos y descastados, así como toreros repetitivos, vulgares y ventajistas. Y siempre manteniendo viva la esperanza de que algún día salga al contrario y se puede disfrutar de la verdadera esencia del toreo. Pedir casta, integridad y verdad en el toreo, entre otras, ya se sabe que está mal visto y es de no ser aficionado y de ser un reventados y un talibán. Claro, los güenos afisionaos siempre aplauden, no protestan aun habiendo motivos para ello, piden orejas e indultos a cualquier cosa y siempre tragan. Una pena que no todos traguemos, cuántos dolores de cabeza no se ahorraría toda esta banda de pesebreros con carné de periodista cuando les llega la hora de escribir para justificarles y taparles todo a los taurinejos.

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