domingo, 18 de febrero de 2018

Y LO TITULARON.... "HOMENAJE"

Qué cosas tiene la vida. Los aficionados y el mundo del toro en general quieren rendir un merecidísimo tributo a quien ha sido, es y será por los restos uno de los personajes con más grandeza que ha dado la Tauromaquia en toda su historia, un señor que tomó el mando, hace algunas décadas ya, de una vacada que a punto estaba de ser apuntillada en la oscuridad de un matadero, y que consiguió relanzar a lo más alto de la cabaña brava gracias a su esfuerzo, sudor, trabajo, constancia, sacrificio y hasta sangre, pues ese señor a punto estuvo de perder la vida en las astas de uno de los toros que criaba. Y todo, con un único fin: el de emocionar. Emocionar a través de la bravura, casta y personalidad  propia de sus toros. Emocionar en todas y cada una de las tardes que sus toros herrados a fuego con una A coronada han sido lidiados. Emocionar en todos los tercios de la lidia, desde que se abría el portón de toriles hasta que el burel era arrastrado al desolladero, de principio a fin. Emocionar, palabra que, si se le atribuye a los toros de don Victorino Martín Andrés, es antonomásica cuanto menos. Y paradójicamente, y con gran dolor y pesar se dice, de emoción es lo que ha carecido la corrida que ha servido de "homenaje" a tan importante ganadero, una corrida que, salvando de la quema al tercero, ha carecido de fuerzas, poder, casta, y no digamos bravura... ¡¡Qué ruina, y qué dolor ver a los legendarios victorinos de esta forma!! Flojitos hasta el punto de ir bien servidos muchos con un solo picotazo; de embestida suavona y empalagosa, muy lejos de aquellos cárdenos de fieras embestidas y que buscaban los tobillos como si se les fuera la vida en ello; dando la sensación de ser pensados para las paparruchas esas modernas del se torea mejor que nunca y tal...  Y en el tendido, los presentes esperando con una ilusión que se fue diluyendo conforme transcurría la corrida a que saliera algún cárdeno o algún entrepelado de aquellos que hicieron a Victorino un afamadisimo ganadero. Lo más parecido a eso pisó el ruedo en tercer lugar, y tomó dos varas en buen sitio y bien pegadas por parte de Germán González, y en las cuales el animal, pues cumplió. No regaló las embestidas a Emilio de Justo, quien derrochó voluntad y firmeza ante tal ejemplar, pero dejó patente que para desarrollar plenamente el buen concepto que deja entrever dentro de sí, le hace falta contar con más bagaje. Le costó a de Justo acoplarse al animal, para ello consintió mucho y tragó unas cuantas coladas, y entre tanto surgieron sueltos algunos muletazos mandones que, unidos a una serie con la mano derecha de mucho poder para finalizar la faena, hicieron que se vivieran los momentos más emocionantes de toda la tarde. Cortó una oreja Emilio de Justo a este ejemplar.
Otro toro que tuvo algunas cosas fue el cuarto, el cual empujó con presteza y buen son en la única vara que tomó, no consintiendo Curro Díaz, a pesar de la aclamación del respetable, una segunda entrada al caballo, no fuera a ser que le cobraran por ello. Precisamente Curro Díaz hizo caso omiso también, durante la faena de muleta a este nobilísimo y empalagoso ejemplar, de las recriminaciones que desde el tendido recibía por no ponerse en el sitio y pegar trallazos hacia fuera. Faena muy larga y cuanto menos ventajista la que realizó Curro, muy pinturero y elegante, sí, pero carente de toreo y verdad. Mató además de estocada en mal sitio, y las protestas ante la concesión del despojo no tardaron en aflorar. No menos mentiroso estuvo ante el toro que abrió plaza, un torito que con un picotacito tuvo más que suficiente, y que aun así le costaba mantenerse en pie. Soso y noblote como quien más, la faena que Curro le realizó fue de alivio y sin demasiadas apreturas, para no variar.
Y luego estuvo por allí, sin pena ni gloria, Daniel Luque, quien acaba de añadir dos toros más a su cada vez más extensa lista de los que le quedan para ser figura, y que ahí sigue en la espera, el hombre. Un torito flojo fue el segundo de la tarde, al cual le bastó con un rasponcito de nada por parte del picador, y con el que Luque, pinturero y reposado, se pasó por la periferia con despaciosidad y sin alma. Con el lisiado quinto abrevió sin más.
La tarde ya estaba completamente en el suelo cuando salió el sexto, que ni mucho menos hizo atisbo de levantarla. Más puso de su parte Emilio de Justo derrochando firmeza y gran disposición ante complicado ejemplar, pero sin llegar a hacer que la faena rompiera en momento alguno.

A la salida de la plaza los comentarios de los aficionados eran generalizados: ¿Qué ha sido de los victorinos? ¿Dónde quedaron aquellos toros duros y encastados que enamoraron a la afición? ¿Por qué cada vez son más habituales los toretes suavones y justos de fuerzas en esta vacada? ¿A dónde quiere llegar con su ganadería Victorino Martín García?  Y es que salta a la vista que albaserradas de la A coronada cada temporada que pasa están más irreconocibles, salvo contadídsmas excepciones. ¡¡Ay, si el legendario Victorino lo viera!!






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