lunes, 1 de junio de 2015

BALTASAR IBÁN DECEPCIONA A LOS QUE NO TIENEN NI IDEA

Desde que me autoinvestí Doctor Honoris Causa en el maravilloso mundo del toreo, no he tenido tantas dificultades como hoy para mantener la compostura y no flirtear con aquella sinrazón que me invadía en mi época talibanesca.
Claro, hoy lidiaba uno de esos hierros que tanto gusta a los ignorantes esos descerebrados que todo protestan, entre los cuales por cierto me encontraba yo hace poco. Pero he salido contento de la plaza al comprobar que he sabido guardar la reputación propia de la que los grandes aficionados hacemos gala. Y menos mal, porque lo único que me faltaba era recaer y volver a ser mal aficionado y un reventador. En definitiva, pasé el primer examen de esta dura semana que antaño aguardaba con enormes ganas; pero ahora, al ser yo un gran aficionado al toreo, despotrico enérgicamente de ella.
Y este primer trámite lo superé con una corrida de los herederos de don Baltasar Ibán Valdés presentada en escalera: preciosos los lidiados en primer y tercer lugar, terciaditos, con poquito cara para que quepan en la muleta, con culo de pollo... en definitiva, ideales para que los toreros pudieran estar delante; una vergüenza de toro el quinto, con enormes perchas, musculado y muy bien rematado... Vamos, para quitarle al que se pone delante toda la ilusión. Y el resto... pues bueno, para que los talibanes no hagan que nos piten los oídos, diremos que pasables, pero a mí me parece una barbaridad llevar a cualquier plaza toros corpulentos y, como dicen los que no saben de esto, con trapío. Así se acaba esto, hombre. ¡¡Chssss!! Y conste que lo digo yo, que sé mucho de toros.
Sobre su comportamiento, yo tengo claro que hace algunas semanas estos toros me hubieran decepcionado por su falta de fiereza, de empuje en ese rancio invento del tercio de varas, en algunos casos flojera de remos y a fin de cuentas porque les hubiera esperado con más casta de esa.
Y los toreros, pues muy dignos los tres, sí señor, y a cada cual mejor. Robleño no tuvo toro en primer turno y se mostró con una actitud muy notable, y además como la espada entró a la primera (¡¡qué más da dónde!!) hubo que aplaudirle. Sí tuvo más colaboración con el cuarto, qué embestía latiendo el albero, y el hombre le pegó muchísimos pases y realizó una faena de esas largas que tienen su aquel y ofrecen un gran espectáculo. No se enteró de ello esa afición que se da de entendida y luego en realidad son unos ogros ignorantes, ya que recriminaban que se iba sin torear, pero suerte que los que sí entendemos valoramos al que se pone delante y da muchos muletazos.
A Serafín Marín le pitaron mucho también los talibanes esos que hay por ahí, y no sé por qué la verdad. Ni que el hombre no llevara la lidia con orden y limpieza, sin dar capotazos de más y fijando a los toros en el capote. Luego, con la muleta, empezó ahí a dar pases y pases, pim pam pim pam, y aprovechando todas las embestidas de su lote. Anda que no estuvo importante ni nada. Y los sabelotodos que todo protestan, pitando porque los pases eran enganchados y sin mandar, dicen. Pero hombre, si hoy aquí todo vale, ¿nos vamos a poner tiquismiquis porque los muletazos no son limpios? Habrase visto...
Y Luis Bolívar, el digno y futuro sucesor de César Rincón, aunque el hombre todavía no ha explotado. Lleva 11 años de alternativa,  pero aún los que entendemos le consideramos una promesa del toreo con mucho futuro. Qué sí hombre que sí, y ayer tampoco explotó, pero no porque el muchacho estuviera mal, sino porque Madrid y en especial los malos aficionados le tienen manía. Estuvo muy digno y dando muchos pases templados, pero aquí salió otra vez esa broma de "se va sin torear". Pero hombre, y digo yo, ¿cómo se va a ir sin torear con el innumerable número de pases que dio? Lo que yo digo, no entienden de toros.
El sexto se rompió la mano en los primeros compases de la lidia, y aquí acabó la tarde de Baltasar Ibán. Qué alegría nos llevamos los aficionados cuando se anunció un sobrero de Torrealta, ganadería de esas que apuestan por la toreabilidad y el toreo. Por cierto, qué preciosidad de toro, con poca cara y terciadito, si casi parecía un becerro. Como debe ser oiga, qué es eso de que los toros deben tener trapío. Bolívar de nuevo muy valiente y guerrero con un toro que no presentó grandes facilidades, lo que supuso una decepción para los que esperábamos otra cosa de este hierro. El chaval estuvo ahí aguantando y dando abanicazos, unos cuantos, para que no se diga que también se fuera sin torear. Y de nuevo, como en Madrid no se tiene ni idea, se le pitó y abroncó injustamente. Qué querrán que hagan... ¿dominar a los toros? Bastante con que pegan muchos muletazos y se ponen delante, qué poca sensibilidad.


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